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Fisiopatología y enfermedades Psicosomáticas |
Resumen: Hipótesis sobre los Estados Psicosomáticos y Acting Out |
Cátedra: Ulnik |
Año 2009 |
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HIPÓTESIS SOBRE LOS ESTADOS PSICOSOMÁTICOS.
MC Dougall plantea 3 hipótesis
sobre la regresión psicosomática. Estas hipótesis sobre la regresión
psicosomática que pueden contribuir a entender el tipo de funcionamiento mental
y organización dinámica de la personalidad que tiene más probabilidades de
incrementar la vulnerabilidad psicosomática.
El fenómeno psicosomático a diferencia de las manifestaciones histéricas, esta desprovisto de un contenido de fantasía reprimido capaz de ser verbalizado, careciendo de un significado simbólico directo tal como lo encontramos en la estructura ICC de los síntomas neuróticos. MC Dougall duda de esta falta total de significado simbólico al ir descubriendo los intensos mecanismos de defensa que algunos pacientes usan para que su dolor psíquico sea inoperante y que incluyen la eliminación radical de cualquier representación de ideas intensamente cargadas de afecto.
Considera el funcionamiento
somático como un modo de comunicación, se podría apoyar en la noción de
Simbolismo preverbal, separado de cualquier lazo verbal con el funcionamiento
precc que pudiera dar lugar, posteriormente, a una forma arcaica de histeria.
Propone una estructura especifica de personalidad en la que las representaciones y los conflictos edipicos están infiltrados por una fantasía subyacente primaria de tipo preverbal y que en la que el cuerpo del niño esta poco diferenciado del cuerpo de la madre.
Por lo tanto, cualquier contacto erótico íntimo se vive, ICC mente como un peligro de ser absorbido. El papel del padre sirve para borrar el hecho de que la organización edípica esta construida sobre una relación arcaica fantaseada:
Madre abismal y niño tapón: madre ocupada con un hijo ideal y no con un hijo del deseo, sino con un hijo de la necesidad. El padre es un padre complaciente, que ocupa un segundo lugar, detrás de la relación madre – hijo. El niño solo es conteniendo a la madre.
Este tipo de estructura edípica predispone al sujeto a una futura regresión psicopática, especialmente en aquellas situaciones de tensión externa o interna que no percibe y de una acción continuada. Sumadas a las fantasías ICC corporales, la economía psíquica se caracteriza por una forma de funcionamiento mental en la que las representaciones perturbadoras y los afectos dolorosos corren el riesgo de ser expulsados y repudiados de la psique, mas que ser reprimidos o contrainvestidos mediante la utilización de mecanismos de defensa neuróticos.
Defensa: es la expulsión o
repudio, como consecuencia, aquello que debería ser vivido como doloroso es
expulsado sin que quede registro alguno.
Modo especifico de descargar la tensión, en la que la acción y reacción tiene prioridad sobre la elaboración mental. La actividad psíquica, que en otros casos llevaría a la construcción de pensamientos o a la formación de síntomas neuróticos y psicóticos, en su lugar se cortocircuita y descarga mediante acciones inmediatas o repetitivas. Tales actos son actos sintomáticos que no son una solución sino una huida de las situaciones dolorosas y que provocan ansiedad acompañada por la destrucción psíquica, más que por una negación, de las representaciones no deseadas y consiguientemente, por la evacuación súbita de los afectos ligados a ellas. Así pues, los actos sintomáticos forman parte de la coraza psíquica de cada individuo.
Desde el punto de la economía psíquica, ésta es una forma de mantener la homeostasis siempre que la economía libidinal se ve amenazada, ya que los actos sintomáticos requieren de una elaboración psíquica mínima e incluso muchas veces la sustituyen por entero.
Los síntomas psicosomáticos
surgen al final de la serie de los actos sintomáticos, en los que la elaboración
psíquica esta al mínimo o totalmente ausente. Las raíces de este esquema de
funcionamiento están en el inicio de la vida psíquica y su efecto perturbador se
puede observar en niños pequeños.
El acting out y los fenómenos psicosomáticos.
El acting out es un concepto económico en la medida que supone una inmediata transformación en acción de las mociones pulsionales, fantasías y deseos, a fin de evitar determinadas representaciones o emociones dolorosas, demasiado excitantes o conflictivas.
El mecanismo psicológico de repudio va unido a la tendencia económica al acting out y a la descarga de tensión.
El aplicar el concepto de repudio más que el de represión a los fenómenos psicosomáticos, lleva a la suposición de que el conflicto mental es desaprobado y expulsado de la psique, para ser en su lugar, descargado a través del cuerpo y su funcionamiento somático.
En los inicios de la vida psíquica el cuerpo se vive como un objeto exterior, esta forma de percepción sigue existiendo en determinados estados psicóticos y místicos, es decir que el cuerpo mismo o determinadas zonas o funciones son tratados como entidades independientes y a veces pertenecientes a otro o bajo su dominio..
En los estados mentales psicosomáticos, algunas zonas y funciones corporales pueden ser consideradas, ICC, de este modo: no se consideran propiedad del sujeto sino pertenecientes a la madre de la primera infancia.
Esto contrastaría con la estructura psíquica que sustenta la conversión histérica, en la que los procesos primarios de pensamiento dan a ciertas zonas y funciones corporales un significado simbólico de tipo pulsional.
Los síntomas psicosomáticos, aunque puedan adquirir un significado simbólico secundario e incluso proporcionar beneficios secundarios, sin, ante todo, el resultado de mecanismos de evitación que no están compensados por la creación de síntomas psicológicos.
Estos mecanismos de evitación pueden considerarse como intentos rudimentarios de curarse a si mismo. Los sujetos tienden a dar una apariencia de normalidades la medida que están libres de síntomas, parecen capaces de enfrentarse con la adversidad, y este aspecto del fenómeno del acting out es el que hace a estas manifestaciones tan desesperantes en la práctica psicoanalítica. El analista oye un habla asociativa que, aunque es eminentemente coherente, parece no conducir a ningún lado, esto es porque falta una dimensión: el carácter afectivo.
La comunicación se reduce a
acciones y reacciones. El teatro interno no se esta elaborando internamente, ni
siquiera bajo la forma de una sintomatología neurótica o psicótico, sino que mas
bien se esta externalizando en el escenario del mundo o esta descargándose
somáticamente.
Factores externos que precipitan el fenómeno psicosomático.
El cambio desde la elaboración mental a la descarga por medio de la acción podría producirse principalmente cuando estamos sometidos a repetitivas heridas narcisistas o a inesperadas pérdidas de objetos, con frecuencia tales hechos producen manifestaciones psicosomáticas leves o graves.
Todos tenemos un determinado umbral para la tensión psíquica mas allá del cual nuestras capacidades para afrontarla mentalmente pueden fracasar.
La vulnerabilidad psicosomática aumenta notablemente. Cuanto mas frágil es nuestro equilibrio narcisista, más fácilmente tendemos a acabar con la tensión externa e interna mediante algún tipo de conducta acting out o un acto sintomático de somatización. En caso de somatización, el sujeto suele permanecer ajeno a sus conflictos mentales y a su dolor psíquico.
Esta total ignorancia de los efectos excesivamente dolorosos o excitantes, con su consiguiente conflicto mental, lo que contribuye a la ahora ya clásica descripción de una estructura de personalidad supuestamente psicosomática, en la que los hechos catastróficos que pudieran causar un considerable dolor en la mayor parte de la gente son considerados como aparente calma y un estado inusitado de falta de afectos, conocido como alexitima. (no tener palabras para las emociones).
los modos de relación de tipo operatorio y la expulsión del afecto pueden ser unas defensas mentales extremadamente primarias. El miedo concomitante, pero no reconocido, de verse arrollado por afectos incontenibles y empujado a acciones insensatas o a perder la identidad y la capacidad de funcionamiento, emergen a menudo en el análisis.
Las ideas no deseadas y los afectos dolorosos han sido a tal punto rápidamente eliminados que al sujeto no le queda ningún conocimiento ni siquiera de que hayan existido.
Cuando se reacciona ante
cualquier tipo de tensión como ante una amenaza narcisita, entonces la respuesta
somática a la tensión pulsional y al estrés del entorno constituye una acusación
contra aquella parte del propio self corporal que es vivida como perteneciente a
la madre a “ser” ella. O sea, la enfermedad se convierte en otro vinculo ICC
con la madre, cuyo cuerpo también es atacado.
Reconsideración de las neurosis actuales.
Freud atribuía el origen de las NA al bloqueo de los afectos libidinales debido a la falta de satisfacción sexual o a la masturbación. Hoy esto parece inadecuado. MC Dougall amplia esta hipótesis considerando que los estados depresivos apáticos y las neurosis de angustia están realmente movilizados y puestos en escena por tensiones “actuales”, es decir diarias, pero atribuye esta activación a una modalidad específica de funcionamiento mental: la descarga –en-actos.
Los orígenes de estos cuadros clínicos se puede rastrear en los más precoses intercambios físicos y emocionales entre la madre y el hijo. En los estados graves psicosomáticos y de ansiedad encontramos una organización edípica primaria, en la que la madre, sin repudiar al padre, se relaciona con su hijo como si este fuera un complemento sexual o una prolongación narcisista de su propio self, estableciendo así una forma especifica de relación con el self corporal de su hijo.
Esta organización esta unida a una imagen de la pareja edípica que ocupa un segundo lugar en la importante unidad madre-hijo.
La situación parecería requerir también un padre de algún modo complaciente que, en concordancia con sus propios problemas ICC permite que prosiga la relación incestuosa y mantiene su exclusión de este círculo mágico y gratificante, entonces el niño corre el riesgo de sentirse seducido, en peligro de ser invadido.
A veces estos niños pueden llegar al convencimiento de que no tienen una existencia real para sus madres. Dada su incapacidad para manejarse a tan temprana edad con una estimulación excesiva, su imagen de la escena primaria tiende también a condensarse y a ser sádica.
Así como las manifestaciones psicosomáticas de las neurosis actuales Selene tener su origen en tensiones libidinales no reconocidas, como sugería Freud, éstas se activan por bloqueos libidinales del momento sólo cuando el bloqueo deriva de tensiones y traumas sensuales y emocionales muy precoces.
Además del conflicto libidinal, tiene importancia las tensiones agresivas como un elemento que contribuye a la aparición de fenómenos psicosomáticos, en especial el papel del sadismo primario, el cual no ha logrado integrarse en la relación idealizada madre – hijo. Relación exclusiva, en la que se requiere que el hijo sustituya al padre como objeto de deseo y de anhelo libidinal, en potencia, es patológica incluso en la lactancia.
En este caso el niño representa para la madre un objeto de necesidad vital más que de deseo. El objeto de deseo es un niño nacido de un amor adulto mutuo y encarna el deseo de que él también llegue a convertirse en un padre y un adulto que ame y desee.
El niño que es objeto de necesidad más que de deseo refleja los conflictos sádicos y sexuales sin resolver de los padres, así como sus vivencias sexuales y narcisistas insatisfactorias.
Son madres excesivamente “maternales”, no “suficientemente buenas”, sino buenas en exceso, aman a sus hijos en exceso, les cuidan y alimentan en exceso y se preocupan en exceso.
Es posible que los niños vivan este trato como un abandono psíquico, ya que son cuidados por madres que parecen indiferentes a sus necesidades psicologías y a sus estados afectivos.
Los niños son la prolongación narcisista y sexual de la madre y nada de lo que pudieran hacer la satisface o la reparan, las necesidades y los deseos del niño no cuentan. Al mismo tiempo que los niños no podrían abandonarla sin estrés psíquico. Este es el dilema del niño-tapón, necesitado para que la madre mantenga su integridad.