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Psicología de la Tercera Edad y VejezResumen de Maldavsky de Burin: La Crisis de la Mediana Edad en las Mujeres

Cátedra: Iacub

2° Cuat. de 2009

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LA CRISIS DE LA MEDIANA EDAD EN LAS MUJERES

Maldavsky de Burin. 
 

Crisis: situación de ruptura de un equilibrio anterior, acompañada de una sensación subjetiva de padecimiento.  Se tratan de crisis vitales evolutivas y accidentales (embarazo, divorcio).

Juicio crítico: es lo que le permite hacer una evaluación crítica de sus condiciones de vida anteriores a la puesta en crisis.

La mediana edad se caracteriza por un amplio periodo de la vida que no esta delimitada por hechos demarcatorios claves en su comienzo ni en su declinación.  Se suele asociar periodos o etapas de sus vidas a ningún ciclo vital biológico. No usamos esos criterios biologisistas, sino otros que están asociados a factores de desarrollo psíquico y de ubicación social de las mujeres.  De la conjunción entre ambos factores obtenemos la caracterización de la mediana edad en las mujeres.

Esta se inicia entre los 35 – 40 años y se extiende hasta los 50 – 55. Neugarten lo caracteriza como un periodo de elevada sensibilidad hacia la posición que una persona ocupa en un medio social complejo.  La principal tarea en la crisis de la mediana edad en las mujeres es una redefinición de si mismas, en lo que se refiere a su noción como sujetos,  en esta tarea de redefinición es que hemos descripto la crisis en una doble aceptación: como sujeto padeciente y/o como sujeto criticante.

Que es lo que entra en crisis? La noción que tienen de si mismas ligadas a las multideterminaciones de las cuales, habían organizado su noción de identidad.

La crisis puede configurase como una situación plena de padecimientos, como una crisis negativa, donde el sentimiento dominante seria el de pena y dolor por las perdidas.  Desde este enfoque negativo de la crisis se ha descripto en la psicopatología como una etapa depresiva.  El énfasis esta puesto en el sentimiento de pérdida y de dolor por esa pérdida.

Trilogía de la mujer: madre – esposa – ama de casa.

Desde esta perspectiva, la crisis de la mediana edad tendrá un aspecto positivo: el aspecto que ubicaría a las mujeres como sujetos criticantes de aquella identidad.  Esta positividad de la crisis se encuadra ya no dentro de la sicopatología tradicional sino dentro del amplio campo de la salud mental de las mujeres. 

O sea, de un lado, aquella percepción negativa de la crisis de la mediana edad, que ubicaría a las mujeres de esta edad dentro del polo depresivo (psicopatológico).  Del otro modo, según esta alternativa que les propongo, el polo positivo de la crisis, desde la perspectiva de sujeto criticante, asociado a la salud mental.

Hay dos preguntas claves que se hacen las mujeres cuando inician la crisis de la mediana edad: 1) ¿y ahora que? 2) ¿y esto es todo?  Estas dos preguntas están íntimamente relacionadas con un desarrollo de afectos iniciado en la temprana infancia.

Un afecto que se ha analizado lo caracterizamos como sentimiento de injusticia.

Injusticia sobre lo que ellas sienten que han hecho consigo mismas a lo largo de su vida, como de lo que les han hecho.

Este sentimiento de injusticia se configura como motor de la crisis, a menudo es lo que pone en marcha la crisis, especialmente  la crisis en el sentido positivo.  La crisis en su sentido crítico y valorativo.  Este sentimiento de injusticia es también el punto de partida para la gestación del juicio crítico

El juicio crítico es una forma de organizar el pensamiento, donde el punto es hacer un cuestionamiento y realizar una cuidadosa revisión sobre aquellos aspectos dolorosos, indeseables, frustrantes, en la configuración de su identidad.

Debemos destacar la diferencia entre el sentimiento de injusticia, que sirve de motor o de iniciador del juicio critico, que tiende a realizar transformaciones en las condiciones de vida de las mujeres, diferenciarlo del resentimiento que es otro desarrollo de afectos, que orienta hacia una conducta vindicativa, que mas bien aspira a la venganza, cuyo efecto es el de cambiar todo para que nadie cambie.

La concepción de la edad media de la vida para las mujeres en términos de pérdida, en aquella concepción de la crisis en su sentido depresivo.  Para las mujeres de mediana edad, lo mejor de la vida ha transcurrido.  La idea de pérdida se asocia con perdida de juventud, con su gracia, belleza y vigor particulares y especialmente perdida de la capacidad procreativa y en muchos casos perdida de rol de esposa (cuando pierden sus maridos).

Esta concepción de la perdida para las mujeres de medicina edad, de que lo mejor de la vida ya ha trascurrido aun prevalece. 

La mediana edad puede ser el comienzo de una época en la vida en que las mujeres están mas libres de lo que estuvieron anteriormente, mas libres de exigencias de ciertos roles, a los que caracterizamos como roles de genero femenino y que ahora tienen disponible el tiempo y la oportunidad para plantearse la reorientaron en sus condiciones de vida.  En este cambio de posición ya no es predominante la necesidad de ubicarse como objeto para satisfacer las necesidades de otros, sino que pasa a ser prioritario ubicarse como sujeto de deseos propios, interrogándose sobre cuales son los deseos posibles sobre los cuales orientaran su vida de allí en mas. 

Nuestra cultura esta caracterizada por una firme división entre el llamado ámbito público y el ámbito privado.  También existe una marcada diferencia de roles de genero entre los hombres y las mujeres de nuestra cultura, según la cual los hombres estarían asignados al ámbito publico y las mujeres al privado.  Los espacios privilegiados de acción y de realización de las mujeres dentro de la privacidad del hogar.  Esta división entre lo privado y lo público supone una particular distribución del poder entre hombres y mujeres: para ellos, el poder racional y el económico, para las mujeres, el poder de los afectos.  Estas dos formas de distribución tienen efectos singulares sobre sus modos de constituirse como sujetos en nuestra cultura, así como también sus modos de enfermar.

Al llegar a la mediana edad las mujeres sientes que sus áreas de poder van declinando, ya que sus roles de genero femenino predominantes, como madres  - esposas – amas de casa, en el ámbito privado del hogar, dejan de tener el sentido que tenían anteriormente.

Una característica de las mujeres de mediana edad es la que se denomino síndrome del nido vacío.  Otra autora se ha detenido en analizar la depresión en las mujeres de mediana edad, siguiendo esta conceptualizacion que estamos proponiendo, la de los roles de genero signados por la predominancia de los afectos en las mujeres y de la representación cultural de la reclusión en el ámbito privado deja sus marcar en el aparato psíquico.

La identificación de las mujeres con las madres es lo que ha nominado a las mujeres en tanto sujetos de nuestra cultura.

Se trata de una cultura a la que caracterizamos como cultura patriarcal, que nomina a las mujeres como madres, según la ecuación mujeres  - madres.

La crisis de la mediana edad en las mujeres, se caracteriza como sentimientos de dolor, de dolor psíquico y que cuando este dolor lleva a orientar la mirada hacia el pasado en tanto perdida, la crisis se define como negativa, con predominio de los estados depresivos.  Esta predominancia de la orientación hacia el pasado, junto con la glorificación del poder maternal, han sido algunas de las condiciones de existencia que garantizaban a las mujeres como sujetos en nuestra cultura, imprimiéndoles un modo particular de constitución de su subjetividad.

En otros casos, el dolor toma un camino diferente: implica el surgimiento del sentimiento de injusticia, especialmente a partir de la frustración que significa, para estas mujeres, no haber podido desplegar otras alternativas en su vida mas allá de esos roles de genero femenino tradicionales asignados en nuestra cultura a las mujeres.  La frustración sentida por estas mujeres que se han limitado a sus roles tradicionales de madre – esposa- ama de casa, al llegar a la mediana edad genera sentimientos de hostilidad.

La hostilidad como afecto suele buscar su descarga bajo la forma de agresividad hacia otros, o bien, la vuelta de la agresividad contra si mismas.  En cambio, cuando la hostilidad puede devenir en deseo hostil, cuando deja de ser un afecto para pasara a ser un deseo, este provocara transformaciones en la subjetividad de las mujeres de mediana edad, ya que el deseo hostil es un deseo diferenciador, singularizador.

El surgimiento del deseo hostil diferenciador constituye una herramienta de transformación privilegiada para la salud mental de las mujeres en la mediana edad: así como su ausencia, la falta de construcción del deseo hostil, deja a las mujeres a merced de estados depresivos, su puesta en marca, en cambio ofrece nuevas alternativas para construirse como sujetos.  Se trata de un deseo que, además, promueve la gestación de otros deseos constitutivos de las mujeres como sujetos.

Al llegar a la mediana edad, las mujeres en quienes ha surgido el deseo hostil diferenciador pone en crisis su identificación con el modelo mujer – madre, con lo cual se ofrecen a si mismas otras alternativas, mas amplias, para su constitución como sujetos.

La subjetividad femenina mediante la generación de otros deseos, múltiples, diversos, mas allá del deseo maternal y domestico son garantes de la salud mental

No siempre es fácil ni posible que las mujeres puedan generar otros deseo, porque nuestra cultura no ofrece representaciones variadas acerca de las mujeres como sujetos, mas allá de las clásicas representaciones madres – esposas – ama de casa.  De modo que para aquellas mujeres que ponen en crisis este modelo tradicional les resulta difícil encontrar hacia que otras representaciones dirigirse, con que otras imágenes sociales identificarse al llegar a la mediana edad.  Este vacío de representaciones esta siendo cubierto, por diversas formas de agrupamiento de mujeres.  Se trata de grupos de mujeres que funcionan como grupos de reflexión, grupos terapéuticos, de autoayuda, etc., en los cuales las mujeres mismas se ofrecen como modelos entre sus pares para construir otra forma posible de subjetividad.  Observamos que hay una falta de instituciones que garanticen un espacio social a las mujeres de mediana edad en tanto sujetos.

Cuando las mujeres de mediana edad no encuentran soluciones de estate tipo ante sus crisis de mediana edad, esto genera consecuencias nefastas para cuando pasan a ser mujeres mayores.

En la terceridad, estos estados pueden devenir en cuadros melancólicos.  Desde el punto de vista la salud mental, esto constituye un deterioro en la vida psíquica de las mujeres, pues no solo significa un aumento de los autor reproches y de la falta de sentido de la vida, sino un incremento de las tendencias al aislamiento y la marginación social.  Se trata de un cuadro psicopatológico muy difícil de revertir y que es preferible prevenir.

Existen condiciones de vida enfermantes para las mujeres, condiciones de vida que producen efectos nocivos sobre la salud mental.  Nos referimos acondiciones de la vida cotidiana de las mujeres que provocan modos específicos de enfermar.  Hay caracterizadas 3 áreas:

Condiciones de maternidad.

Condiciones de sexualidad.

Condiciones del trabajo femenino.

En cuanto a las condiciones de la maternidad, todo lo que les he comentado acerca del rol maternal como trabajo privilegiado de las mujeres, especialmente cuando se realiza en forma exclusiva y excluyente, las deja en condiciones favorables a los estados depresivos al llegar a la mediana edad, época de sus vidas en que ese rol de genero femenino deja de tener el sentido privilegiado que tenia hasta entonces.

En cuanto a las condiciones de la sexualidad, hay diversos factores que contribuyen para que las representaciones culturales sobre la sexualidad femenina hayan sido un agente enfermante para su salud mental.  Esto es así especialmente en aquellas mujeres que han internalizado el mandato cultural de una sexualidad reproductora, de modo que, al llegar a la mediana edad también su sexualidad deja de tener sentido psíquico.

En cuanto a las condiciones del trabajo femenino, el trabajo de las mujeres amas de casa, al interior de la vida domestica, constituye una condición enfermante si esta se realiza en situación de exclusividad y aislamiento.

Otras condiciones de trabajo femenino que inciden sobre la salud mental son la doble jornada de trabajo (domestico y extradoméstico) percibidas como vivencia de “tironeo” que producen condiciones de estrés.

Las condiciones de vida enfermantes, se refieren al grupo de mujeres que caracterizamos como más tradicional.  Son mujeres que llegan a la mediana edad basando su subjetividad sobre los roles de genero en tanto madres, esposas y amas de casa.  Se trata de un tipo de mujeres que conciben su salud mentar en términos de lograr estados de armonía y de equilibrio.

Otro grupo de mujeres, las no tradicionales, son mujeres que tienen una propuesta de transformación para sus vidas cotidianas,  no han adherido con tanta firmeza al modelo cultural, en tanto madres – esposas – amas de casa, sino que se han propuesto innovaciones a lo largo de sus vidas.  Algunas han renunciado a la maternidad, y no se proponen un rol de género tal como el de esposa, otras trabajan no solo como amas de casa, sino que también tienen algún trabajo extradoméstico.  Estas mujeres han construido un concepto acerca de su salud mental en términos de conflicto y crisis.  Han puesto en crisis los ideales culturales que se les ofrecía en tanto mujeres y aceptan los estados de tensión y de conflicto resultantes de su cuestionamiento.

Es difícil ubicar a las variadas mujeres que aparecen en la experiencia concreta.  Hemos hallado que entre las mujeres mas tradicionales y las mas transformadoras, hay grados intermedios, en que las mujeres participan un poco de un grupo y otro poco de otro grupo.

Vemos que estamos en un espacio de transicionalidad en las mujeres de nuestra cultura, en que se conserva lo mas clásico y tradicional en algunos aspectos de sus vidas, al tiempo que ensayan nuevos modos, otros criterios, formas novedosas de construirse como sujetos mujeres, en otras áreas de sus vidas.

Consiste en analizar que marcas deja en la subjetividad femenina la experiencia del ejercicio de los roles tradicionales de madres, esposas y amas de casa y las dificultades con que se encuentran las mujeres para construir otra subjetividad como mujeres mas allá de los roles de genero tradicionales.

Una forma frecuente es que al salir afuera, se siguen desempeñando del mismo modo que como cuando están al interior de la vida domestica.

O sea, que cuando salen al espacio publico siguen usando las mismas leyes del ámbito privado, como se subjetiva el espacio público o extradoméstico al estilo del espacio privado o domestico?

Con el tradicional rol de ama de casa se ven necesitadas de mantener esos estados de armonía y de equilibrio, en pos del bienestar familiar y domestico, para lo cual usan psicofármacos, los psicofármacos estarían destinados a sostener un supuesto estado de equilibrio y armonía emocional en las mujeres, para que estas puedan sostener los estados de armonía y de equilibrio emocional del resto de su familia. 
 

duelos de la mediana edad en las mujeres-

Se ha estudiado los duelos necesarios para transitar por la crisis de la mediana edad. O sea, cuando se enfocan cambios o trasformaciones en el aparato psíquico debido a situaciones de crisis, como la crisis vital de las mujeres de la mediana edad.

El sujeto puede percibir su situación de cambio poniendo énfasis en aquello que pierde, cuando el sujeto focaliza esta condición hablamos de trabajo de duelo

Los siguientes procesos de duelo para las mujeres de mediana edad son:

  1. duelo por el cuerpo juvenil: las mujeres se enfrentan ante el conflicto de cambio en su imagen corporal como uno de los determinantes claves del sentimiento de pérdida.  Las arrugas, la flacidez, la perdida del tono muscular, son transformaciones que son interpretadas subjetivamente como de perdida de un estado corporal anterior.  A estas primeras percepciones las mujeres suelen agregar el registro de los cambios hormonales, asociados con la perdida de la capacidad de procreación.  Esta representación cultural de las mujeres, asociada al cuerpo es puesta en cuestión en las mujeres que ponen en crisis su identidad al llegar a la mediana edad
  2. duelo por los padres juveniles: las mujeres se enfrentan con la realidad del envejecimiento y la muerte de uno o ambos padres.  Parte del duelo por los padres juveniles en las mujeres de mediana edad consiste en resignificar los vínculos conflictivos padecidos con esos padres juveniles.  Un elemento clave para la elaboración de este duelo esta en otorgar nuevos sentidos al deseo hostil en el vinculo con su madre.  La frase clave que suelen enunciar es: yo no quiero ser como mi madre.  Sin embargo. Lo dificultoso en la elaboración del deseo hostil diferenciador de su madre, reside en que , para las mujeres de nuestra cultura, existe un vacío representacional sobre como ser mujer mas allá de las representaciones que identifican a las mujeres con las madres.  La pregunta que se hacen es “si yo no soy ella, mi madre, quien soy?  Hemos hallado diferencias entre varones y mujeres en relación al duelo por los padres juveniles, para los varones se trataría de elaborar los deseos amorosos hacia su padre, poder amar a otro hombre y poder ser amado por el.  En tanto que para las mujeres se trataría de elaborar tales deseos hostiles hacia la madre.
  3. duelo por los deseos juveniles: son muchas las mujeres que han gestado ideales orientados hacia la construcción de una pareja y una familia. Por otra parte han gestado ideales relativos a su desarrollo personal que transcienden los limites del ámbito privado de la familia y de la pareja, ideales intelectuales, económicos, artísticos para ser desarrollados en el ámbito publico.  También los deseos se resignifican.  Los deseos de saber, el deseo hostil, el deseo del poder, son deseos que han quedado postergados y a veces sepultados en la juventud o adolescencia, y vuelven a adquirir mayor sentimiento al llegar a la mediana edad.