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Resumen de "La Europa Preindustrial"  |  Historia Económica Social y General (2017)  |  UBA XXI

CAPITULO 2

LA EUROPA PREINDUSTRIAL

2.1 Antes del año 1000

Europa VI-X: este período estuvo caracterizado por la disminución importante de los intercambios (especialmente el comercio a larga distancia) pero no en las actividades primarias.

2.2 La expansión económica de los siglos XI a XIII

A partir del siglo XI se consolidó el crecimiento de la producción sobre la base de la expansión de la economía agraria:


2.3 La crisis de los siglos XIV y XV

El crecimiento económico de los siglos XI a XIII fue seguido de una prolongada crisis.

Una catástrofe que llegó a Europa en 1348, tornó más dramática la situación al producir una terrible mortandad que redujo la población.

Una explicación de la crisis apunta a la tesis de que el determinante más profundo de ésta reside en el desequilibrio entre la producción y la población. Frente a ésta situación, la expansión demográfica podía conducir a la superpoblación a la primera mala cosecha. Desde principios del siglo XIV el hambre asolaba Europa; las tierras empezaron a abandonarse y el índice de natalidad disminuyó.

Además, se produjo una escasez generalizada de dinero. La escasez de los metales preciosos provocó envilecimientos en la moneda, que a su vez originaron profundas alteraciones de precios. El impacto mayor fue un efecto de tijeras en las relaciones entre los precios urbanos y agrícolas: mientras el descenso de la población afectaba de manera drástica los precios de los alimentos, las manufacturas urbanas, producidas para el consumo señorial, se beneficiaron de una demanda relativamente inelástica, lo que motivó que mejoraran sus valores en términos relativos. Este proceso afectó de manera profunda a la clase nobiliaria terrateniente, que dispuso de un nivel de rentas progresivamente menor para adquirir los bienes de lujo ofrecidos por las ciudades.

Unas de las explicaciones más difundidas de la crisis que experimentaron las economías preindustriales se vincula con la correlación entre población y recursos. En 1798, Thomas Malthus en su tratado sobre la conveniencia de controlar el aumento demográfico sostenía que mientras la población crecía en progresión geométrica, los alimentos lo hacían en progresión aritmética. Este fenómeno obligaba a mantener un control constante de la población dada la dificultad de garantizar su subsistencia. Estos controles (checks), podían ser preventivos, que servían para evitar un exceso de nacimientos, y positivos, que incidían en un aumento de la mortalidad. Entre los primeros, los preventive checks, debe destacarse el aumento de la edad de la mujer para contraer matrimonio ya que ello podía acarrear la reducción de la fertilidad. Los factores positivos, los que incrementan la mortalidad, responden a la presencia de tres elementos: hambre, peste y guerra. Con respecto al primero, cuando el precio del trigo era alto, el número de muertes aumentaba mucho, mientras que tanto el de matrimonios así como el de nacimientos descendían abruptamente. Las epidemias se presentaban como un accidente infrenable. Lo máximo que se podía hacer era tratar de paliar su expansión mediante un conjunto de medidas preventivas, como las cuarentenas. Con respecto a las guerras, el desplazamiento de tropas ocasiona la devastación de terrenos y pastos. Los castigos, las venganzas, las iras, implican el saqueo y el destrozo de cosechas. Reducción de fuerzas productivas y descenso de producción aumentarán fuertemente los estragos del hambre. Además, las guerras están ligadas a las pestes: la soldadesca se convierte en un importante vector para transmitir y contagiar las plagas; los movimientos de tropas introducen las larvas en poblados y campos hasta entonces a salvo del morbo. La guerra es el factor maltusiano más positivo.

La confluencia de los diferentes factores que afectaron el nivel de ingresos de los señores condujo a una agudización de la tensión social, en tanto éstos intentaron atar a los campesinos al señorío, buscaron reducir los salarios o recurriendo simplemente al saqueo y a la guerra.

Sin embargo, el objetivo nobiliario de intentar que las clases subordinadas pagaran el costo de la crisis se enfrentó con una fuerte resistencia campesina. Se trató de un fenómeno de amplitud continental.

Todas estas rebeliones fueron derrotadas y reprimidas políticamente, pero su impacto fue muy profundo. En lugar de empeorar la condición de los productores rurales, ésta acabó mejorando, produciéndose la disolución de la servidumbre en la mayor parte de Occidente.

La razones de éste resultado fueron:

1. Ante la disminución del número de campesinos, los señores se vieron obligados a conceder una relajación de los vínculos serviles, que incluyó la entrega de tierras en arriendo y la difusión del trabajo asalariado.

2. Contribuyó a esta situación la posibilidad de que los campesinos huyeran hacia las ciudades, donde quedaban liberados de las cargas feudales. Refuerza esta argumentación el hecho de que en ciertos casos las ciudades apoyaron a los campesinos en su accionar antiseñorial.

3. Otros afirman que fue más bien la resistencia de los campesinos, organizados en las comunas y vinculados por profundos lazos de solidaridad, lo que forzó a los señores a reconocer sus demandas.

Por otra parte, se produjo una serie de respuestas estructurales a la crisis, que condujeron a profundas reestructuraciones económicas y sociales:

· Frente a los problemas ocasionados por la disminución de la población, en Castilla e Inglaterra, la clase terrateniente realizó una amplia conversión de las tierras cultivadas hacia la cría de ovejas, que demandaba una cantidad de mano de obra muy inferior.

· En el siglo XV, se inició una expansión ultramarina, protagonizada, por los portugueses y luego por los castellanos.

· Ante las dificultades económicas del momento, fue surgiendo una institución centralizada, el Estado moderno, que se benefició de una situación en la cual los nobles en problemas recurrieron a los reyes en busca de seguridad, conformándose la "renta de protección".


2.4 Expansión y recesión en los siglos XVI-XVII: de las rentas al mercado.

El aumento demográfico y el incremento de la producción y de la riqueza se generaron dentro de Europa desde la segunda mitad del siglo XV, pero recibieron un notorio impulso proveniente de ultramar.

¿Por qué crecía la actividad económica de Europa?

Más gente producía más bienes y servicios, aunque el incremento de la producción, en tanto dependía de los limitados recursos de la tierra, iba a la zaga del de población. El crecimiento de ésta provocó un aumento de la presión de la demanda y un empeoramiento de la situación de las masas populares durante el siglo XVI, concentrando una porción mayor de la renta en manos de los pudientes: terratenientes, funcionarios, mercaderes, abogados y financistas. La demanda que éstos crearon de tejidos de lana y lino de buena calidad, pieles, sedas, vino, y otros artículos de lujo, fue lo que más tarde promovió, según algunos autores, cierta concentración en la industria y en la agricultura especializada, contribuyó a expandir el mercado internacional y proporcionó oportunidades a las empresas, salidas a los capitales acumulados y un escenario para experimentar nuevas instituciones económicas.

LA POBLACION

Si bien el crecimiento de la población fue general, no se distribuyó de modo uniforme.

Las cifras demuestran que la concentración de la población estaba estrechamente relacionada con la productividad de la agricultura. Las prósperas llanuras estaban superpobladas; cada vez más gente intentaba extraer de la tierra siquiera lo necesario para su subsistencia. En otras regiones, el excedente de población dejaba el campo, por voluntad propia o a la fuerza.

Una consecuencia que las migraciones provocaron fue el rápido crecimiento de población urbana. Las ciudades funcionaban como centros comerciales y administrativos más que industriales. Los emigrantes rurales constituían en las ciudades una mano de obra no calificada, con frecuencia desocupada. Notables desniveles de poder material alcanzaron efectivamente, a la sociedad preindustrial.

A medida que se restablecían los antiguos niveles de población, retornaban las consiguientes dificultades para suministrar a más gente los alimentos imprescindibles para su subsistencia.

En la primera mitad del siglo XVII , una combinación de malas cosechas, nuevos brotes de peste bubónica y de otras enfermedades epidémicas, además de las guerras, frenó en seco el crecimiento demográfico.

LA AGRICULTURA

La recuperación económica y la tendencia alcista a partir de la primera mitad del siglo XV propiciaron la ampliación de la demanda y en consecuencia, el estímulo necesario para posibilitar el aumento de la producción agraria, en especial la cerealícola. Si embargo, el superior crecimiento demográfico respecto del productivo llegará a hacer insuficientes los recursos disponibles. En un primer momento hasta el primer tercio del siglo XVI, la demanda creciente pudo satisfacerse a través de diversas estrategias como la recuperación de terrenos abandonados, la apertura de nuevas tierras, la conversión de pastos de cultivos y la obtención de terreno a expensas del mar (Países Bajos). Se entiende al siglo XVI como el de la "revolución de los precios" ya que era palpable el progresivo incremento de éstos, especialmente de los productos agrarios, productos de primera necesidad y por tanto de demanda inelástica.

Esta nueva realidad contribuyó al surgimiento de los "caminos divergentes" adoptados por los países occidentales y por los de la Europa central y oriental: mientras los primeros orientan sus miras al establecimiento de las relaciones agrarias de mercado, los segundos, al reforzar las estructuras vigentes, optan por un proceso de refeudalización.

Inglaterra constituye el caso más significativo en la transición de las relaciones agrarias feudales a las relaciones de mercado. Ésta está apoyada por dos factores. El primero corresponde al enriquecimiento progresivo que, venía produciéndose en los comerciantes a raíz de su control y venta de lana. El segundo sucede en la década de los treinta del siglo XVI, mediante la proclamación de la Reforma Parlamentaria en la cual el Rey se convirtió en la cabeza de la Iglesia y del Estado.

Una de las consecuencias más relevantes de la reforma anglicana fue la incautación de las tierras eclesiásticas. Una vez en posesión de la corona, ésta optó por alquilar su explotación. Al acceder al control de buena parte de las tierras del país, los nuevos "propietarios" impondrían importantes innovaciones en sus sistema de explotación dado que sus intereses estaban más ubicados en el mercado que en las rentas.

Cabía dar satisfacción a la demanda cerealícola y de lana a través del sistema rotativo, por el cual las tierras de cultivo se transformaban periódicamente en pastos para después ser convertidas en cultivos de granos. Este sistema dependía del cercado previo de los campos o en su defecto, de que éste se vieses aislado. Tales medidas supondrían a medio y largo plazo la transformación de los campos abiertos en campos cerrados, mostrando la clara hegemonía de los intereses privados sobre los colectivos. Este fenómeno, conocido como el de los cercamientos es sin duda uno de los más transcendentes en la transición de la agricultura tradicional feudal a las relaciones agrarias de mercado, es decir, la capitalización del agro.

A partir del primero cuarto del siglo XVII la agricultura se fue alejando cada vez más de las costosas rentas al tiempo que penetraba una clara dependencia del mercado, difícilmente reversible. Con los cambios políticos suscitados por al revolución los cercamientos se derramarán por toda Inglaterra sentando las bases de las transformaciones posteriores, lo que constituirá la segunda revolución agraria. Ésta consistirá en la ruptura de los límites productivos y, en la liberación de la sujeción del agro a los rendimientos decrecientes. A finales del siglo XVII, la economía perdería su identidad "agraria" para convertirse en "industrial".

En el otro extremo, los países del centro y del este de Europa encaminaron su economía en direcciones totalmente opuestas, al enfocarse directamente al refuerzo de las estructuras feudales. De nuevo, la concentración del poder político y económico en manos de la clase noble va a traer consigo la regresión a una explotación del campesinado llamado "segunda servidumbre". A partir de la segunda mitad del siglo XVII, el sistema comenzó a ser ineficiente: la fuerte crisis motivada por las dificultades productivas y la contracción de la demanda exterior como consecuencia de la recuperación de los países occidentales aconsejará revertir este sistema. Cabrá adoptar medidas para incrementar el rendimiento laboral y éstas pasan por la supresión de la servidumbre mediante la conversión de los siervos en jornaleros. con todo, la ausencia de un sector burgués-urbano y la persistencia de la aristocracia en acaparar el poder conducirán al surgimiento de una vía alternativa al de la revolución burguesa en la capitalización del campo y la marcha directa hacia la industrialización. Este proceder, será conocido como "la vía prusiana al capitalismo".

LA INDUSTRIA

A partir de la segunda mitad del siglo XV, el Occidente europeo conoce un cambio de tendencia proclive a la recuperación y crecimiento de la economía. Esto también afectó al incremento en el sector secundario. Dos causas lo explican: la recuperación monetaria y la progresiva concentración de la riqueza en manos de los poderosos, especialmente a partir del primer cuarto del siglo XVI. Los productos de la industria organizada estuvieron confinados a una pequeña sección de los estratos más elevados de la sociedad. Un aumento relativamente pequeño podía provocar incrementos porcentuales bastantes considerables en la producción industrial.

Dos vías son fundamentalmente usadas en los inicios del surgimiento de un amplio mercado manufacturero: una se encamina a la elaboración de un producto suficientemente bueno para desplazar las manufacturas, simples y primarias, confeccionadas por los propios trabajadores, campesinos en su mayor parte; otra se enfoca directamente a la reducción de costos productivos, muy especialmente los vinculados a la mano de obra. Ambas estrategias quedarán claramente interconectadas y supondrán, para el caso inglés, uno de los factores primordiales en su situación preferencial frente a otros países competidores. Cabrá añadir otros dos elementos fundamentales que actúan como claros condicionantes del desarrollo industrial: la competitividad y la pobreza.

El primer elemento, se observa en la transición de los "viejos paños" a los "nuevos paños". Los llamados "nuevos paños", fueron introducidos en Inglaterra en el siglo XVI. Su historia se remonta siglos atrás cuando, antes las rivalidades entre Inglaterra y Flandes, los ingleses comienzan a exportar ya no sólo lana sino también paños. El éxito de los paños nuevos obedece a que resultaban más económicos, al ser más ligeros, más dúctiles y además tenían un aspecto mucho más agradable que los viejos paños, lo que redundaba finalmente, en la ampliación del círculo de compradores.

La llegada a Inglaterra de los fabricantes textiles que trasladaron sus talleres introduciendo la tecnología para producir nuevos paños siguió a las transformaciones que se estaban operando en la organización laboral tenor del desarrollo cada vez más activo de la manufactura agraria. Si en la agricultura ya se había conseguido desplazar el rentismo hacia el mercado, en el sector productivo secundario se preparaban para resultar vencedores en la competitividad industrial.

El componente esencial en la transformación del sector radica en la consolidación del "putting out system". puede ser definido como "un sistema de trabajo domiciliario cuyo fin consistía en el aprovechamiento de la mano de obra rural para la producción industrial". Desde finales del siglo XIV empezó a tomar forma la manufactura rural. La industria rural acercaba, cuando no concentraba, el espacio productivo con los relacionados con los distintos procesos que suponía la elaboración del producto. Se evitaban, por tanto, importantes gastos de transporte que quedaban reducidos a los que comportaba su traslado al puerto marítimo o fluvial más cercano.

Mayor trascendencia llegó a adquirir el factor humano, entendiendo como tal el que presupone un abaratamiento de la mano de obra. En efecto, la apertura de las relaciones agrarias de mercado implicó un empobrecimiento gradual del campesinado, circunstancia que los conducirá a tener que alternar las tareas agrarias con labores manufactureros.

El sistema de trabajo a domicilio conlleva grandes ventajas para el comerciante-fabricante, entre las que hay que destacar el bajo costo de los insumos y de los gastos generales. En éste régimen, era el trabajador quien aportaba los locales y el equipo; además apreciaban la libertad de horarios, el privilegio de poder detenerse y trabajar a sus anchas.

Otro elemento que facilitó la expansión del trabajo a domicilio consistió en la emancipación de las restricciones productivas impuestas por los gremios o corporaciones de oficios, definidas como sociedades medievales de maestros y operarios, rápidamente transformados en asociaciones comerciales y monopolios colectivos que regulaban la oferta y controlaban los precios. Más adelante los gremios dejaron gradualmente de ser importantes.

La desvinculación institucional y jurídica entre el campesino y el comerciante, al tiempo que introduce una chispa de libertad en las relaciones de producción, rompe con los condicionantes de los intermedios (los gremios) y permite sacar los productos a costos más competitivos. Los bajos salarios, convenientes para los fabricantes, no motivarán un rechazo por parte de los campesinos al disponer de este recurso adicional. La crisis del siglo XVII afectará en forma negativa al sector agrícola. sin embargo, esta recesión agraria resultará beneficiosa para la manufactura, conduciendo a lo que se ha definido como "la reestructuración de la industria", pues afectó a la totalidad de sus componentes: localización geográfica, tecnología, organización laboral. Las economías agrarias penetran en su fase final.

LOS INTERCAMBIOS

Se ha distinguido el período de transición al capitalismo como el del capitalismo mercantil. El capital mercantil implica la canalización hacia el comercio de los beneficios generados por la producción agraria y manufacturera. La importancia del mercado es fundamental.

La articulación de las nuevas tierras con los llamados viejos continentes implica el surgimiento de un primer mercado mundial.

La forma de vertebrar una primera economía internacional establecerá las claves de fenómenos muy posteriores como es el caso del imperialismo económico, desarrollado en pleno auge del capitalismo, que impulsó a su vez, otros fenómenos que actualmente se conocen bajo la denominación común de "globalización", especialmente en su faz económica mercantil. Otro hecho crucial consiste en el desplazamiento del viejo mundo del Mediterráneo por el del Atlántico como nuevo eje de la economía.

EL IMPERIO PORTUGUES

Se advertía su presencia en casi todo el mundo, tras abastecer a Europa de oro, especias, y azúcar y de organizar el primer tráfico esclavista del mundo moderno.

Características del Imperio :

Las expediciones lusas tenían un doble objetivo: buscar oro y hacerse con nuevas almas para el Hacedor. El oro portugués desempeñó un papel importante en la transición del siglo XV, época de "hambre de oro", al siglo XVI, época de la "revolución de los precios". Pero este oro llegó "pronto, progresivamente y no era superabundante".

Las primeras remesas de oro se vieron complementadas con el adquirido en el África austral. A diferencia del sistema de resgate (pacto entre los portugueses y los jefes de las tribus que predominó en la costa ecuatorial; los primeros entregaban armas de pólvora y pequeñas manufacturas a cambio del preciado metal), en la región sureña los europeos se sirvieron de diversas estrategias, desde las evangelizadoras hasta las más violentas, dada la resistencia de los nativos. su explotación también difiere en su destino. En este caso, el oro era transformado en moneda. Las almas rápidamente se tornarían cuerpos a explotar sin piedad. Se reemplazó el cultivo de cereal por el de azúcar ya que era más rentable en los mercados europeos. Los portugueses hicieron de pioneros en la explotación de la trata.

Dos factores explican el interés de los portugueses por el control del comercio de las especias. Una radica en su importante uso social como conservante de alimentos en que éstos eran claramente insuficientes.

Los portugueses consiguieron ostentar el control del tráfico de especias prácticamente a lo largo de la primera mitad del siglo XVI.

La pérdida de control portugués del comercio oriental era algo previsible; Portugal no logró disponer del monopolio del tráfico de especias y el control que alcanzó a ostentar no tardó en resultar amenazado. Los desequilibrios en el concierto económico internacional le ocasionarían fuertes rivalidades. El comercio portugués con Oriente continuó pero los sueños de riquezas ilimitadas resultaron ilusorios. Indudablemente, aquella pequeña nación de pescadores y agricultores había llegado muy lejos.

Al perder el control del comercio de las especias, los portugueses orientaron sus miras hacia América, y a la explotación de otro producto: el azúcar. En Brasil se inició un proceso genuinamente colonial.

El desarrollo de la producción azucarera está vinculado al tráfico de esclavos iniciado durante el ciclo del oro a mitad del siglo XV. En el siglo XVII se produjo el declive del comercio entre Portugal y Brasil donde inmediatamente se produjo una crisis económica en Portugal.

La pérdida del control del azúcar, ahora en manos de holandeses y británicos, fuerza a los portugueses a expandirse por el interior de Brasil donde se habían percatado que podían hacerse con oro y diamantes. Este último ciclo se extenderá hasta medidos del siglo XVIII.

La extracción de oro requirió de mano de obra esclava. Gracias al oro portugués, Inglaterra acuñó libras esterlinas, el metal precioso colonial extraído por su vecina Portugal durante el siglo XVIII que acabará por alimentar el capitalismo.

Con el oro concluye la aportación portuguesa al mundo occidental. fue capaz de jugar un papel importante en el comercio internacional gracias a sus navegantes, sus comerciantes y sus colonos.

EL IMPERIO ESPAÑOL

Durante el siglo XVI y la primera mitad del XVII su principal aportación radicó en el transporte de los metales preciosos americanos. Posteriormente, desde el siglo XVIII aquellos fueron complementados por materias primas y productos agrícolas para su utilización industrial.

En los primeros tiempos de la aventura colonial española en el Nuevo Mundo, el oro del que se apoderaron los conquistadores fue producto de robos, botines y saqueos.

El "ciclo del oro" ocupó principalmente el período transcurrido entre los años 1494 y 1530. En sus inicios, el drenaje del oro supuso una incautación del que poseía la población indígena. Posteriormente, ésta fue utilizada como mano e obra pura para obtener el oro en pepitas que se escondían en la arena y los ríos.

El impacto sobre la fuerza de trabajo fue tremendo: poblaciones de indígenas prácticamente dejaron de existir.

La extracción de la plata está íntimamente vinculada a la presencia española en el continente americano.

A partir de la segunda mitad del siglo XVII se inició un patente declive en las exportaciones de metales preciosos por varios factores: aumento del tráfico fraudulento; incremento de los costos de producción mientras los precios de los metales preciosos permanecían fijos; disminución del rendimiento de las minas; aumento de la presión de la avería; reducción de la oferta de mano de obra; incremento del comercio con Oriente y un evidente aumento de la riqueza y la población de las Indias, lo que ocasionó que un mayor porcentaje de caudales permanecieran en las colonias.

La expansión ultramarina fue patrimonio castellano. el espíritu empresarial, perdió rápidamente su carácter progresivo al sucumbir ante los imperativos de la tradición feudal regresiva de sus responsables. La no esclavización de los indios es su consecuencia más significativa. Castilla y Portugal se repartieron el mundo del Océano.

Corsarios, mercenarios, banqueros, en su mayoría extranjeros, serían a largo plazo los grandes beneficiarios de los arribos fraudulentos de la plata americana. El capital salía de España en concepto de costos imperiales y sagas familiares acabarían recabando inmensas fortunas. El dinero restante sirvió para sufragar activos escasamente especulativos: relacionados con hábitos ostentosos de poder, vinculados al elevado sentimiento religioso e invertidos en el mundo del arte. Luego, en la cuarta parte del siglo XVI, el encarecimiento de los productos de exportación se extendió a los productos de consumo interno. El mercado interno se llenó de mercancías importadas y a la plata americana no le quedó otro camino que el del exilio.

EL IMPERIO HOLANDÉS

antes que Inglaterra se hiciera con los dominios del mar, éste estaba en mano de los holandeses. En él fabricaron su imperio y la manufactura, aunque muy desarrollada, encontraba dificultades en su exportación dada su mayor concentración urbana, y por tanto, su desventaja a la hora de competir en los mercados internacionales frente a las industrias rurales. La inversión del capital agrario de orientó hacia las relaciones mercantiles. Su experiencia con transportistas dio paso a un intenso papel como responsables de un comercio que alcanza un enorme desarrollo hasta el punto de propiciar las primeras empresas comerciales.

En el siglo XVI, los Países Bajos eran famosos tanto por sus campos como por sus ciudades: en ellos se obtenían los rendimientos más altos de Europa, tanto en la agricultura como en la ganadería. Una de sus provincias, Holanda, contaba igualmente con una floreciente industria pesquera. Esto ilustra su marcado carácter empresarial de sus gentes. Junto a los granos, también exportaban sal, madera, brea, lino convertido en lona para las velas, cáñamo, carbón vegetal, sebo cera, cueros y pieles. El comercio del Báltico fue adquiriendo progresivamente mayores dimensiones. Es en la zona del Báltico, la del Mar del Norte, las costas del Atlántico y, en el interior, en la Europa Central, en donde el comercio adquiere una estructura moderna al implicar el tráfico de bienes de consumo masivo, frente al modelo tradicional que persiste en el comercio internacional, en el que sobresalen las especias y los metales preciosos.

Con la decisión de los portugueses de convertir Amberes en el puerto distribuidos de especias, esta ciudad portuaria comenzó una fase de esplendor que la convirtió en la plaza principal del comercio internacional. Más tarde, esta ciudad fue víctima de una rebelión a causa de una confrontación de intereses. Ámsterdam se convirtió en el nuevo puerto.

Los holandeses aportaron las mayores innovaciones a la navegación del siglo XVII. En su acertada fijación por reducir costos, desarrollaron un tipo de navío que iba a darles extraordinarios réditos. Éste se trata del fluyt, un barco mercante de construcción barata, diseño especial sin armas y con costos de explotación relativamente bajos. Gracias a la fluyt, los holandeses lograrían introducir muchas mercancías que no habrían podido incluirse anteriormente y, en consecuencia, el volumen global de la navegación europea aumentó considerablemente.

En sus estrategias, los holandeses no dudaron en aliarse con las regencias berberiscas del norte del África, contribuyendo con sus aportaciones técnicas al renacimiento del corsarismo desarrollado por estas repúblicas autónomas del Imperio Otomano.

La supremacía marítima de los holandeses iba a llevarlos a las confines más apartados de su pequeña nación. Desde fines del siglo XVI estudiaban la manera de hacerse con el monopolio de los productos arribados a Europa por mediación de los portugueses e, incluso, ansiaban establecerse en América para apropiarse de sus tesoros en lugar de tener que confiar en su consecución del fraude u otras estrategias que bordeaban la ilegalidad. Para afrontar tales propósitos se pusieron en marcha nuevas formas de actuar en equipo que a la larga dieron paso a las compañías comerciales que, en poco tiempo, se convertirían en las verdaderas nuvas empresas modernas. La propiedad y la explotación de los buques holandeses estaba a cargo de cientos de pequeñas y fugaces empresas llamadas rederijen . Las acciones eran compradas por inversores para un solo viaje o para un período mayor. La organización del comercio marítimo en muchas pequeñas empresas que competían entre sí, formadas y disueltas sin ningún gasto, permitía que el capital proviniese de un conjunto relativamente amplio de sectores y, a la vez, que el inversor repartiera los riesgos entre otras muchas empresas. Se extendió esta misma forma de organización a las empresas industriales que requerían una importante inversión en capital fijo.

Los holandeses fueron suplantando a los portugueses en su papel de transportistas al continente europeo de los productos orientales. Este proceso se lo conoce como "sustitución en las Indias Orientales".

Las compañías comerciales tenían en común el hecho de que por sus charters se asemejaban a una corporación del máximo beneficio. Con la concesión de estos privilegios, el Estado creó las condiciones marginales para la acumulación del capital comercial. Tenían también en común que no estaban ya organizados como regulated companies sino como sociedades por acciones. Las razones del profundo éxito de las Compañías Comerciales hay que buscarlas sobre todo en el hecho de que consiguieron de cierto modo "internalizar los costos de producción". Erigieron un poder propio para proteger el comercio.

En 1641, expulsaron a los portugueses de Malaca, dominando desde entonces su estrecho y, con ello, la ruta comercial que une las zonas occidentales y orientales de Asia.

La obtención de esclavos fue su principal objetivo, labor que lograron controlar durante unos treinta años, conduciéndolos no sólo a sus puertos brasileños sino también a los de tierra firme española y a las antillas francesas e inglesas. Durante la mitad del siglo XVII, los holandeses ocuparon el segundo lugar en el negocio de la trata, siendo superados por los portugueses; más tarde fueron rebasados por los ingleses y a principios del siglo XVIII, por los franceses.

Naturalmente, este gran imperio marítimo precisaba de una sólida infraestructura financiera que lo mantuviera. Desde el último cuarto del siglo XVI, Ámsterdam se había convertido en la plaza comercial, bursátil y financiera más importante de Europa.

2.5 En vísperas de la revolución Industrial.

Las inversiones en el campo mercantil no dio un paso definitivo en la transformación estructural en su economía. Ello se debe sobre todo a su desventaja a la hora de competir con las manufacturas inglesas, sencillamente por no haber podido alterar sus estrategias.

Las guerras navales entre Holanda e Inglaterra se convirtieron claramente en enfrentamientos comerciales; las derrotas holandesas supusieron el fin de su dominio sobre el comercio de las especias, el tabaco, el azúcar, las pieles y el bacalao.


 

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