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Psicoterapias
Octava Guía de Lectura | Psicoterapias (Cátedra:
Etchevers - 2021) | Psicología | UBA
Semana 8- Guía de preguntas Tema 9: Trastornos de Personalidad Límite
Las preguntas tiene el objetivo de acompañar la lectura y ayudar a jerarquizar
la información de la bibliografía. Salvo un pedido explícito de una actividad,
no deben ser respondidas para entregar.
American Psychiatric Association (2014). DSM5
1- Características generales del grupo B 2- Criterios diagnósticos Trastorno
Límite Personalidad 3- Riesgo y comorbilidad
El self en el borderline. Ortiz Fràgola
1- Cómo puedes ser las perturbaciones del self y su evolución.
2- Ejes centrales para considerar los fenómenos borderline.
3- Afectividad en el paciente borderline.
4- La depresión en el borderline.
5- Qué señala en cuanto a la etiología del cuadro.
Apegos patológicos y acción terapéutica. Peter Fonagy
1- Relación entre maltrato y Función reflexiva.
Hay estudios que demuestran distorsiones considerables de la representación del
apego en individuos con trastornos de personalidad, sobre todo borderline.
En nuestro estudio, los sujetos con diagnóstico de trastorno de personalidad
borderline tenían mayoritariamente patrones de apego preocupados asociados con
experiencias no resueltas de trauma y una llamativa reducción de la capacidad
reflexiva.
El continuar alterando defensivamente su capacidad para representarse estados
mentales propios y de los otros les lleva a operar con impresiones esquemáticas
e imprecisas sobre los pensamientos y los sentimientos. Son inmensamente
vulnerables a las relaciones íntimas.
Hay aquí dos proposiciones:
1) los individuos que sufren un trauma precoz pueden inhibir defensivamente su
capacidad para mentalizar; y
2) algunas características de los trastornos de personalidad pueden estar
basadas en dicha inhibición.
Existe un cúmulo de evidencias sobre el deterioro que el maltrato produce en la
capacidad reflexiva y el sentido del self del infante.
-Schneider-Rosen y Cicchetti observaron que los infantes que fueron maltratados
mostraban menos afecto positivo al reconocerse a sí mismos en un espejo que los
controles.
-Beeghly y Cicchetti mostraron que dichos infantes tenían un déficit específico
en el uso de términos sobre su estado interno y que ese lenguaje tendía a
depender del contexto.
El aislamiento psicológico del maltrato aumenta el malestar, activando al
sistema de apego. La necesidad de proximidad persiste así e incluso se
incrementa como consecuencia del malestar causado por el abuso. La proximidad
mental se hace insoportablemente dolorosa, y la necesidad de cercanía se expresa
en el nivel físico. De este modo, el infante puede paradójicamente sentirse
impulsado a acercarse físicamente al abusador.
Es probable que su habilidad para adaptarse, modificar o evitar la conducta del
abusador se vea reducida aún más por una limitada capacidad de mentalización. En
la contradicción entre la búsqueda de proximidad en el nivel mental y el nivel
físico radica el apego desorganizado observado de forma tan sistemática en
infantes maltratados.
¿Por qué debería socavar la capacidad reflexiva un ambiente familiar de
maltrato?
En primer lugar, el reconocimiento del estado mental del otro puede ser
peligroso para el self en desarrollo. El infante que reconoce el odio o la
violencia que implican los actos de violencia de sus progenitores se ve forzado
a verse a sí mismo como carente de valor o como no digno de ser querido.
En segundo lugar, el significado de los estados intencionales es negado o
distorsionado. Los padres abusadores a menudo exigen creencias o sentimientos
opuestos a su conducta. El infante no puede poner a prueba o modificar las
representaciones de los estados mentales, que se vuelven rígidas e inapropiadas
y que quizás sean abandonadas.
En tercer lugar, el mundo público, donde la función reflexiva es común, y que
podría generar un modo alternativo de experimentarse a sí mismo es mantenido
rígidamente al margen del contexto de apego. Finalmente, la disfunción puede
ocurrir, no a causa del maltrato sino de la atmósfera familiar que lo rodea.
2- Déficit en la mentalización en los Trastornos de personalidad.
El maltrato se asocia con un “fraccionamiento” o escisión de la capacidad
reflexiva a lo largo de tareas y dominios. Durante las etapas precoces del
desarrollo la capacidad reflexiva en un dominio de la interacción interpersonal
puede no estar al principio generalizada a otros. En un desarrollo normal,
habría algún grado de integración y generalización de un modelo mentalizante del
comportamiento; sin embargo, en el trastorno de personalidad el desarrollo
fracasa – la coordinación normal de capacidades previamente separadas no
aparece, el fraccionamiento parece adaptativo para el individuo y continúa
dominando sobre la integración.
Los modelos internos activos (N.T. también traducidos como modelos internos de
trabajo) llegan a dominar el comportamiento de los individuos con trastornos de
personalidad en las relaciones íntimas emocionalmente cargadas, y en cualquier
situación interpersonal que active representaciones de relación derivadas de las
relaciones de apego primarias. Estos individuos pueden encontrarse en desventaja
porque:
a) sus cuidadores no facilitaron la capacidad de mentalización dentro de una
relación de apego seguro (vulnerabilidad);
b) han adquirido ulteriormente una falta de interés emocional para considerar la
perspectiva de los demás que son hostiles además de no reflexivos (trauma);
c) las relaciones subsecuentes se ven amenazadas por la falta de un modelo que
haga atribuciones sobre el estado mental en el trauma original y en las
experiencias ulteriores (falta de resistencia);
d) pueden repartir de forma no balanceada los recursos mentalizantes entre sus
mundos interno y externo, volviéndose hipervigilantes hacia los otros pero sin
aprehender sus propios estados
3- Apego desorganizado y su relación con Trastorno de Personalidad.
La internalización de la imagen que el cuidador/a tiene del infante como de un
ser intencional es capital. La representación emergente del self del infante
quedará trazada en lo que podría llamarse “self constitucional” o primario (la
experiencia del infante de un estado del self real, el self como es). En caso de
malos tratos, la representación no se corresponderá con la experiencia primaria
del infante. La intencionalidad hostil del cuidador excluye una imagen del self
tan coherente. La experiencia interna no encuentra la comprensión externa,
permanece sin nombrar, confusa, y el afecto no contenido genera más
desregulación.
El infante busca aspectos del medio relacionados de manera contingente con las
expresiones de su self. Winnicott (1967, p.33) nos advertía que ante la falla
para encontrar su estado actual especularizado por el otro, es probable que el
infante internalice el estado actual de su madre como parte de su propia
estructura del self. El infante incorpora en su estructura del self naciente una
representación del otro (Fonagy & Target, 1995). Cuando se ve confrontado con un
cuidador asustado o atemorizante, el infante incluye como parte de sí mismo el
sentimiento de su madre de ira, odio o miedo, y la imagen de sí mismo como
atemorizante o inmanejable. Esta dolorosa imagen debe entonces externalizarse
para que el infante adquiera una autorrepresentación coherente y soportable. El
comportamiento de apego desorganizado del infante, y sus secuelas, interacciones
controladoras y mandonas con el progenitor, deben ser entendidas como un intento
rudimentario para hacer desaparecer los aspectos inaceptables de la
autorrepresentación.
Una vez internalizada y alojada dentro de la autorrepresentación, esta
representación “ajena” tendrá que ser expelida no sólo porque no coincide con el
self constitucional sino, también, porque es persecutoria. Las consecuencias
para las relaciones interpersonales y para la regulación del afecto son entonces
desastrosas.
El apego desorganizado se enraiza en un self desorganizado. El individuo, cuando
está solo se siente inseguro y vulnerable por la proximidad de una
representación torturadora y destructiva de la que no puede escapar porque es
experienciada desde dentro del self en lugar de desde fuera del self. A menos
que su relación permita la externalización, se siente casi literalmente en
riesgo de desaparecer, de la fusión psicológica y de la disolución de todos los
límites entre sí y el otro.
4- Sintomatología en el TLP.
5- Objetivos de la psicoterapia basada en la mentalización - MBT.
6- Rol del terapeuta en la MBT.
Bibliografía de TP
Tratamiento basado en la mentalización. Bateman y Fonagy (2018)
1- Relación entre Apego, Mentalización y Trastornos de Personalidad.
2- Estrategias de apego en pacientes con TLP. Hiperactivación y desactivación.
3- Los problemas con la mentalización en pacientes con TLP.
4- Rasgos comunes en los tratamientos que han demostrado ser moderadamente
eficaces para el TLP.
5- Fases de la MBT.
6- Actitud del terapeuta.
La actitud del terapeuta es crucial. La tarea del terapeuta es estimular un
proceso mentalizador y convertirlo en un rasgo esencial de la interacción
terapéutica.
La capacidad del terapeuta para usar su mente y para mostrar un cambio de
opinión cuando se le presentan visiones alternativas es internalizada por el
paciente. Poco a poco, el paciente se vuelve más curioso respecto a su mente y
la de los demás, y por tanto es más capaz de replantearse a sí mismo y a lo que
piensa de los otros.
La tarea del terapeuta es mantener la mentalización y/o restablecerla en sí
mismo y en su paciente al tiempo que garantiza que los estados emocionales sean
activos y significativos. Por una parte, la excitación emocional excesiva
perjudicará la capacidad mentalizadora del paciente y potencialmente lo llevará
a actuar. Por otra parte, el énfasis inadecuado en la relación con el paciente
permitirá evitar los estados emocionales.
7- Qué intervenciones suelen darse en la MBT. Características.
Las intervenciones se organizan en torno a una serie de pasos terapéuticos:
1. Demostrar empatía por el estado subjetivo actual del paciente.
2. Exploración, clarificación y, si procede, desafío
3. Identificar el afecto y establecer un foco de afecto
4. Mentalizar la relación
Una intervención segura es aquella que hace disminuir la excitación, permitiendo
la mejor oportunidad para restaurar la mentalización. En efecto, es una
intervención en el primer o segundo nivel de los listados anteriormente. Son más
seguros porque es menos probable que estimulen más excitación y estados
emocionales problemáticos y no requieren un nivel más alto de capacidad de
mentalización por parte del paciente. Una vez que el paciente es capaz de
reflexionar en cierta medida sobre los estados mentales actuales, es posible
considerar ampliar el proceso terapéutico usando intervenciones del tercer y
cuarto nivel.
8- Resultados principales de las investigaciones sobre la MBT.