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Psicología Social |
Resumen del Texto "Psicología de las Masas y Análisis del Yo" | Cátedra: Robertazzi |
1º Cuat. de 2012 |
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INTRODUCCION
En la vida anímica del individuo, el otro cuenta, con total regularidad, como
modelo, como objeto, auxiliar y como enemigo, y por eso desde el comienzo mismo
la psicología individual es simultáneamente psicología social, en este sentido
lato, pero enteramente legitimo.
La acción entre actos anímicos sociales y narcisista cae dentro del campo de la
psicología individual y no habilita a divorciar esta última de una psicología
social o de las masas.
Cuando se habla de la psicología social o de las masas se suele prescindir de
estos vínculos y distinguir como objeto de la indagación la influencia
simultanea ejercida sobre el individuo por un gran número de personas con
quienes está ligado por algo, la psicología de las masas trata del individuo
como miembro y de un linaje, de un pueblo, de una casta, de un estamento, de la
institución, o como integrante de una multitud organizada en forma de masa
durante cierto lapso y para determinado fin: la pulsión social.
Nos inclinaremos en dos posibilidades: que la pulsión social acaso no sea
originaria e irreducible y que los comienzos de su formación puedan hallarse en
un círculo estrecho como el de la familia.
SUJESTION Y LIBIDO
Hemos partido del hecho de que en una masa el individuo experimenta, por
influencia de ella una alteración a menudo profunda de su actividad anímica.
Apuntan a una nivelación con los otros individuos de la masa, solo puede
alcanzarse por la cancelación de las inhibiciones pulsionales propias y por la
renuncia de las inclinaciones que él se ha plasmado. Nuestro interés consiste en
hallar la explicación psicológica de este cambio anímico que los individuos
sufren en la masa. La explicación alternativa que nos ofrecen los autores que
escriben sobre sociología y psicología de las masas es siempre la misma, la
palabra ensalmadora “sugestión”. Tarde la llama imitación, pero la imitación cae
bajo el concepto e la sugestión.
Le Bon reconduce todo lo extraño de los fenómenos sociales a los factores: la
sugestión reciproca de los individuos y prestigio del conductor. Pero el
prestigio se exterioriza por su efecto que es, provocar sugestión.
McDougal elude la sugestión; como los otros, nos dice: la masa se distingue por
una particularidad sujestionabilidad. La sugestión seria un fenómeno primordial
no susceptible de ulterior reproducción, un hecho de la vida anímica de los
seres humanos.
Intentare aplicar el esclarecimiento de la psicología de las masas, el concepto
de libido.
Libido es una expresión tomada de la doctrina de la afectividad, llamamos así a
la energía, de aquellas pulsiones que tiene que ver con todo lo que puede
sintetizarse como “amor”, el núcleo de lo que designamos “amor” lo forma: por un
lado, el amor a sí mismo, por el otro, el amor filial y el amor a los hijos, la
amistad, y el amor a la humanidad. Todas esas aspiraciones son la expresión de
las mismas mociones pulsionales que entre los sexos esfuerzan en el sentido de
la unión sexual. Los vínculos de amor constituyen también la esencia del alma de
las masas, tales vínculos están ocultos tras el biombo de la sugestión. Nuestra
expectativa se basa en dos reflexiones someras. La primera la masa se mantiene
cohesionada en virtud a algún poder. En segundo lugar, si el individuo resigna
su peculiaridad en la masa y se deja sugerir por los otros, recibimos la
impresión de que lo hace porque siente la necesidad de estar de acuerdo con
ello, quizá “por amor de ellos”
LA IDENTIFICACION
El psicoanálisis conoce la identificación como la más temprana exteriorización
de una ligazón efectiva con una persona. Desempeña un papel en la prehistoria
del complejo de Edipo. Toma al padre como su ideal.
Contemporáneamente a esta identificación con el padre, emprende una cabal
investidura de objeto de la madre, muestra dos lazos psicológicamente diversos:
con la madre, una directa investidura sexual de objeto; con el padre, una
identificación que lo toma por modelo.
La unificación de la vida anímica avanza sin cesar, por esa confluencia nace el
complejo de Edipo normal. El pequeño nota que el padre le significa un estorbo
junto a la madre. Puede ocurrir después que el complejo de Edipo experimente una
inversión, que se tome por objeto al padre en una actitud femenina, la
identificación con el padre se convierte en la precursora de la ligazón de
objeto que recae sobre él. Lo mismo vale para la niña, con las correspondientes
sustituciones.
La diferencia depende, de que la ligazón recaiga en el sujeto o en el objeto del
yo.
Supongamos que una niña reciba el mismo síntoma que su madre; la misma tos
martirizadora. Ello puede ocurrir por diversas vías. La del complejo de Edipo,
implica una voluntad hostil de sustituir a la madre, y el síntoma expresa el
amor de objeto por el padre; realiza la sustitución bajo el influjo de la
conciencia de culpa.
La identificación remplaza a la elección de objeto; la elección de objeto ha
regresado hasta la identificación. Esta es la forma primera del lazo afectivo;
sucede que la elección de objeto vuelva a la identificación, que el yo tome
sobre si las propiedades del objeto. El yo copia en un caso a la persona no
amada y en el otro a la persona amada. La identificación es parcial, toma
prestado un único rasgo de la persona objeto.
Hay un tercer caso de formación de síntoma, en el que la identificación
prescinde por completo de la relación de objeto con la persona copiada. El
mecanismo es el la identificación sobre la base de poder o querer ponerse en la
misma situación. La identificación por el síntoma asa a ser así el indicio de un
punto de consciencia entre los dos ”yo” que debe mantenerse reprimido.
Podemos sintetizar lo que hemos aprendido de estas 3 fuentes: En primer lugar,
la identificación es la forma mas originaria de ligazón afectiva con un objeto;
en segundo lugar, pasa a sustituir a una ligazón libidinosa de objeto por la vía
regresiva, mediante la introyección del objeto en el yo, y, en tercer lugar
puede nacer a raíz de cualquier comunidad que llegue a percibirse en una persona
que no es objeto de las pulsiones sexuales.
Estamos muy lejos de haber agotado el problema de la identificación; nos
enfrentamos con el proceso de la psicología llamada “empatía” y que desempeña la
parte principal en nuestra comprensión del yo ajeno, el de las otras personas.
El análisis de la melancolía, la pérdida real o afectiva del objeto amado, nos
ha proporcionado otro ejemplo de introyección del objeto.
Estas melancolías nos muestran al yo dividido, descompuesto en dos fragmentos,
uno de los cuales arroja furia sobre el otro. Este otro fragmento es el alterado
por introyección, que incluye al objeto perdido. En nuestro yo se desarrolla una
instancia, que se separa del resto del yo y puede entrar en conflicto con él. La
llamamos el ”ideal del yo”, y le atribuimos la funciones de la observación de
sí, la conciencia moral, censura onírica y el ejercicio de la principal
influencia en la represión. Toma de los influjos del medio, las exigencias que
en este plantea al yo y a las que el yo no siempre puede allanarse, de manera
que el ser humano, toda vez que no puede contentarse consigo en su yo, puede
hallar su satisfacción en el ideal del yo, la medida del distanciamiento entre
este ideal del yo y el yo actual es muy variable según los individuos, en muchos
de los cuales esta diferenciación interior del yo ha avanzado mucho respecto del
niño.
ENAMORAMIENTO E HIPNOSIS
En una serie de casos, el enamoramiento no es más que una investidura de objeto
de parte de las pulsiones sexuales con el fin de alcanzar la satisfacción sexual
directa, se llama amor sensual. La certidumbre de que la necesidad que acaba de
extinguirse volvería a despertar tiene que haber sido el motivo inmediato de que
se volcase al objeto sexual una investidura permanente y se lo “amase” aun es
los intervalos, cuando el apetito está ausente. El desarrollo de la vida amorosa
de los seres humanos: en la primera fase, el primer objeto de amor se encontrado
en uno de sus progenitores. La represión que después sobrevino obligo a
renunciar a la mayoría de estas metas sexuales infantiles, pulsiones “de meta de
vida”. Los sentimientos que en adelante alberga hacia esas personas amadas
reciben la designación de “tiernos”. Las anteriores aspiraciones “sensuales” se
conservan en el inconsciente.
Con la pubertad se inician nuevas aspiraciones, dirigidas a metas directamente
sexuales. En casos desfavorables permanecen divorciadas. El hombre se inclina a
embelesarse por mujeres a quienes venera, que empero no le estimulan el
intercambio amoroso; y solo es potente con otras mujeres a quienes no “ama”, a
quienes menosprecia y aun desprecia. En el adolescente su relación con el objeto
sexual se caracteriza por la cooperación entre pulsiones no inhibidas y
pulsiones de meta inhibida. Y gracias a la contribución de las pulsiones
tiernas, de meta inhibida, puede medirse el grado de enamoramiento por oposición
al anhelo simplemente sensual.
En el marco de este enamoramiento el hecho de que el objeto amado goza de cierta
exención de la crítica, sus cualidades son mucho más estimadas que en las
personas a quienes no se ama o que en ese mismo objeto en la época en que no era
amado. A raíz de una represión o posposición de las aspiraciones sexuales eficaz
en alguna medida, se produce este espejismo: se ama sensualmente al objeto solo
en virtud de sus excelencias anímicas.
De la idealización, discernimos que el objeto es tratado como el yo propio, y
por tanto en el enamoramiento influye al objeto una medida mayor de libido
narcisista. El objeto sirve para sustituir un ideal del yo propio no alcanzado.
Se ama en virtud de perfecciones a que se ha aspirado para el yo propio y que
ahora a uno le gustaría procurarse, para satisfacer su narcicismo.
Rasgos de humillación, restricción del narcicismo, perjuicio de si, están
presentes en todos los casos de enamoramiento. Toda satisfacción sexual rebaja
la sobrestimación sexual. Contemporáneamente a esta “entrega” del yo al objeto.
La conciencia moral no se aplica a nada de lo que acontece en favor del objeto.
El objeto se ha puesto en lugar del ideal del yo.
La identificación y el enamoramiento: En la primera, el yo se ha enriquecido con
las propiedades del objeto, lo ha “introyectado”. En el segundo, se ha
empobrecido, se ha entregado al objeto le ha concedido el lugar de su
ingrediente más importante. Desde el punto de vista económico no se trata de
enriquecimiento o empobrecimiento; también puede describirse el enamoramiento
extremo diciendo que el yo se ha introyectado el objeto. Que el objeto se ponga
en el lugar del yo o en el ideal del yo.
El trecho que separa el enamoramiento de la hipnosis no es muy grande. El
hipnotizador ha ocupado el lugar del ideal del yo. El Hipnotizador es el objeto
único: no se repara en ningún otro además de él. Lo que le pide y asevera es
vivenciado oníricamente por el yo. El vínculo hipnótico es una entrega enamorada
que incluye toda satisfacción sexual, mientras que en el enamoramiento esta
última se propone solo de manera temporaria, y permanece en el transfondo como
meta posible para más tarde. El vínculo hipnótico es una formación de masa de
dos.
El amor sensual está destinado a extinguirse con la satisfacción; para perdurar
tiene que encontrarse mezclado en el comienzo con componentes puramente tiernos,
vale decir, de meta inhibida, o sufrir un cambio en ese sentido.
La conciencia moral de la persona hipnotizada puede mostrarse refractaria,
aunque en lo demás preste una total obediencia sugestiva. Pero esto quizás de
debe a que en la hipnosis, puede estar vigente el saber de qué se trata solo de
un juego, de una reproducción falaz de otra situación cuya importancia vital es
mucho mayor.
La formula de la constitución libidinosa de una masa; tiene un conductor y no ha
podido adquirir secundariamente, por un exceso de “organización”, las
propiedades de individuo. Una masa primaria de esta índole es una multitud de
individuos que han puesto un objeto, uno y el mismo, en el lugar de su ideal del
yo, a consecuencia de lo cual se han identificado entre sí en su yo.