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| Psicología del Trabajo | Trabajo Práctico | Cátedra: Alonzo | Prof.: Lavalli y Hermida | 1er Cuat. de 2008 | Altillo.com | 
Introducción 
El trabajo del psicólogo y por ende su rol ha ido cambiando en la sociedad con 
el paso del tiempo. Aquello que hoy se le adjudica y aquello que asume no escapa 
a la estética de una nueva realidad social que se le impone, Modernidad Líquida 
en palabras de Bauman, Post modernidad para otros autores.
“La carrera de Psicología fue uno de los frutos de la renovación social y 
cultural producida luego de 1955 que implicó a su vez una profunda 
transformación en el seno de las universidades nacionales. La psicología que 
comenzaba a desarrollarse en esa época en la Argentina ya no era sólo una 
disciplina técnica aplicada, sino que pretendía ocupar un lugar de privilegio 
como fundamento teórico de las humanidades y las ciencias sociales. Si el hombre 
era el objeto de todas esas disciplinas, ¿qué mejor que la psicología para 
facilitar la comprensión de sus mecanismos más íntimos?”1. Esto no escapaba al 
contexto político y económico en el que se fue desarrollando, innovadores 
términos emergentes de una nueva realidad como globalización, terciarización, 
desregularización, privatizaciones, cibernación, flexibilización, entre otros, 
impactaron en el trabajo de las personas incluida, la del psicólogo.
En el encuadre de las reformas realizadas al plan de estudio en el Año 1985, 
surge en la Universidad de Buenos Aires la materia Psicología del Trabajo 
constituyendo una asignatura de cursada obligatoria para los alumnos, cuestión 
no ingenua; ya que si la psicología tenía como objeto de estudio al hombre, el 
trabajo tenía un lugar protagónico en la vida de las personas en la salud y en 
la enfermedad. 
El psicólogo debía estar preparado para acompañar la nueva ola de cambios 
sociales que impactarían de algún modo en la subjetividad de las personas, 
incluyendo la propia, preparado, entonces para acompañar la tercera revolución 
caracterizada como tecnológica (Hopenhyn).
Surge aquí la pregunta, el interrogante acerca de cómo se ha producido esta 
transformación, cómo el rol del psicólogo fue adaptándose a las exigencias del 
contexto.
¿Qué se le adjudicó al psicólogo y que asumió en esta realidad social 
globalizada? 
En el presente trabajo intentaremos plasmar el proceso de cambio sociolaboral 
hasta la actualidad, focalizándolo en relación al rol del psicólogo laboral. 
Actualidad que en el presente trabajo de campo se desprende de la entrevista 
anexada, donde se refleja cómo este nuevo escenario abre un abanico de 
posibilidades para el psicólogo que interviene en este ámbito. 
Desarrollo 
El siglo XXI nos enfrenta a un desafío constante en las nuevas formas de 
trabajo: precarización de las condiciones del mismo, flexibilización, trabajo a 
destajo y no por un jornal, capacidad de adaptación, multifuncionalidad y a 
aceptar un no lugar. 
“Trabajo a destajo y no por un jornal” que implica el cobro por la labor 
realizada, y no por un contrato relacional como a principio de siglo. La novedad 
parecería un “oasis” pero en el desarrollo del presente trabajo daremos cuenta 
de que esto esconde tras sí un peligro, que el sujeto sea fagocitado 
sacrificando su propio bienestar en pos de los objetivos propuestos. El lugar 
del puesto de trabajo sostenido durante la Modernidad sólida se transforma en un 
“no lugar”, en un lugar omnipresente en toda la vida del sujeto, como se refleja 
en la modalidad del teletrabajo, el cual “…promueve la ilusión de acortar las 
distancias a costa de quiebres identificatorios…”2. Este quiebre identificatorio, 
el no pertenecer a un lugar determinado es también producto de estos cambios. El 
sujeto podría quedar con el correr del tiempo absorbido por la labor, trayéndole 
aparejado sufrimiento. 
Los resultados de la postmodernidad conllevan que a nivel subjetivo, se instale 
la autogestión, la autovaloración y la no pertenencia del sujeto. Surge como 
paradigma el individualismo en contraposición al cooperativismo de principios de 
siglo pasado. El pensar en el mañana y la postergación de la gratificación, 
procrastinación en palabras de Bauman va en detrimento. El paradigma del 
individualismo se acompaña de gratificación inmediata y vínculos frágiles. 
La inserción laboral de los jóvenes profesionales es dificultosa, “mi hijo el 
doctor” que tendría garantizado el futuro como postergación de la gratificación 
de los padres empleados de la Modernidad, se ha esfumado. Padres que constituían 
la mano de obra orientada a la satisfacción de necesidades de la comunidad, 
donde un estado benefactor y fuertes sindicatos daban relativa seguridad. 
Ejemplos de esto fueron tanto el movimiento taylorista como el fordista. El 
esfuerzo físico en el trabajo, con mentalidad a largo plazo, el puesto de 
trabajo para toda la vida, el capital casado con el trabajo plasmado en inmensas 
fábricas hechas para durar, símbolo del encuentro mutuo entre “capital y mano de 
obra” con un contrato y valores éticos de por medio; hoy es volátil. En aquel 
entonces el problema era la productividad del trabajo manual, por lo cual Taylor 
establece la división entre trabajo intelectual y manual. Ford intentará 
resolver el problema del incremento de la producción a través de la coordinación 
de tareas individuales. Toda esta realidad social, política, económica y 
cultural da cuenta de la conceptualización de la “Modernidad Sólida” de Bauman, 
de la cual Argentina no escapaba.
En el contexto social, político y económico se fueron produciendo cambios, como 
la apertura de los mercados a nivel internacional y el desdibujamiento de las 
fronteras, dando lugar a la interculturalidad. Así fue consolidándose poco a 
poco el fenómeno de la globalización, la comunicación más allá de toda frontera. 
En este marco el modelo imperante hasta entonces, se vuelve obstáculo de sí 
mismo, por ser lento, poco eficaz y competitivo, ya que, asimismo comienza a 
tomar valor el trabajo sustentado en destrezas intelectuales. Esta posibilidad 
que otorga la globalización, la cual parecería tener fines positivos conlleva un 
sufrimiento, la no pertenencia, un no lugar, que comienza con el “no puesto de 
trabajo”, y por ende a un lugar de “no identificación” como se mencionó 
anteriormente. Todo esto promueve un cambio de paradigma, el cual se plasma en 
la “Modernidad Líquida” en términos de Bauman, con el paso del cooperativismo al 
individualismo. 
Si el Siglo XX era el siglo del empleo, del sujeto como ciudadano, con un lugar 
en la estructura social, con sentido de la ética y con cultura de trabajo, el 
Siglo XXI presenta su contracara: aparece el ciudadano como consumidor, es decir 
la estética del consumo. 
La naturaleza del trabajo cambia, se vuelve más mental, se incrementa el trabajo 
virtual y a distancia. Estos cambios introdujeron situaciones de precarización y 
flexibilización laboral, lo cual parecería, en principio hacer del trabajo algo 
placentero, aumentando el consumo de bienes y servicios. Todo este movimiento 
impactó e impacta en los desafíos del Psicólogo Laboral, abriendo nuevas 
posibles áreas de intervención.
Distintas corrientes fueron recortando la significatividad del trabajo como 
hecho central en la vida del hombre, ya que como proceso específicamente humano, 
implica lo individual y lo colectivo con profundas implicancias para la vida 
social y la subjetividad de las personas. ¿Qué impacto tiene esta nueva 
realidad? 
¿Cómo es que casi sin darnos cuenta nos vemos inmersos en ella subsistiendo a 
punto de ser fagocitados?
Malestar, sufrimiento, stress crónico (burn out), falta de identificación con el 
trabajo, lazos frágiles son el resultado de este movimiento.
El trabajo es una “actividad que regula enteramente nuestras relaciones, encauza 
nuestros vínculos, estructura nuestro tiempo y espacio, además de llevarse la 
mayor parte de nuestras energías físicas y espirituales. Estas consideraciones 
entrañan reflexiones profundas acerca del carácter político del trabajo y de la 
incuestionable afirmación que explica que tiene un rol fundamental en el sostén 
de nuestro orden social.”3
“…Desde un enfoque estrictamente psicológico y tomando como referencia los 
estudios de José María Peiro (Universidad de Stanford), el trabajo puede 
concebirse desde cuatro perspectivas básicas: 
a. El trabajo como actividad: aspectos conductuales del hecho de trabajar 
b. El trabajo como situación o contexto: aspectos físico-ambientales de un 
trabajo 
c. El trabajo como significado: aspectos subjetivos del trabajo 
d. El trabajo como fenómeno social: aspectos socialmente subjetivados del 
trabajo…”4 
Siguiendo el marco referencial del mismo autor, el trabajo puede ser 
conceptualizado como: “el conjunto de actividades humanas, retribuidas o no, de 
carácter productivo y creativo, que mediante el uso de técnicas, instrumentos, 
materias o informaciones disponibles, permite obtener, producir o prestar 
ciertos bienes, productos o servicios. En esta actividad las personas aportan 
energías, física y psíquica, habilidades, conocimientos y otros diversos 
recursos y obtiene algún tipo de compensación material, psicológica y/o 
social”5.
A partir de todo lo expuesto y desde la definición de Peiró, y articulando esto 
con la Ley Nº 23277 de Ejercicio Profesional de la Psicología, sancionada en 
1985 se habilita el ejercicio profesional en intervenciones orientadas al campo 
del trabajo. Desde los últimos tiempos se incrementó la cantidad de graduados en 
la Argentina que se dedican al ámbito laboral de intervención profesional. La 
práctica de hoy en día excede la formación y las orientaciones recibidas en las 
Universidades. El profesional debe especializarse, formarse continuamente en 
relación a las exigencias del mercado laboral y del contexto ya que la realidad 
se ha tornado compleja y cambiante. Como se lee en la entrevista: “La verdad 
tengo idea de hacer una maestría, que está por salir en técnicas próximamente, y 
pienso seguir especializándome en lo que es recursos humanos, ¿si? Yo 
actualmente hago cursos, pero el año que viene tengo idea de hacer una maestría 
de recursos humanos, una formación un poco más formal”6. 
Se hace evidente y no es ingenuo que a partir del año 1985, se pone como 
obligatoria la materia Psicología del Trabajo. En la actualidad se fueron 
desplegando nuevas necesidades que implicaron modificaciones en los Planes de 
Estudios, entre ellas, incorporación de una nueva cátedra de Psicología del 
Trabajo, como también así la apertura de materias electivas como Selección de 
Personal, Capacitación y Desarrollo, Psicología de las Organizaciones, entre 
otras.
El campo laboral del psicólogo ha cambiado, la clínica era el campo laboral por 
excelencia. La entrevistada relata, en relación a esto que se dedica al área 
clínica y laboral.
La demanda del mercado se ha modificado dando lugar al surgimiento de 
diferentes formas de intervención profesional. En relación a la psicología 
laboral, el profesional puede intervenir dentro de las organizaciones o fuera de 
ellas; dentro del campo de la salud y el trabajo; y en relación a los fenómenos 
de desocupación y desempleo. Por lo cual podemos decir que el psicólogo 
interviene en contextos complejos y nuevas modalidades de trabajo como por 
ejemplo organizaciones virtuales, procesos de crisis, conflictos socio- 
laborales, etc. 
La Licenciada entrevistada trabaja para diferentes empresas que terciarizan el 
Proceso de Selección de Personal y Capacitación, es decir que trabaja con 
organizaciones pero en forma independiente.
Dentro de las prácticas profesionales podemos mencionar aquellas en que el 
psicólogo trabaja como analista organizacional y consultor externo. En este 
caso, tiene relativa independencia y autonomía respecto de los intereses de la 
organización. Dentro de esta práctica profesional se desempeña la Licenciada 
Cecilia, quien es consultora externa para distintas organizaciones.
Siguiendo a la Lic. Susana Richino, el objetivo del selector de personal 
consiste en pronosticar el desempeño de un individuo para un puesto en una 
organización particular. La tarea de selección es una zona de transición entre 
lo social y lo organizacional. La Licenciada, en relación a esto, cuenta que 
ella no sólo participa de todo o parte del proceso de selección sino que a la 
hora de seleccionar las herramientas a utilizar, diferencia las mismas no sólo 
en función del puesto a cubrir sino en relación también a la cultura 
organizacional.
A partir de las demandas que surgen del mercado laboral actual, se puede ver 
cómo las exigencias han variado y siguen modificándose permanentemente, producto 
de las variaciones del contexto lo que implica que las intervenciones del 
psicólogo en el ámbito laboral se hayan ampliado para poder dar respuesta a 
estas demandas.
Tomaremos el concepto de rol, desde los aportes de la Psicología Social, 
especialmente de lo postulado por el Dr. Enrique Pichón Riviere, quien sostiene 
que: “…los roles son producto de una construcción histórica, institucionalmente 
determinada y representan comportamientos que superan la noción de función o 
posición dentro de un marco organizacional y de trabajo…”7.
El rol es entendido entonces como una pauta de conducta estable, constituida en 
el marco de reglas también estables que determinan la naturaleza de la 
interacción entre la persona y el contexto.
Los roles se configuran en un espacio de intersección, entre los mecanismos de 
adjudicación organizacionales o grupales y los mecanismos de asunción 
individuales, y de la decisión de la persona de asumirlo. Desde esta 
perspectiva, entonces los roles se configuran a partir de las necesidades 
contextuales, tanto de la organización como de los grupos, y por otro lado desde 
lo individual, teniendo en cuenta aquí como ya se mencionó anteriormente, la 
decisión individual de asumir o de cumplir con la demanda que viene desde el 
contexto. Por eso este concepto implica o se constituye como una herramienta que 
permite enlazar al profesional con lo social, donde se pueden comprender las 
características del “ser profesional” y la función social que se cumple. Por lo 
tanto los roles del psicólogo en los ámbitos de trabajo, se configuran en el 
campo de necesidades y requerimientos del entorno en el que se desarrolla su 
práctica.
A partir de lo expuesto y desde la conceptualización de rol que tomamos 
(concepto fundamental dentro del campo de la psicología del trabajo, el cual 
excede la noción de función) entendemos que este es un concepto dinámico, que se 
irá construyendo y “adaptándose” en relación a los cambios y exigencias del 
contexto. Esto implicaría para el psicólogo que se desarrolla en este ámbito, 
satisfacer tanto las necesidades de las organizaciones con las que trabaja como 
las de los sujetos que trabajan o se insertarán en las mismas.
Este concepto se reflejaría en la entrevista, cuando la profesional nos comenta 
que recibió un pedido de búsqueda de un candidato para cubrir un puesto en un 
restaurant, requerían un empleado “todo terreno”, mozo, delivery, ayudante de 
cocina. Ante esta solicitud se vio llevada a exceder su función de seleccionar 
personal y realizar una investigación de mercado a fin de obtener información en 
relación a la oferta y demanda, sueldos por cantidad de horas, propinas, etc., 
asimismo expresa: “al evaluar el mercado me sentí en el deber de asesorarlo, e 
intervine diciéndole (a la persona que la contrató para llevar a cabo la 
selección), que la propuesta que él estaba haciendo era poco atractiva, 
finalmente no hice la búsqueda porque no iba a encontrar a nadie que le 
satisficiera”8. 
Acá podemos ver que más allá de su función de selector de personal tiene que 
intervenir desde otro lugar, ejerciendo un plus a esa función preestablecida, lo 
cual implica hablar de rol. Por lo tanto en esta situación se puede observar 
cómo los roles se configuran en espacios de intersección entre los mecanismos de 
adjudicación grupales u organizacionales y la decisión individual de asumirlos.
También este concepto se ejemplificaría cuando la profesional cuenta el caso de 
un abogado a quien ella entrevista y realiza la evaluación psicológica. En esta 
situación particular, en la que el entrevistado plantea que en la empresa en la 
que hasta ese momento se desempeñaba, estaban por pagarle una maestría privada, 
y que para él era necesario saber si había posibilidades de conseguir el puesto 
para el que estaba siendo entrevistado. Él estaba interesado en dicho puesto, 
pero si no se le confirmaba antes que se le pagara la maestría no se podría ir 
de esa empresa. Deseaba además, en el caso de obtener el puesto dentro de la 
nueva organización, “…cerrar bien la puerta de su empleo anterior...”9
El plazo de tiempo era bastante acotado, ya que la Licenciada dice: “…no me 
acuerdo si era viernes y aproximadamente el martes siguiente la empresa iba a 
pagar la maestría…”10
En base a este ejemplo podríamos pensar dos cuestiones: por un lado ella plantea 
que con cada cliente se estipulan ciertos tiempos de trabajo, de evaluación, de 
preparación y entrega del informe pertinente, detalle importante este último, 
porque según lo expresado, la organización puede tomar la decisión necesaria en 
parte sobre el informe o en parte sobre las etapas previas. Era necesario en 
este caso en particular dar los resultados en un tiempo menor al estipulado 
previamente, lo cual no estaba preestablecido, no estaba pautado de esa forma. 
Por otra parte, ella consideraba, gracias a su experiencia, que este abogado era 
idóneo para desempeñarse en el puesto para el cual se lo estaba evaluando. Esto 
último se relaciona con lo planteado por la Lic. Susana Richino respecto del rol 
experto, es decir que gracias a su saber práctico, la Licenciada pudo concluir 
que este candidato era idóneo para el puesto a cubrir. 
Además, otra cuestión a tener en cuenta, es que la situación planteada por el 
candidato podía convertirse en un obstáculo para los intereses del estudio si no 
se le daba una respuesta en un tiempo menor al estipulado. Ante esto la 
psicóloga se puso en contacto con el jefe de área al cual iba a entrar esta 
persona, quien no estaba al tanto de esta información, ya que habían mantenido 
una entrevista con el postulante pero en aquel momento aún no estaba establecida 
la fecha en que la empresa pagaría la maestría. Una vez que la psicóloga puso en 
conocimiento a la organización sobre este tema, el jefe de área se contactó con 
el postulante para informarle que iba a poder ingresar al estudio y para que, de 
este modo, él mismo pudiera manejar el tema de la maestría. 
Retomando lo planteado acerca del concepto de rol, pensamos que la situación 
relatada por la psicóloga, es un claro ejemplo cómo el rol excede la función y 
la práctica profesional. Justificando lo anteriormente mencionado, creemos que 
en este ejemplo se ve nítidamente, cómo en función de las demandas que vienen 
desde el contexto (en este caso lo que este abogado solicitaba y/ o deseaba en 
relación a este puesto a cubrir y a la empresa donde en ese momento se 
desempeñaba) ella puede salir de lo preestablecido, de lo que estaba pautado 
previamente, “…y bueno nosotros también cumplimos de cierto modo el rol de 
asesores, más cuando trabajamos como consultores externos, a mi en ese momento 
me estaban contratando para el psicotécnico, pero yo actúe y de eso dependía que 
esta persona ingrese o no a la organización…”11. Vemos cómo se corre de los 
tiempos estipulados, para asumir, con su estilo personal, lo que se le requería. 
Ella trabajó en pos del bien común, tanto de la persona como de ambas 
organizaciones. 
Aquí también se hace alusión a lo propuesto por la Licenciada Susana Richino que 
tanto candidato como organización son clientes, en palabras de la autora: 
“…usualmente se identifica al empleador como cliente; sin embargo, el postulante 
también es cliente: tiene una necesidad, un proyecto y busca la forma de 
satisfacerlo, respondiendo a nuestra oferta. 
Una tarea correcta debe satisfacer a ambos, el servicio de selección tiene dos 
puntas que deben confluir en un encuentro…”12
Uno podría preguntarse además qué roles podrían estar jugándose en esta 
situación, el de arquitecto, constructor, facilitador, conciencia, líderes o 
traductor. Pensamos que en esta situación particular, además del rol de asesor, 
como bien ella marca en la entrevista, también entraría en juego el rol de 
traductor: Este último implica que el psicólogo que se desempeña en el ámbito 
laboral opere profesionalmente entre los distintos contratos psicológicos que 
las personas y las organizaciones. Generando condiciones comunicacionales para 
que esta dimensión que es implícita pueda empezar a formalizarse y ser parte de 
las conversaciones y acuerdos de ambas partes. Ella desde su lugar, abre un 
canal de comunicación entre este sujeto y la organización. 
En relación al contrato psicológico y su relación con el desarrollo, Brodsky 
plantea: “entendemos por contrato psicológico aquello que la organización espera 
del individuo y viceversa. El mismo es efectivo cuando existe un acuerdo entre 
las expectativas de la organización y las de la persona. Si bien en un principio 
es difícil determinarlo el sujeto evalúa sus posibilidades de desarrollo en la 
organización a la que se incorpora o sea el posible crecimiento laboral del 
mismo en términos de complejización de su puesto de trabajo, posibilidad de 
promociones y enriquecimiento profesional. Asimismo, la organización, a la hora 
de realizar el proceso de selección, comunica a los postulantes acerca de estas 
posibilidades e intenta a su vez determinar el potencial de los mismos con el 
fin de planificar distintos escenarios basados en los objetivos estratégicos que 
ha establecido (…) dependiendo del momento del ciclo en que se encuentra el 
sujeto sus expectativas laborales y las de la organización se verán 
modificadas…”13. En función de estas expectativas se regirá la relación del 
sujeto con la organización. En relación a la entrevista la Licenciada comenta 
que el cambio de trabajo de este abogado, se debe exclusivamente a una 
posibilidad de desarrollo profesional.
Cabe destacar que lo anteriormente desarrollado tiene lugar dentro de este mundo 
globalizado, flexible, donde se va a tener en cuenta el clima laboral del lugar 
de trabajo donde los empleados se van a desarrollar y/o insertar. Es decir, 
dentro de una cultura organizacional determinada y con un modelo vincular y de 
comunicación propia. 
Todo esto sería impensable dentro de un modelo taylorista o fordista, donde los 
contratos laborales eran otros, los puestos de trabajo eran fijos, con 
prevalencia del trabajo manual, una estructura piramidal y jerárquica, y con un 
criterio guía que llevaba a la estandarización. El armado de perfiles para 
puestos de trabajo, la gestión por competencia no tenía fundamento.
En la actualidad, la unión entre las características particulares de un sujeto, 
y las habilidades requeridas para llevar a cabo una tarea específica en una 
situación determinada, darían cuenta de sus competencias. Esto resulta 
importante en el marco de las nuevas modalidades de trabajo a la que lleva la 
postmodernidad. En contraposición con las habilidades y procesos psicomotores 
que eran de relevancia para los puestos de trabajo fijos propios de la 
modernidad sólida.
De la presente entrevista se desprende la importancia del armado del 
“diccionario de competencias”, ya que las competencias para un puesto 
determinado en una organización pueden ser diferentes a las requeridas para ese 
mismo puesto en otra organización.
La licenciada también realiza prácticas de capacitación, es decir que se ocupa 
de diseñar herramientas de aprendizaje en ámbitos laborales. Ella comentó que ha 
participado de procesos completos de capacitación detectando necesidades, 
planificando y diseñando un proyecto de capacitación e implementando la misma. 
En el caso comentado, también tuvo la posibilidad de realizar la evaluación, 
completando de este modo todo el proceso de capacitación.
Esta práctica profesional emerge también del contexto cambiante, dinámico y 
flexible de la post modernidad. El trabajo mental del adulto requiere de 
aprendizaje constante para readaptarse a los nuevos cambios y proyectos de las 
organizaciones. 
Como plantea Oscar Blake en su trabajo: “la capacitación como un recurso 
dinamizador en las organizaciones”, se pueden distinguir roles funcionales y 
roles auxiliares en los que puede intervenir un psicólogo laboral como parte de 
un equipo interdisciplinario en un proceso de capacitación. Pensando lo relatado 
por la licenciada en relación a los posibles roles del psicólogo laboral en esta 
práctica y siguiendo a Oscar Blake, ella asumió roles funcionales como 
administrador de capacitación (detección de necesidades, planificación, control 
de los resultados), diseñador de programas (actividades, recursos pedagógicos y 
didácticos adecuados), coordinador de situación de aprendizaje o facilitador 
(crear condiciones para que los adultos aprendan y procesos de aprendizaje) e 
instructor de la capacitación (conduce el aprendizaje).
El aprendizaje del adulto tiene sus particularidades, entre ellas se destaca la 
importancia que el adulto le asigna a lo que aprende y por otro lado que lo 
aprendido sea posible de incorporar a su práctica, en esto se fundamenta la 
práctica de capacitación. Con esto queremos destacar que no se trata de un 
aprendizaje escolar sino que se trata de un aprendizaje fomentado por las 
necesidades en parte contextuales.
En la introducción del presente escrito destacamos que el trabajo tenía un lugar 
central en la vida de las personas. Luego mencionamos que la globalización ha 
modificado la subjetividad de los individuos, incluso la del propio psicólogo, 
modificando así las modalidades de trabajo y con ello las competencias 
requeridas. Pensar en el intenso ritmo de esfuerzo mental, malestar, 
sufrimiento, stress crónico (burn out) a la que conducen las modalidades 
actuales de trabajo, nos llevan a mencionar a Dejours, quién desarrolla 
conceptos en relación a lo que él denomina ”la psicopatología del trabajo”. 
Estudia las consecuencias del trabajo sobre la salud mental de los trabajadores. 
Plantea que el trabajo puede ser fuente de sufrimiento y por lo tanto 
convertirse en patógeno o puede, por el contrario ser fuente de placer, y 
convertirse entonces en estructurante. 
El estudio del placer en el trabajo, según el autor, tiene como referencia el 
concepto aportado desde el psicoanálisis de sublimación, proceso mediante el 
cual se toma al trabajo como un escenario donde se pueden volver a actuar, donde 
se ponen en juego nuevamente los deseos y/o mociones pulsionales que no 
encontraron en la sexualidad la satisfacción, agregando “…el trabajo es capaz 
bajo ciertas condiciones, de ofrecer una vía favorable al deseo, y además puede 
inscribirse como una herramienta en la conquista del equilibrio psíquico y de la 
salud mental al lado de la sexualidad y el amor…” 14. Desde esta perspectiva el 
trabajo será considerado estructurante del sujeto.
Volviendo a lo mencionado por la licenciada en la entrevista, nos permitimos 
pensar que para esta profesional, su trabajo, es una fuente de placer y 
estructurante de su ser. En sus palabras: “…en clínica atiendo pacientes pero me 
estoy formando fuertemente en laboral porque es una de las actividades que más 
me gusta, la verdad es esa…”15
“…yo trabajé en una organización chica una PYME, en la cual me estaban pidiendo 
selección de diferentes puestos, con la evaluación psicológica, y también 
diagnóstico organizacional, era una organización muy chica, tenía alrededor de 
25 empleados en ese momento, por lo cual puede tener entrevistas individuales, 
administrar encuestas de clima, era en trabajo para mi en principio muy 
lindo…”16
Parecería de este modo que su trabajo se perfila como un espacio que permite 
poner en juego la sublimación, siendo así también una vía de salida favorable al 
deseo. 
Conclusión Grupal 
A partir de la pregunta planteada en la introducción y del posterior desarrollo, 
se hace evidente la centralidad del trabajo en la vida de las personas. El 
trabajo en tanto actividad que afecta la conducta nos ubica en un determinado 
contexto generando un clima determinado. El trabajo posee un aspecto 
significativo para cada ser, el cual lo marca con su impronta y éste (trabajo) a 
su vez moldea su subjetividad permitiendo el desarrollo del sí mismo en relación 
a otras subjetividades, retroalimentándose; generando ciertos patrones 
vinculares en la consolidación de redes sociales. Sería pertinente decir que el 
trabajo es el fenómeno social por excelencia y que durante el siglo pasado, 
llamado “Modernidad Sólida”, mantuvo un consistente matrimonio con el capital. 
Rigiendo como base de la sociedad conyugal el trabajo manual, las habilidades de 
los empleados, la ética, dejando el asalariado la vida en el puesto de trabajo, 
con la gratificación de pertenecer a la cadena productiva y con el sueño de que 
el futuro por venir sería mejor. 
Pero el futuro llegó, llevando el capital en un “microchip”. Con él también 
llegaron la miniaturización de las organizaciones y la terciarización de 
servicios, ya no se hace todo dentro de la fábrica. Acompaña a todo esto la 
estética más que la ética, la pérdida de identidad y la no pertenencia; grandes 
empresas tan virtuales como el capital financiero que se expanden por el mundo 
desdibujando las fronteras, asalariados fuera del mercado laboral, desarrollo 
intelectual, capacitaciones, individualismo y privatización del estado antes 
“benefactor”. Todo fluye rápidamente por cablemodem y fibra óptica, ya no hay un 
puesto en la fábrica, ahora hay un no lugar o un lugar en todos lados. Este 
proceso llamado globalización trajo aparejado el cambio de estado de la 
modernidad sólida que se licuó y paso a ser “líquida”, tan líquida como el 
calentamiento de los glaciares.
El psicólogo, profesional, en tanto ser trabajador se fue perfilando, 
esculpiendo sus prácticas en pos y como consecuencia del marco 
socio-político-económico y cultural. Adaptándose a las distintas revoluciones, 
utilizando sus recursos técnicos-teóricos siempre con el fin de mejorar la 
calidad de vida de las personas. 
En la actualidad fue el psicólogo especializado en el área laboral que amplió 
sus prácticas en distintas áreas ocupándose de este importante fenómeno que es 
el “trabajo” que puede ser conceptualizado como: “el conjunto de actividades 
humanas, retribuidas o no, de carácter productivo y creativo, que mediante el 
uso de técnicas, instrumentos, materias o informaciones disponibles, permite 
obtener, producir o prestar ciertos bienes, productos o servicios. En esta 
actividad las personas aportan energías, física y psíquica, habilidades, 
conocimientos y otros diversos recursos y obtiene algún tipo de compensación 
material, psicológica y/o social”17.
En la nueva realidad social la práctica del psicólogo se abrió un vasto campo. 
En la era de la estética, del “¿trabajo saludable?”, del intento por erradicar 
malestar en el clima de trabajo, de la vida light, del desarrollo del 
conocimiento y la carrera por lograrlo, la lucha contra las nuevas enfermedades 
(burn out), el psicólogo amplió su campo de práctica entre aquello que se le fue 
adjudicando y asumiendo. En la globalización encontró distintos lugares: 
Seleccionar al personal para una organización, capacitar, brindar asesoramiento, 
coordinar grupos, resolver conflictos y crear un buen clima laboral son algunas 
de las tantas tareas que pueden realizar los psicólogos en el marco de las 
organizaciones.
Gracias a su formación, cada vez se los tiene más en cuenta en el momento de 
armar un equipo de trabajo en el área de Recursos Humanos. Dentro de las 
organizaciones, fuera de ellas, dentro del campo de la salud y el trabajo, y en 
relación a los fenómenos de desocupación y desempleo. 
A lo largo del presente trabajo y de la entrevista hemos podido dar cuenta cómo 
la sociedad fue adjudicándole cada vez más roles protagónicos en todas sus áreas 
de intervención y cómo estos fueron, desde su singularidad, asumiéndolos y 
abriendo nuevos campos de trabajo dentro de la globalización sin perder de vista 
su objetivo fundamental que apunta a mejorar la calidad de vida de las personas.
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