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Social
1º Parcial B | Psicología Social (Cátedra: Wainstein - 2021) |
Psicología | UBA
Desafío sobre un lugar en la sociedad
La consolidación de la Psicología Social como disciplina independiente se da a
fines del siglo XIX, principalmente en Estados Unidos. El objeto de estudio de
esta disciplina es el influjo de las relaciones entre sociedad o ambiente social
y el comportamiento de los individuos. Opera así el estudio de la modificación
de la conducta y las creencias de una persona debido a la presencia o ausencia
de otros. El abordar una problemática humana en base a las teorías de la
psicología social dependen de la posición teórica que se exponga, el campo de
investigación y el contexto histórico en el que se estudie y el método a
utilizar. Esta posición teórica deriva de las perspectivas abordadas por las
otras ramas de la psicología.
A principios del siglo XX, esta disciplina se emparentó con la Sociología para
estudiar las actitudes individuales y las influencias simbólicas sobre las
conductas sociales otorgándoles significado, surgiendo así La Psicología Social
Sociológica.
El estudio del individuo como unidad de análisis puede traducirse al
conocimiento del grupo social, ya que un conjunto de sujetos lo forman y se
interrelacionan, utilizando el lenguaje como medio. Gabriel Tarde, en 1890
propone como concepto central la imitación entre individuos, teniendo como
premisa que somos el resultado de la combinación de una multiplicidad de otros.
En el proceso social de la interacción, los sujetos internalizan los
significados simbólicos de los otros para incorporarlos y ver el mundo de ese
modo, así poder convertirse en “persona” y lograr su desarrollo.
Se puede abordar el concepto de imitación mediante un hecho social que ocurre y
se cuestiona hace muchos años, la reinserción a la sociedad de una persona
condenada y encarcelada, que tiene la posibilidad de adquirir herramientas
académicas necesarias para ganarse la vida en libertad. Estos nuevos
conocimientos son aprendidos en una institución universitaria para personas
penalizadas por medio de profesionales que actúan naturalmente frente a los
estudiantes, esto activa procesos de observación concluyendo por una imitación y
por ende la adopción de esas conductas.
Tanto las interacciones, como las observaciones y el intento de desarrollo
suceden en lo que Peter L. Berger y Thomas Luckmann (1968) llamarán la realidad
de vida cotidiana. Esta realidad está dada como tal por los miembros de la
sociedad, es objetivada previamente sin necesidad de verificación a que el
individuo aparezca en cuestión y necesita tener un orden en el presente de la
conciencia (espacio y tiempo). Las objetivaciones cobran sentido mediante el
lenguaje, que es el sistema de signos más importante que se distribuye en todas
las sociedades, posibilitando que la experiencia de las personas se tipifique en
categorías o quede en anonimato, correspondiendo al sentido común de cada
sociedad.
La realidad de la vida cotidiana producida por el humano es compartida con otros
constantemente por medio de interacciones “cara a cara” utilizando el lenguaje,
ésta necesita un orden ambiental, social y cultural. Para comprender mejor lo
que se quiere abordar se analizará una teoría de institucionalización.
“Toda actividad humana está sujeta a la habituación. Todo acto que se repite con
frecuencia crea una pauta que luego puede reproducirse con economía de esfuerzos
y que ipso facto (inmediatamente) es aprehendida como pauta por el que la
ejecuta.” P.T. Berger y T. Luckmann (1968)
Estos procesos anteceden a la institucionalización, las tipificaciones de las
acciones habitualizadas recíprocas se construyen en un proceso histórico. Las
instituciones de por sí, están formadas para controlar la sociedad con eficacia
utilizando mecanismos de sanción, se imponen ante los individuos como solución
permanente a un problema en una sociedad.
Esta teoría caracteriza legítimamente al mundo social en tres momentos
dialécticos: Externalización (la sociedad es un producto humano), Objetivación
(Se establece una significación de las objetivaciones) y la Internalización (El
individuo incorpora significados en la conciencia, se vuelve producto social).
Por consiguiente, entendemos que, al institucionalizar el comportamiento se
vuelve más previsible y controlado. El conocimiento que se adquiere se
internaliza de nuevo como verdad objetivamente válida en el curso de la
socialización.
Ahora bien, la cárcel como institución física es por sí un sistema social en su
interior, y a su vez un complejo institucional. Como mecanismo de sanción y
control se encierra a todo aquel que penalice la ley. La reclusión relativiza el
tiempo y el espacio social sometiendo a un mundo artificial e infructífero a los
seres humanos. En las instituciones totales como lo es la cárcel, los días se
repiten y el proceso disipa los instantes diferentes. El hecho de que exista una
alternativa de aprendizaje académico dentro de la misma institución, cambia
rotundamente este curso de socialización y se comprenden los procesos subjetivos
del otro a imitar en el mundo en que el otro vive (que se vuelve propio).
Este medio social donde interaccionan y resignifican objetivaciones y en el cual
las instituciones rigen los mecanismos de control, establece las categorías de
las personas que en él se pueden encontrar. Es decir, nos permite predecir la
identidad social (Tajfel y Turner, 1978) , según plantea Erving Goffman (1963).
Al encontrarse con alguien, por ejemplo, con un “preso” que se encuentra
estudiando una carrera de Sociología en una institución académica, se deja de
ver a la persona como individuo en sí y se le comienza a atribuir
caracterizaciones desde una mirada de menosprecio evaluándolo como “preso
peligroso”, “delincuente ignorante”, “carente de derecho a estudiar”, entre
muchas más.
En este ejemplo podemos definir toda esa situación como atribuir un estigma, que
es profundamente desacreditador para el estigmatizado, pero para el observador
crítico es una forma de conformar su propia “normalidad”. El primer individuo
está en situación de desacreditación, que puede reconocer o no su condición de
“diferente”. Con respecto a esto, en el texto de Goffman se puede encontrar una
cita de un criminal profesional:
Recuerdo que en el pasado y en más de una ocasión, por ejemplo, al dirigirme a
una biblioteca pública cercana al lugar donde vivía, miraba por encima del
hombro un par de veces antes de entrar, sólo para tener la seguridad de que
ninguno de mis conocidos anduviera por allí y me viese.
Las interacciones sociales estigmatizantes influyen de modo que el individuo se
siente aislado por su alienación, rechazado, deprimido, en estado de desamparo
social, angustia y agresividad. Es así que el yo se construye y se reconstruye
en ese ambiente de destrucción identitaria en el que prevalecen los prejuicios,
los estereotipos y la discriminación.
Retomando el ejemplo de una persona penalizada en búsqueda de su inserción
social por medio de la adquisición de estudios y título académico, se debe
destacar que las actitudes frente a esta elección de cambio de rumbo son
relevantes. Principalmente, la actitud frente a la persona a imitar, frente a la
persona que lo estigmatiza y hacia el cambio de contexto propio que se está
generando con esta elección.
Esta valoración que tiene una persona hacia determinada decisión que toma se la
categoriza como actitud positiva o negativa, dependiendo de la comprensión
social. Las actitudes se relacionan fuertemente con la conducta, influyendo en
cómo se piensa y se actúa.
Este “cambio de contexto” que se menciona previamente hace referencia a que
“nuestras actitudes reflejan la interiorización de los valores, normas y
preferencias que rigen los grupos y organizaciones a los que pertenecemos”
Briñol, Falces y Becerra (2007). Al estudiar estos procesos de adquisición y
modificación de actitudes se podría comprender los principios de cambios a nivel
contexto social.
Estas actitudes pueden ser inferidas a partir de un componente cognitivo, es
decir, la conciencia colectiva da a entender que las actitudes están llanamente
relacionadas con las intenciones o pensamientos que desarrollamos sobre el
objeto de actitud propio a ellas. De este modo, se basan los propios juicios
sobre los intereses, en función de lo que se piensa acerca de las cualidades
positivas o negativas que posea el objeto de actitud o conforme, de cómo puede
ayudar a una persona a alcanzar sus metas. Los grupos de referencia en el
ejemplo de la inserción social se relacionan con los criterios que les brindan
los docentes o el equipo académico a los estudiantes penalizados, mediante los
cuales pueden formar estos nuevas actitudes y comportamientos al imitarlos.
“Numerosas variables de la situación y de la persona pueden influir en la
confianza que las personas tienen sobre lo que piensan en relación con un objeto
de actitud. Por ejemplo, si dos personas tienen exactamente las mismas creencias
en relación con un producto o servicio comercial, pero una de ellas se entera
que la propuesta proviene de una fuente con baja credibilidad (Briñol, Petty, y
Tormala, 2004), o recibe una mala noticia y se pone de mal humor (Briñol, Petty,
y Barden, 2006), o es colocado en una postura asociada con duda (Briñol y Petty,
2003), o tiene dificultad para generar mentalmente, o recordar, dichas creencias
(Tormala, Petty, y Briñol, 2002), entonces las creencias de esa persona jugarán
un papel menos destacado a la hora de la formación de actitudes.” Briñol, P.,
Falces, C. y Becerra, A. (2007).
Referencias
Seidmann, S. (2010). Historia de la Psicología Social. Ficha de Cátedra.
Berger, P. y Luckmann, T. (1972). La construcción social de la realidad. (pp.
34-88) Buenos Aires: Amorrortu.
Hogg, M. A. (2016). Teoría de la Identidad Social. En S. McKeown et al. (eds.),
Understanding Peace and Conflict Through Social Identity Theory. (pp. 1-8)
Suiza: Springer.
Briñol, P., Falces, C. y Becerra, A. (2007). Actitudes. En F. Morales, M. Moya,
E. Gaviria, e I. Cuadrado (Comps.) Psicología Social (pp. 457-490). Madrid: Mc
Graw Hill.
Goffman, E. (2003). Estigma e identidad social. En La identidad deteriorada.
Buenos Aires: Amorrortu