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Fisiopatología y enfermedades Psicosomáticas

Resumen sobre Teoría Psicosomática

Cátedra: Ulnik

Año 2009

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La teoría psicosomática define 3 ejes fundamentales de funcionamiento, a partir de los cuales se delinean 3 formas principales de patología, que implican a su vez lo psíquico y lo somático.  Tanto los ejes como las formas patológicas correspondientes están determinados por dos conceptos:

1 la función de lo imaginario

2 la represión de la función de lo imaginario. 
 

Definición de imaginario: concepto biológico y psicológico.  Lo imaginario esta destinado a fundar aquello que entendemos por salud y enfermedad.

Lo imaginario es el sueño y sus equivalentes en la vida de vigilia. Pero el sueño ya es un proceso biológico que por su funcionamiento prima lo imaginario sobre la emergencia de lo real.

Si bien el sueño puede ser tomado por el cumplimiento de deseo, no es el deseo el que pone al sueño en movimiento.

Lo imaginario es subjetividad misma, por eso es sinónimo de proyección, entendiendo por esto un modo de pensamiento característico del sueño que transforma el sujeto en objetos, lo absolutamente subjetivo convertido en lo absolutamente objetivo.

Sin embargo el sueño, no es solamente el sueño nocturno, las variantes de la actividad onírica son la fantasía, la ensoñación, el delirio, la alucinación, la ilusión, la creencia, el juego, tanto fenómenos que se producen en lugar del sueño, a favor de un equilibrio diferente cada vez entre CC PRECC e ICC.  En psicosomática es importante señalar que lo imaginario es una función y es una función que se construye.

Esta constitución está mediatizada por la relación temprana madre – niño. Es a través de esta relación que se instaura el ritmo biológico fundamental según se supere la repetición o se encamine hacia el agotamiento.

Lo imaginario se define en tanto función que se despliega en una relación cuya singularidad es que preexiste a los términos que se encuentran ligados a ella. 
 

Definición de represión de la función de lo imaginario: la RFI como función, (a diferencia de Freud que la postula exclusivamente a un contenido del orden del afecto o de la representación) lo cual permite, por un lado ampliar el campo de la patología para incluir lo orgánico y por otro lado, determinar 3 ejes fundamentales de funcionamiento que siguen el destino que sufrió la represión. 
 

1° destino que sufre la represión: la primera posibilidad es la de Freud, que plantea que toda psicopatología se desarrolla en tres tiempos: represión, el fracaso de la represión y el retorno de lo reprimido bajo la forma de síntomas neuróticos o psicóticos.  Se trata siempre de una formación sintomática transitoria o durable en la que vuelve a emerger un imaginario anteriormente eliminado.

El fracaso de la represión, en este caso, instaura una continuidad con lo imaginario.  Entonces, si hay somatización tiene lugar en el cuerpo imaginario,  Es una psicopatología en la que el cuerpo es el mismo, subyacente al sueño, y supone que el apuntalamiento se produjo anteriormente.  También los síntomas son funcionales, reversibles, provistos de un sentido simbólico primario, sentido que determina el síntoma. 
 

2° destino que sufre la represión: Sami Ali se pregunta si la represión siempre debe fracasar y qué puede ocurrir con la patología en el caso de que la represión se mantenga. Formula la hipótesis de otra patología orgánica, que constituye un paralelo de la represión lograda de la función del imaginario y determina la actitud fundamental con respecto al sueño.

Actitud que resulta de la represión de la actividad del sueño y que tiende a perpetuar esta misma represión.  Esto va seguido del olvido sistemático de los sueños y la pérdida de interés por ellos. 

Las reglas adaptativas vienen a llenar un vacío que se profundiza y a suplantar la subjetividad que se convierte en una subjetividad sin sujeto.  De ahí, una patología de la adaptación en la que lo banal determina simultáneamente la relación consigo mismo y con el otro.

Los rasgos de carácter reemplazan a los síntomas.  Entonces si existe patología, sólo puede ser somática, alcanzando al cuero en su realidad.  La somatización depende de lo literal y lo neutro, no de lo figurado, y el sentido que se le puede atribuir es un sentido secundario que se agrega al síntoma pero no determina su etiología.

Aquí todo es represión, sin retorno de lo reprimido.  Este estado de cosas termina o bien en la desaparición de los sueños de la vida psíquica o en la modificación misma de la función del sueño: de ahí en mas que sueños de trabajo, programados por el superyo y destinados a ser la negación del sueño.  Aquello que tomamos por sueños de realidad marcados por una falta elaborativa, de hecho responden al mandato de no soñar y así son el equivalente al insomnio.  Esto constituye una crítica tanto al pensamiento operatorio como a la alexitimia, en la medida que uno y la otra desconocen la profundidad del trabajo de represión.

A la represión lograda de la función de lo imaginario le corresponde una depresión a priori, que es el hecho de coincidir perfectamente con el superyo, hasta que llega a evaporarse todo conflicto.

Este es un superyo corporal del cual el sujeto depende para ubicarse en el espacio y en el tiempo así como en sus funciones corporales autónomas.

Es decir, que el superyo corporal implica toda la problemática del narcisismo y que la supresión de la subjetividad, constituye una forma de ser gracias al no-ser y de este modo, avenirse a los imperativos del superyo corporal.  La negación de sí mismo pasa por la afirmación de una omnipotencia de la cual se participa.

La somatización siempre tiene lugar en lo que yo llamo una situación de impasse. 

La situación de impasse se caracteriza por la existencia de un conflicto insoluble porque implica una contradicción y por esta razón es distinto del conflicto neurótico cuya forma es la alternativa simple A o NO-A, mientras que en el impasse, es A, NO-A, NI-A y ni NO-A.

Por otra parte, existe una relación particular entre somatización y psicosis, todo se da como si una y otra tuvieran lugar en la misma situación de impasse, en ambos casos frente a lo impensable de la contradicción, aunque con la diferencia de que la psicosis, cuando se elabora a través del delirio particularmente, constituye la última tentativa de pensar lo impensable.

La psicosis protege de la somatización, de manera que se establece una correlación negativa entre una y otra, lo cual, da cuenta de que los psicóticos raramente conocen la enfermedad orgánica, que ataca al cuerpo real.

Por otro lado, esto permite establecer un vinculo entre el impasse y la depresión a priori cuya problemática es relacional: el hecho de que para el depresivo caracterial el sí equivalga al no y que todo esté afectado por un signo negativo, en definitiva reenvía a una relación temprana con una madre deprimida, presente por su ausencia, ausente por su presencia, que pone al niño ante una alternativa insoluble, de manera que se siente condenado haga lo que haga. De ahí en más, nada mediatiza la ausencia. 
 

3° forma mayor de patología que también se define en relación a la represión de la función de lo imaginario, consiste en pasar de la represión fallida a la represión lograda.

Los sueños empiezan por estar presentes en un funcionamiento psíquico asimilable a la psiconeurosis, antes de desaparecer completamente, pero que parecen ligadas al duelo.

Luego, este cambio de funcionamiento, que se acompaña de un sentimiento de perdida, no se limita al campo de los psíquico, al contrario, vira del cuerpo imaginario, se despliega a nivel del cuerpo real, de manera tal que lo figurado va cediendo lugar a lo literal o a lo neutro.