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CAPITULO 10
LOS PROBLEMAS DE LA DÉCADA DE 1920
10.1 LAS CONSECUENCIAS ECONÓMICAS DE LA GUERRA
Las disposiciones emergentes del Tratado de Versalles y sus complementarios, especialmente la cuestión de las reparaciones (que afectó a Alemania), y el rediseño del mapa de Europa intentado responder a las demandas del nacionalismo, generaron tensiones y problemas que complicaron las relaciones internacionales e impidieron el restablecimiento pleno del comercio internacional libre.
10.1.1 Las pérdidas producidas por el conflicto
En noviembre de 1918 se produjo la rendición de Alemania. Se tomó conciencia de los niveles de declinación demográfica y de destrucción material. En primer término, hay que enfatizar que las pérdidas totales provocadas por la guerra fueron muy superiores a las bajas militares.
Efecto económico de la declinación de demográfica: si bien se perdió un porcentaje significativo de hombres en lo mejor de su capacidad laboral e intelectual, también la inmediata posguerra se caracterizó por una elevada desocupación.
En cuanto a la devastación material, Francia y Bélgica fueron los países más afectados. Las imágenes del fin de la guerra hacían suponer la llegada de largos años de difícil recuperación.
Esta suposición no se cumplió: en algunos aspectos, la recuperación fue asombrosamente rápida, pero existían otros problemas que impidieron que la situación económica y social se estabilizase con celeridad.
10.1.2 La declinación europea.
La situación relativa de Europa en el terreno económico experimentó un sensible deterioro como consecuencia de la guerra.
Los beneficiarios de este cambio fueron los Estados Unidos y Japón para el caso de los productos manufacturados, y América Latina y los dominios británicos como fuente de aprovisionamiento de materias primas. Sin duda, la modificación más significativa verificada en cuanto al futuro inmediato fue la emergencia de los Estados Unidos como principal potencia financiera. En efecto, además de poseer las mayores reservas de oro, había pasado a ser el más importante acreedor mundial. Ello implica asumir un papel activo en sus relaciones con el exterior, circunstancia que para el país era absolutamente inédita. Sin embargo, Estados Unidos mostró que continuaba teniendo peso la postura aislacionista y que no iba a desempeñar el papel que la coyuntura mundial le tenía reservado.
Esta decisión contribuyó, asimismo, a quitarle fuerza a la ambiciosa idea de Wilson de crear una institución supranacional destinada a promover la cooperación internacional, que se concretó en 1920 con la fundación de la Sociedad de las Naciones, en Ginebra. Constituido inicialmente por las potencias que triunfaron en la guerra, a las que se sumaron trece países neutrales invitados, el organismo se vio limitado en sus posibilidades por el hecho de que el país promotor se retiró del mismo como resultado inevitable del rumbo tomado por su Poder Legislativo.
10.1.3 El nuevo mapa de Europa.
Los gobernantes de las potencias vencedoras reunidos en Versalles concretaron la mayor remodelación que experimentó la geografía política de Europa en toda su historia. La misma fue resultado de algunos de los objetivos que habían sido planteados: la búsqueda de seguridad para evitar un nuevo conflicto, una sanción severa para Alemania y sus aliados, y el respeto a las nacionalidades.
Las modificaciones más significativas tuvieron lugar en Europa central y oriental, a partir de la desaparición de los Imperios Austrohúngaro y Turco, y de la pérdida de territorios por parte de Alemania y Rusia. El resultado fue el surgimiento de nueve nuevos Estados: Polonia, Finlandia, Estonia, Lituania, Letonia, Checoslovaquia, Yugoslavia, Austria y Hungría. Tras la guerra surgieron trece nuevas monedas.
El proceso de organización de estos nuevos Estados dio lugar a problemas de todo tipo, como los provocados por los litigios fronterizos y las cuestiones de carácter étnico. La de idea de Wilson de trazar un mapa de Europa que respetara las variadas nacionalidades existentes devino en el surgimiento de una serie de Estados que albergaban una heterogénea combinación de grupos étnicos distintos, acompañada de un nacionalismo agresivo y militante.
No obstante, las consecuencias económicas y políticas de las modificaciones territoriales fueron muchos más graves. Emergieron Estados que eran inviables económicamente e incapaces de estabilizar el escenario político de la región. Las fronteras se trazaron prestando nula atención a los factores económicos, surgiendo espacios desarticulados en los que antes era el "mercado común" imperial. Regiones especializadas en la producción de alimentos vinieron a quedar al otro lado de la frontera de las zonas que les proveían de artículos industriales y consumían sus productos.
Los Estados de reciente creación se vieron, además, enfrentados al desafío de montar sus aparatos administrativos en un contexto dominado por las secuelas de la guerra, por la penuria de recursos y por la débil capacidad exportadora de su aparato productivo. La financiación inflacionaria, la devaluación monetaria y los controles del comercio exterior fueron los mecanismo utilizados para enfrentar la difícil situación.
La industrialización aparecía como la solución a largo plazo, y de hecho se concretó una sustitución de importaciones a gran escala, pero el esfuerzo no alcanzó para montar una industria competitiva.
En algunos países el descontrol financiero condujo al estallido de fenómenos hiperinflacionarios. La superación del mismo se realizó sobre la base de una dura estabilización interior, que incluía una profunda reforma fiscal y el establecimiento de una nueva unidad monetaria, sostenida por préstamos internacionales.
10.1.4 El retorno del proteccionismo.
Uno de los de los rasgos característicos de la década de 1920 fue la reaparición del proteccionismo en gran escala. Cuando el retorno de la paz hizo pensar en que las prácticas del comercio libre se impondrían nuevamente, se verificó en cambio un reforzamiento de las tendencias que se habían manifestado durante la guerra. Explicaciones de las barreras arancelarias:
1) ningún país puede afrontar la liberalización si hay otros que apelan a la protección;
2) algunos países que recurrían a los aranceles lo hacían por razones de política interna;
3) la política de algunos nuevos países europeos se planteó como objetivo el impulso a la industrialización a través de la sustitución de importaciones;
4) en otros casos se utilizaba como instrumento de defensa ante las rápidas y violentas fluctuaciones producidas en los precios internacionales.
El resultado fue la adopción generalizada de prácticas proteccionistas, acompañada en ocasiones por la implementación de acuerdos bilaterales.
10.1.5 El tratamiento dado a Alemania
Los líderes políticos reunidos en Versalles, coincidían, con énfasis diferente, en que había que castigar a Alemania, el "responsable" de haber desencadenado la guerra. La sanciones fueron:
1) pérdida territoriales;
2) entrega de activos;
3) establecimiento de un sistema de seguridad que incluía la desmilitarización y la ocupación de zonas claves de Alemania;
4) pago de reparaciones por los daños causados en la guerra.
El impacto de las reparaciones, junto al resto de las sanciones, sirvió para asentar en el conjunto del pueblo alemán un fuerte resentimiento contra los vencedores. Pese a todo, Alemania continuaba siendo una gran potencia.
10.2 LAS DIFICULTADES DE LA INMEDIATA POSGUERRA.
10.2.1 El abandono del patrón oro y sus repercusiones.
Al producirse el estallido de la guerra en 1914, los diferentes gobiernos europeos por medio de distintas disposiciones suspendieron la vigencia del patrón oro. Básicamente, se trató de prohibir la libre convertibilidad de las monedas a efectos de tener controladas las reservas. Una acción de este tipo permitía mantener la confianza en la moneda nacional y aseguraba eventuales pagos que pudiera exigir la guerra. Así, los beligerantes pudieron sostener sus monedas pero a medida que se extendía la contienda las dificultades se fueron incrementando, ya que el aumento de las importaciones exigía la liquidez de capitales y créditos disponibles en el exterior, y si estos recursos eran insuficientes había que utilizar las reservas.
La ayuda de Estados Unidos y su posterior entrada a la guerra del lado de la Entente resolvieron para éstos el problema de la salida de oro al costo de un creciente endeudamiento respecto a Estados Unidos.
El caso de Alemania fue totalmente diferente: su comercio consistía en forma mayoritaria en intercambios con los países que fueron sus enemigos y además encontraba bloqueado el acceso a los créditos exteriores. El resultado inevitable fue un hundimiento de sus reservas y, a pesar de todos los controles, una fuerte depreciación del marco.
10.2.2 El retorno a la paz (1919-1920)
Los meses posteriores a la guerra estuvieron caracterizados por tres fenómenos vinculados: un boom espectacular (y corto), acompañado de una generalizada aceleración de la inflación, y un derrumbe de la mayor parte de las monedas europeas.
La explosiva expansión económica estaba relacionada con las repercusiones de la guerra. La demanda retenida durante el conflicto se liberó en los meses siguientes, presionando sobre una estructura productiva que recién iniciaba su recuperación, circunstancias a las que se sumaban las dificultades de transporte, tanto a nivel interno como internacional.
Con todo, esta situación fue a su vez agravada por las políticas gubernamentales, que procedieron a desmotar la mayor parte de los controles instaurados en el período bélico, adoptaron medidas fiscales y crediticias expansivas, y en algunos países intentaron financiar con emisión monetaria la costosa reconstrucción.
El resultado fue una subida de los precios que alcanzó niveles preocupantes. Como consecuencia se produjo la depreciación de las principales monedas frente al dólar.
El resultado inmediato de un "retorno a la paz" tan heterodoxo fue, inicialmente, el mantenimiento de altos niveles de producción y la aparición de una amplia oferta de empleo para los soldados que retornaban a la vida civil. Estos logros ocultaron por un tiempo el hecho de que en esas condiciones era imposible restablecer el comercio internacional de manera duradera, dado que se reforzaron los mecanismos proteccionistas destinados a mantener la actividad interior.
10.3 CRISIS DE RECONVERSIÓN (1921-1924).
Entre 1920 y 1921, la expansión económica se frenó de modo brusco. Explicaciones de esta crisis: desde el punto de vista de la demanda, se sostiene que los desfasajes entre precios en rápido ascenso y salarios que no acompañaron esta subida condujeron al fin de la expansión. Otros otorgan una responsabilidad crucial a las políticas estatales (especialmente a los Estados Unidos y Gran Bretaña) en el freno de la expansión. La gestión administrativa norteamericana estuvo basada en la restricción monetaria y en el incremento de las tasas de interés. Al encarecer el crédito, se redujo la demanda interior y también la de productos extranjeros; las exportaciones estadounidenses debieron entonces ser pagadas en oro, al punto que en 1921 fue el año de mayor entrada neta de ese metal hasta 1933, cuando se produjo la devaluación del dólar.
El fin del boom fue doloroso: mostró que la recuperación no era cuestión de unos pocos meses; el retorno de la desocupación actualizó los temores de los gobernantes respecto del surgimiento de tensiones sociales incontrolables. De allí se implementaran medidas destinadas a restablecer la estabilidad monetaria en esa región, intentando a la vez encontrar una salida al problema de las reparaciones.
10.3.1 Alemania: el camino a la hiperinflación (1923)
Alemania era la primera potencia industrial del continente europeo al estallar la guerra, y la derrota, si bien tuvo consecuencias inmediatas muy negativas, no afectó seriamente su aparato productivo. Sin embargo, el fin de la contienda trajo aparejado un cambio de régimen y una situación social explosiva en el interior.
Como consecuencia de una visión optimista de sacar adelante a Alemania, supusieron que era posible encarar la reconstrucción sin realizar ajustes de fondo, esto agravaría la situación de la sociedad ya golpeada.
Por lo tanto, el intento de sanear las finanzas sin modificar el sistema impositivo en un momento en el que el gasto público aumentaba como consecuencia de la deuda bélica interna, dio como resultado un fuerte déficit estatal, que se transformó en un relevante factor inflacionario. Por su parte, el deterioro de la balanza de pagos, ocasionado por la necesidad de importaciones esenciales y por las reparaciones, depreció el marco con un impacto inmediato sobre el costo de la vida.
El resultado fue un acelerado proceso inflacionario, acompañado hasta 1922 de un fuerte incremento de la producción, que permitió mantener el pleno empleo y responder positivamente a las demandas salariales de los sindicatos (los beneficiarios eran más que los perjudicados).
La situación se agravó. Hacia fines de 1922, los franceses denunciaron que Alemania no había cumplido sus compromisos y arrastraron a los aliados a impulsar una ocupación de la región minera del Rurh efectivizada en 1923. La reacción del gobierno alemán fue la llamada "resistencia pasiva", que consistió en la financiación gubernamental de la no cooperación de los habitantes de la región ocupada. La combinación de este gasto adicional, con el perjuicio que implicaba no poder disponer de la principal fuente de materias primas del país, condujo al estallido hiperinflacionario; el gobierno perdió por completo el control del país en 1923.
La estabilización fue posible a partir de una solución diplomática, que se basó en el fin de la ocupación del Rurh y en la reformulación del pago de las reparaciones, de manera de aliviar la carga para los alemanes. El procedimiento consistió en la creación de una nueva moneda cuyo respaldo era un préstamo interno basado en activos reales. El impacto psicológico positivo que generó la aparición de la nueva moneda aseguró el éxito de la operación.
Poco meses más tarde se puso en marcha el "Plan Dawes", que no sólo otorgó facilidades para afrontar los pagos, sino que dejaba sentado que era condición inexcusable impulsar el desarrollo económico alemán para resolver el problema de forma definitiva. La aportación de capitales norteamericanos completó el proceso que permitió superar el problema.
Las repercusiones sociales de la hiperinflación fueron profundas. Las clases medias que dependían de rentas fijas se arruinaron; el desempleo creció aceleradamente como consecuencia de la parálisis económica; la especulación condujo a que se amasaran fortunas incalculables comprando empresas a precios irrisorios, utilizando monedas fuertes depositadas en el extranjero.
La hiperinflación destrozó el ordenamiento social y la prosperidad anterior, pero también destruyó la moral y los principios éticos. Rechazaron la idea de democracia y república, preferían cualquier otra alternativa que el retorno al caos.
10.4 NORMALIZACIÓN Y CRECIMIENTO (1925-1929)
Hacia 1925 quedaron superados los problemas producidos por la guerra. Parecían estar dadas las condiciones para retornar al escenario económico de preguerras, con el objetivo principal del retorno al patrón oro. Pero el statu quo de preguerra no iba a ser posible porque los Estados ya no eran como antes. (puesto del cuaderno de historia)
10.4.1 El restablecimiento del patrón oro.
La necesidad de retornar a la vigencia del patrón oro era una de las ideas más firmes en el pensamiento de las autoridades económicas de todos los países occidentales. Las dificultades que se sucedieron en la posguerra fueron postergando la decisión, manteniéndose un sistema de cambios fluctuantes, pero la fe en el patrón oro se mantuvo inalterable.
La Conferencia de Génova de 1922 tuvo como objetivo planear el retorno al patrón oro. De allí surgió con fuerza una variante, el llamado "patrón de cambios oro", que proponía mantener reservas en oro y como complemento, en divisas fuertes del sistema. Las características de su funcionamiento fueron las mismas del sistema anterior. Por lo tanto, la vida económica de los países en los años 20 estuvo fuertemente afectada por la estabilización que requería la puesta en vigencia del patrón oro.
Entre los primeros países que restablecieron la convertibilidad del oro se encontraban los que habían experimentado un proceso hiperinflacionario. Todos estabilizaron su tipo de cambio entre 1923 y 1925, emitiendo nuevas monedas cuya oferta se rigió por las leyes del patrón oro; préstamos exteriores brindaron el respaldo necesario para que la reforma resultara exitosa.
Algunos países estabilizaron su moneda y restablecieron la convertibilidad del oro sin realizar una reforma monetaria.
Finalmente, hubo países que retornaron a la libre convertibilidad con el oro al mismo tipo de cambio que tenían antes de la guerra.
10.5 LA EVOLUCIÓN DE LAS PRINCIPALES POTENCIAS OCCIDENTALES.
La década de 1920 mostró cambios importantes en la situación de los principales países capitalistas.
10.5.1 Estados Unidos.
La situación hegemónica de los Estados Unidos implicó para el país la tarea de participar como nunca antes en la vida económica internacional. Por una parte, se trataba de cumplir con el papel de abastecedor de capital para acelerar la reconstrucción posbélica y estabilizar la situación monetaria de los países beligerantes. Por otra, era fundamental abrir su enorme mercado interior a los productos europeos, para facilitar el relanzamiento de la actividad económica en Europa.
El comportamiento del nuevo líder económico mundial fue aceptable pero contradictorio: la Reserva Federal en 1920 aumentando las tasas de interés ante el peligro de un desborde inflacionario y de la posible pérdida de reservas mostró que a la hora de tomar decisiones prevalecía la preocupación por los problemas internos. A su vez, en 1922 se abandonó la política librecambista elevando los aranceles a la entrada de productos europeos.
La abundancia de recursos por parte de los Estados Unidos determinó que tras la eliminación de algunas restricciones impuestas por la guerra, en 1919 se retornara a la vigencia del patrón oro, circunstancia que al país no le planteaba dificultad alguna. El dólar emergió del conflicto como la moneda más sólida, respaldada por unas reservas de oro que aumentaron entre 1913 y 1919. Sobre estas bases, la economía norteamericana experimentó una importante expansión durante la década, que se manifiesta en el incremento del PBI.
El crecimiento se apoyó en industrias "nuevas", orientadas hacia la producción de bienes de consumo durables (liderazgo de la industria del automóvil), que tuvo un efecto multiplicador generando infinidades de actividades. Gracias a esto, se expandió la industria de la construcción (boom de la construcción) que favorecieron a la urbanización de los suburbios. Junto a la industria automovilística se desarrolló el sector de la electricidad, que facilitó el lanzamiento al mercado de una variada gama de aparatos domésticos.
Factores destacados en el proceso de crecimiento de la economía norteamericana:
1) La introducción de nuevos métodos de producción, cuya manifestación más conocida es la cadena de montaje, acompañada de la standarización de los productos, la planificación del trabajo, etc. El resultado fue un aumento de la productividad del trabajo que permitió el crecimiento simultáneo de los beneficios empresariales y de los salarios reales.
2) El desarrollo de nuevas técnicas de venta. El objetivo era capturar la demanda interior en plena expansión como resultado del aumento general de los ingresos. Se fue gestando así la "sociedad de consumo de masas".
Estos elementos vinculados con la producción y la comercialización no eran accesibles a las empresas pequeñas y medianas, por lo que la concentración empresarial fue un proceso que se consolidó de manera irreversible.
No todos los sectores de la economía experimentaron esta dinámica de crecimiento: la agricultura se vio afectada por la caída de los precios en los mercados internacionales.
10.5.2 Gran Bretaña.
El impacto de la guerra fue muy fuerte en el terreno económico, y en general resultó muy desfavorable, en tanto que a los problemas propios del conflicto se agregó el hecho de que se aceleraron cambios que perjudicaban a las industrias tradicionales inglesas.
El slogan "todo como siempre" que se había utilizado al comenzar la contienda, pareció convertirse en realidad durante los primeros meses de la posguerra. La reconstrucción se encaró rápidamente y las industrias se vieron superadas por una demanda que compraba todo a cualquier precio. La escasa duración de esta euforia que no fue más allá del segundo semestre de 1920, no impidió que tuviera efectos duraderos, por lo menos, entre los gobernantes. Su objetivo era que había que volver lo más pronto posible al mundo de preguerra, y en su mentalidad eso significaba estabilidad de precios, liderazgo financiero de Londres y retorno al patrón oro.
Por lo tanto, la política económica estuvo determinada por esos objetivos. Adoptaron una política deflacionista que contribuyó a equilibrar las cuentas, pero al costo de la caída de la productividad.
En esos años se hicieron visibles las dificultades de las actividades de exportación. El país había perdido competitividad.
Al mismo tiempo, comenzaron a detectarse indicios de una reconversión industrial que tuvo algunos rasgos bien marcados: se produjo en industrias nuevas y sectores intensivos en mano de obra orientándose hacia el mercado interno, en lugar de continuar pensando en los tradicionales mercados exteriores. Mientras tanto, hacia 1925 se concretó el restablecimiento del patrón oro al mismo tipo de cambio de preguerra.
El comportamiento global de la economía británica muestra que en la segunda mitad de la década persistió una situación de relativo estancamiento. Además con la reinserción en el patrón oro hizo de la libre esterlina una moneda débil y sobrevaluada, con crónicos déficit de la balanza de pagos y sangría de oro y divisas.
Se agudizaron las tensiones sociales a causa de las elevadas tasas de interés y la disminución de los salarios con aumento de las horas laborales. El enfrentamiento culminó en la primera huelga general británica.
Las consecuencias políticas de tensiones sociales que agitaron al país fueron serias: incrementaron la fuerza electoral de los laboristas, transformando el tradicional régimen bipartidista conservador-liberal.
10.5.3 Francia.
La política económica de Francia en los primeros años de la posguerra estuvo determinada por la consigna "Alemania pagará". Por lo tanto, hubo una aportación gubernamental que permitió que la reconstrucción se llevase a cabo de manera acelerada, acompañada de un fuerte incremento de los precios.
Se expandió la industria automovilística, del petróleo, química y centrales eléctricas. Uno de los elementos que más contribuyó a esta expansión fue la depreciación del franco, consecuencia lógica de un proceso de financiación inflacionaria en el que falló el factor fundamental, esto es, la aportación masiva de recursos por parte de Alemania.
En un sentido, la pérdida de valor de la moneda estimuló el crédito barato para el equipamiento industrial, empujó a las exportaciones e incrementó las posibilidades de la industria turística.
La cara oscura del proceso de depreciación del franco fue la continua especulación desencadenada a su alrededor. Se produjo una masiva repatriación de capitales franceses que esperaban aprovechar una eventual revaluación de la moneda. Esta circunstancia, sumada a los saldos favorables de la balanza comercial, condujo a que, en los últimos años de la década, Francia acumulara reservas en oro, que lo transformaron en el principal poseedor del mismo a nivel mundial, detrás de Estados Unidos.
10.5.4 Alemania e Italia.
Superados los aspectos más negativos de la hiperinflación, la economía alemana retomó hacia 1925 el rumbo del crecimiento anterior a la guerra sustentado sobre nuevas bases.
La presencia del capital norteamericano y el incremento de los procesos de concentración y racionalización son los principales factores explicativos de la nueva realidad alemana. El aporte de recursos por parte de los Estados Unidos fue crucial para aliviar el peso de los pagos por reparaciones. El país avanzó en su modernización introduciendo la tecnología más moderna, proveniente de la primera potencia del mundo. Esta orientación le permitió mejorar su posición exportadora, elemento clave para afrontar sus deudas de guerra.
La concentración en grandes empresas y la introducción masiva de procesos de racionalización técnica complementaron la estrategia de apertura hacia los mercados exteriores.
La hegemonía de la gran industria (característico del capitalismo alemán) se acentuó aún más.
Una de las actividades más beneficiadas fue la industria del acero. Se construyeron nuevas plantas y se modernizó el funcionamiento de las mismas, con el consiguiente ahorro de mano de obra, energía y otros factores de producción. En otras ramas de la industria se verificaron también procesos de concentración, que llevaron a la consolidación de grupos monopolísticos.
La participación de Italia en la guerra de 1914-1918 estuvo caracterizada por una expansión de la producción total, afirmada en la sustitución de importaciones surgida de las dificultades existentes en el comercio exterior, pero sin una modificación sensible de las estructuras económicas. Pero este crecimiento no impidió la emergencia de profundas tensiones sociales.
La crisis que se desencadenó en la inmediata posguerra no pudo ser resuelta por los causes de la inmadura democracia parlamentaria. El temor a la revolución por parte de las clases propietarias y de los poderes "fácticos" (la corona, el ejército y la Iglesia) se resolvió entregando el poder político en 1922 al Partido Nacional Fascista, una agrupación liderada por Mussolini que procedió a liquidar a la izquierda y a la democracia en nombre de una ideología que enfatizaba la existencia de intereses colectivos situados por encima de las clases sociales, encarnados en un Estado poderoso y autoritario.
Tras una primera etapa de normalización que se extendió desde 1923 hasta 1925, marcada por una política económica liberal que, sin embargo mantenía controlados los salarios, se puso en marcha el proyecto fascista en el terreno económico. Sus elementos característicos fueron: un proteccionismo, apoyado por una serie de medidas destinadas a favorecer la producción nacional, y el impulso a las obras públicas para sostener la demanda interior. Esta política fue acompañada en 1927 por una incorporación en el patrón oro a un tipo de cambio sobrevaluado que dificultó las exportaciones pero permitió atraer capitales para fomentar la industrialización.
El corporativismo fue el intento fascista de organizar la vida económica, social y política de la nación.
Los resultados globales de la gestión económica de Mussolini no son demasiado diferentes respecto de lo ocurrido en el resto de Europa Occidental: el PBI entre 1922 y 1929 aumentó un porcentaje algo inferior al de Francia y levemente superior al de Alemania, en tanto la producción industrial experimentó una acelerada expansión hasta 1925, y luego se estancó.
10.6 LA EXPERIENCIA ECONÓMICA DE LA UNION SOVIETICA.
En febrero y octubre de 1917 se produjeron en Rusia dos acontecimientos de enorme transcendencia: primero la caída del régimen zarista y después, el triunfo revolucionario del partido bolchevique, una organización política liderada por Lenin, que propuso como objetivo la instauración del socialismo.
Para que se produjera una transformación de tal envergadura, uno de los factores decisivos fue la participación rusa en la Primera Guerra Mundial, aliada a Francia y Gran Bretaña.
Lenin y los suyos propusieron un tránsito acelerado hacia el socialismo, para lo cual adoptaron una serie de medidas que privilegiaban el poder de los soviets como ejes de la nueva organización económica, postulando el aumento de la productividad industrial como condición insoslayable para superar el atraso económico.
Estas medidas fueron:
1) la expropiación de la tierra en manos de la nobleza y los grandes propietarios, y el reparto de la misma entre los campesinos;
2) el control obrero de las empresas, efectivizado a través de los soviets;
3) la creación del Consejo Superior de la Economía Nacional para coordinar el conjunto de la actividad económica;
4) la nacionalización de las principales empresas industriales y de los bancos, junto a la cancelación de la deuda interna y el repudio de la deuda externa contraída por el zarismo.
A medida que la situación en el interior del país se fue agravando, las dificultades por las que atravesó la economía condujeron al crecimiento del papel del Estado tanto en la producción como en la distribución de bienes. Surgió asó el llamado "comunismo de guerra".
Una vez producida la revolución bolchevique, con el reparto de las parcelas entre campesinos se produjo una caída de la productividad y se fue depreciando el dinero aceleradamente.
Ante esa actitud, el gobierno tomó durísimas medidas de presión para forzar la entrega de granos.
Al mismo tiempo, en las ciudades también proliferaban las dificultades: las industrias no contaban con materias primas ni energía para producir; el sistema de transportes apenas funcionaba y los problemas de la mano de obra eran serios.
En el terreno monetario, el descontrol fue total. El desborde inflacionario dio lugar al pago de salarios en especie, a la reaparición del truque y a un incremento sostenido de la intervención del Estado en el sistema comercial.
Frente a la caída espectacular de producción, Lenin propuso un cambio de rumbo que se conoce como "nueva Política Económica" (NEP).
La NEP se fundamentaba en tres criterios básicos:
1) resistir el aislamiento internacional;
2)restablecer la colaboración entre el Estado y los campesinos;
3) concretar la recuperación económica sobre la base del desarrollo de la agricultura.
Esto implicaba la renuncia a la industrialización acelerada.
Se trataba de una política gradual, diseñada a partir del desarrollo agrario, y en la que el Estado utilizaría sus recursos para impulsar el desarrollo industrial. Esta nueva etapa fue denominada por Lenin "capitalismo de Estado" y se basaba en un pacto entre el poder revolucionario y los campesinos.
En 1925, transcurridos cuatro años de la puesta en marcha de la NEP, sus resultados fueron positivos para la agricultura y en menor escala, también para la actividad industrial.
Pero este proceso tuvo otras consecuencias: en el campo se verificó una ampliación de las diferencias sociales entre los campesinos, incluyendo la consolidación de los kulaks (propietarios más ricos) como los beneficiarios principales del incremento de la producción.
Hubo dos posturas, la de la NEP que apoyaba el desarrollo del sector agrario y la oposición que apoyaba la industrialización acelerada.
Se profundizó la NEP a través de medidas de apoyo al sector agrario y de orientación a las inversiones estatales hacia las ramas productoras de bienes de consumo y hacia los sectores de la industria pesada en condiciones de abastecer a la agricultura.
El proyecto de la oposición, proponía el fin de la NEP, que estaba desarticulando la economía soviética. Había que someter la producción agraria a las necesidades del desarrollo industrial, con diferentes medidas:
1) la manipulación de los términos de intercambios entre precios agrarios e industriales, en favor de éstos;
2)la elevación de la presión impositiva sobre el sector agrario;
3) la utilización del papel del Estado para aumentar sus beneficios a través de la discriminación del sector privado
La prioridad del sector estatal estaba pautada por la planificación, que se transformaría en el instrumnto organizador de toda la economía.
El triunfo de la corriente burocrática encabezada por Stalin marcó el rumbo a seguir en el futuro inmediato: significó el fin de la propiedad privada y de la agricultura mercantil en el campo, cuyos costos fueron enormes.
10.7 EL MUNDO EXTRAEUROPEO.
Uno de los aspectos relevantes de la década de 1920 en relación con los países de la periferia es la evolución de sus exportaciones, que crecieron más aceleradamente que las de los países desarrollados.
EN el caso específico de América Latina, durante la década del 20 se produjo un avance en el proceso de industrialización y en la diversificación de los sectores de la economía vinculados con el mercado interno.
10.8 LA SOCIEDAD DE LOS AÑOS VEINTE.
La crisis social fue profunda: los mismos hombres explotados por el sistema capitalista fueron convocados al frente por sus gobiernos con pretextos nacionalistas. Al retorno, quienes ejercían el poder debieron enfrentar las demandas de igualación social; era difícil justificar el desempleo y la postergación social frente a quienes habían expuesto su vida por la patria. Para agravar la situación, el triunfo de los bolcheviques en Rusia generó enormes expectativas en sectores de la clase obrera y atemorizó a las clases dirigentes.
En la década se verificó una serie de cambios que reflejaban el clima de la posguerra: la instalación de la jornada de ocho horas en algunos países etc.
Para lograr el aumento de la colocación de productos en el mercado (habla de que los automóviles los hacían en masa para el alcance de todos) se hizo necesario inducir el consumo, por lo que se fue montando un gigantesco despliegue publicitario, y sobre todo, ampliando las facilidades de pago. La venta en cuotas devino una práctica generalizada.
Además surgió el nacimiento y la expansión de la radio. A principios del 20 aparecieron las primeras emisoras. Con mucha rapidez se descubrieron las posibilidades de la radiodifusión con fines publicitarios. Pero además comenzó a percibirse su valor para la difusión del discurso político: con la radio a su disposición, el mensaje ideológico podía llegar lejos y con fines manipuladores; Hitler y Mussolini lo demostraron en muy poco tiempo.
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