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Psicología

Resumen para el Segundo Parcial

2º Cuat. de 2010

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UNIDAD III  “LOS PROCESOS COGNITIVOS”

 

La psicología histórico - cultural

 

Lev Vigotsky fue un psicólogo de las primeras décadas de este siglo que vivió en una tierra tan alejada de la mentalidad occidental como fue la Unión Soviética. La propuesta de Vigotsky para la comprensión de la mente humana ofrece una perspectiva nueva que parte del supuesto de que toda función intelectual debe explicarse a partir de su relación esencial con las condiciones históricas y culturales. “El desarrollo cultural del niño se caracteriza, en 1º lugar, por el hecho de suceder bajo condiciones de cambios orgánicos dinámicos. El desarrollo cultural se superpone con el proceso de crecimiento, maduración y desarrollo orgánico del niño. Forma una totalidad única con estos procesos. Sólo a través de la abstracción podemos separar un conjunto de procesos del otro”.

 

Lev Semionovitch Vigotsky

 

Las ideas de Vigotsky comenzaron a penetrar en Occidente a partir de los años 60, pero sólo las más compatibles. Entre ellas se encontraban sus concepciones del origen social de los procesos psicológicos superiores. Lo que para Vigotsky, ya en la década del 20, era el punto de partida de la investigación psicológica, para sus continuadores occidentales, fue una conquista que lograron después de años de lucha con el neoconductismo. Nació en 1896 en Orsha, Unión Soviética. Murió en Moscú en 1934 a consecuencia de una tuberculosis. Vigotsky quería estudiar historia o filología pero las salidas laborales desembocaron en la docencia, y como él era judío no podía ser empleado del gobierno. Por lo tanto, ingresa en la facultad de medicina, pero rápidamente se pasa a la facultad de derecho, más adecuada a sus intereses humanísticos. Muchos años después Vigotsky va a retornar sus estudios de medicina. Vigotsky logró una formación sólidad en historia, filosofía y psicología y realizó estudios en literatura, que era su principal interés. En 1917 se graduó en ambas universidades y comienza a ejercer como maestro, ya que después de la Revolución Socialista de octubre se había abolido la legislación antisemita. Enseñó literatura, lógica y psicología, estética, historia del arte y teatro.

 

La psicología de su época

 

Las tradiciones filosóficas racionalistas y empiristas llegan al siglo XIX manteniendo la misma suposición, de que el estudio científico del hombre podía aplicarse únicamente a su cuerpo físico, correspondiendo a la Filosofía el estudio del alma. La escuela de Wundt intentó describir el contenido de la conciencia humana y su relación con los estímulos externos sobre bases experimentales. El método experimental y sus derivados, las evaluaciones psicométricas y los cuestionarios estandarizados, se impusieron como método unificado para la psicología sobre el modelo de las ciencias naturales. La cultura era una variable molesta para los métodos experimentales y, sobre todo, imposible de controlar. De este modo, la psicología científica cede a la antropología el estudio de los fenómenos culturales.

 

En los comienzos de la 1º Guerra Mundial, los psicólogos abandonan los estudios introspectivos de los procesos conscientes y dirigen sus investigaciones hacia el estudio de la conducta. Los conductistas americanos sustituyeron las sensaciones por las conexiones estímulo-respuesta, comenzando por identificar los elementos más simples y a partir de allí explicar las formas complejas a través de las conexiones asociativas. En Alemania emergen los psicólogos de la Gestalt, que van a oponerse a los principios elementalistas para analizar los procesos mentales.

 

Esta era la situación de la psicología europea cuando Vigotsky entre en escena. La psicología rusa no difería mucho de ella. En la década del 20 se veía envuelta en un debate entre materialistas e idealistas. La perspectiva idealista, representada por Chelpanov, y la materialista por Bejterev y Pavlov. El debate que en la 2º década de este siglo tuvo lugar entre la psicología introspeccionista de la conciencia y los enfoques objetivistas recibe en la Unión Soviética una significación particular al entrelazarse con los procesos revolucionarios y de cambio cultural que vivía esa sociedad. Vigotsky entra en la escena de la psicología, a partir de su legada a Moscú en 1924, presentando en el 2º Congreso Pan-ruso de Psiconeurología, 3 trabajos que van a sentar las bases de su psicología:

 

§          El método de investigación reflexológica y psicopática

§          Cómo hay que enseñar ahora la psicología

§          Resultado de una encuesta sobre el estado de ánimo de los egresados de escuelas de Gomel en el año 1923

 

En el primero de ellos inicia un análisis crítico de la psicología de su época mostrando la inutilidad de las posiciones naturalistas y las mentalistas en psicología pues no explicaban científicamente los procesos psicológicos superiores. Los naturalistas, utilizando los métodos de las ciencias naturales y justificándose en principios filosóficos y limitaciones de la tecnología disponible para la investigación, se limitaban al estudio de los procesos más simples, como las sensaciones, los aprendizajes asociativos elementales o las conductas observables. Si consideraban procesos más complejos, los descomponían. Los mentalistas argumentaban que era imposible explicar los procesos complejos y sólo quedaba un abordaje descriptivo y especulativo. Ninguna de las escuelas psicológicas proporcionaba una base sólida para el establecimiento de una teoría unificada de los procesos psicológicos humanos. También se refirió a la relación existente entre los reflejos condicionados y la conciencia. Su tesis era que la psicología científica no podía ignorar los hechos de la conciencia. Para explicar el espíritu era necesario ir más allá de los límites del organismo. La psicología debía evitar, como lo afirmaba también la psicología de la Gestalt, descomponer las funciones complejas en los elementos simples que no conservan las propiedades del todo. La tarea que se proponía Vigotsky era realizar una síntesis de los enfoques enfrentados sobre una base teórica totalmente nueva. Causó gran impacto en el Instituto de Psicología, comenzando en este momento su trabajo de investigación y teoría. Formaron con Luria y Leontiev el grupo la “troika”.

 

El programa de la Psicología Histórico-cultural de Lev Vigotsky

 

Vigotsky vio en los métodos y principios del materialismo dialéctico la clave para la solución de los problemas que afectaban a la psicología. La idea era estudiar los fenómenos como procesos en constante movimiento y cambio. De este modo, la tarea del científico era la de reconstruir ese proceso, dando cuenta de su origen, el desarrollo de la conducta y de la conciencia. Se apoyó en esta línea de razonamiento para explicar la transformación de los procesos psicológicos elementales en superiores. Los miembros de la “troika” se propusieron elaborar una vinculación entre la psicología científica y la filosofía marxista. Era necesario desarrollar categorías generales pero de carácter estrictamente psicológico para establecer esa relación entre la psicología y el marxismo. A ese conjunto de principios Vigotsky llamaba una “psicología general”. Los conceptos de la psicología general no sólo debían superar la crisis de la psicología de la década del 20, sino que eran una exigencia previa para la construcción de una psicología marxista. El nuevo enfoque se basa en 4 premisas:

 

§          la idea según la cual la clave esencial para la comprensión de los procesos psicológicos superiores son los instrumentos y los signos empleados en la acción mediada

§          la idea según la cual las funciones psicológicas superiores del ser humano tienen su origen en la vida social

§          la concepción histórica del desarrollo

§          la confianza en el análisis genético

 

La tesis central sobre la que se fundó la escuela Histórico-cultural es que: “Los procesos psicológicos emergen de la actividad práctica culturalmente mediada, desarrollada históricamente”.

 

1- Mediación Cultural

 

La premisa inicial de la escuela histórica-cultural es que los procesos psicológicos, como la memoria voluntaria, la adquisición de conceptos, el pensamiento y el lenguaje de los seres humanos emergieron simultáneamente con una nueva forma de comportamiento en que los objetos materiales son modificados por los humanos como medio de regular su interacción con el mundo físico y con el mundo humano. A estos objetos materiales mediadores se los llama instrumentos. La herramienta es, un objeto social al que se han incorporado y fijado unas operaciones de trabajo elaboradas históricamente. Para Vigotsky utilizar un nudo en un pañuelo, por ejemplo, para recordar, genera cambios en la estructura psicológica de los hombres que van más allá de las disposiciones biológicas heredadas. El hombre realiza una nueva conexión, que no está en la naturaleza, entre la actividad de recordar y el objeto. La posibilidad de incorporar estímulos artificiales, autogenerados, es decir, a los que el propio hombre le asigna el valor de signo es propia de nuestra especie y representa una forma de conducta totalmente nueva: la conducta mediada. Para Vigotsky el signo “actúa como un instrumento de actividad psicológica, al igual que una herramienta lo hace en el trabajo”. En este sentido, lo que quiere es comprender el papel conductual del signo y al establecer la analogía encuentra que ésta se basa en que ambos, signo y herramienta, tienen en común la función mediadora que las caracteriza.

 

Señala la diferencia entre signo y herramienta sobre la base de los distintos modos en que orientan la conducta humana. La función de la herramienta sirve a los fines del objetivo de la conducta que busca cambios en los objetos del mundo, en la propia naturaleza, y en ese sentido se encuentra externamente orientada. En cambio, el signo se encuentra internamente orientado y como medio “aspiran a dominarse a sí mismo”, es decir que en el proceso de adquisición de los signos, el niño tiende al control de su conducta de manera autónoma, consciente y voluntaria. Los signos son nuevos nexos que se construyen en el curso de la interacción humana, en el proceso de la vida social. En este sentido, los signos son convenciones sociales, creadas en el desarrollo histórico de la evolución cultural, y cada nuevo niño recrea en su relación con otros humanos el proceso de co-construcción de los instrumentos semióticos. Esta nueva relación se conserva, no por evolución biológica, sino a través del desarrollo histórico, porque de generación en generación se transmite el legado cultural a los niños.

 

De este modo, Vigotsky establece la diferencia entre los procesos elementales, regulados externamente por la presencia de estímulos en el mundo exterior que propician conductas reactivas; y los procesos superiores que suponen un vínculo intermedio entre el estímulo y la reacción. Vigotsky lo expresa de la siguiente manera: “La característica central de las funciones elementales es que están directamente y totalmente determinadas por los estímulos procedentes del entorno. En lo que respecta a las funciones superiores, el rasgo principal es la estimulación autogenerada, es decir la creación y uso de estímulos artificiales que se convierten en las causas inmediatas de la conducta”. La regulación de la conducta no se realiza a partir del mundo exterior, sino que se inscribe en un marco de interacción humano desde el comienzo de la vida de los hombres. Los comportamientos elementales se constituyen sobre la base de reacciones directas a los estímulos del medio expresados en la fórmula simple: S – R, los comportamientos complejos que utilizan signos introducen una operación de mediación semiótica que inhibe la tendencia a reaccionar al mismo tiempo que incorpora un producto nuevo que favorece la realización de la operación de modo indirecto. Esto significa que el comportamiento mediado no es una respuesta o una reacción, pasiva y automática, sino que es una conducta activa que transforma al medio al mismo tiempo que transforma al propio sujeto por los nuevos nexos funcionales que se construyen. El desarrollo cognitivo humano sólo puede entenderse como una síntesis entre 2 dimensiones diferentes, por una parte el proceso de evolución biológica y por otra parte el proceso de desarrollo histórico de la evolución cultural.

 

2- Orígenes sociales de las funciones psicológicas superiores

 

Vigotsky sostiene que toda actividad mediada, es decir toda función psicológica superior, tiene su origen en las interacciones con otros humanos. Esta visión de los orígenes sociales focaliza la atención en el papel que cumplen los adultos en la interacción con los niños durante la crianza, las acciones específicas que realizan y las formas especiales de interacción que establecen, a través de las cuales van permitiendo construir, primero, en el plano intersubjetivo, las funciones psicológicas siendo asistidos por ellos, hasta que puedan paulatinamente dominarlas de manera autónoma, voluntaria y consciente, en el plano intrasubjetivo. Vigotsky lo expresó en lo que él llamó “la ley de la doble formación de las funciones superiores”. El proceso de interiorización que permite la reconstrucción de una actividad psicológica externa por medio de operaciones con signos, siempre se realiza en contextos interactivos con otros humanos y es para Vigotsky el salto cualitativo entre la organización del comportamiento animal y las formas de actividad culturalmente mediadas del hombre.

 

3- Concepción histórica del desarrollo

 

Vigotsky explicaba el comportamiento humano a partir de la síntesis de las fuerzas biológicas y culturales, es decir del desarrollo como especie animal y del desarrollo como miembro de una sociedad y una cultura, que en su encabalgamiento producen formas nuevas superando las organizaciones del comportamiento animal. Los procesos biológicos y los procesos culturales tienen en principio una diferencia fundamental. Los primeros producen modificaciones en la estructura biológica a través de la evolución filogenética, mientras que los segundos no implican transformaciones de ese tipo sino que el desarrollo cultural es explicado por la creación de nuevas formas de comportamiento, de carácter mediado, a partir de la utilización de recursos culturales que amplifican y potencializan las limitaciones biológicas de nuestra especie. La introducción activa de nuevos medios artificiales en el comportamiento humano a través de los signos permite explicar el desarrollo humano. Se han producido a lo largo de la historia de la humanidad y se transmiten y recrean a través de las generaciones. Vigotsky pensaba que los nuevos nexos producidos en la interacción, culturalmente mediados e históricamente determinados debían tener un correlato a nivel cerebral que consistiera en sistemas flexibles que interrelacionarían centros específicos del cerebro, que implican nuevas reorganizaciones dinámicas de las relaciones ya establecidas en el sistema nervioso.

 

4- El análisis genético

 

Los proyectos de investigación de Vigotsky estaban centrados en 2 grandes grupos: la génesis y desarrollo de las funciones superiores en el niño, y la influencia de las variables transculturales en la naturaleza de los procesos cognitivos. La idea directriz que inspiraba al 1º grupo era querer explicar los procesos de construcción de las funciones mentales y no describir su estado final. El principio que sostenía el 2º grupo de investigaciones consideraba que si las funciones superiores tienen un origen social y cultural, entonces las particularidades sociales y culturales ofrecerán variabilidades en los procesos de construcción de las funciones mentales. El momento que vivía la Unión Soviética era particularmente apto para este tipo de programas de investigación. Una de las ideas más firmes de Vigotsky era que la investigación psicológica no debería desconectarse de las “actividades prácticas” ligadas al mundo real, evitando la elaboración de modelos sofisticados de laboratorio que no reflejen los contextos cotidianos en que las funciones psicológicas se desarrollan “validez ecológica”. Era importante remitirse a los ambientes reales, allí donde las personas actúan era el lugar donde debían realizarse las observaciones. Esta idea estaba en relación con la imposibilidad de plantearse una investigación dejando fuera de la misma las variables socioculturales. La crítica a los modelos E – R y sus métodos lleva a la construcción de una nueva metodología coherente con el enfoque socio-cultural de las funciones superiores, que definió como “método genético-experimental”. Vigotsky caracterizó al método por 3 rasgos básicos:

 

§          Implica el análisis de procesos y no de productos terminados. Considera que el enfoque evolutivo es un aspecto relevante en la comprensión de la génesis de las funciones superiores.

§          Se dirige a realizar un análisis explicativo (genotípico) de la conducta y no meramente a la descripción de los rasgos externos (fenotipo) de la misma. El objetivo fundamental de la investigación debe dirigirse al descubrimiento de las raíces genotípicas comunes a la diversidad de expresiones fenotípicas.

§          Se quiere estudiar el proceso mismo de la formación de conductas en lugar de conformarse con los productos ya cristalizados (fosilizados). Este método consistía en plantear a los sujetos tareas que estaban más allá de sus capacidades de solución inmediata y se les ofrecían medios que podían tomar el valor de signos, capaces de favorecer la realización de las tareas propuestas: método de la doble estimulación. Visto de este modo, el investigador era considerado como un representante de la cultura y del grupo social que en su interacción proporcionan al niño los instrumentos culturales con los que logra regular y controlar las funciones psicológicas superiores.

 

El destino de la obra más allá de Vigotsky

 

Siguiendo a Kozulin podemos considerar 3 planos distintos en la teoría de Vigotsky. El 1º corresponde a la comprensión de la teoría por sus contemporáneos de la década del 20 y 30. La tarea de ellos era crear una nueva psicología acorde a la época que les tocaba vivir, impregnada de deseos de fundar una nueva sociedad. La tesis de que las funciones psicológicas se desarrollan desde el plano intersubjetivo hacia el plano intrasubjetivo adoptaba, en ese contexto, un sentido ligeramente ideológico al significar el cambio de conducta de la gente como posibilitado por las nuevas formas socialistas de actividad.

 

El otro plano de la teoría de Vigotsky, es el descubrimiento de la obra por los psicólogos de occidente. Sus ideas aparecen en 1962, en una época de la historia psicológica en que el enfoque de Piaget estaba en auge al mismo tiempo que en EEUU emergía firmemente la Psicología Cognitiva. En este contexto, la teoría de Vigotsky fue considerada, primero un factor correlativo de la teoría universalista de los estadios del desarrollo de la inteligencia de Piaget; y segundo, como una innovadora forma de reconciliar los enfoques conductuales y cognitivos sobre la base de la noción de actividad mediada, socialmente determinada.

 

El 3º plano de la teoría, se refiere a la proyección de la obra hacia el futuro de la psicología y en este sentido apenas comienza a delinearse. Lo que en los años 20 era una mera tesis sobre la importancia de la mediación social, y en los años 60 significó un factor correctivo necesario para una psicología occidental francamente individualista, se comprende, ahora, como una exploración profunda de los mecanismos fundamentales del desarrollo psicológico. En la actualidad, las influencias del trabajo de Vigotsky pueden situarse en el terreno de la psicología, especialmente en la psicología del desarrollo. En las áreas aplicadas podemos identificar la influencia de Vigotsky, de manera clara, en la educación, la educación especial y la evaluación. Su visión de que el buen aprendizaje, aquel que se origina a partir de la educación asistida por el adulto o compañero más capaz, puede llevar al desarrollo, es especialmente influyente por el hecho de que les da a los maestros una guía para diseñar medios ambientales para promover el desarrollo psicológico. Una segunda área de influencia ha sido la neuropsicología, mediante los trabajos de Luria, que conduce a maneras prácticas para organizar la re mediación de las funciones cerebrales dañadas.

 

TEXTO I: “El desarrollo de los Procesos Psicológicos Superiores” Lev Vigotsky. Capítulo V: “Problemas de método”

 

La verdadera esencia de la experimentación es la de evocar el fenómeno en estudio de modo artificial e investigar las variaciones de las respuestas que se dan al mismo tiempo que los cambios en el estímulo. A simple vista, puede parecer que las distintas escuelas de psicología no estarían de acuerdo con esta metodología. La psicología objetiva de Watson, Bejterev y otros surgió como oposición a las teorías subjetivas de Wundt. El hecho de basarse en un esquema E – R es un rasgo típico de estas escuelas de psicología, cuyas teorías, al igual que sus experimentos, se apoyan en interpretaciones de la conducta según el estímulo-respuesta. La adopción del esquema E- R por parte de la psicología instrospectiva, en la década de 1880, supuso un avance revolucionario para la psicología, ya que la acercó mucho más al método y espíritu de las ciencias naturales. Sin embargo, helecho de sostener que tanto la psicología introspectiva como la objetiva comparten un esquema metodológico común no implica, en absoluto, que no haya diferencias importantes entre ambas. Los procesos psicológicos han sido, durante mucho tiempo, comprendidos dentro de un contexto reactivo.

 

El método experimental trataba de los fenómenos  psicológicos más simples, fenómenos que podían ser interpretados de modo plausible como directamente unidos a los agentes externos. Era adecuada para el estudio de los procesos elementales de un carácter psicofisiológico. Las funciones psicológicas superiores no permitían ser estudiadas de esta manera, quedando pues totalmente cerradas a la psicología experimental. Utilizando los métodos corrientes, tan sólo podemos determinar la variación cuantitativa en la complejidad de estímulos y en las respuestas de los distintos animales y seres humanos en diferentes estadios de desarrollo. La conducta del hombre difiere cualitativamente de la del animal, al igual que la adaptabilidad y desarrollo histórico de los seres humanos se diferencia de la adaptabilidad y desarrollo de los animales. La evolución psicológica del individuo es parte integrante del desarrollo histórico general de nuestra especie, y así debe ser entendida. Si aceptamos esta posición, significa que debemos hallar una nueva metodología para la experimentación psicológica.

 

En el análisis histórico, el naturalismo, de acuerdo con la noción de Engels, se manifiesta en la suposición de que únicamente la naturaleza es susceptible de afectar a los seres humanos y que tan sólo las condiciones naturales determinan el desarrollo histórico. Al mismo tiempo que admite la influencia de la naturaleza sobre el hombre, la aproximación dialéctica postula que el hombre, a su vez, modifica la naturaleza y crea, mediante los cambios que provoca en ella, nuevas condiciones naturales para su existencia. Esta posición es la clave de nuestra aproximación al estudio e interpretación de las funciones psicológicas superiores del hombre y sirve de base para los nuevos métodos de experimentación y análisis por los que abogamos. La base de nuestra aproximación al análisis de las funciones psicológicas superiores está formada por 3 principios. Análisis del proceso, no del objeto. Tal como declaró Koffka, el análisis psicológico ha tratado casi siempre a los procesos que analiza como si fueran objetos fijos y estables. La tarea del análisis consistía en dividir estas formas en sus componentes. Por consiguiente, la psicología evolutiva, proporciona una nueva aproximación al análisis. Todo proceso psicológico, tanto si se trata del desarrollo del pensamiento como de la conducta voluntaria es un proceso que sufre cambios ante nuestros propios ojos. Nuestro método podría denominarse experimental–evolutivo en el sentido de que crea o provoca artificialmente en un proceso de desarrollo psicológico. Dicha aproximación es igualmente apropiada para el objetivo básico del análisis dinámico. Si reemplazamos el análisis del objeto por el análisis del proceso, resulta que la tarea básica de la investigación se convierte en una reconstrucción a cada estadio en el desarrollo del proceso.

 

Explicación vs. Descripción

 

En psicología asociacionista e introspectiva, el análisis es esencialmente una descripción y no una explicación. Lewin compara el análisis fenomenológico basado en rasgos externos (fenotipo), con lo que el llama análisis genotípico, en el que un fenómeno se explica en base a su origen más que a su apariencia externa. Podemos aplicar esta distinción en psicología. Al hablar de estudio evolutivo de un problema, me refiero concretamente al descubrimiento de su génesis, de su base causal dinámica. Por análisis fenotípico entiendo aquel análisis que comienza directamente con los rasgos y manifestaciones corrientes de un objeto. La aproximación fenotípica categoriza los procesos de acuerdo con sus similitudes externas. En realidad, la psicología nos muestra, a cada paso, que aunque 2 tipos de actividad puedan tener la misma manifestación externa, en origen o esencia, su naturaleza puede diferir profundamente. En tales casos, son necesarios recursos especiales del análisis científico para poner al descubierto las diferencias internas que se hallan ocultas tras las semejanzas externas. La tarea primordial del análisis es la de revelar dichas relaciones. En este sentido, el análisis científico real difiere radicalmente del análisis introspectivo y subjetivo, que debido a su naturaleza, no puede aspirar a ir más allá de la pura descripción. De este modo, el análisis psicológico, en el sentido que nosotros le damos, rechaza las descripciones nominales y trata de determinar las relaciones dinámico-causales. Sin embargo, tal explicación sería también imposible si ignoráramos las manifestaciones externas de las cosas. El análisis objetivo incluye, necesariamente, una explicación científica, tanto de las manifestaciones externas como del proceso en estudio. No se halla limitado a una perspectiva evolutiva, ni repudia la explicación de las idiosincrasias fenotípicas corrientes, sino que las subordina al descubrimiento de su origen real.

 

El problema de la “conducta fosilizada”

 

En psicología, hallamos a menudo procesos que ya han desaparecido, es decir, procesos que han recorrido un largo estadio de desarrollo histórico y han terminado por fosilizarse. Estas formas fosilizadas de conducta se encuentran más fácilmente en los procesos psicológicos llamados automáticos o mecanizados, que, a causa de su antiguo origen, se repiten ahora millones de veces quedando totalmente mecanizados. Han perdido su apariencia original, de modo que su aspecto externo no nos dice absolutamente nada acerca de su naturaleza interna. Los procesos que, tradicionalmente, hemos denominado como atención voluntaria e involuntaria, proporcionan un ejemplo elemental que demuestra cómo ciertos procesos esencialmente distintos adquieren una similitud externa como resultado de su automatización. Evolutivamente hablando, estos 2 procesos difieren profundamente. La atención voluntaria, una vez establecida, funciona exactamente igual que la atención involuntaria. En términos de Titchener, la atención secundaria cambia constantemente en atención primaria. El estadio último y superior en el desarrollo de todo proceso puede mostrar una semejanza puramente fenotípica con los primeros estadios. Así pues, si partimos de una aproximación fenotípica, resulta imposible distinguir entre las formas superiores e inferiores de dicho proceso. El único modo de estudiar este tercer y último estadio del desarrollo de la atención es comprender su origen.

 

El investigador se ve a menudo forzado a alterar el carácter automático, mecanizado y fosilizado de las formas superiores de conducta y devolverlas a su fuente original a través del experimento. Este es el objetivo del análisis dinámico. Las funciones rudimentarias e inactivas no permanecen como restos de la evolución biológica, sino como reminiscencias del desarrollo histórico de la conducta. En consecuencia, el estudio de las funciones rudimentarias debe ser el punto de partida para desplegar una perspectiva histórica en los experimentos psicológicos. En este caso, el presente y el pasado se hallan fundidos. La forma fosilizada, es el extremo del hilo que une el presente al pasado, los estadios superiores de desarrollo a los primarios. Estudiar algo desde el punto de vista histórico significa estudiarlo en su proceso de cambio; esta es la exigencia básica del método dialéctico. En investigación, el hecho de abarcar el proceso de desarrollo de una determinada cosa en todas sus fases y cambios (desde el principio hasta el fin) significa fundamentalmente descubrir su naturaleza, su esencia, ya que “únicamente a través del movimiento puede un cuerpo mostrar lo que realmente es”. Así pues, el estudio histórico de la conducta no es un aspecto auxiliar del estudio teórico, sino que más bien constituye su verdadera base. El objetivo del análisis psicológico y sus factores esenciales son los siguientes:

 

1-      El análisis del proceso en oposición al análisis del objeto

2-      El análisis que revela relaciones causales, reales o dinámicas en oposición a la enumeración de los rasgos externos de un proceso, es decir, el análisis debe ser explicativo, no descriptivo

3-      El análisis evolutivo que regresa a la fuente original y reconstruye todos los puntos del desarrollo de una determinada estructura. El resultado del desarrollo no será ni una estructura puramente psicológica, tal como considera la psicología descriptiva que ha de ser el resultado, ni una simple suma de procesos elementales, tal como preveía la psicología asociacionista, sino una forma cualitativamente nueva que aparece en el proceso de desarrollo.

 

Características del nuevo método

 

El curso del desarrollo del niño esta caracterizado por una alteración radical en la estructura íntima de la conducta; en cada nuevo estadio, el niño no sólo cambia su respuesta, sino que efectúa dicha respuesta de un modo nuevo, manejando nuevos “instrumentos” de conducta y sustituyendo una función psicológica por otra. Las operaciones psicológicas que, en los primeros estadios, se realizaban a través de formas directas de adaptación, se llevan a cabo ahora por medio indirectos. La complejidad creciente del comportamiento del niño se refleja en los medios tan distintos que utilizan para completar nuevas tareas y en la correspondiente reconstrucción de sus procesos psicológicos. El pensamiento científico considera la revolución y la evolución como 2 formas de desarrollo mutuamente relacionadas, de las que una presupone la otra. Un mecanismo esencial de los procesos reconstructivos que tienen lugar en el curso del desarrollo del niño es la creación y uso de un determinado número de estímulos artificiales. Estos últimos desempeñan un papel auxiliar que permite a los seres humanos dominar su propia conducta, primero por medios externos y más tarde mediante operaciones internas mucho más complejas.

 

El área específica a la que aplicamos esta aproximación no es importante. No solo estudiamos el resultado final de la operación, sino también su estructura psicológica específica. En estos casos mencionados, la estructura psicológica del desarrollo aparece con mayor riqueza y variedad que en el método clásico del experimento del simple E – R. Aunque la metodología del E – R facilite la determinación de las respuestas de los sujetos, se revela inútil a la hora de descubrir los medios y métodos que utilizan los individuos para organizar la propia conducta. Nuestra aproximación al estudio de dichos procesos es la utilización de lo que denominamos el método funcional de doble estimulación. La tarea a la que se enfrenta el niño en el contexto experimental está, por regla general, más allá de sus posibilidades reales y no puede resolverla con las capacidades que ya posee. En estos casos, se coloca cerca del niño un objeto neutro. De este modo, podemos estudiar el proceso de realización de una tarea mediante la ayuda de medios auxiliares específicos; al mismo tiempo podemos descubrir la estructura interna y desarrollo de los procesos psicológicos superiores. El método de los procesos básicos en la conducta de las personas, cualquiera que sea su edad. Consideramos que nuestro método es importante porque ayuda a objetivar los procesos psicológicos internos; los métodos de E – R son objetivos; sin embargo, están limitados al estudio de las respuestas externas que suelen estar presentes en el repertorio del sujeto. Únicamente la objetivación del proceso interno garantiza el acceso a formas específicas de conducta superior.

 

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UNIDAD IV  “LOS PROCESOS INCONSCIENTES”

 

Parte I: Psicología de lo inconsciente: orígenes y conceptos básicos

 

El status de lo inconsciente

 

Desde muy antiguo, filósofos, sacerdotes, teólogos, médicos, pensadores y estudiosos de todas las culturas quisieron conocer acerca de la naturaleza humana. En las culturas antiguas, los fenómenos que hoy clasificamos como conscientes e inconscientes merecieron tratamientos idénticos. Tan atendible era una imagen percibida como una imagen soñada. Tan valioso era conocer por intuición como conocer por razonamiento. Es en los siglos siguientes, y en nuestra civilización de occidente, donde se empezó a asignar tan poderosa importancia a la razón, a la conciencia y por ende a la voluntad.

 

El racionalismo

 

Paulatinamente en occidente fue creciendo la valoración por la razón como forma más acabada del conocer. El renacimiento afianzó más aún esta tendencia de la cultura occidental, de la que es heredero el positivismo lógico de principios del siglo 20. La Psicología, ciencia relativamente reciente, se consolida como tal precisamente en el marco de estos principios racionalistas. Supone que en lo psíquico humano lo esencial es la capacidad de comprensión intelectual de los hechos y la capacidad de gobernar las propias acciones. Es decir, la conciencia y la voluntad. El hombre, que alguna vez se había definido como el rey de la creación, pasó a pensarse como la cúspide racional de la evolución. El desarrollo de las ciencias permitió conocer acerca del universo, de los seres y de las cosas. El enorme desarrollo tecnológico, la industrialización resultante llevó a una mayor concentración poblacional, y a una muy importante concentración económica. Se supuso la época del mayor desarrollo humano pero también fue la de su mayor ignominia. El creciente aumento de las penurias personales y de los problemas sociales fue haciendo evidente la incapacidad de la psicología académica para hallarles solución, lo que impulsó la búsqueda de otras explicaciones posibles. Por ejemplo, el papel que pudiera jugar el psiquismo inconsciente en la determinación de la conducta humana, idea en fuerte oposición a la psicología hegemónica de ese entonces. Así es la transición del siglo XIX al XX.

 

Presencia de lo Inconsciente

 

Sigmund Freud mostró como allí en el hablar y en el vivir cotidianos podía verse la existencia de los 2 niveles de la actividad psíquica a los que nos venimos refiriendo, e incluso la fuerte prevalencia que lo inconsciente tiene en las conductas que analiza. La mayor parte de la actividad psíquica humana es inconsciente. Luego, además de esta actividad inconsciente, el hombre adquiere capacidad de reflexión, de objetivarse, es decir, de tener conciencia de sí. Esta actividad consciente aparece tardíamente en el desarrollo de la especie y del individuo, y abarca una pequeña parte de nuestra actividad psíquica cotidiana.

 

Modos de entender lo inconsciente

 

Hay 2 sentidos. En 1º instancia, inconsciente y consciente equivalen a decir desconocido y conocido. La cualidad de la representación psíquica. Además de este modo cualitativo se postula la existencia de un inconsciente sustantivo, es decir, un espacio psíquico inconsciente construido a partir de sucesivos procesos de represión. De experiencias que fueron fugazmente conscientes, produjeron dolor y fueron reconvertidas en inconscientes.

 

2 hipótesis básicas del psicoanálisis

 

En el psicoanálisis freudiano hallamos hipótesis fuertes e hipótesis secundarias. La existencia simultánea de actividad psíquica consciente e inconsciente, así como la noción de la existencia de un espacio psíquico inconsciente producto de la represión, forma parte de la hipótesis central de la teoría, unánimemente aceptada por las diversas corrientes psicoanalíticas. La hipótesis acerca de la sexualidad como elemento motor de la actividad psíquica constituye su hipótesis secundaria.

 

Lo inconsciente

 

En tiempos recientes lo inconsciente, presente como dijimos en cada momento de nuestra existencia, fue ocultándose al intelecto de quienes quisieron entender los fenómenos psíquicos. De todos modos se hallaba presente de modo evidentemente llamativo en algunas experiencias cotidianas. Por ejemplo, en la cultura europea del siglo XIX, fueron frecuentes los espectáculos de hipnosis colectiva. No fue fácil instalar esta idea en la psicología de la época. Luego, dado el énfasis en la primacía de los aspectos conscientes del psiquismo, a este espacio subyacente se lo denominó subconsciente, o sea aquello que está por debajo de la conciencia, y así se lo conoció largamente, no sólo en la medicina psiquiátrica sino en el campo de la literatura, del cine y aún perdura y en las concepciones populares.

 

Los “estilos histéricos”

 

Su modo de expresión patológica más frecuente fue por consiguiente la histeria, patología de la exaltación, de la disociación, del habitar espacios psíquicos separados. Sobre estas bases se va instalando la paulatina convicción acerca de la existencia de fenómenos psíquicos inconscientes y su probable relación en el origen, la etiología, de las afecciones psíquicas. Pero cupo a Freud y a sus co-pensadores el mérito de haber sabido sintetizar el pensamiento psicológico de la época y avanzar hacia la construcción de un cuerpo teórico específicamente volcado a desentrañar el papel de lo inconsciente en la construcción del sujeto humano, así como comprender sus complejas motivaciones.

 

La sexualidad

 

El desarrollo industrial en la Europa de la última mitad del siglo XIX y principios del XX. También de su efecto inmediato que es la acumulación de capitales y la concomitante producción masiva de bienes de consumo. Súbitamente la mano de obra industrial resulta escasa, y en el afán de aumentarla y a la vez de abaratarla se motiva a la población femenina a ingresar como operarias en las fábricas. Los estilos de convivencia y los sistemas de valores se modifican intensamente. Se establece una nueva relación entre lo público y lo privado y entre lo femenino y lo masculino. Estas transformaciones se dan no sólo en el terreno laboral, sino en todos los otros ámbitos de la cultura. Semejante modificación en el status social femenino necesariamente acarrea derivados en otros campos. El mito de la inferioridad somática e intelectual de la mujer tiende a sucumbir. Ideas y experiencias que hasta entonces eran privativas del confesionario, de la conversación privada o del consultorio médico, pasan a poder leerse en textos que llevan a la faz pública los aspectos sexuales del comportamiento humano. Para poder tener una idea de la importancia que el tema de la sexualidad revestía en la Europa de principios de siglo, basta recordar los grandes movimientos: al derecho a un más libre ejercicio de la sexualidad, el derecho al amor libre.

 

Sexualidad y patología psíquica

 

En la mente de quienes se preocuparon por la génesis del sufrimiento psíquico, hubo una fuerte tendencia a concederle a las experiencias sexuales un papel central en la producción de estos trastornos. No está de más recordar que esta asociación proviene de antiguo. La relación entre sexualidad y muerte se halla inscripta incluso en antiguas prácticas religiosas. Y la relación entre sexualidad y estados de éxtasis místico, prácticas religiosas, creación artística y estados de enajenación o de locura fue tema de los tiempos antiguos, de la Edad Media, y de las opiniones médicas de todos los tiempos. Freud cuando buscó la explicación del origen de las patologías mentales en algún acontecimiento traumático de la infancia, supuso en un principio que ese acontecimiento necesariamente habría sido de naturaleza sexual. Luego, abandonada esta suposición, y modificado el concepto de sexualidad ya no como actividad sólo genital, sino como fuerza que sostiene el vivir, quedó inscripta en la teoría esta impronta de la cultura en que tuvo su origen. Este postulado, sostenido con convicción por el creador del psicoanálisis, no fue unánimemente aceptado por quienes constituían su grupo de trabajo y dio origen, como veremos, al alejamiento de Breuer y luego a las primeras escisiones, las de Adler y Jung.

 

Hacia un modelo de la actividad psíquica

 

Sobre la base de las experiencias hipnóticas se afianzó la idea de la existencia de representaciones inconscientes en el psiquismo, producto de prohibiciones expresamente vertidas como en la hipnosis, o de mecanismos de represión, como forma de retirar de la conciencia experiencias dolorosas, pero que siguen siendo eficaces, o sea actuantes en el comportamiento cotidiano. Al afirmar que las representaciones inconscientes son eficaces, queremos decir que actúan sin que sepamos de ellas, y a despecho de nuestras propias opiniones conscientes. Freud fue construyendo su teoría psicológica acerca del comportamiento general de las personas sobre la base de su actividad clínica con personas con afecciones psicopatológicas, de modo que su preocupación por el tema de lo inconsciente reprimido se originó primero en el propósito terapéutico de liberar a sus pacientes de dolencias cuyo origen parecía no tener explicación.

 

Hemos visto que la idea de la sexualidad estaba muy presente en la cultura y en los escritos científicos de la época. Es natural entonces que se haya supuesto como etiología, como causa, del sufrimiento neurótico algún tipo de experiencia traumática de naturaleza sexual en la infancia. La tradición psicológica racionalista, que se hallaba muy presente en su pensamiento, le dio la convicción de que si estos acontecimientos pudiesen sortear la represión y pasar al domino de la conciencia y ser aceptados por ella, éste sería el modo como la persona podría liberarse de sus síntomas. De manera que los primeros tratamientos se centraron en procurar suficiente distención y confianza como para que el doliente pudiera internarse en la recordación de aquellos sucesos traumáticos iniciales. Esto fue ineficaz, entonces reflexiona y entiende que lo que podría liberar al doliente de sus síntomas no es la mera recordación, sino que ese recuerda pueda darse con el dolor o el terror con que el hecho recordado se habría producido. Llamó a esto abreacción, o sea reacción exaltada, y al proceso de descarga emocional, siguiendo la tradición griega, catarsis, o sea descarga, limpieza, purificación. Freud incluye la noción de que el mero recordar ideativo carece de eficacia, o sea la importancia de la participación emocional para el proceso de curación. De todas maneras, los escasos logros lo llevan nuevamente a preguntarse acerca de la certeza de su suposición, y formula una idea pionera: la de que quizá los hechos recordados no sean en sí los hechos traumáticos responsables de la dolencia, sino recuerdos que están al servicio de encubrirlos, para evitar su emergencia dolorosa. Los llamó recuerdos encubridores, los que habría que sortear para poder llegar a la verdadera situación traumática.

 

Tiempo después conjetura la posibilidad de suponer una situación traumática no accidental y singular, sino común a toda la especie: el trauma del nacimiento. Con esta suposición Freud se aventura en resignar la hipótesis de situaciones traumáticas sexuales como origen de las patologías nerviosas, a la vez que se adelanta en décadas a las teorías acerca del nacimiento prematuro del ser humano, su indefensión originaria y la consiguiente fetalización de la especie. Ahora bien, iniciado el camino de resignar la suposición de una situación traumática sexual en el origen de las neurosis, comienza a perfilarse la idea de que así como todo en la naturaleza se nutre de la contradicción también la conducta humana, tanto la patológica como la normal, ha de ser producto del conflicto entre sistemas psíquicos contrapuestos. En este caso el sistema de conciencia, regido por el principio de la realidad, y el sistema de lo inconsciente, regido por el Principio de placer. Este conflicto estructural, común a todo humano, en algunas personas y en algunas circunstancias puede ser entonces causante del enfermar. ¿Dónde se da esta lucha? Al interior de la persona: aparato psíquico. Esa doble y contradictoria legalidad que mencionamos es registrada por el sujeto humano como conflicto. El psiquismo se halla en equilibrio lábil, inestable, capaz de continua modificación. Esta modificación en busca de un nuevo equilibrio constituye lo que luego otros psicoanalistas llamaron la Dinámica de la conducta, que es constante. Es el vivir.

 

El Principio de realidad. Es el aprendizaje y la sujeción a las nociones de espacio y de tiempo, y luego a la noción del otro como un alguien diferenciado. En todo lo viviente existe una relación, constante e inestable, entre su medio interno y el medio externo en que se encuentra. El Principio de placer. En el nivel psíquico, lo inconsciente también busca una inmediata satisfacción ante cualquier necesidad. En las fantasías, las ensoñaciones o los sueños no es necesario esperar a que llegue el tiempo y el espacio adecuados para cada comportamiento. La fantasía de su realización se da de manera inmediata. El sistema de lo inconsciente es anterior, por lo que se rige según los primeros estilos psíquicos. Aquellos que suponen que si cierro los ojos el mundo desaparece. Por ser primeros, a estos modos de actividad psíquica se los llama Procesos primarios. El sistema de la conciencia es posterior, cuando ya lo experencial nos enseña, acerca de las propiedades de las cosas: que ocupan un espacio y se dan en un tiempo. Como estos modos de actividad psíquica, dijimos, son posteriores en el desarrollo, se los llama Procesos secundarios. Digamos de paso que a las psicologías que explican el comportamiento por búsqueda de placer, o sea por distensión, se las llama Psicologías Hedónicas. Asimismo, las psicologías que explican el comportamiento por búsqueda de metas, se las llama Psicologías Hórmicas. El psicoanálisis participa de ambos modelos.

 

La noción de aparto psíquico

 

Como sucede en toda circunstancia, los procesos culturales se hallan profundamente implicados con los procesos económicos y sociopolíticos. Los aparatos, está claro, tanto los de la ingeniería industrial como los que los rememoran en el estudio de los organismos, son una estructura o sistema complejo, constituido por partes. Estas partes, a la vez, se hallan en interacción dinámica entre sí, o sea que son capaces de movimiento para producir algo, y necesitan, por supuesto, de una energía que las impulse. El aparato psíquico, podemos imaginar un aparato que sirva para pensar pensamientos, para sentir sentimientos, para decidir decisiones, y que funciona en 2 registros simultáneos que necesita regular, el de lo consciente y el de lo inconsciente, y cuya energía se acuerda en llamar líbido. Y al igual que los otros, éste es también un aparato virtual, pues si bien la actividad psíquica requiere del sistema nervioso, fibras, médula, cerebelo, cerebro, no se limita a él. Porque, como vimos, la función sobrepasa la actividad de los órganos comprometidos en ella. Es la totalidad de la persona la que produce la función. Incluso, participan de ella acontecimientos que están más allá de los límites corporales de la persona, por ejemplo en su ámbito psicosocial. No se trata de negar la necesaria relación entre los órganos del sistema nervioso y la actividad psíquica, sino de referirnos a un nivel de análisis de lo psicológico, que tiene su legalidad propia. El funcionamiento del psiquismo es consecuencia del conflicto entre sistemas opuestos, y la líbido es su fuerza generadora.

 

El pensamiento dialéctico

 

El modelo del aparato psíquico de Freud, Primera Tópica, presenta 2 sistemas contrapuestos: el de la conciencia y el de lo inconsciente. Pero para el sistema de la conciencia es necesario distinguir 2 subsistemas: el de la conciencia propiamente dicha y el del preconsciente, el reservorio de información capaz de pasar fácilmente a la conciencia. El mundo científico había sido impactado por las ideas de Hegel acerca de la dialéctica, como un interjuego permanente entre tesis y antítesis; fuerzas bipolares enfrentadas. Freud como muchos científicos de su época, adhiere al concepto de interjuego dialéctico, y entiende los procesos psíquicos como producto del interjuego de fuerzas contrarias, en este caso los sistemas consciente e inconsciente.

 

Acerca del conflicto edípico

 

Sabido es que las culturas antiguas procuraron fijar y transmitir conocimientos básicos para el mejor vivir a través de los recursos que les eran propios. La mitología griega, cuyos relatos ejemplarizadores señalan las consecuencias y los castigos a los que se exponen quienes trasgreden las normas que de ese modo se quieren inculcar. En Edipo Rey, se quiso exponer la circunstancia posible de un parricidio, posterior relación sexual entre hijo y madre, y sus terribles consecuencias. La adopción por parte de Freud, a quien la cultura griega fascinaba, del modelo de la tragedia Edipo Rey para ilustrar su concepción acerca del origen totémico de la cultura y la importancia del tabú del incesto como forma de preservarla, tuvo como consecuencia en su popularización la suposición de que efectivamente se trataría de la atracción sexual del hijo varón hacia su madre, con la consiguiente irrupción prohibidora del padre. Freud no aceptó en un principio la existencia de un conflicto edípico en la mujer. No es necesario suponer en sentido lato una apetencia sexual del hijo por la madre. Una visión evolutiva del desarrollo humano permite suponer un primer momento en que el recién nacido carece de recursos psíquicos para poder diferenciar qué es él y qué es no él. Es un período de fusión e indiscriminación con el mundo. Podemos adoptar el criterio de llamar al mundo “madre”,  por ser ella con quien el bebé tiene mayor interacción. Paulatinamente, el bebé comienza a discriminar aquello que es él de aquello que es la madre. Esta creciente capacidad de individuación es lo que permite el establecimiento de una primera relación de objeto, o sea una intensa relación de dos, bebé – mundo, o hijo – madre. Progresando en su desarrollo mental, el niño alberga mayor cantidad de representaciones respecto de quienes lo rodean y mayor complejidad de relaciones entre ellas. De modo que su campo psíquico está en condiciones de incorporar a “lo tercero”, lo “padre” del entorno.

 

Estando en condiciones de comprender algo de las limitaciones y prohibiciones que provienen de la realidad, la ampliación de su mundo interno (que permite la inclusión de la representación del padre) conlleva también la paulatina comprensión y ajuste a esas limitaciones de la realidad. Incorporar “la ley”. Es entonces el desarrollo del niño el que permite la incorporación del tercero-padre, y no el padre el que irrumpe prohibitivamente en la relación anterior del niño con su madre. En realidad el primer tercero que aparece para la mente del niño es el lenguaje. Son las palabras con que le habla la mamá (o sea “lo madre” del mundo) las que van trayendo a esa relación de dos la presencia de “lo tercero”, “lo padre”. Es entonces el desarrollo mental del niño, así como el sostén materno y paterno para su crecimiento, los factores que permiten la instalación de esta función “disyuntora” de lo “tercero”. El mito de Edipo nos estaría diciendo, entonces, que para ser es necesario descifrar los enigmas de la vida. Saber de sí, saber de lo “materno-nutricio” y saber de “lo paterno-legal”. Entonces se puede ser persona. Si no, no se es.

 

Parte II: La teoría psicoanalítica de Sigmund Freud

 

Las rupturas epistemológicas del pensamiento freudiano. Algunas consideraciones generales

 

El psicoanálisis produce una revolución en el campo de la ciencia originando un nuevo paradigma. Freud fue el fundador de una corriente de pensamiento que colaboró en poner en tela de juicio algunos de los supuestos básicos desde los que partía y descansaba el saber de la moderna cultura occidental. Fue así ignorado por los científicos en general o, en el mejor de los casos, duramente criticado. Sin embargo, apoyándose en la seguridad de sus investigaciones, poco a poco comenzó a ser escuchado aunque no siempre bien comprendido. En sus primeros trabajos utilizó los términos análisis y análisis hipnótico para dar cuenta de una nueva forma de abordaje de los fenómenos psicológicos. El término psicoanálisis es el único método que permite “hacer consciente lo inconsciente”. Freud señala que análisis significa descomposición, asociación. Los síntomas psíquicos son manifestaciones altamente compuestas para llegar así a los elementos de su composición: motivaciones, mociones pulsionales, pudiendo dar explicación a manifestaciones no patológicas como sueños, actos fallidos y tendencias sexuales cuyas causas permanecían ignoradas por el propio sujeto. La definición más abarcativa que da Freud es: “Psicoanálisis es el nombre de un método de investigación de los procesos mentales prácticamente inaccesibles de otro modo. Un método basado en la investigación para el tratamiento de trastornos neuróticos”.

 

Su insistencia en el tema de la investigación es porque su elaboración teórica se nutre y se contrasta permanentemente en la actividad clínica y no de la especulación como punto de origen. La teoría no es un añadido contingente, ya que es constitutiva del objeto mismo. El inconsciente como existente psíquico no es separable de los modelos tópico (diferenciación y circulación de energía) y dinámico (como un conflicto de fuerzas) que constituyen la teoría. Para el psicoanálisis la conciencia y la conducta constituyen el campo de lo aparencial e ideológico que deberá ser tratado por un pensamiento científico. Una de las características del Psicoanálisis es que mientras las ciencias trataban de lo universal, Freud va a partir de lo singular. La escucha del libre discurrir de sus pacientes (técnica de la asociación libre) lo lleva a una extensión de lo natural y lo social. Lo que claramente va a diferenciar a esta teoría de otras es el rescate de la particularidad del sujeto de estudio, donde las generalizaciones caen para dejar paso a la significación personal en relación con su historia y sus deseos.

 

El psicoanálisis no es una rama especializada de la medicina. Es una parte de la Psicología. Si bien sus trabajos se inician en el campo de la clínica, su teoría le permite trascender la misma extendiendo su aplicación a diversos fenómenos intersubjetivos y culturales. Aporta a la ciencia del lenguaje, pero no tan sólo a la expresión del pensamiento en palabras, sino también al lenguaje de los gestos y a la escritura, teniendo en cuenta que las interpretaciones del psicoanálisis son traducciones que permiten el pasaje de una forma expresiva extraña a nosotros, a otra familiar a nuestro pensamiento. Con respecto a la biología, no se nos muestra ya la sexualidad como una función encaminada sólo a la reproducción. El concepto de pulsión, a diferencia del de instinto, se impone como un concepto límite entre las concepciones biológica y psicológica. Es posible, entonces, aplicar la concepción psicoanalítica obtenida en el estudio de los sueños y las neurosis a los productos de las fantasías de los pueblos, tales como mitos y fábulas. Mientras que las fantasías impiden la aparición de la angustia, los mitos se construyen frente a hechos que la han producido; en tanto haya un vacío, el mito es una construcción que alivia. Con respecto a la pedagogía, les será más fácil reconciliarse con determinadas fases de la evolución infantil, y no correrán el peligro de exagerar la importancia de impulsos asociales del niño. Freud creía al psicoanálisis como un aporte más al conocimiento científico. Freud instaura una psicología subjetivista, abriendo un espacio en la ciencia para las diferencias. “En la vida anímica individual aparece integrado siempre, efectivamente, el otro, como modelo, objeto, auxiliar o adversario, y de este modo la psicología individual es al mismo tiempo y desde un principio psicología social”.

 

Su formación científico – cultural

 

Freud nace en 1856 en el imperio astrohúngaro. A los 3 años va a vivir a Viena, ciudad en la que pasa la mayor parte de su vida. Cuando en 1937 los nazis ocupan Austria, Freud se ve obligado a refugiarse en Inglaterra. En 1939 muere en Londres. En 1973, Freud comienza sus estudios de medicina. Pues hasta ese entonces pensaba seguir abogacía. Se recibe tardíamente, en 1881, por dedicarse de lleno a trabajos de investigación. Su primera investigación versó sobre el estudio de las anguilas de río en la estación zoológica de Trieste. Desarrolla una brillante carrera de investigación y gana en 1885 un concurso como docente de neuropatología. En 1886 la facultad lo beca para continuar sus estudios en Paris y Freud elige la Clínica de la Salpetriere. Se interesa allí por los trabajos sobre la histeria dirigidos por el médico Charcot y descubre el aspecto psicológico de la neuropatología y también la técnica de la hipnosis.

 

Freud nota que los mismos manifestaban conscientemente la búsqueda de una solución a sus dolencias; pero por otro lado se hacían evidentes otras fuerzas que se resistían a ello. Así llega a la conclusión de que los síntomas neuróticos son el resultado de motivaciones inconscientes ocultas para el paciente. Elaborará poco a poco la conceptualización de un aparato psíquico dividido en sistemas: consciente-preconsciente e inconsciente, tomando el término de aparato no sólo en el sentido médico sino fundamentalmente del concepto original de la física, en el sentido de trabajo, de transformación de energía. Según esta nueva conceptualización, el sujeto intentará mantener la cantidad de excitación o energía contenida en un nivel bajo o constante como sea posible, lográndolo mediante la descarga o evitando aquello que pudiera aumentarla (principio de constancia). La diferenciación en sistemas del aparato psíquico permite comprender el pasaje de energía libre a energía ligada. La energía libre es la que fluye libremente en el inconsciente de una representación a otra buscando su descarga. El pasaje al sistema preconsciente-consciente le permite ligarse a una representación, posibilitando distintas vías posibles para su descarga, siendo ésta una de las formas de comprensión del fenómeno psíquico desde el modelo económico. “El concepto de inconsciente ha estado desde hace tiempo llamando a las puertas de la psicología para que se le permita la entrada. La filosofía y la literatura han jugado con frecuencia con él pero la ciencia no encontró cómo usarlo. El psicoanálisis ha aceptado el concepto, lo ha tomado en serio y le ha dado un contenido nuevo”.

 

La ruptura con la filosofía racionalista

 

Las primeras críticas a los valores de la modernidad comienzan a fines del siglo XIX. Para el pensamiento marxista el materialismo es el alma con el que se trata de abolir la filosofía, que estaría al servicio de la burguesía (que identifica con el idealismo). Para Marx será la realidad social la que determine la conciencia de los seres humanos. Por otro lado, Nietzsche denunciará la fragmentación de la realidad, cuestionando la noción de verdad y de mundo verdadero, poniendo en tela de juicio los ideales morales vigentes. La conciencia, fuente de conocimiento y autodominio, se tornará para Freud casi tan oscura como el inconsciente mismo, dejando caer la ilusión de la plena conciencia de sí. “Las fuerzas irracionales de la naturaleza humana son tan fuertes que las fuerzas racionales tienen escasas posibilidades de éxito. La mayoría de los hombres se sienten cómodos viviendo con sus engaños y supersticiones en lugar de la verdad”. La razón, entonces, para el psicoanálisis deja de ser la única vía posible para dar cuenta del sujeto y su mundo, y se interna para explorar y dar a luz a los aspectos más irracionales, fuentes ocultas de motivación de la conducta humana. Pero el psicoanálisis no deja de tener en cuenta la conciencia. Freud nos va a decir que la conciencia es engañosa pero es lo único con que contamos para descubrir el discurso del inconsciente, verdadero estructurante originario del sujeto. El psicoanálisis provoca un cierto malestar en la filosofía. Los fantasmas que rodeaban a la filosofía racionalista ya no pueden obviarse.

 

Génesis del concepto de inconsciente y la ruptura con la psicología de la conciencia

 

En el último cuarto del siglo XIX se configuró una psicología científica que construyó su objeto de estudio a partir del análisis de los hechos de conciencia (experimental). A fines de siglo algunos hombres de ciencia comenzaron a interesarse por el fenómeno de la sugestión y en especial por la hipnosis. Comienza a generarse así una idea colectiva de que el psiquismo rebasa el campo de la conciencia. Sobre el término inconsciente podemos encontrar antecedentes pre-freudianos. Así citamos, antecedentes en la literatura por parte del romanticismo alemán, desde la ciencia Janet, señala que en las regiones inferiores del yo pueden aparecer segundas personalidades que le hagan ejecutar al individuo actos cuya causa desconoce. En sus investigaciones se propone penetrar en los procesos psíquicos de la histeria, entendiéndola como una alteración degenerativa del sistema nervioso. Mientras tanto, su maestro Charcot sostenía que tanto la hipnosis como la histeria eran una condición morbosa del sistema nervioso. Paralelamente, en Nancy (Francia) Bernheim afirman a diferencia de Charcot, que la hipnosis no era un estado patológico sino un sueño ordinario inducido por sugestión. Algunos años después de su experiencia con Charcot, Freud se dirige a la escuela de Nancy a perfeccionarse en la técnica de la hipnosis.

 

Breuer había atendido en el año 1880 a una joven paciente con un cuadro polisintomático de histeria a quién aplicó como método terapéutico la hipnosis. Breuer observa que al salir a la luz estos sucesos juntamente con el afecto que ellos habían suscitado, los síntomas desaparecían. Años después de dicho tratamiento, junto con Freud, presentan un trabajo teorizando sobre la experiencia, denominando al método utilizado “hipnosis catártica”. Freud arriba así a una nueva y reveladora conceptualización del inconsciente, produciendo la caída hegemónica de la conciencia en el estudio del psiquismo humano. Aquellos recuerdos olvidados a los que no se les daba mayor importancia se considerarán como determinantes de los fenómenos psíquicos, pero estos contenidos sólo accederán a la conciencia una vez superado un mecanismo denominado por él como represión. Este es un mecanismo por el cual el sujeto desaloja de la conciencia aquello que puede tornarse displacentero a sus aspiraciones conscientes.

 

El determinismo de la vida psíquica, alude a que las vivencias y los actos del sujeto no son azarosos sino que están ligados a una causalidad, por lo que los sueños, síntomas y actos fallidos serían una forma enmascarada de acceso a la conciencia de motivaciones inconscientes, esto es, algunos de los modos privilegiados del retorno de lo reprimido. Partiendo del concepto de determinismo y causalidad (tomado de la física) abandona el método catártico, ya que la asociación libre y el método de la interpretación suplían ampliamente la técnica de la hipnosis y permiten acceder a temáticas más profundas y a posteriores elaboraciones. Por aquel entonces, la Psicología tradicional relacionaba el deseo con aquellas necesidades que el individuo aspiraba satisfacer a través del ejercicio enérgico de su voluntad. Será a partir de Freud que el deseo comienza a cobrar una nueva conceptualización. Aunque por momentos lo utiliza desde su anterior acepción, el sentido estricto que cobrará para la teoría psicoanalítica lo colocará en el orden de lo inconsciente y como motor del aparato psíquico. Será irreductible a la necesidad dado que su origen no es a partir de un objeto real sino de la fantasía. Este origen inconsciente lo lleva a pretender imponerse más allá de lo anhelado (consciente) por el sujeto o de las imposiciones de la realidad externa, constituyéndose junto con la defensa en uno de los 2 polos del conflicto psíquico. Se configura así una nueva teoría sobre el sujeto humano, claramente diferenciada desde su posicionamiento inicial a la psicología, a la sociología o a la psiquiatría. Considera un sujeto inconsciente que opera a través de sus deseos y que a su vez está estructurado por ellos, pero de los que no puede dar cuenta conscientemente. Su teoría hace ruptura con el concepto de individuo (indiviso, no divisible) vigente, para partir de la consideración de una escisión básica del sujeto (inconsciente/consciente), punto de partida de la predisposición universal a la neurosis. Tal escisión da lugar así a un nuevo sujeto epistémico.

 

La ruptura freudiana con algunos conceptos médicos de la época

 

Es así como a través de la escucha de sus pacientes, llega a determinar varias hipótesis. Una de ellas es que los síntomas neuróticos son de origen psíquico, postura diferente a la de la medicina que buscaba afanosamente el origen somático de los mismos, pasando a denominar a las neurosis (enfermedad de los nervios) como psiconeurosis. El inconsciente como tal es un constructo teórico que permite dar cuenta del fenómeno psíquico; no teniendo entonces una localización anatómica, el inconsciente freudiano tendrá un “carácter psíquico”. Una de las diferencias con Breuer es que para Freud los contenidos que caen bajo represión van a estar siempre referidos a una temática sexual. Freud va a abordar este concepto desde una significación más amplia. Es así que lo va a entender como la búsqueda de placer que nos acompaña a lo largo de la vida, cursando diferentes fases del desarrollo psicosexual hasta llegar a la genitalidad. Se mete de lleno en un terreno hasta entonces vedado, la sexualidad infantil. Esta temática, junto con la importancia que asignó al complejo de Edipo, generó una reacción adversa en los círculos culturales y científicos de la época. Si bien nacemos hombre y mujer, la masculinidad o la feminidad será resultado fundamentalmente del transcurso de los primeros años de vida. Para el psicoanálisis no hay un saber normativo y universal. La utilización de la técnica de la asociación libre instaurará una nueva modalidad en la relación con el paciente, abriendo el camino para una dignificación del mismo, a través de la escucha del analista, aun en los estados delirantes. Se produce así un corrimiento del saber médico imperante al saber del paciente. El psicoanalista, a través de su técnica, sólo ayudará a develarlo.

 

Primera formulación freudiana del aparato psíquico

 

Se refiere a todo proceso psíquico en sus relaciones tópicas, dinámicas y económicas. Esta primera formulación desde una concepción tópica, supone una diferenciación en sistemas dotados de características y de funciones diferentes, además de una disposición en un determinado orden entre sí, lo que permite considerarlos como lugares psíquicos, otorgándoles por lo tanto una representación espacial figurada. La diferenciación en sistemas va unida a una concepción dinámica de la teoría, según la cual estos lugares psíquicos se hallan relacionados entre sí como un conflicto de fuerzas. Desde la concepción económica se podrán explicar los procesos psíquicos entendiéndolos como el resultado de la circulación y la distribución de la energía pulsional, por lo que cada sistema tratará de establecer el nivel más bajo posible de la energía que por él circula. Cuando hablamos de energía nos referimos a la transformación de energía somática en energía psíquica.

 

Con respecto a la represión diremos que es una fuerza de desalojo de aquellos contenidos que son vividos como displacentero para el sentir consciente. Será displacentero, para cada sujeto, aquello que dependa o guarde relación con contenidos reprimidos, fundamentalmente ligados a la historia sexual infantil. El proceso de represión no suprime ni destruye los contenidos displacentero sino que éstos pasarán a formar parte del orden de lo inconsciente, pero ya sea por desencadenantes internos o externos, dichos contenidos pueden cobrar una mayor fuerza e intentarán retornar a la conciencia. Lo reprimido, dice Freud, siempre tiende a retornar, pero por efecto de la fuerza de la represión lo hará por un camino indirecto, en forma desfigurada o de alusión a través de las formaciones del inconsciente: síntomas, sueños, actos fallidos o deslizándose en el discurso. El modo en que podemos dar cuenta de la existencia de la represión es a través de la resistencia; a manera defensiva, en actos o palabras, el sujeto vivenciará como ajeno a él todo contenido inconsciente, en tanto éstos revelan deseos. El inconsciente se irá conformando, a partir de la represión, especialmente con aquellos contenidos relacionados con la historia sexual infantil. Todos los contenidos (deseos, representaciones) alojados en el inconsciente están regidos por una legalidad propia de este sistema, y tienen entonces la particularidad de ser:

 

§          Atemporales: para el psicoanálisis, los contenidos inconscientes no están ordenados temporalmente, y nada de ellos será modificado por el tiempo, manteniendo la misma intensidad y fuerza que le dio su origen, subsistiendo en él el inconsciente infantil entrelazado con lo actual.

§          Ausentes de contradicción: en el inconsciente se encuentran deseos que a nivel consciente serían vividos conflictivamente por ser contradictorios.

§          Determinados por el principio de placer: tiene por finalidad evitar lo displacentero y procurar el camino para darle libre acceso al placer. El inconsciente interpretará la realidad sólo acorde a sus deseos (realidad psíquica). La pulsión buscará así su descarga por el camino más corto.

§          Determinados por el proceso primario: los sueños no carecen de sentido sino que hay un deslizamiento permanente de éste. El inconsciente tendrá así la posibilidad de desplazar los valores o investiduras que las representaciones tienen, pudiendo condensarse en una nueva representación. En el desplazamiento a una representación originariamente sin intensidad y significación puede atribuírsele un nuevo valor psíquico, adquiriendo así la intensidad y la significación originalmente atribuidas a otra. Esta nueva representación que desplaza a la anterior está ligada a la primera por una cadena asociativa.

 

El otro modo de funcionamiento es la condensación, por la cual varias representaciones expresadas por las cadenas asociativas confluyen en una sola representación. En los sueños, si bien es una modalidad que puede adoptar la censura, también es una forma de escapar de la misma, ya que permite dificultar la comprensión del relato manifiesto. Debemos destacar que tanto el desplazamiento como la condensación no son sólo una manera de eludir la censura sino una característica del pensamiento inconsciente. En el inconsciente, las representaciones son esencialmente imágenes visuales, que no están ligadas a un lenguaje verbal sino a lo que Freud denominó representación-cosa, a diferencia del sistema preconsciente donde las representaciones están ligadas al lenguaje verbal, representación-palabra.

 

El sistema preconsciente contiene aquellas representaciones, ideas y recuerdos que no están presentes en el campo actual de la conciencia pero que con un pequeño esfuerzo tienen libre acceso a ella. Se rige por el proceso secundario: a diferencia del proceso primario, no admite el libre desplazamiento y la condensación; cualquier representación no puede ocupar el lugar de otra.

 

§          Temporalidad: organización cronológica de lo vivido

§          Principio de contradicción: intenta resolver los conflictos que puedan ocasionar 2 contenidos que se contrapongan hasta lograr una solución

§          Principio de realidad: tiene la característica de cumplir una función reguladora con respecto al principio de placer, postergando las demandas inconscientes, o dándoles curso mediante rodeos de acuerdo con las condiciones que plantea el mundo exterior.

 

La oposición entre proceso primario y secundario corresponde a la forma de circulación de la energía psíquica en libre o ligada, y paralelamente a la oposición entre principio de realidad y principio de placer. La conciencia es un momento fugaz, donde las representaciones o ideas, una vez que acceden voluntariamente a ella, dejan inmediatamente su lugar a otros contenidos. Esto permite un orden y una discriminación en el pensamiento consciente del sujeto. Cumple la función de diferenciar las percepciones internas y externas dentro del conjunto de los fenómenos mentales, constituyéndose en lo que Freud denominó el sistema percepción-conciencia. La relación con el preconsciente es que éste cumple la función de almacenamiento de recuerdos y vivencias, que con poco esfuerzo permiten vencer la segunda censura dejando a los contenidos en un libre acceso a la conciencia. La finalidad del análisis será “hacer consciente lo inconsciente”. El pasaje de la representación-cosa a la representación-palabra será lo que permita la toma de conciencia. La toma de conciencia puede tener 3 caminos: juicio adverso, sublimación o satisfacción parcial o total de los deseos. Cuando la represión es sustituida por un juicio adverso, puede haber ocurrido que el sujeto hay producido en su vida infantil una represión de la pulsión sólo porque en esa época él era muy endeble. Con su madurez y fortaleza actual quizá pueda gobernar lo que le es displacentero, rechazándolo ya a nivel consciente. La sublimación es un mecanismo mediante el cual la energía de las mociones infantiles de deseo no es bloqueada sino que se canaliza hacia otro fin, siendo el mismo reconocido y valorado socialmente. El tercero de los desenlaces posibles es la satisfacción parcial o total de las mociones libidinales, que fueron reprimidas otorgando libre acceso y canalización a los deseos postergados, en tanto ya no se contraponen con la actividad consciente del sujeto.

 

Las formaciones del inconsciente

 

El concepto de inconsciente freudiano posee las características de ser un existente psíquico, de ser reprimido y de ser eficaz, y lo es en tanto produce efectos: sueños, síntomas y actos fallidos. El psicoanálisis no sólo ha oído sino que ha podido escuchar, otorgando sentido al sinsentido en que se manifiestan las formaciones del inconsciente. Por ejercicio de la represión, los contenidos inconscientes retornan deformados a la conciencia, como resultado de una transacción o compromiso entre el deseo que pugna por su satisfacción y la defensa que intenta mantenerlo reprimido. En el análisis de estas formaciones de compromiso o sustitutivas, podemos observar la legalidad y el modo de funcionamiento del inconsciente (desplazamiento y condensación). En la vida despierta los deseos se hallan sometidos por la censura. La disminución de la misma durante el dormir permite que estos deseos tengan mayor posibilidad para manifestarse. La función del sueño es la de ser el medio por el que se suprimen las excitaciones psíquicas que acuden a perturbar el reposo, supresión que se efectúa por medio de una satisfacción alucinatoria. El sueño para el psicoanálisis es un fenómeno psíquico pero que se toma como una manifestación incomprensible.

 

La elaboración del sueño será la labor que transforma el sueño latente en el sueño manifiesto. Los efectos de la misma son: el desplazamiento, la condensación y la transformación de las ideas en imágenes visuales. El sueño manifiesto, como resultado de la elaboración, se puede considerar como una manifestación enmascarada de un deseo reprimido. Los sueños serán estimulados por deseos sexuales infantiles y actuales. En su construcción las ideas latentes se entrelazarán con otras ideas que el sujeto puede recordar y que corresponden a vivencias del día anterior. A los restos diurnos ha venido a agregarse algo que pertenecía también a lo inconsciente, o sea un deseo intenso, pero reprimido, y que este deseo es lo que ha hecho posible la formación del sueño. La interpretación analítica a partir de las asociaciones del paciente permitirá acceder al contenido latente del sueño. Por lo tanto, lo recordado (manifiesto) ya no serán imágenes relacionadas entre sí sino que pasará a ser un discurso que puede expresar uno o varios deseos. El simbolismo onírico implica una representación figurada e indirecta de un conflicto que por este rodeo puede escapar a la censura. El psicoanálisis tomará a toda formación de compromiso como simbólica, es decir, el resultado de la relación entre el símbolo y lo simbolizado inconsciente. Todo síntoma posee un sentido que se halla ligado a la vida psíquica del sujeto. El síntoma será entonces un signo y un sustitutivo de una expectativa de satisfacción de un deseo y también del resultado de la represión. Algunos síntomas están más al servicio de la satisfacción del deseo y otros más al servicio de la satisfacción de la defensa. Estas 2 fuerzas opositoras, por medio de una transacción, se reconcilian en el síntoma. Esto nos muestra cuál es la causa por la que su disolución presenta tanta resistencia por parte del paciente.

 

El síntoma psíquico es perjudicial o por lo menos inútil y parasitario, y que el sujeto lo realiza en contra de su voluntad, experimentando, así sensaciones displacenteras o dolorosas que demandan un esfuerzo psíquico muy alto, quitando dicha energía a otras actividades. El paciente lo vive como incongruente con sus anhelos, incoercible en la medida en que no lo puede controlar, e incomprensible. Pertenece al campo de lo psicopatológico, mientras que el sueño y los actos fallidos pertenecen al campo de la psicopatología de la vida cotidiana. Los actos fallidos, son aquellas acciones en las que no se obtiene el resultado esperado conscientemente, sino que éste se encuentra reemplazado por otro sin justificación aparente alguna. No sólo engloba a las acciones aparentemente equivocadas, sino también a los lapsus linguae, olvidos, pérdida de objetos, errores en la lectura, en la escritura y del funcionamiento psíquico en general. Los actos casuales y sintomáticos, se realizan sin tener una finalidad aparente: enrollarse el pelo mientras se habla, dibujar garabatos durante un dialogo telefónico, etc. Estos actos poseerán un sentido, son pequeños indicios reveladores de otros procesos psíquicos más complejos.

 

El modelo de las series complementarias

 

Son varias las causas que producen un fenómeno psíquico, la existencia de una superposición de diferentes cadenas causales en relación a un mismo efecto. Desde el punto de vista etiológico confluyen tanto factores endógenos (fijaciones) como exógenos (frustración) para desencadenar una neurosis y la fijación a ciertos puntos en la trayectoria infantil del sujeto debe ser comprendida como una cristalización de una determinada cantidad de energía libidinal.

 

Los caminos de la pulsión

 

1-      La vida sexual no comienza solo con la pubertad, sino que se inicia con evidentes manifestaciones poco después del nacimiento.

2-      Es necesario establecer una neta distinción entre los conceptos de lo sexual y lo genital. El 1º es un concepto más amplio y comprende muchas otras actividades que no guardan relación alguna con los órganos genitales

3-      La vida sexual abarca la función de obtener placer en zonas del cuerpo, una función que posteriormente es puesta al servicio de la procreación, pero a menudo las 2 funciones no llegan a coincidir íntegramente

 

En tanto la alimentación le va a permitir al bebé satisfacer su necesidad somática, le otorgará paralelamente una nueva experiencia: la sensación de placer. A este momento lo denominaremos mítico. El encuentro con otro (aun no diferenciado), dejará inscripto en el bebé ciertos rasgos, que funcionarán como signo de aquello que produjo placer. La satisfacción generada como consecuencia de la interacción con otro (succión del pecho) abrirán el camino de lo pulsional. Poco a poco, ante la ausencia de esta vivencia, se generará un aumento tensional, motorizando el deseo de reencuentro. Pero no será el placer generado lo que centrará la búsqueda, sino aquel rastro o signo que ha quedado inscripto en su psiquismo (huella mnémica), asociado a la excitación originada por la necesidad fisiológica (motivada por la sensación de hambre). El pequeño sujeto ya no buscará satisfacer su necesidad biológica solamente, sin algo más que eso. Pero como la 1º experiencia es única e irrepetible, cada próximo reencuentro dejará en él un “plus de insatisfacción” (defraudación). Esto llevará a la imposibilidad de descargar totalmente la energía pulsional, incrementándose a posteriori la carga de tensión psíquica. Si bien en un principio la acción se “apoya” en una necesidad, el deseo será irreductible a ella, dado que su origen no es en relación con un objeto real, sino con un objeto fantaseado. Intentará  así cumplir su descarga a través de la representación de aquella 1º experiencia mítica que quedó en su recuerdo.

 

Por ello en psicoanálisis se hable de cumplimiento de deseos y no de realización de deseos, ya que no se hace referencia a objetos específicos, a lo real de lo material, a la satisfacción de la necesidad, sino a una “realidad psíquica” que alude a los deseos y a sus respectivas fantasías, a lo inconsciente. El deseo implicará un retorno imposible, pero, paradójicamente, es una motorización del psiquismo que impulsa al sujeto hacia adelante, a la permanente búsqueda. La pulsión es la representación psíquica de una fuente endosomática de estimulaciones, que fluye de manera continua. Siendo la pulsión un concepto de demarcación o límite entre lo somático y lo psíquico, el concepto de “líbido” designará el aspecto psíquico, caracterizándose como la energía y la manifestación dinámica de lo pulsional. Hay 4 características de la pulsión:

 

1-      Empuje: constituye su esencia, produciendo la fuerza que genera la actividad psíquica.

2-      Fuente: es el proceso somático localizado en una parte del cuerpo o en un órgano, cuya excitación es representada en el psiquismo por la pulsión.

3-      Objeto: es el medio por el cual la pulsión alcanza su descarga.

4-      Fin: apunta al logro de la satisfacción, a la descarga de la excitación o tensión interna, siendo dicha actividad sostenida y orientada por la fantasía. Podemos ya acordar que a diferencia del instinto, la pulsión no tiene un objeto y un fin predeterminado por la especie

 

Desde el nacimiento hasta la pubertad la pulsión sexual se halla formando un conjunto de “pulsiones parciales”, siendo las mismas el fundamento de la sexualidad infantil. Freud señala que las pulsiones sexuales secundariamente se vuelven independientes, ya que inicialmente se apoyan sobre las funciones vitales. Si la libido puede desplazarse en relación con su objeto y con su fin, tendrá entonces durante su vida infantil diferentes fuentes de excitación. Teniendo cada una de ellas distintas modalidades de lograr la sensación de placer le corresponderán a cada zona erógena diferentes modalidades eróticas. La primera experiencia de satisfacción se desarrolla durante la fase oral. La fase anal transcurre aproximadamente entre los 2 y 4 años. Esta fase está ligada a la función de defecación (expulsión-retención), en relación con su dominio y con su control, pero también al valor simbólico asignado a las heces. En la fase fálica se produce la unificación de las pulsiones parciales bajo la primacía de los órganos genitales. Tanto para la niña como para el niño el único órgano reconocido es el masculino: el falo, siendo en este período el homólogo femenino el clítoris. Toda la actividad intelectual se pone al servicio de la curiosidad sobre la sexualidad. El complejo de Edipo es un complejo nuclear porque es determinante en la estructuración psíquica del sujeto. Si bien el mecanismo de represión arrastra al sujeto a una amnesia de lo acontecido (amnesia infantil sobre los primeros 5 años de vida) estas vivencias y su modo particular de intento de resolución determinaran una manera de vincularse con sí mismo y con el mundo. A partir de la declinación del complejo de Edipo comienza a desarrollarse un período denominado de latencia. Hasta la pubertad hay una notable disminución de actividades y fantasías ligadas directamente a la sexualidad, pero si hay un predominio de sentimientos tiernos con sus relaciones objetales, aparecen también sentimientos de pudor, de asco e inquietudes relacionadas con el aprendizaje, con lo moral y con lo estético. Llegada la pubertad, las pulsiones parciales se unifican bajo la primacía de la genitalidad, organizándose y jerarquizándose, volviéndose así el placer que conlleva los preliminares al orgasmo. En esta nueva fase genital, aquellas pulsiones que no logran integrarse en forma definitiva a la genitalidad encuentran el camino de la sublimación.

 

Veinte años después…

 

Por el año 1920. Hasta aquí había arribado a una elaboración de una teoría pulsional señalando que la misma es una carga energética que impulsa al organismo hacia un fin, y que se diferencia del instinto ya que éste tiene un objeto y un fin predeterminados. Agrupa a las pulsiones en un par antitético dividiéndolas en pulsiones del Yo o de auto conservación (hambre), que están al servicio del principio de realidad y pulsiones libidinales o sexuales (amor), que están gobernadas por principio del placer, sustituyendo éstas luego por las de líbido objetal y libido narcisista. El concepto antitético entre Eros, pulsiones de vida y Tánatos, pulsiones de muerte, recibió fuertes resistencias en el seno del círculo psicoanalítico. La muerte, será una condición previa a la vida, dejando de ser un hecho repentino o fortuito. Las pulsiones de muerte tienden al retorno a un estado inorgánico, a un estado de reposo tal, que desaparecen por completo las tensiones (nirvana); mientras que las de vida tienden a conservar unidades vitales existentes y construir a partir de éstas unidades más complejas. En todo ser normal el deseo de vivir es lo suficientemente intenso como para contrarrestar el deseo de morir, aunque, en última instancia, este último acaba siendo el más poderoso.

 

2º formulación del aparato psíquico

 

Ello, Yo y Superyó. El Ello es inconsciente y la energía pulsional es móvil y capaz de descarga. Es el gran reservorio de la libido (energía dinámica de la pulsión sexual). Sus contenidos se constituyen a partir de lo hereditario, lo innato y lo reprimido, conformándose así en el polo pulsional de la personalidad. Designa lo impersonal; para el psicoanálisis será aquello que nos maneja desde un lugar distinto a aquel en el que somos capaces de reconocernos. El Yo es aquella parte del Ello que fue modificada por la proximidad y la influencia del mundo exterior, recibiendo los estímulos y siendo también una protección hacia ellos. Su constitución será a partir de lo que del otro humano toma como modelo, por medio de identificaciones. Se constituye a partir de las primeras relaciones objetales con aquellas personas que cumplieron las funciones parentales, agregándose posteriormente a la conflictiva edípica otras figuras significativas. Este encuentro dará así lugar a las identificaciones, donde el Yo hace propias o internaliza algunas características o rasgos del objeto. Tiene organización y síntesis de sus contenidos, representando a la razón y a la reflexión, lo que hace posible las funciones de atención, pensamiento, percepción, etc. Si bien la mayor parte de sus contenidos se rige por proceso secundario, debemos señalar que la represión y los mecanismos defensivos del Yo (formación reactiva, racionalización, negación, etc.) son inconscientes. Así como el término Ello alude a lo impersonal, el término Yo designa, como pronombre de 1º persona, aquello que el sujeto reconoce como propio. Aunque Freud va a señalar que el Yo es débil constitutivamente en tanto su energía la recibe del Ello.

 

El Superyó será la tercera instancia psíquica que se constituye, a partir de la prolongada dependencia del sujeto a la autoridad de los padres y fundamentalmente con la declinación del complejo de Edipo. Es la representación de todas las restricciones morales. Siendo en sí procedente de la influencia de los padres, posteriormente de educadores, etc. El complejo de Edipo se enfrenta con la prohibición paterna, siendo la figura del padre quien encarna la ley, por lo que el Superyó no es sólo un residuo de las primeras relaciones objetales del Ello sino una enérgica formación reactiva contra las mismas. El Superyó realiza una observación actual al Yo y lo compara con el Ideal operando la censura en la medida en que se aleja de éste. Las tensiones entre el Yo y el Superyó dan como resultado sentimientos de inferioridad y de culpabilidad. El primero relacionado con el alejamiento del ideal del Yo y el segundo por el no cumplimiento normativo de la conciencia moral; por lo que el Superyó determinará al Yo lo que ha de reprimir y lo que no. Si bien algunos de sus aspectos son conscientes, la mayor parte del Superyó es inconsciente. El ideal del Yo le permitirá al sujeto un modelo al que intentará adecuarse siendo primariamente las figuras parentales y posteriormente otros modelos significativos. Estará relacionado con el “deber ser”. El ideal del Yo es con quien se compara el Yo, al cual aspira y cuya demanda de perfección siempre creciente se esfuerza en satisfacer. Conducido por el Ello, restringido por el Superyó y enfrentándose con la realidad, el Yo intenta establecer cómo puede una cierta armonía entre las demandas que actúan sobre él.

 

La cura por la palabra

 

La utilización con sus pacientes del método catártico va siendo dejada de lado, ya que la inducción hipnótica no sólo cada vez se vuelve más resistente en los pacientes sino que encuentra una barrera en los recuerdos que no puede atravesar. Además, los síntomas tienden nuevamente a regresar. Luego de implementar la técnica del apremio, consistente en ponerle la mano en la frente al paciente y señalarle que recordará así lo buscado, Freud dejará cada vez más al paciente en su libre discurrir, arribando así a la técnica de la asociación libre. Esta original técnica para la cura, que diferenciaba claramente al psicoanálisis de otros abordajes terapéuticos, instauró un lugar privilegiado tanto a la escucha como a la palabra. “El éxito del psicoanálisis depende de que el paciente respete y comunique todo lo que atraviesa su pensamiento y no se deje llevar a retener ocurrencias por creerlas insignificantes o faltas de conexión con el tema dado, y otras por absurdas o desatinadas”. Este particular discurso no se hallará regido por las leyes de la clásica escuela asociacionista: contigüidad, semejanza, contraste, sino que las formas en que se agrupan estas asociaciones, su diversidad y engañosos modos de conexión, son el resultado de la propia dinámica de los mecanismos de defensa inconscientes del sujeto. Al correrse del hilo conductor que le da coherencia a su discurso, el mismo se organizará desde otro lugar, permitiendo en el análisis una vía más accesible para develar los contenidos reprimidos. Aunque el inconsciente está presente en todos los actos y en el decir corriente del sujeto, su emergencia será más evidente en aquellas interrupciones no esperadas conscientemente en el discurso.

 

La técnica de la asociación libre permite reinstalar lo reprimido en la serie psíquica consciente, dando lugar a nuevas significaciones. Al libre discurrir del paciente le deberá corresponder por parte del analista una escucha no convencional, denominada por Freud “atención flotante”; consiste en rechazar todo medio auxiliar, incluso la anotación, en ahorrar todo esfuerzo que intercepte la atención, en escuchar sin prejuicios o diagnósticos previos al relato del paciente y sin intentar retener algún fragmento en especial, ya que en la sesión surgirán ideas que aunque parezcan muy nimias su significación podrá ser descubierta a posteriori, abandonándose así el analista a su memoria inconsciente. Es así como la atención flotante permitirá descubrir al analista las conexiones existentes en el discurso del paciente y establecer una comunicación de inconsciente a inconsciente. La “interpretación” es el método que por medio de la deducción resultante de la investigación terapéutica permite intervenir al analista, señalando el sentido latente de los actos y del discurso del analizado, intentando dejar en descubierto el conflicto psíquico entre el deseo y la defensa. Freud va a señalar a la interpretación de los sueños como una “vía regia” para el acceso a los contenidos inconscientes. Se constituirá así en el método por el cual se intentará hacer el pasaje del sentido manifiesto al sentido latente. La interpretación no tiende a cerrar el discurso sino a que el mismo se siga desplegando a través de nuevas asociaciones. La cura analítica no es de un diálogo de lo que se trata, sino de una comunicación de inconsciente a inconsciente. Las intervenciones psicoanalíticas no se refieren a las causas, sino a motivaciones inconscientes. El 1º motor de la terapia está en las dolencias del enfermo y en el anhelo de curación por ella generado, pero que en el curso del tratamiento las nuevas fuentes de energía nacen en el fragor de la transferencia. Lo que se despliega en la transferencia es una sexualidad proveniente del Ello, en tanto exige todo a diferencia de la ternura, que es una sexualidad mediada por el Yo.

 

El fenómeno de la transferencia será interpretado en la medida que interfiera con el libre asociar del paciente, ya que estos sentimientos, por lo general ambivalentes (amor-odio) son un obstáculo si no son desanudados. Las dificultades en un tratamiento pasan por el trabajo de la transferencia. Es una modalidad que se da en todos los vínculos que establecemos en nuestra vida de relación sin tener conciencia de ello. La creencia del analizado de que el analista puede dar respuesta a todos sus interrogantes colabora también para inducirlo en el fenómeno de la transferencia. Tanto la asociación libre, la interpretación, como el análisis de la transferencia son recursos técnicos de la teoría psicoanalítica. Tienen como objetivo que el sujeto se enfrente a un nuevo discurso, el discurso del inconsciente.

 

Parte III: Otras formulaciones psicoanalíticas

 

Introducción

 

Freud y sus discípulos, a quienes habría que llamar en realidad su “equipo de trabajo”, constituyeron lo que se llamó el Círculo de Viena. Pertenecieron Adler y Jung, discípulo el primero y colega mayor el segundo, que no lo acompañaron en la hipótesis acerca de la naturaleza sexual. Ambos, con extrema violencia, se retiraron del Círculo y construyeron sus propios modelos teóricos. Esto fue en las décadas o años anteriores a la 2º Guerra Mundial, pero cabe señalar que todos ellos, tuvieron una mirada naturalista sobre los hechos humanos. Pero después de la 2º Guerra Mundial se constituyó lo que dio en llamarse el 2º Círculo de Viena, de formulación espiritualista: Frankl, Boss y Biswanger. El psicoanálisis freudiano ha dado lugar a innumerables desarrollos teóricos, en gran medida sujetos a los estilos culturales y tradiciones científicas de cada lugar, como a sus particulares circunstancias históricas.

 

El modelo teórico de Carl Gustav Jung

 

Era un prestigioso psiquiatra suizo, que se vio atraído por el psicoanálisis freudiano. Fue durante años un colaborador entusiasta y crítico de Freud. Es posiblemente el psicoanalista que más esfuerzos hizo para vincular en el campo de la Psicología occidental las concepciones filosóficas orientales, que por otra parte se hallaban muy presentes en la cultura europea de aquel entonces. La psicología junguiana, en tanto teoría general de la personalidad, postula respuestas acerca de qué es lo que la constituye (aspecto estructural); cuáles son sus fuentes de energía (aspecto dinámico) y cómo se origina y qué cambios se producen en ella (desarrollo). Jung denomina psiquis a la personalidad, que incluye tanto los pensamientos como los afectos, en su faz consciente e inconsciente. Funciona como guía que regula y adapta al individuo a su medio social y físico. La conciencia es la única parte de la mente que el individuo conoce. Esta teoría postula su existencia desde antes del nacimiento. Sus 4 funciones son: pensamiento, sentimiento, sensación e intuición. Su distinta participación en el comportamiento, así como los factores introversión y extraversión, darán lugar a la diversidad de tipos psicológicos. El desarrollo de la psiquis está dado por una progresiva individualización de la conciencia, de donde deviene un nuevo elemento, el ego (la organización de la mente consciente que provee identidad y continuidad a la persona). Las experiencias que no logran ser reconocidas por el ego no desaparecen de la psiquis, quedan almacenadas en el inconsciente personal, nivel de la mente que se agrega al ego, y suelen ser fácilmente accesibles a la conciencia. El concepto más conocido de la teoría junguiana es el de inconsciente colectivo. La mente, a través del cerebro, hereda características que determinan su modo de comportarse, e incluso el tipo de experiencias que le sobrevendrán. Sostiene que la evolución y la herencia suministran un diseño de la psiquis, y también un diseño del cuerpo. Los contenidos del inconsciente colectivo son los arquetipos, sensaciones difusas y universales que corresponden a esas experiencias primeras y anteriores al nacimiento. Los 4 fundamentales son: el personaje (o arquetipo de conformidad), el ánima y el animus (el lado interno del hombre y de la mujer, en tanto ambos bipolares), la sombra, el más enraizado en la naturaleza corporal del sujeto y finalmente el yo, arquetipo central en el inconsciente colectivo. En cuanto a su dinámica, la psiquis es un sistema relativamente cerrado, susceptible de recibir energía de fuera del sistema, la que se incorpora y forma parte del sistema de la líbido. En cuanto al desarrollo de la personalidad, Jung entiende que la persona llega al mundo totalmente indiferenciada, y que inicia un proceso, que llama individualización, hasta constituirse en alguien unificado, diferenciado y equilibrado consigo y con el medio. Es un proceso autónomo innato. Este desarrollo puede verse favorecido o alterado por influencias del ambiente y la educación o aprendizaje. El enfermar es en esta concepción consecuencia de la disociación de partes del ego.

 

La escuela de las relaciones objetales de Melanie Klein

 

Para ubicar el pensamiento de Melanie Klein debemos hacer referencia previamente a 3 ideas expuestas por Freud en sus trabajos metapsicológicos. La primera es la idea de fase, entendida como momento evolutivo en el desarrollo psicosexual del niño. La maduración por fases y la consiguiente fijación en alguna de ellas por falta o exceso de estimulación, como intento de explicación, incluso, de los estilos de personalidad. La segunda idea se refiere al ya mencionado concepto freudiano de pulsión y la suposición, de la existencia de 2 instintos o pulsiones básicas como explicación de la tendencia general del comportamiento humano: el instinto de vida y el instinto de muerte. La tercera idea se refiere a la concepción de Freud acerca de cuál es en su origen la primerísima forma de relación del niño con el mundo: 1º naturaleza objetal, 2º naturaleza narcisista y 3º naturaleza autoerótica.

 

La experiencia de nacimiento es posible por prevalencia del instinto de vida sobre el de muerte, pero el sufrimiento que conlleva desencadena sentimientos de hostilidad. De ahí que la teoría quiere suponer que el 1º vínculo que se establece lo es con un objeto frustrador (objeto malo) y con la participación del instinto de muerte. Para Klein, a diferencia de Freud, la agresión, destructividad u odio son indistintamente emociones del instinto de muerte. Inmediatamente el niño experimenta relaciones de satisfacción, de cuidado, que son la base del establecimiento de relaciones de un así llamado objeto bueno y de emociones de amor emanadas del instinto de vida. Así en sucesivas infinitas experiencias se establece una relación bivalente con el mundo. Esta doble experiencia con el mundo facilita que también en el psiquismo se establezca una división (disociación) que permitirá un 1º movimiento ordenador en el caos de sensaciones y emociones placenteras y displacenteras. Así se establecen 2 modalidades del psiquismo y 2 modalidades de concebir la realidad. Los mecanismos de introyección y de proyección permiten mantener una relación objetal del sujeto con el objeto bueno, a la vez que expulsar el instinto de muerte sobre el objeto malo y procurar mantenerlo disociado, lo que permite sentirlo ajeno. Este movimiento determina un estilo psíquico, una forma de vinculación del sujeto con el mundo a la que denomina esquizoparanoide y que corresponde a la 1º mitad de la fase oral. Los procesos biopsíquicos de maduración, y el lento aprendizaje de la realidad dan lugar al surgimiento de la posición siguiente, a la que denomina depresiva. En ella, el psiquismo logra las bases para la futura capacidad de unir y de discriminar, para el futuro sentimiento de responsabilidad y el conocimiento más verdadero de la realidad. Así sucesivamente se repetirán a lo largo de la existencia, como procesos de origen interno pero en directa relación con la experiencia del mundo, momentos de disociación y momentos de integración, ambos normales y necesarios para la existencia.

 

La teoría vincular y de la enfermedad única de Enrique Pichón Riviere

 

Dentro del marco de las teorías de las relaciones objetales, se ubica el modelo de Pichón Riviere acerca de la maduración y el desarrollo de la personalidad implícito en su Teoría de la enfermedad única. Pichón Riviere postula un enfoque estructural, histórico y dinámico de la personalidad y postula un eje, el de la depresión, como hilo conductor del desarrollo y de las formas particulares del comportamiento humano. Partiendo de ideas emparentadas con el concepto de estado de indefensión del sujeto humano en el momento del nacimiento, y del concepto de trauma del nacimiento, postula un 1º momento experencial de desorganización y de crisis a la que llama protodepresión. Esta protodepresión se inscribe como una huella mnémica, que se reactiva cada vez que el sujeto a lo largo de su existencia vuelve a sentir riesgo de desorganización. Es la señal de alarma, desencadenadora de mecanismos de defensa. A partir de la protodepresión el desarrollo atraviesa los períodos de posición esquizoparanoide y posición depresiva, tal como los describe Klein.

 

El psiquismo para Pichón Riviere es esencialmente condensación de experiencias, tanto del sujeto individual como de la especie, por lo que el motor esencial de la relación de objeto no será el elemento pulsional, como en Klein, sino el interjuego necesidad-satisfacción y la consiguiente inscripción en el psiquismo de experiencias gratificadoras y de experiencias frustrantes. Pone el acento en la experiencia social (el vínculo) y sostiene que incluso lo heredado es en gran medida fruto de esta experiencia social acumulada. La consolidación de la posición depresiva produce culpa y dolor. Un mecanismo inherente a todo organismo vivo es el de la inhibición ante el dolor. Es aquí, según la teoría donde se constituye el núcleo psicopatogenético, núcleo del Yo que lleva la huella de la protodepresión primera. Este núcleo psicopatogenético impele al psiquismo a buscar una forma de comportamiento que atempere el dolor de la posición depresiva. Esta forma es la posición esquizoparanoide, a la que se vuelve defensivamente, porque en algún momento ha demostrado ser eficaz. Porque según sean las formas que adoptará la relación del yo escindido con los objetos bueno y malo, en términos de introyección y de proyección de unos objetos o de otros, así serán los diferentes estilos de comportamiento. Cabe agregar que estos estilos son variables, cambian según la gama de respuestas posibles en el repertorio del sujeto, y según sean las circunstancias que deba afrontar. Cuando estas técnicas fracasan en su función de estilos adaptativos, reaparece la situación depresiva. Depresión llamada de comienzo, cuando sólo marca el momento de la incipiente desorganización del Yo o, luego, depresión regresional, cuando ante el dolor desencadenado el sujeto regresa a puntos disposicionales, formas de comportamiento que en su historia mostraron ser eficaces.

 

TEXTO II: Sigmund Freud: 5 conferencias pronunciadas en la Clark University (EEUU)

 

1º Conferencia

 

Los enfermos histéricos sufren de reminiscencias. Sus síntomas son residuos y símbolos conmemorativos de determinados sucesos (traumáticos). Todos los histéricos y neuróticos no sólo recuerdan dolorosos sucesos ha largo tiempo acaecidos, sino que siguen experimentando una intensa reacción emotiva ante ellos; les es imposible libertarse del pasado y descuidan por él la realidad y el presente. Tal fijación de la vida psíquica a los traumas patógenos es uno de los caracteres principales y más importantes, prácticamente, de la neurosis. Al reproducir después ante el médico estas escenas se exteriorizó con singular violencia, como si hasta aquel momento hubiese estado reservando y aumentando su intensidad el efecto en ellas inhibido. Se observó, además, que el síntoma que había quedado como resto de los traumas psíquicos llegaba a su máxima intensidad durante el período del tratamiento dedicado a descubrir su origen, logrado lo cual desaparecía para siempre y por completo. Por último, se comprobó que el recuerdo de la escena traumática, provocado en el tratamiento, resultaba ineficaz cuando por cualquier razón tenía lugar sin exteriorizaciones afectivas. El destino de estos afectos, que pueden considerarse como magnitudes desplazables, era, por tanto, lo que regía así la patogénesis como la curación. Todas estas observaciones nos obligaban a suponer que la enfermedad se originaba por el hecho de encontrar impedida su normal exteriorización los afectos desarrollados en las situaciones patógenas, y que la esencia de dicho origen consistía en que tales afectos “aprisionados” eran objeto de una utilización anormal, perdurando en parte como duradera carga de la vida psíquica y fuentes de continua excitación de la misma, y en parte sufrieron una transformación en inervaciones e inhibiciones somáticas anormales, que vienen a constituir los síntomas físicos del caso. Este último proceso ha sido denominado por nosotros conversión histérica. Cierta parte de nuestra excitación anímica deriva ya normalmente por los caminos de la inervación física, dando lugar a lo que conocemos con el nombre de “expresión de las emociones”. La conversión histérica exagera esta parte de la derivación de un proceso anímico saturado de afecto y corresponde a una nueva expresión de las emociones, mucho más intensa y dirigida por nuevos caminos. Cuando una corriente afluye a 2 canales tendrá siempre lugar una elevación de nivel en uno de ellos, en cuanto en el otro tropiecen las aguas con algún obstáculo. Por el estudio de los fenómenos hipnóticos nos hemos acostumbrado a la idea, extraña en un principio, de que en el mismo individuo son posibles varias agrupaciones independientes entre sí, que no saben nada unas de otras y que atraen alternativamente a la conciencia (double consciencie). Cuando este desdoblamiento de la personalidad permanece constantemente ligada la conciencia a uno de los 2 estados, se da éste el nombre de estado psíquico consciente y el de inconsciente al que queda separado de él. Los síntomas histéricos surgen en tales estados anímicos, que denominó estados hipnoides. Aquellas excitaciones que se producen hallándose el sujeto en estos estados hipnoides se hacen fácilmente patógenas, dado que en ellas no existen condiciones favorables a una derivación normal de los procesos excitantes. Originan éstos entonces un inusitado producto (el síntoma), que se incrusta como un cuerpo extraño en el estado normal, al que en cambio escapa el conocimiento de la situación patógena hipnoide.

 

2º Conferencia

 

Al mismo tiempo que Breuer ensayaba con su paciente, comenzaba Charcot en Paris con las histerias. Tomamos como punto central de nuestra teoría el desdoblamiento psíquico y la pérdida de la personalidad. El hipnotismo se me hizo pronto enfadoso, por constituir un medio auxiliar en extremo inseguro y místico. Los recuerdos olvidados no se habían perdido. Se hallaban a merced del enfermo y dispuestos a surgir por asociación con sus otros recuerdos no olvidados, pero una fuerza indeterminada se lo impedía, obligándolos a permanecer inconscientes. La existencia de esta fuerza era indudable, pues se sentía su actuación al intentar, contrariándola, hacer retornar a la conciencia del enfermo los recuerdos inconscientes (resistencia del enfermo). Las fuerzas que en el tratamiento se oponían, en calidad de resistencia, anteriormente habían producido tal olvido y expulsado de la conciencia los sucesos patógenos correspondientes (represión). Originábase así un conflicto, una lucha interior, cuyo final era que la representación que aparecía en la conciencia llevando en sí el deseo, inconciliable, sucumbía a la represión, siendo expulsada de la conciencia y olvidada junto con los recuerdos a ella correspondiente. La incompatibilidad de dicha idea con el Yo del enfermo era, pues, el motivo de la represión, y las aspiraciones éticas o de otro género del individuo, las fuerzas represoras.

 

El desdoblamiento psíquico lo explicamos dinámicamente por el conflicto de fuerzas psíquicas encontradas y reconocemos en él el resultado de una lucha activa entre ambas agrupaciones psíquicas. En todo individuo se originan conflictos psíquicos y existe un esfuerzo del yo para defenderse de los recuerdos penosos, sin que, generalmente, se produzca el desdoblamiento psíquico. Para que el conflicto tenga la disociación por consecuencia son necesarias otras condiciones. El hipnotismo encubre la resistencia y proporciona acceso a determinado sector psíquico; pero, en cambio, hace que la resistencia se acumule en los límites de este sector, formando una impenetrable muralla que impide una más profunda penetración. Para expresarlo más directamente por medio de la investigación de los histéricos y otros enfermos neuróticos llegamos al convencimiento de que en ellos ha fracasado la represión de la idea que entraña el deseo intolerable. Han llegado a expulsarla de la concienca y de la memoria, ahorrándose así aparentemente una gran cantidad de dolor, pero el deseo reprimido perdura en lo inconsciente, espiando una ocasión de ser activado, y cuando ésta se presenta, sabe enviar a la conciencia una disfrazada e irreconocible formación sustitutiva. Este producto sustitutivo de la idea reprimida (el síntoma) queda protegido de subsiguientes ataques de las fuerzas defensivas del yo. En el síntoma puede hallarse, junto a los rasgos de deformación, un resto de analogía con la idea primitivamente reprimida; los caminos seguidos por la génesis del producto sustitutivo se revelan durante el tratamiento psicoanalítico del enfermo, y para la curación es necesario que el síntoma sea conocido de nuevo y por los mismos caminos, hasta la idea reprimida. Una vez reintegrado lo reprimido a la actividad anímica consciente, labor que supone el vencimiento de considerables resistencias, el conflicto psíquico que así queda establecido y que el enfermo quiso evitarse con la represión, puede hallar, bajo la guía del médico, una mejor solución que la ofrecida por el proceso represor.

 

3º Conferencia

 

Un complejo es un grupo de elementos de representación investidos de efecto. Para buscar un complejo reprimido dejamos entonces al enfermo decir lo que quiere, y nos atenemos a la premisa de que no puede ocurrírsele otra cosa que lo que de manera indirecta dependa del complejo buscado. El enfermo a menudo se interrumpe, se atasca y asevera que no sabe decir nada, no se le ocurre absolutamente nada. Esa denegación de las ocurrencias en verdad no sobreviene nunca. Su apariencia se produce sólo por que el enfermo bajo el influjo de las resistencias, que se disfrazan en la forma de diversos juicios críticos acerca del valor de la ocurrencia, se reserva o hace a un lado la ocurrencia percibida. El enfermo debe decir todo lo que se le pase por la cabeza, aunque lo considere incorrecto, que no viene al caso o disparatado, y con su mayor razón todavía si le resulta desagradable ocupar su pensamiento en esa ocurrencia. Este material de ocurrencias que el enfermo arroja de sí, constituye para el psicoanálisis por así decir el mineral en bruto del que extraerá el valioso metal con el auxilio de sencillas artes interpretativas. La elaboración de las ocurrencias que se ofrecen al paciente cuando se somete a la regla psicoanalítica fundamental no es el único de nuestros recursos técnicos para descubrir lo inconsciente. Para el mismo fin sirven otros 2 procedimientos: la interpretación de los sueños y la apreciación de sus acciones fallidas y casuales.

 

La interpretación de los sueños es en realidad la vía regia para el conocimiento de lo inconsciente. No olviden que nuestras producciones oníricas nocturnas, por una parte, muestran la máxima semejanza externa y parentesco interno con las creaciones de la enfermedad mental y, por la otra, son conciliables con la salud plena de la vida despierta. Despiertos, solemos tratar tan despreciativamente a los sueños como el paciente a las ocurrencias que el psicoanalista le demanda. Y también los arrojamos de nosotros, pues por regla general los olvidamos de manera rápida y completa. Nuestro menosprecio se funda en el carácter ajeno aun de aquellos sueños que no son confusos ni disparatados, y en el evidente absurdo y sinsentido de otros sueños. En 1º lugar, no todos los sueños son para el soñante ajenos, incomprensibles y confusos. Los sueños de adultos suelen poseer un contenido incomprensible. Estos sueños han experimentado una desfiguración; el proceso psíquico, que está en su base habría debido hallar originariamente una muy diversa expresión en palabras. Deben ustedes diferenciar el contenido manifiesto del sueño, tal como lo recuerdan de manera nebulosa por la mañana y trabajosamente visten con unas palabras al parecer arbitrarias, de los pensamientos oníricos latentes cuya presencia en lo inconsciente han de suponer. El contenido manifiesto del sueño es el sustituto desfigurado de los pensamientos oníricos inconscientes, y esta desfiguración es la obra de unas fuerzas defensor del Yo, unas resistencias que en la vida de vigilia prohíbe a los deseos reprimidos de lo inconsciente todo acceso a la conciencia, y que aún en su rebajamiento durante el estado del dormir conservan al menos la fuerza suficiente para obligarlos a adoptar un disfraz encubridor. Existen pensamientos oníricos latentes. Han de prescindir de la trama aparente de los elementos dentro del sueño manifiesto, y ponerse a recoger las ocurrencias que para cada elemento onírico singular se obtiene, en la asociación libre siguiendo la regla de trabajo psicoanalítico. A partir de este material colegiaran los pensamientos oníricos latentes de un modo idéntico al que les permitió colegir, desde las ocurrencias del enfermo sobre sus síntomas y recuerdos, sus complejos escondidos. Lo que ahora sustituye al contenido manifiesto del sueño como su sentido genuino es algo que siempre se comprende con claridad, se anuda a las impresiones vitales de la víspera, y prueba ser cumplimiento de unos deseos insatisfechos. Y ahora, mediante una suerte de trabajo sintético, pueden obtener también una intelección del proceso que ha producido la desfiguración de los pensamientos oníricos inconscientes en el contenido manifiesto del sueño. Llamamos “trabajo del sueño” a este proceso.

 

Qué insospechados procesos psíquicos son posibles entre 2 sistemas psíquicos separados como el inconsciente y el consciente. Entre estos procesos psíquicos recién discernidos se han destacado la condensación y el desplazamiento. En el análisis de los sueños descubrirán el papel insospechadamente grande que en el desarrollo del ser humano desempeñan impresiones y vivencias de la temprana infancia. En la vida onírica el niño por así decir prosigue su existencia en el hombre, conservando todas sus peculiaridades y mociones de deseo. En el análisis de los sueños hemos hallado que lo inconsciente se sirve, en particular para la figuración de complejos sexuales, de un cierto simbolismo que en parte varia con los individuos pero en parte es de una fijeza típica. La angustia es una de las reacciones desautorizadas del Yo frente a deseos reprimidos que han alcanzado intensidad, y por eso también en el sueño es muy explicable cuando la formación de este se ha puesto demasiado al servicio del cumplimiento de esos deseos reprimidos. La interpretación de los sueños lleva al conocimiento de sus deseos ocultos y reprimidos, así como de los complejos que estos alimentan.

 

Las pequeñas operaciones fallidas de los hombres, las que no se suele atribuir ningún valor: el olvido de cosas que podrían saber y que otras veces en efecto saben, los deslices cometidos al hablar, que tan a menudo nos sobrevienen, los análogos deslices en la escritura y en la lectura, el trastocar las cosas confundido en ciertos manejos y el perder o reconocer objetos; fruto de la distracción, la falta de atención y parecidas condiciones. A esto se suman las acciones y gestos que los hombres ejecutan sin advertirlo para nada: el juguetear con objetos, tararear melodías, maniobrar con el propio cuerpo o sus ropas, y otras de este tenor. Estas pequeñas cosas, las operaciones fallidas así como las acciones sintomáticas y casuales, no son tan insignificantes. Poseen pleno sentido desde la situación en que acontecen, en la mayoría de los casos se las puede interpretar con facilidad y certeza, y se advierte que también ellas expresan impulsos y propósitos que deben ser relegados, escondidos a la conciencia propia, o provienen directamente de las mismas mociones de deseo y complejos reprimidos. Merecen entonces ser consideradas síntomas. Por su intermedio el hombre deja traslucir de ordinario sus más íntimos secretos. Si sobrevienen con particular facilidad y frecuencia, lo deben a su insignificancia y nimiedad. Pero nos prueban la existencia de la represión y la formación sustitutiva. Para el psicoanalista no hay en las exteriorizaciones psíquicas nada insignificante, nada caprichoso ni contingente. El psicoanálisis quiere llevar al reconocimiento consciente lo reprimido en la vida anímica.

 

4º Conferencia

 

Los deseos patógenos son de la naturaleza de los componentes instintivos eróticos y nos obliga a aceptar que las perturbaciones del erotismo deben ser consideradas como las influencias más importantes de todas aquellas que conducen a la enfermedad. Sólo los sucesos de la infancia explican la extremada sensibilidad ante traumas posteriores, y únicamente por el descubrimiento y atracción a la conciencia de estas huellas de recuerdos, casi siempre olvidadas, adquirimos poder suficiente para hacer desaparecer los síntomas. Son deseos duraderos y reprimidos de la niñez los que para la formación de síntomas han suministrado su energía. Y estos poderosos deseos de la niñez deben ser considerados siempre, y con una absoluta generalidad, como sexuales. El instinto sexual no entra de repente en los niños al llegar a la pubertad. El niño posee, desde un principio, sus instintos y actividades sexuales; los trae consigo al mundo, y de ellos se forma, a través de las numerosas etapas de una importantísima evolución, la llamada sexualidad normal del adulto. La fuente principal del placer sexual infantil es el estímulo apropiado de determinadas partes del cuerpo, especialmente excitables; esto es, además de los genitales, la boca, el ano, la abertura del meato, y también la piel y otras superficies sensoriales. Dado que en esta 1º fase de la vida sexual infantil la satisfacción es conseguida en el propio cuerpo y aparte de todo objeto exterior, la denominamos fase del autoerotismo; y llamaremos zonas erógenas a las partes del cuerpo que intervienen en la consecución de placer (el chupeteo o succión productora de placer, etc.)

 

Otra satisfacción de esta edad infantil es aquel estímulo masturbatorio de los genitales, que tan gran importancia conserva para la vida posterior y que muchos individuos no logran jamás dominar. Junto a estas y otras actividades autoeróticas, se manifiestan muy tempranamente en el niño aquellos componentes instintivos del placer sexual, o como nosotros acostumbramos decir, de la líbido, que presuponen una persona exterior al sujeto. Estos instintos aparecen en 2 formas, activa y pasiva, constituyendo pares antitéticos (el placer de causar dolor – sadismo-, con su contrario pasivo –masoquismo-, y el placer visual de cuyas formas activa y pasiva surgen posteriormente el afán de saber y la tendencia a la exposición artística o teatral). Esta desordenada vida sexual del niño, muy rica en contenido, pero disociada, y en la cual cada instinto busca por cuenta propia, independientemente de todos los demás, la consecución de placer, experimenta una síntesis y una organización en 2 direcciones principales, de tal manera, que con el término de la pubertad queda, en la mayoría de los casos, completamente desarrollado el definitivo carácter sexual del individuo. Por un lado, se subordinan los diversos instintos a la primacía de la zona genital, con lo que toda la vida sexual entra al servicio de la procreación, y la satisfacción de dichos instintos queda reducida a la preparación y favorecimiento del acto sexual propiamente dicho. Por otro, la elección de objeto anula el autoerotismo, haciendo que en la vida erótica no quieran ser satisfechos sino en la persona amada todos los componentes del instinto sexual. Más no todos los componentes instintivos originales son admitidos en esta definitiva fijación de la vida sexual. Ya antes de la pubertad han sido sometidos determinados instintos, bajo la influencia de la educación, a represiones extraordinariamente enérgicas y han aparecido potencias anímicas tales como el pudor, la repugnancia y la moral, que mantienen, como vigilantes guardianes, dichas represiones. Cuando luego, en la época de la pubertad, llega la marea alta de la necesidad sexual, encuentra en las citadas reacciones o resistencias diques que le marcan su entrada en los caminos, llamados normales, y la hacen imposible vivificar de nuevo los instintos sometidos a la represión.

 

Tan complicado desarrollo de la función sexual, el cual no en todos los individuos se lleva a cabo sin tropiezo alguno, deja tras de sí anormalidades. Esta serie de perturbaciones corresponde a las inhibiciones directas del desarrollo de la función sexual y comprende las perversiones y el nada raro infantilismo general de la vida sexual. La disposición a la neurosis debe derivarse también, pero con un camino distinto, de una perturbación del desarrollo sexual. En ellas aparecen como sustentadoras de los complejos y origen de los síntomas los mismos componentes instintivos que en las perversiones, pero en este caso actúan desde lo inconsciente. Han experimentado, pues, una represión; más a pesar de la misma, pudieron afirmarse en lo inconsciente. La relación del niño con sus padres no está en ningún modo exenta de elementos de excitación sexual. El niño toma a sus 2 progenitores, y especialmente a uno de ellos, como objeto de sus deseos eróticos. El padre prefiere en general a la hija, y la madre al hijo. Los sentimientos despertados en estas relaciones entre padres e hijos y en las de los hermanos entre sí no son sólo de naturaleza tierna y positiva, sino también negativos y hostiles. El complejo que de este modo se forma está destinado a una pronta represión; pero ejerce luego, desde lo inconsciente, una magna y duradera influencia, constituye el complejo nódulo. En la época en que el niño está todavía dominado por el complejo nódulo aún no reprimido, dedica una importantísima parte de su actividad al servicio de los intereses sexuales. El hecho mismo de esta investigación infantil, así como las pueriles teorías sexuales a que da lugar, presenta gran importancia como determinante para la formación del carácter del niño. Es inevitable y de todo punto normal que el niño haga de sus padres los objetos de su primera elección erótica. Pero su libido no deber permanecer fija en estos primeros objetos, sino tomarlos después únicamente como modelos y pasar de ellos a personas extrañas en la época de la definitiva elección del objeto. El desligamiento del niño de sus padres se convierte así en un indispensable deber educativo.

 

5º Conferencia

 

Los hombres enferman cuando, a consecuencia de obstáculos exteriores o falta interna de adaptación, queda vedada para ellos la satisfacción de sus necesidades sexuales en la realidad, y vemos que entonces se refugian en la enfermedad, para hallar con su ayuda una satisfacción sustitutiva de la que les ha sido negada. Reconocemos que los síntomas patológicos contienen una parte de la actividad sexual del sujeto o a veces su vida sexual entera, y encontramos en el alejamiento de la realidad la tendencia capital, pero también el daño principal de la enfermedad. Sospechamos que la resistencia que nuestros enfermos oponen a su restablecimiento no es de constitución simple, sino compuesta de varios motivos. No solamente se resiste el Yo del enfermo a levantar las represiones por medio de las cuales ha realizado su evolución, sino que tampoco los instintos sexuales se resignan a prescindir de sus satisfacciones sustitutivas mientras permanezca aún inseguro si la realidad les ofrecerá o no algo mejor. La fuga en que el sujeto abandona la insatisfactoria realidad, se lleva a cabo por el camino de la regresión, a fases tempranas de la vida sexual. Esta represión es aparentemente doble: temporal, en cuanto la libido, la necesidad erótica, retrocede a grados evolutivos temporalmente anteriores, y formal, en cuanto para la manifestación de esta necesidad se emplean los originales y primitivos medios expresivos psíquicos; más ambos géneros de regresión se hallan orientados hacia la niñez y se reúnen para la constitución de un estado infantil de la vida sexual.

 

Nosotros, los hombres, con las grandes aspiraciones de nuestra civilización y bajo el peso de nuestras íntimas represiones, hallamos la realidad totalmente insatisfactoria y mantenemos, por tanto, una vida imaginativa, en la cual gustamos de compensar los defectos de la realidad por medio de la producción de realizaciones de deseos. El hombre que alcanza grandes éxitos de su vida es aquel que por medio del trabajo logra convertir en realidad sus fantasías optativas. Donde esto fracasa a consecuencia de las resistencias del mundo exterior y de la debilidad del individuo, surge el apartamiento de la realidad; el individuo se retira a su satisfactoria fantasía y, en el caso de enfermedad, convierte su contenido en síntomas. Cuando la persona enemistada con el mundo real posee aquello que llamamos dotes artísticas, puede transformar sus fantasías no en síntomas, sino en creaciones artísticas, escapar así a la neurosis y volver a encontrar por este camino indirecto la relación con la realidad. En los casos en que a una persistente rebelión contra el mundo real se une la falta o la insuficiencia de estas preciosas dotes, resulta inevitable que la libido, siguiendo el origen de la fantasía, llegue por el camino de la regresión a la resurrección de los deseos infantiles y con ella a la neurosis. Los neuróticos enferman a causa de los mismos complejos con los que luchamos los sanos. De circunstancias cuantitativas y de las relaciones de las fuerzas que combaten entre sí depende que la lucha conduzca a la salud, a la neurosis o a sublimaciones compensadoras. La transferencia consiste en que el enfermo dirige hacia el médico una serie de tiernos sentimientos mezclados frecuentemente con otros hostiles. Así pues, el enfermo vive, en su relación con el médico, aquella parte de su vida sentimental que ya no puede hacer volver a su memoria, y por medio de este vivir de nuevo en la transferencia es como queda convencido, tanto de la existencia como del poder de tales impulsos sexuales inconscientes. El médico desempeña en esta reacción, el papel de un fermento catalítico que atrae temporalmente los afectos que en el proceso van quedando libres. La transferencia surge espontáneamente en todas las relaciones humanas, lo mismo que en la del enfermo y el médico; es, en general, el verdadero substrato de la influenciación terapéutica y actúa con tanta mayor energía cuanto menos se sospecha su existencia. Así, pues, no es el psicoanálisis el que la crea, sino que se limita a revelarla a la conciencia y se apodera de ella para dirigir los procesos psíquicos. Este fenómeno es decisivo no sólo para la convicción del enfermo, sino también para la del médico. Una de las más extendidas resistencias contra la labor psicoanalítica, es que se teme causar un daño con el psicoanálisis y se siente miedo de atraer a la conciencia del enfermo los instintos sexuales reprimidos. Se observa que el paciente presenta heridas en su vida anímica, pero se evita tocar a ellas para no aumentar sus sufrimientos. El temido resultado final de una destrucción del carácter civilizado por los instintos liberados de la represión es totalmente imposible, pues el poder anímico y somático de un deseo, cuando su represión ha fracasado, es mucho mayor siendo inconsciente que siendo consciente, de manera que con su atracción a la conciencia no se hace sino debilitarlo. El deseo inconsciente no es susceptible de ser influido y permanece independiente de toda circunstancia, mientras que el consciente es refrenado por todo lo igualmente consciente contrario a él.

 

¿Cuáles son los destinos de los deseos inconscientes libertados por el psicoanálisis? El resultado más frecuente es el de que tales deseos quedan ya dominados, durante el tratamiento. El individuo en su actual madurez y fuerza puede, dominar a la perfección lo que le es hostil. Un 2º término de la labor psicoanalítica es el de que los instintos inconscientes descubiertos pueden ser dirigidos a aquella utilización que en un desarrollo no perturbado hubiera debido hallar anteriormente: la sublimación. Dirigiendo cada uno de los impulsos hacia un fin más elevado y que puede carecer de todo carácter sexual, y de un mayor valor social. El 3º de los resultados posibles de la labor psicoanalítica. Cierta parte de los impulsos libidinosos reprimidos tiene derecho a una satisfacción directa y debe hallarla en la vida. No debemos aspirar a apartar de sus fines propios toda la energía del instinto sexual. No es posible conseguir tal cosa.

 

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UNIDAD V  “FENOMENOS SOCIALES”

 

Introducción

 

La denominación fenómenos sociales pretende señalar una diferenciación con la de Psicología social. Esta psicología social, en la medida en que dedica su atención a un comportamiento sin sujeto, produce una enorme cantidad de información en la que se describen, se miden y se clasifican comportamientos más o menos obvios, más o menos evidentes. Proponer un lugar para el sujeto, señalar cómo en la sociedad se construye, no el individuo sino el sujeto en tanto sujeto social, es decir en situación de lazo, de relación con los otros. Clásicamente se concibe a la Psicología social como un campo donde confluyen la Psicología, la Sociología y la Antropología. Los saberes que componen el estudio de lo social se nutren de muchos otros: la historia, la lingüística, el psicoanálisis, la economía, etc. Lo que podría quedar cubierto por la denominación de psicología social debe ser pensado como una trama o red de aportes conceptuales de diferentes campos que, a su vez, reciben caudales de diversas vertientes.

 

Origen del estudio de los comportamientos sociales

 

Platón atribuía un papel fundamental a la sociedad en el desarrollo de los individuos. Para los antiguos griegos, la ciudad o polis antes de ser un territorio es un organismo colectivo. La ciudad, en tanto polis, ejerce tal influencia sobre los ciudadanos que deja en ellos marcadas sus características. Platón sostenía que para cada forma de organización de una ciudad correspondían 5 formas del alma de sus ciudadanos. Aristóteles sostiene que la ciudad es anterior al hombre, que precede al hombre, y que en ella el hombre puede vivir bien, cosa que no puede hacer fuera de la misma. Esto está en íntima relación con el tema de “la ley”. Ella, en tanto representación de la voluntad colectiva, expresa el poder y la solidaridad de la polis. Sobre el ámbito psicosocial, es necesario aclarar que confluyen en él diversas teorías. Es difícil concebir, en ciencias sociales en general y en psicología en particular, una disciplina individual, ya que toda psicología es una psicología colectiva. El ser humano es producto y a la vez productor de cultura. De esta manera, lo intersubjetivo tiene tal amplitud que comprende tanto la relación primaria madre-hijo, donde sólo aparecen 2 términos en juego, hasta los fenómenos de masa, en los que pueden intervenir millones de individuos. Dentro de la modernidad, Rousseau dice: “es la sociedad y las instituciones sociales las que han corrompido al ser humano. El desarrollo social apartó al hombre de su estado primitivo, lo que conlleva la pérdida de una libertad original.

 

Revolución Industrial

 

Las modificaciones en las formas de trabajo debido a las innovaciones tecnológicas, en materia de transporte y de industria, y a la utilización de nuevas fuentes de energía, produjeron enormes cambios en la composición y en la relación de fuerzas entre los diferentes sectores sociales. Las ciudades se transforman, entonces, en grandes urbes, ya que reciben el excedente de la población agrícola. La oferta de mano de obra para la naciente industria era entonces enorme, y era incorporada a la producción industrial en míseras condiciones, es decir, con salarios con los cuales sólo se obtenía la subsistencia. A esto se acompañaban jornadas de trabajo de más de 16 horas diarias durante 6 días de la semana. Estas condiciones de vida traen aparejada, algún tipo de reacción (sindicatos, huelga). La enorme acumulación de riquezas, producto de esta situación, tuvo un correlato obligado: diferentes formas de control social. En un 1º momento, este control fue coercitivo. Los fenómenos de masa pasan a ser una de las preocupaciones mayores de los científicos del siglo XIX. Más tarde el control se ejerce bajo la forma de disciplinamiento, con la intención de incrementar una masa productiva con menores índices de conflictividad y, en consecuencia, con mejores recaudos para la riqueza. Foucault sostiene que el funcionamiento de base de la sociedad está “atravesada y penetrada por mecanismos disciplinarios” y que estos mecanismos tienen como principal objetivo el poder sobre los otros a través del aislamiento de los individuos. En el proceso de industrialización, la disciplinariedad actúa como un concepto que tiende a transformarse en modelo social. “La disciplina es un arte que se descarga sobre el cuerpo humano, con el objetivo de transformarlo, volverlo más obediente, sumiso, útil, productivo (hospital, ejército, escuela, fábricas); instituciones disciplinarias. En el interior de estas instituciones se utilizan reglamentos, ritmos, hábitos, ejercicios, destinados a un régimen de transformación corporal”. Será en este período en el que nace, se desarrolla y adquiere forma más pesada en el siglo XIX la Psicología Social. En función del incremento de la producción y de la optimización del rendimiento. Así, nuevas formas de disciplinamiento comienzan a gestarse.

 

Teoría de la Evolución

 

El pensamiento europeo fue fuertemente conmovido por las hipótesis de Darwin. El pensamiento de Spencer supone, para las culturas y las sociedades, una evolución similar a la planteada por Darwin para el mundo biológico, es decir que, como las diferentes especies, las sociedades se transforman a través de leyes que se evidencian por cambios observables y predecibles. El evolucionismo social hace referencia a una filosofía del desarrollo gradual y continuo de las sociedades, animado por un principio interno orientado hacia el progreso. Marx sostenía que si tenemos intenciones de saber algo acerca del hombre del presente es necesario conocer la sociedad del presente. Una de las cosas que él encuentra presente en todas las sociedades es la lucha de clases. “No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, es su ser social el que determina su conciencia”.

 

Positivismo

 

Haremos aquí un comentario sobre el Positivismo a causa del enorme peso que tuvo en el desarrollo de las ciencias físico-naturales a partir de mediados del siglo XIX. El término Positivismo fue adoptado por Comte para designar su propia teoría. Como teoría del conocimiento, el Positivismo no admite otra realidad que la de los hechos y no investiga otra cosa que las relaciones entre los hechos. El espíritu humano debe renunciar a conocer la esencia de las cosas y limitarse a la observación de los hechos de la experiencia y de sus relaciones invariables, de donde surgen las leyes. El hombre, entonces, alejándose poco a poco del estado teológico (caracterizado por la búsqueda de las causas primeras), y más tarde del estado metafísico (búsqueda de las causas abstractas), encontrará el camino hacia el estado positivo (búsqueda de las leyes relacionales entre los hechos). Esta sucesión de períodos, Comte llamó “ley de los 3 estados”. Son las ciencias de la conducta, la psicología, la sociología, la antropología y también la ciencia política y la economía, las que hacen uso de lo que llamamos análisis social. Estas, en mayor o menor grado, se ocupan de la conducta social, y para abordarla, cada vez con mayor fuerza, necesitan de la participación de otras ciencias. A partir de esta hipótesis comteana, surge en Francia una escuela de pensamiento que trata centralmente un tema que se cuenta todavía hoy entre los intereses de la Psicología social: los fenómenos de masa. Esta corriente apunta al hecho de que cuando los individuos se nuclean conformando una multitud sufren la influencia de una “mente grupal” hecho que limita la individualidad. Los individuos inmersos en una multitud transforman sus pensamientos, sentimientos, actitudes, y los acomodan a los del grupo. Hay 2 posiciones que marcan las diferentes escuelas respecto del concepto de grupo social: Durkheim y Tarde.

 

Noción de hecho social sociológico

 

Para Durkheim, el grupo es concebido como una realidad diferente de los individuos que lo conforman, y consecuentemente, lo social no es reductible a lo individual, a las características psicológicas propias del individuo. El hecho social es, de orden sociológico y tiene su origen en la presión social. La sociedad deja su marca en los individuos, se impone, da forma a sus actos y pensamientos. La presión social es la fuerza con la que la sociedad se impone al individuo y que al mismo tiempo lo protege. Los individuos no son más que la resultante de las características de la sociedad. La diferenciación que hace entre “representaciones individuales” y “representaciones colectivas” responde a la distinción entre psicología y sociología, y los hechos sociales pueden ser explicados sólo en función de las representaciones colectivas.

 

Noción de hecho social psicológico

 

Para Tarde, en cambio, el individuo es lo único real, y la sociedad no es más que una abstracción. Esto que se reconoce como sociedad no es más que una abstracción. Esto que se reconoce como sociedad no es otra cosa que el reflejo, la proyección de la vida psíquica de las conciencias individuales. Así, para este autor, el hecho social es de naturaleza psicológica. La perspectiva psicológica de Tarde hace que lo social adquiera las características de una psicología intermental. El fenómeno social se apoya, para él, en un pilar fundamental: la capacidad de imitación inherente al hombre. Encontramos también, entre los procesos sociales, otros 3: la invención, la oposición y la adaptación. Todos ellos son concebidos como un ciclo que se realimenta. Toda invención da lugar a un proceso generalizado de imitación. Este proceso puede oponerse a otro o fusionarse y adaptarse. Postula que las fuerzas sociales pueden reducirse a 2: las creencias y los deseos. Ambos son individuales, en tanto impulsos, pero siempre sociales en sus manifestaciones concretas.

 

Le Bon, en coincidencia con Tarde, elabora su “teoría de contagio” y sostiene también que las personas al estar en grupo sufren la influencia de una “mente grupal” que reduce la autonomía individual. Los individuos, cuando forman parte de una multitud, son extremadamente sensibles a la sugestión. Los cambios en las condiciones de existencia conllevan cambios de pensamiento. Sostiene que los cambios de la realidad social tienen como efecto una profunda modificación en las ideas de los pueblos. Los individuos, aun los más inteligentes, muestran actitudes grupales en las que pierden toda autonomía y capacidad de razonar, y en las cuales priman la impulsividad y la violencia. Debemos también mencionar el aporte del psicoanálisis a la psicología social. Freud afirma que toda psicología es social. En el ámbito de la antropología, los estudios demográficos suministraron datos acerca de las características de una población o región geográfica.

 

Procesos de influencia: facilitación, conformismo y obediencia

 

Los integrantes de las diferentes sociedades ejercen procesos de influencia, unos sobre otros. Cuanto mayor es la proximidad de las personas, mayor es la influencia entre los miembros. Cuando decimos que la trama social da sustento a las relaciones de los individuos que la forman y que estas relaciones están reguladas por reglas que cada uno debe respetar, se hace referencia a los diferentes acuerdos sobre los cuales la sociedad funciona. La sociedad se desarrolla sobre la base de un funcionamiento acordado, consensuado. Una de las formas más importantes de alcanzar este consenso tiene como base los procesos de influencia, es decir, la forma en que cada uno va adoptando los criterios de la sociedad, del grupo en el cual convive. La psicología social demostró que los juicios y las opiniones, así como también muchas de nuestras elecciones, están, al menos, condicionadas por las relaciones que mantenemos con los otros. Esta relación recíproca de mutua influencia entre los individuos no se da necesariamente cara a cara, sino a través de sistemas de representaciones, entendiéndose éstos como los signos que hacen al reconocimiento recíproco entre individuos o grupos.

 

Socialmente encontramos una posición para cada individuo y esta tiene una función grupal, así como también prescripciones para conducirse en relación con los otros miembros de un grupo. Las prescripciones tienen valor normativo en tanto determinan la conducta de los sujetos, proveen el marco referencial para la percepción (de la situación, de los otros y de sí mismo) y determinan una conducta exigida en esa situación particular. Es decir que en los grupos se instituye un sistema de representaciones al cual se responde. Este sistema es producto del proceso de interacción que vehiculiza las múltiples formas de influencias mutuas. La inserción misma del individuo en lo social, lo que llamamos la socialización, implica la presencia constante de las mismas. El término socializar alude al proceso por el cual una persona internaliza, incorpora, hace propias las normas de su sociedad. Es parte de este proceso el adquirir sus propios valores, creencias y características personales distintivas. Para explicar los fenómenos de masa, recurrimos a los conceptos de imitación, sugestión e identificación. Para dar cuenta del comportamiento de un individuo, y su forma de incluirse en la estructura social, aludimos a que operan procesos de influencia (de los otros en la aceptación que un individuo hace de un determinado criterio u opinión), facilitación (para el sostenimiento de un rol), procesos de conformidad (respecto de la adecuación de un individuo a las normas de un grupo determinado). En el caso de la conformidad hay un grupo que ejerce influencia sobre un sujeto. Es decir que la norma es impuesta al individuo por presión social. En el caso de la obediencia encontramos ya que es un individuo quien ejerce presión sobre un grupo (liderazgo). La forma de influencia llamada de “facilitación social” se la define por el efecto que produce la presencia de otros individuos en la ejecución de una tarea estándar.

 

Las tareas bien dominadas e incorporadas por el individuo se facilitan con la presencia de otros, pero no así las nuevas, aquellas que hay que dominar. Un público que observa puede tener un efecto inhibidor para quien realiza un aprendizaje. De la misma manera, este público tiene un efecto facilitador para con las tareas bien aprendidas. Conformidad se define como el fenómeno en el que hay más de un individuo que ejerce influencia sobre otro u otros, para que acepte o acepten una pauta predominante de comportamiento o de actitudes sociales. Sherif dice: “las normas adquiridas en grupo predominan sobre las individuales”. Asch, las experiencias y las palabras de este autor nos señalan la importancia de la influencia del grupo en las opiniones y juicios individuales, especialmente en situaciones de dependencia. No todos los individuos son igualmente sensibles a la presión exterior (factores de personalidad). Las características de personalidad de los sujetos juegan un papel de importancia. Siguiendo a Hollander, podemos distinguir 2 tipos de conformismo: de congruencia y de movimiento. El 1º estaría caracterizado por la falta de opción, o la no visualización por parte del individuo de otras posibilidades. El 2º representa una modificación de la conducta que, constituye la tendencia preferida del individuo para ajustarse a una norma social prescripta.

 

Los mecanismos institucionales que regulan el comportamiento social tienen en común una característica importante: crea conformidad entre los miembros de la sociedad y de esta manera se ve facilitada la predicción de la conducta por parte de los miembros. La línea teórica marcada por Sherif y continuada por Asch ejerció una profunda influencia en el desarrollo de la psicología social. La conformidad respecto de la norma disminuye cuando ésta, la norma grupal, se aleja demasiado de la realidad. Moscovici distingue la conformidad externa y la interna. La aceptación manifiesta de una evaluación incorrecta tiene como finalidad evitar el conflicto que podría significar distinguirse como diferente. Lo que nos interesa rescatar de estas experiencias es el enorme peso que el grupo tiene sobre el individuo. Un ejemplo de esto sería el prejuicio. Este está sostenido por una actitud acrítica respecto de una norma dictada por un grupo, grupo que ejerce influencia sobre otros individuos o grupos con los cuales mantiene una relación de poder explícito o no. Respecto del concepto de obediencia como expresión de un fenómeno de influencia social, podemos decir que en psicología social se la diferencia de la obediencia normativa, ya que el uso que hace la psicología social alude al hecho de obedecer órdenes contrarias a los principios de los sujetos que deben cumplirlas (órdenes aberrantes). “Obediencia se produce cuando un individuo o grupo modifica su comportamiento a fin de someterse a las órdenes directas de la autoridad”. Esa autoridad puede ser real o imaginada, es decir que puede formar parte del sistema de representaciones imaginarias del individuo que obedece. Milgram: “La obediencia es una forma de aceptación de manera tal que las propias acciones quedan supeditadas a una autoridad”. Este autor diferencia la conformidad de la obediencia por las siguientes características:

 

§          Jerarquía: mientras que en la conformidad regula la conducta de los sujetos de igual nivel, en la obediencia regula un nivel con otro

§          Imitación: en la conformidad actúa con su pleno poder mientras que en la obediencia está desvinculada

§          Explicitud: en la obediencia la orden es explícita mientras que en la conformidad hay un requerimiento implícito a actuar como la mayoría

§          Voluntad: en la conformidad, en la medida en que se actúa por presión implícita del grupo, el individuo puede interpretar su acción como voluntaria; en la obediencia, por definición, la acción está públicamente definida como desprovista de voluntad y el sujeto puede justificar su acción a través de esa definición

 

Podemos definir un rol como “la manera en que una persona desempeña los requerimientos de una posición”. Se debe contar con un mínimo de aceptación respecto de usos y costumbres por parte de aquellos que juegan la situación social. Esta aceptación debemos relacionarla con la conformidad e influencia. La conformidad al rol teje y mantiene la trama social misma. Es posible agregar que, en la trama social, estos roles y su conformidad delimitan lugares. En estos lugares situamos a las personas, con sus roles. Esto implica conformidad no sólo respecto del rol de los otros, sino respecto a los roles propios.

 

Formaciones grupales

 

Para el ser humano es imprescindible la presencia de otros para constituirse en tal, como su necesidad de pertenencia grupal. La familia es el grupo original, pero la característica principal del hombre es la multipertenencia grupal simultánea. Cuando nace, encuentra un universo normativo preexistente, ya instituido, al que él tendrá que someterse, sujetarse. Estas instituciones, con una existencia exterior al hombre, tienen un carácter histórico, considerado como “natural”, que es propio de cada época. Hay muchos criterios circulando alrededor de aquello que determina qué es un grupo. Esto es lo que distingue fundamentalmente a un grupo de cualquier otra reunión de gente: sus miembros tienen conciencia de las relaciones propias de tal agrupación y, además, de los fines en común que los agrupan. Esto evita caer en una cuestión exclusivamente cuantitativa. Olmsted dio una definición clásica de grupos: “una pluralidad de individuos que se hallan en contacto los unos con los otros, que tienen en cuenta la existencia de unos y otros y que tienen conciencia de cierto elemento común de importancia. Una característica esencial del grupo es que sus miembros poseen algo en común y que creen que ese algo establece una diferencia”. Cualquier intento de definición aparecerá como incompleto ya que, dada la enorme cantidad de grupos posibles, no parece factible arribar a una definición que los englobe a todos. La diferencia entre grupos pequeños y grupos primarios, es que pequeño hace al número de miembros y no al grado de importancia de los que lo integran.

 

Hay 2 líneas tradicionales para abordar el estudio de los grupos: una interna y otra externa. La externa está relacionada con el enfoque sociológico de los grupos, “sociedades como grupos”, el grupo como integrante del tejido social: la línea interna centra su atención en el tratamiento de los “grupos como sociedades”, y corresponde a un enfoque relacionado directamente con la perspectiva psicológica. La diferencia entre grupo de pertenencia y grupo de referencia: primeramente nuestra relación respecto de los grupos está dada básicamente por pertenecer a unos y por no pertenecer a otros. Merton dice que el individuo reconocerá como modelo a las reglas propias de los grupos a los que él pertenece, y esto básicamente lo guiará en su interrelación social. Pero también que en el vasto contexto social en que se mueve hay grupos a los cuales no pertenece, y éstos también, de alguna manera, influirán en su interrelación y su conducta. Se puede definir al grupo de referencia como “aquel al cual las personas se orientan o al cual aspiran a orientarse psicosocialmente”. Los grupos de referencia pueden ser muy numerosos. Podemos distinguir entre grupos de referencia positiva y grupos de referencia negativa. Los primeros apuntan a la asimilación de las normas de ese grupo como una base para la autoevaluación. Los segundos, a un rechazo motivado por las normas de ese grupo (formación de contranormas). Desde una óptica distinta, Guattari va a hablar de la existencia de 2 tipos de grupos: grupos sometidos y grupos sujetos. Los grupos sometidos son aquellos replegados en sí mismos y que aceptan una ley que les es ajena, que proviene del exterior y que les es impuesta; los grupos sujeto son aquellos que pueden dictar sus propias leyes, leyes internas que les permiten cierta ruptura con una rígida jerarquización de las estructuras. En los grupos sometidos la dinámica es estanca, fija y es muy difícil modificarla. En cambio, en los grupos sujetos, al asumir sus propias leyes, la dinámica interna está sujeta a continuas modificaciones.

 

Diferentes formas de agrupamiento

 

Didier Anzieu hace un recorrido por la etimología de la palabra grupo. Señala 2 líneas de fuerza en su etimología que apuntan a 2 ideas diferentes: a nudo y a círculo. La primera alude a la fuerza, a la cohesión que contiene ese vocablo. La segunda a la igualdad entre los miembros que lo integran. Por otra parte, Anzieu hace una clasificación de grupos en 5 categorías:

 

§          Muchedumbre: entiende a un conjunto grande de personas reunidos en un mismo lugar, sin haber tratado explícitamente de reunirse. Es toda reunión espontánea o convencional de un gran número de personas, y masa son los fenómenos de psicología colectiva que se refieren a un número aún mayor de personas que no están físicamente juntas ni podrían estarlo (fenómeno de moda, de opinión pública, lectores de un diario, etc.).

§          Banda: si lo que define a la muchedumbre es la psicología de la simultaneidad y la soledad, lo que define a la banda es la similitud y la búsqueda activa de estar junto a otros semejantes, junto a pares; es la búsqueda de lo semejante por el placer de estar juntos. La banda ofrece a sus miembros la seguridad y el soporte afectivo que se solicita y de los que, en general, carecen sus miembros. Los miembros de la banda poseen caracteres de similitud que los hacen identificables, pertenecientes a ese grupo.

§          Agrupamiento: define a un número pequeño, mediano o elevado de personas que se reúnen con una cierta frecuencia y que tienen una relativa permanencia de objetivos en el intervalo de las reuniones. Sus objetivos responden a un interés común de los miembros. Fuera de estos objetivos, los miembros de un agrupamiento no tienen mayormente relaciones ni contactos.

§          Grupo primario: presenta algunas de las siguientes características:

ü         Número restringido de miembros, lo que permite una percepción individualizada de cada uno de los otros y de ser percibido por cada uno de los otros. Esto posibilita una gran comunicación interindividual

ü         Relaciones afectivas intensas, y pueden constituir subgrupos de afinidades

ü         Interdependencia de los miembros y sentimientos de solidaridad

ü         Diferenciación de roles entre los miembros

ü         Constitución de normas, de creencias, de signos y de ritos propios del grupo que darán lugar a un lenguaje y a un código grupal

ü         Las comunicaciones entre los miembros son cara a cara

§          Grupo secundario: es un sistema social que funciona regido por instituciones. Es un conjunto de personas que persiguen fines determinados idénticos o complementarios. El número de personas es altamente variable. Las relaciones entre los miembros son más distantes, frías e impersonales. Es frecuente encontrar subgrupos que funcionan como grupos primarios.

 

La técnica “Dinámica de grupos” se utiliza en formaciones que tienen como rasgo común el no ser espontáneas, sino organizadas, con objetivos definidos. Dinámica, implica las fuerzas, complejas e interdependientes, que actúan dentro de un área común. Esta área común, en el caso de la dinámica de grupos, es el grupo mismo. Kurt Lewin acuña este término. Elton Mayo descubre la importancia de las relaciones intragrupales. Lewin aporta su teoría del campo: “un método de análisis de las relaciones causales y de elaboración de construcciones teóricas utilizado para formular hipótesis y para poderlas verificar operacionalmente. Una manera de representar y de enfocar las conductas, un conjunto de conceptos mediante los cuales podemos representar la realidad psicológica”. La diferencia fundamental entre Lewin y otras corrientes psicológicas que se ocupan de los factores que intervienen en la conducta es que éstas intentan dilucidar de qué manera las necesidades internas influyen sobre la conducta de un individuo; mientras que Lewin, teniendo en cuenta estas necesidades internas, insiste en decir que ellas están en relación estrecha con la situación total. Dicho de otra manera, la conducta es la resultante tanto de las necesidades internas como de la situación total tal como está organizada por el organismo. Nociones topológicas. Así, denomina Lewin “espacio vital” a un área en la que incluye al ambiente psicológico (entendido éste como la totalidad de factores que producen efectos en la vida de una persona en un momento dado) y a la persona misma, o sea que espacio vital = ambiente psicológico + persona. Dentro del espacio vital hay regiones y sub-regiones por las cuales se producen “locomociones”, con el fin de alcanzar un objetivo o alejarse de él. Por locomoción se entiende la realización de un acto o una sucesión de actos de conducta. Estos se señalan por un vector, flecha. Marca la dirección hacia un objetivo o el alejamiento de él (+ y -1 Lewin llama valencias). En las diferentes regiones del espacio vital pueden coexistir varias valencias, lo que produce conflicto. Lewin describe 3 posibilidades de conflicto: entre 2 valencias positivas; entre 1 positiva y 1 negativa; entre 2 negativas. En las situaciones de conflicto aparece lo que Lewin denomina tensión, que desequilibra al sistema hasta el momento de resolución del conflicto.

 

El concepto de equilibrio utilizado por Lewin es dinámico y sostiene que el individuo es un sistema en búsqueda constante de equilibrio y que toda conducta tiene como objetivo esa búsqueda. Apoyándose en los conceptos básicos de la teoría de la Gestalt, Lewin considera al grupo no como una sumatoria de individuos, sino como una totalidad, como un conjunto limitado y estructurado. Los grupos, para este autor, deben tomarse como totalidades dinámicas que son el resultado de la interacción entre sus miembros. Considerando el grupo como un campo de fuerza formado de elementos en mutua interdependencia, Lewin emite la hipótesis siguiente: para producir cambios en él es suficiente el hecho de introducir cambios en el campo perceptivo. La propuesta de este autor para modificar la estructura del grupo (concebida ésta como un campo de fuerzas), a través de la disminución del umbral de la resistencia interna en lugar de oponer una fuerza exterior mayor contraria a la ideología del grupo. El acceso a los niveles inconscientes no es posible a través de las técnicas de abordaje psicosocial. Esta teoría (noción de estructura, de campo perceptivo, de equilibrio de fuerzas, exclusión de la historia individual) es pertinente para el abordaje de temas psicosociales. En términos de la teoría del campo, un grupo cambia reestructurando las relaciones de lo parcial a lo global, para lograr, así, mantener una nueva configuración. Los cambios en las normas, los roles y los modelos de comunicación del grupo influyen tanto en las motivaciones del individuo como en la atmósfera del grupo. Se puede describir la moral del grupo como la capacidad para mantenerse unido ante situaciones adversas o frustrantes en términos del sentimiento del “nosotros”, del sentimiento de solidaridad o de espíritu de cuerpo y habla. Todo grupo se organiza en torno de relaciones de simpatía entre los miembros.

 

El “sociograma” de Moreno permite visualizar la estructura afectiva del grupo, localizando no sólo los posibles líderes, sino también los subgrupos que pueden formarse en el interior del grupo, y las personas aisladas. El psicodrama, técnica con la que trata de obtener que los participantes tomen conciencia de los aspectos sociales que influyen sobre ellos y, de esta manera, poder librarse de estas influencias y alcanzar lo que para este autor es fundamental: la espontaneidad creadora. Pichón Riviere crea en 1946 la técnica conocida como grupos operativos. El grupo, para este autor, es concebido como centrado en la tarea, y lo define como “un conjunto restringido de personas que ligadas por constantes de tiempo y espacio y articuladas por su mutua representación interna se propone, en forma explícita o implícita, una tarea que constituye su finalidad, interactuando a través de complejos mecanismos de asunción y adjudicación de roles”. El objetivo fundamental de los grupos operativos es la elaboración de las 2 ansiedades básicas: “miedo a la pérdida de las estructuras existentes” y el “miedo al ataque que proviene de las nuevas estructuras en las que el sujeto se sitúa, pero de las cuales no tiene todavía su instrumentación”. Estas ansiedades se manifiestan, de manera particularmente relevante, frente a situaciones nuevas, y el trabajo grupal es, generalmente, una de ellas.

 

Fenómenos de masa

 

Parte de la historia de la psicología social gira en torno a la polémica mantenida por Durkheim y Tarde acerca de la realidad de lo social y, particularmente, en lo que concierne a la relación individuo-grupo. El mérito de Mesmer es el haber introducido el tema hipnosis en el campo de la ciencia y también de haberlo humanizado, o mejor aún, de haber conseguido hacer pasar ciertos fenómenos del campo de la religión al de la medicina. Por ejemplo, las convulsiones y otras manifestaciones de tipo histérico, que antes de él eran atribuidas a posesiones demoníacas, las trató como un desequilibrio del “fluido” o del “magnetismo animal”. A través de pociones a base de hierro y de sesiones colectivas, Mesmer pretendía reequilibrar el fluido animal en sus pacientes. Su teoría podría resumirse así: un fluido físico se encuentra expandido en todo el universo; la enfermedad nace de una mala repartición de ese fluido en el cuerpo; la terapia consiste en reequilibrar el fluido animal. Esta práctica, a pesar del contexto pseudocientífico que enmarca su profesión de médico, se parece en mucho a las actividades chamánicas, de curanderos y de magos. Lo que rescatan de él las terapéuticas psicológicas modernas, a pesar de que las teorías mesmerianas carecen de fundamento, es que plantean el problema de una relación dinámica entre el paciente y el terapeuta, el efecto del terapeuta sobre el paciente y su actuación como agente de la cura.

 

Recién entre 1860 y 1880, Charcot, por un lado, y los fundadores de la llamada “Escuela de Nancy” Bernheim, presentan sus propias experiencias sobre el hipnotismo y sorprenden a los científicos de la época. Es preciso detenernos un momento en estos últimos años del siglo XIX y ubicarnos en el contexto científico. Si bien el hipnotismo como fenómeno fue aceptado luego de pasar las resistentes barreras de la ciencia, era necesario darle una explicación y ésta sólo podía surgir de Charcot o de Nancy. Es en esto que no se pusieron de acuerdo Charcot y Bernheim. En tanto que para el 1º era un estado patológico propio de la histeria, que podía ser explicado de la misma manera que los hechos fisiológicos simples, para Bernheim era un fenómeno normal producido por la sugestión. Puede decirse que, desde el siglo XVIII, hay una corriente que trata de explicar la hipnosis, que puede denominarse “organicista”, integrada principalmente por Mesmer y Charcot, y otra, más próxima a lo psicológico, cuya representante sería la escuela de Nancy, que define la hipnosis “como un estado psicológico particular producido exclusivamente por la sugestión”. De todos modos, a pesar de sostener criterios muy diferentes, tanto Charcot como Bernheim provocan que la histeria despegue de la medicina somática y permiten un abordaje diferente de la enfermedad.

 

Desde el magnetismo animal del siglo XVIII hasta los fenómenos de hipnotismo y sugestión más elaborados del siglo XIX, el tema fascinó a una parte de la comunidad científica que se ocupaba del hombre en cualquiera de sus dimensiones. La sociedad deviene cada vez más compleja. Los descubrimientos de la ciencia y su aplicación a la industria producen una profunda modificación en las estructuras y en las relaciones de los hombres. Los cambios en las condiciones de existencia conllevan cambios en las formas de pensar el mundo y los sujetos que lo habitan, es decir, producen nuevos sujetos y nuevas subjetividades. Ante el avance de las masas en la vida política de Europa del siglo XIX, propone es estudio y la investigación de éstas como el único recurso del hombre de Estado para detener el desarrollo: “El conocimiento de la psicología de las masas es hoy el único recurso del hombre de Estado que quiere no gobernarlas sino, al menos, no ser gobernado por ellas”. De esta afirmación se desprenden 2 objetivos, conocer los mecanismos de funcionamiento y de manipulación de estos conjuntos; y a partir de estos conocimientos, elaborar las técnicas que permitan al Estado el control de las multitudes para mantener el orden pretendido. Le Bon era considerado un experto en psicología y estrategia política y en temas de liderazgo. La enorme potencialidad de las masas está fundada en las “ley de uniformidad mental” de las multitudes, que les proporciona a cada uno de los integrantes el sentimiento de poder invencible que les permite “liberar sus instintos y realizar cosas a las que individualmente no se atreverían”. Otra de las características que explicarían el fenómeno de masa y su poder es el “contagio” noción que comparte con Tarde. La noción de contagio debe visualizarse en realidad como un efecto, como el resultado de una causa originaria más profunda, que es la sugestión. Para él, todo individuo en una multitud está en un estado de fascinación cuya semejanza con el fenómeno hipnótico es muy grande. Por ello, afirma, la personalidad consciente desaparece, y con ella la voluntad y la capacidad de discernimiento. El individuo no es consciente de sus acciones y se transforma en una especia de autómata que sigue ciegamente la orden dada por el hipnotizador.

 

Por supuesto que, en general, la multitud tiene lo que nosotros llamaríamos un jefe o un líder y que Le Bon llama agitador. Es alguien que surge de ella y que la idea que utiliza para hipnotizar a la masa lo hipnotizó a su vez a él. El agitador posee lo que Le Bon llama prestigio, basado en el temor y la admiración, que anulan las facultades críticas e impiden ver la realidad de las cosas. En la masa, según Le Bon, el individuo pierde la fachada cultural, cualquiera sea su condición social o su capacidad intelectual, y queda al descubierto el “inconsciente colectivo”, es decir, aquellos trazos que dependen de la naturaleza humana, en el sentido de retornar a un estado previo al de la cultura. La preocupación de Freud es tratar de responder a la pregunta ¿qué es lo que mantiene la unidad de la masa?, ya que las causas avanzadas por Le Bon, hipnosis-sugestión-contagio, no son suficientes. Por otra parte, el efecto de fascinación, de influencia, que ejerce el líder sobre la masa a través del prestigio, tampoco contesta al interrogante de Freud. A éste le preocupa el origen y qué cosa es ese prestigio que puede desplazar la opinión de la masa y dirigirla sin vacilaciones hacia objetivos determinados. Freud rescata, del trabajo de Le Bon, el carácter irracional de las masas, donde lo afectivo se pone de relieve y lo racional se oscurece. Es en el plano de lo afectivo donde se apoyará para explicar la ligazón entre los miembros. El amor entre los miembros y el del jefe por cada uno de ellos produce la cohesión de la masa, sustentada por la creencia. La creencia es el pivote alrededor del cual gira la fuerza de la masa. Mientras cree, se mantiene y desarrolla, fortaleciendo la ilusión. Cuando ésta se rompe por alguna razón, cuando la creencia se lesiona y la ilusión cae, se produce la desorganización y el pánico.

 

La explicación de la cohesión de las masas a través de las ligazones afectivas tiene su anclaje en las primeras necesidades afectivas, en las primeras relaciones con los otros. La identidad de cada uno tiene como soporte a los otros, que son la referencia constante. En la masa se es en la medida que los otros nos confirman lo que nosotros somos, y que, a su vez, delimitan la diferenciación con aquellos que no son similares. La creencia consiste en poner atributos al otro que marcan los poderes de la diferenciación con los que no pertenecen al grupo y la similitud con los que sí pertenecen. Es lo que permite sostener al “nosotros” Freud define la identificación como la más temprana exteriorización de una ligazón efectiva con otra persona. Porque el ser humano necesita hacerse como otro, como un semejante; otros que incorpora, con quienes se identifica para poder existir. Para Baudrillard, la masa no es un agente de la historia ni de la sociedad. Tampoco ella lleva adelante los procesos de reorganización social, sino que, por el contrario, conduce a procesos de neutralización y disolución de lo social. La masa, dice, es la inercia, el poder de lo neutro, lo regresivo respecto de lo social. Baudrillard sostiene que la masa no tiene historia por escribir, ni pasada ni futura. Su potencia es actual y es la de su silencio. Surge así el concepto de “mayoría silenciosa”. Esta existe a través de lo que él denomina hiperconformismo y que es, en verdad, una forma de resistencia a lo social. Baudrillard realiza una dura crítica al consumo en las sociedades modernas. Canetti considera la masa como el único lugar donde el temor más primitivo del ser humano, “el de ser tocado por lo desconocido” es conjugado y transformado en su opuesto. Es en la masa, a través del instante de la descarga en “que todos los que pertenecen a ella quedan despojados de sus diferencias y se sienten como iguales”. En realidad, sostiene, recién allí la masa existe, “en el instante de la descarga”. Sólo en ese instante es donde cada uno se libera de “sus cargas de distancia” que le son propias y se igualan. Las propiedades de la masa son:

 

§          La masa siempre quiere crecer y los límites de su crecimiento son imposiciones institucionales

§          En el interior de la masa reina la igualdad y es por ello que puede afirmar que el acontecimiento de mayor importancia que se desarrolla en la masa es la descarga ya que es a partir de ésta que ella se integra. A partir de allí reina la igualdad absoluta e indiscutible y jamás es puesta en duda

§          La masa ama la densidad. La densidad estaría en relación a la presión que la masa recibe y a la tensión que acumula previamente a la descarga. El punto máximo de densidad está en el momento mismo de la descarga

§          La necesidad de una dirección. La masa tiene necesariamente una dirección y se mueve hacia algo. Este movimiento común a sus integrantes intensifica el sentimiento de igualdad. Ella existe mientras tenga una meta inalcanzable.

 

TEXTO III: “Dinámica de los grupos pequeños”  Anzieu y Martin

 

El concepto de grupo. ETIMOLOGIA

 

Proviene del italiano groppo o gruppo, término técnico de las bellas artes que designa a varios individuos, pintados o esculpidos, que componen un tema. El vocablo se extiende pronto al lenguaje corriente y designa un conjunto de elementos, una categoría de seres o de objetos. Sólo hacia mediados del siglo XVIII, grupo, designa, en francés, una reunión de personas. El sentido primero del italiano groppo era nudo, antes de llegar a ser reunión, conjunto. Parece, además, que groupe y croupe (grupa) se originaron en la idea de círculo. La etimología nos proporciona, así, 2 líneas de fuerza: el nudo y el círculo. El sentido primero de nudo poco a poco se reproduce en grupo hasta connotar el grado de cohesión entre los miembros. En cuanto al círculo, designó muy tempranamente, en el francés moderno, una reunión de personas.

 

Resistencia epistemológica al concepto de grupo

 

El concepto objetivo de grupo, de los comités y los equipos ha surgido lentamente en el curso de la historia del pensamiento. Comenzamos apenas a saber definirlo y caracterizarlo. Dificultan este trabajo de objetivación prejuicios individuales y colectivos de orden psicológico y psicoanalítico. La noción de grupo es inexistente para la mayor parte de los sujetos. Solo existen las relaciones interindividuales. La solución generalmente considerada, para los problemas que surgen en esas relaciones, es la necesidad de que los otros cambien. El temor de volver a pensar la propia situación en un nuevo marco de referencia, y de ser así sometido a discusión, constituye uno de los aspectos de la resistencia epistemológica a la noción de grupo. Otro aspecto de esa resistencia depende de la dificultad general, en todo ser humano, para descentrarse, descentración en relación consigo mismo. Se es más eficaz en conjunto que aisladamente; el grupo es un intermediario entre el individuo y la sociedad. Pero en otro plano, el grupo es una alienación para la personalidad individual. En ese nivel, la resistencia epistemológica al concepto grupo proviene de la resistencia del hombre contemporáneo a la vida grupal. Las angustias son el motivo último de la resistencia epistemológica y práctica del grupo.

 

Otros prejuicios son de orden sociológico. Se distinguen según la forma de la civilización en la que viven los grupos. Algunas formas de vida grupal, es vivido por ellos como algo ya dado, como natural, inevitable, permanente, como anterior y superior al individuo. Así son los grupos en los que se entra por nacimiento (familia, clan, tribu, aldea). Reglas sociales no discutidas establecen las diferenciaciones de papeles. Estos grupos están más o menos encerrados en sí mismos, y en estado de guerra latente o abierta con grupos vecinos rivales. Aquí se origina una primera resistencia epistemológica: un grupo se hace para vivirlo absolutamente, lo que se hace para estudiarlo, es decir, para que uno de sus miembros tome cierta distancia respecto de él o para que un extraño se introduzca allí por mera curiosidad. Una 2º resistencia se relaciona con la actitud de las grandes organizaciones colectivas (imperios, estados, ejércitos, órdenes religiosas) hacia los grupos pequeños. Para la sociedad global, el grupo pequeño o reducido es una fuerza a su servicio, pero una fuerza que puede volverse contra ella. De allí la desconfianza que la mayoría de las civilizaciones han demostrado hacia los pequeños grupos espontáneos. Las representaciones espontáneas que cada individuo tiene del grupo en general, o de tal grupo en particular son representaciones imaginarias, es decir, no fundadas en un análisis racional de la realidad. El individuo no tiene conciencia, en general, de sus representaciones; adhiere a ellas como a una creencia. Su reconocimiento impone un elevado precio psicológico: enfrentamientos y tensiones. A través de los tiempos y de las regiones se ha hablado siempre del grupo, pero mediante metáforas. Y cuando se esboza una teoría científica de los grupos, hay aún 2 metáforas que se imponen mucho todavía, una biológica, otra mecánica: el grupo como organismo vivo, en el que lo moral se piensa por analogía con la interdependencia de los tejidos y de los órganos, y el grupo como máquina dominada, en la que la autonomía se representa por analogía con la retroalimentación (feed-back). Esto no quiere decir que esas metáforas carezcan de sentido. Pero una ciencia no se funda sobre sentidos implícitos ni sobre comparaciones populares.

 

Distinción de las 5 categorías fundamentales

 

Los hechos del grupo se distinguen de los hechos psíquicos individuales porque se relacionan con una pluralidad o con un conglomerado de individuos. En realidad, no existe ninguna personalidad normal que está psicológicamente aislada de las otras, y el estudio de las relaciones con los demás es un capítulo necesario de la psicología individual. Los hechos del grupo se diferencian de los hechos sociales porque la pluralidad de los individuos es, en el 1º caso, una pluralidad de individuos que están presentes todos juntos. Las 5 distinciones fundamentales:

 

1.       Muchedumbre. Cuando los individuos se hallan reunidos en gran número en el mismo lugar, sin haber tratado explícitamente de reunirse. Cada uno trata de satisfacer al mismo tiempo una idéntica motivación individual. La situación de muchedumbre desarrolla un estado psicológico propio:

 

a)      Pasividad de las personas reunidas hacia todo lo que no sea la satisfacción inmediata de su motivación individual

b)      Ausencia o bajo nivel de los contactos sociales y de las relaciones interhumanas

c)      Contagio de las emociones y rápida propagación al conjunto de una agitación surgida en un punto

d)      Estímulo latente producido por la presencia de los demás en dosis masiva, estímulo que puede estallar en forma de acciones colectivas pasajeras y, paroxísticas, marcadas con el sello de la violencia o del entusiasmo, o que, inversamente, puede inducir a una apatía colectiva impermeable a casi todas las intervenciones

 

              Westley distingue muchedumbres organizadas, convencionales y espontáneas. Se usa el término muchedumbre para toda reunión  

              espontánea o convencional de un gran número de personal y la expresión masa, para todos los fenómenos de psicología colectiva que   

              se refieren a un número aún mayor de personas que no están físicamente juntas, ni podrán estarlo.

 

2.       Banda. La muchedumbre se define mediante la psicología de la simultaneidad. Una muchedumbre tiene en común la soledad. La banda, por el contrario, tiene en común la similitud. Cuando los individuos se reúnen voluntariamente, por el placer de estar juntos, por búsqueda de lo semejante, se trata de una banda. En los seres humanos consiste en buscar en los congéneres modos de pensar y de sentir idénticos a los propios, sin ser necesariamente, conscientes de ello. El placer de formar parte de la banda proviene de la supresión o suspensión de la exigencia de adaptarse a un universo adulto o social y a sus reglas de pensamiento y de conducta. La banda ofrece a sus miembros la seguridad y el soporte afectivos de que carecen, es decir, un sustituto del amor. Las actividades llevadas a cabo en común no se presentan como un objetivo esencial de la banda: el objetivo es el de estar juntos porque se es semejante. La banda es muy limitada en sus miembros, por la adhesión de ellos a su colectividad y por su mayor duración. No obstante, la banda es bastante efímera. La banda se hace durable si se transforma en un grupo primario, pero entonces cambia de características.

 

3.       Agrupamiento. Cuando las personas se reúnen en número pequeño, mediano o elevado, con una frecuencia de reuniones más o menos grande, con una relativa permanencia de los objetivos en el intervalo de las reuniones. Los objetivos del agrupamiento responden a un interés común de los miembros que son parcialmente conscientes de ellos, pero en la mayoría no se efectúa activamente la asunción de este interés, se remiten a sus representantes, a sus dirigentes, incluso a los acontecimientos. Fuera de la realización de los objetivos que surgen de este interés, los miembros no tienen relaciones ni contactos. Según el campo de sus actividades, los agrupamientos adoptan nombres particulares: campo intelectual y artístico, campo religioso, campo político, social y corporativo.

 

4.       Grupo primario. Presenta las siguientes características:

 

Ø         Número restringido de miembros, de tal manera que cada uno de ellos pueda tener una percepción individualizada de cada uno de los otros, ser percibido recíprocamente por éstos, y entre los cuales pueda producirse una gran comunicación interindividual

Ø         Prosecución en común y de manera activa de los mismos objetivos (dotados de cierta permanencia) asumidos como objetivos del grupo, que responden a diferentes intereses de los miembros y son valorizados por ellos.

Ø         Relaciones afectivas que pueden llegar a ser intensas entre los miembros y sentimientos de solidaridad; unión moral de los integrantes del grupo fuera de las reuniones y de las acciones en común

Ø         Diferenciación de roles entre los miembros

Ø         Constitución de normas, de creencias, de signos y de ritos propios del grupo (lenguaje y código del grupo)

 

En el grupo así definido se desarrollan conductas de mantenimiento que apuntan a la conservación del grupo como realidad física y como imagen ideal, y conductas de progresión que provocan la transformación:

 

Ø         De las relaciones entre los miembros

Ø         De la organización interna

Ø         Del sector de la realidad física o social en el que el grupo ha elegido sus objetivos

 

El predominio del 1º tipo de conducta caracteriza la reunión mundana o los grupos conmemorativos. Los grupos de acción dan preponderancia al 2º tipo de conducta, sin poder dejar totalmente de lado al primero. Cuando la actividad del grupo o del agrupamiento, tomado en el sentido precedente, consiste únicamente en reunión con debates, el término apropiado es el de reunión-discusión. El grupo primario se caracteriza por los lazos personales íntimos, cálidos, cargados de emoción que se establecen entre todos los miembros; la solidaridad y la obtención de ventajas mutuas son espontáneas en él, no calculadas. Por el contrario, en el grupo secundario, las relaciones entre los miembros son frías, impersonales, racionales, contractuales y formales: las comunicaciones por escrito son más importantes que los intercambios orales. Por los intercambios afectivos intensos que se llevan a cabo entre sus miembros, la familia es el ejemplo típico de grupo primario. Pero debido a las instituciones sociales que la rigen, es también un grupo secundario. A causa de su objetivo, procreación y crianza de los hijos, y de la naturaleza de los lazos (afinidad y consanguinidad) entre los individuos que la componen la familia constituye un conglomerado humano particular. Es generalmente pequeño. El grupo pequeño favorece sin desarrollarlas necesariamente, las relaciones afectivas intensas en su seno. Al hablar de grupo reducido, ponemos el acento en la dimensión numérica del grupo que permite a cada uno de sus miembros percibir a cada uno de los otros, reaccionar frente a él y ser percibido por él, sin prejuzgar acerca de la calidad afectiva de sus relaciones.

 

5.       Grupo secundario. Es un sistema social que funciona regido por instituciones (jurídicas, económicas, políticas, etc) dentro de un segmento particular de la realidad social. La organización es, a la vez:

 

Ø        Un conjunto de personas que persiguen fines determinados, idénticos o complementarios: en el derecho positivo, es una asociación si los objetivos no son lucrativos, una sociedad en el caso contrario.

Ø        El conjunto de estructuras de funcionamiento que rigen las interrelaciones de las partes componentes y que más o menos determinan los roles de las personas.

 

En el grupo secundario, las relaciones entre los individuos son a menudo más formales, frías e impersonales. Dos neologismos: grupal, para calificar los fenómenos propios del grupo, especialmente para distinguir las relaciones entre los individuos dentro de aquel, las simples relaciones interpersonales y las relaciones sociales en general; grupalidad para designar el conjunto de las características internas esenciales para el grupo. No se debe ocultar la existencia de fenómenos grupales comunes a toda. Tres, por lo menos, han sido establecidos de manera segura y ya antigua: la aparición de conductores, la identificación en diferentes grados de los miembros entre sí y la adhesión inconsciente a clisés, imágenes o estereotipos. El cuadro presenta hipótesis:

 

a-      La duración de un grupo y el grado de organización interna varían en el mismo sentido

b-      El número de miembros del grupo es máximo en los 2 extremos (muchedumbre y grupo secundario); indiferente en el medio (agrupamiento). Hay umbrales máximos y mínimos. Para el grupo reducido conocemos el umbral mínimo 3 a 4 miembros, y el umbral máximo, que es de 15 a 20 miembros

c-      El estilo de las relaciones interindividuales en el grupo varía de acuerdo con la forma en que el grupo maneje los clisés y las imágenes subyacentes de sus creencias y de sus normas, o se deje manejar por esos clisés e imágenes

d-      El estilo de las acciones del grupo se relaciona, excepto en el grupo secundario, con la conciencia de los objetivos

 

Conformidad y obediencia. Levine y Pavelchak

 

Existe conformidad cuando un individuo modifica su comportamiento o actitud a fin de armonizarlos con el comportamiento o actitud de un grupo. Existe obediencia cuando un individuo modifica su comportamiento a fin de someterse a las órdenes directas de una autoridad legítima. Si bien la conformidad y la obediencia son dos formas de influencia social, difieren de manera importante en varios aspectos. Antes que nada, la presión a conformarse es ejercida de manera típica por pares que disfrutan del mismo status que el sujeto, mientras que la presión a obedecer es ejercida por una autoridad de elevado status. Además, la obediencia presupone que la autoridad desee ejercer una influencia y vigile la sumisión del subordinado a sus órdenes. Por el contrario, la conformidad puede producirse sin que el grupo desee ejercer una influencia o vigilar al individuo, basta con que la persona conozca su posición del grupo y desee estar de acuerdo con ella. Una tercera diferencia entre la conformidad y la obediencia es que los individuos que se conforman tienen un comportamiento similar al de la fuente de influencia, mientras que los individuos que obedecen generalmente tienen un comportamiento diferente al de la fuente de influencia.

 

La conformidad

 

Una persona modifica su posición en dirección de la posición de un grupo. Una persona ha sido influenciada por un grupo si esta persona al principio estaba en desacuerdo con el grupo y después cambió para ir hacia él. Por el contrario, si sabemos que un individuo está de acuerdo actualmente con el grupo, no tendremos la convicción de que su acuerdo sea el resultado de la influencia del grupo. Por acuerdo público (o sumisión) entendemos el cambio manifiesto de comportamiento del individuo en dirección de la posición del grupo. Por acuerdo privado (o aceptación) entendemos el cambio de actitud latente del individuo en dirección de la posición del grupo. La distinción entre acuerdo público y acuerdo privado es de importancia porque tiene consecuencias en el comportamiento de una persona, una vez eliminada la presión del grupo. Consideremos primero el caso de un individuo que se conforma a nivel público, pero sigue estando en desacuerdo a nivel privado. Ya que no ha aceptado la posición del grupo en su fuero interno, no podemos esperar que suscriba este posición, suponiendo que ya no exista presión del grupo. Por el contrario, consideremos el caso de un individuo que se conforma tanto a nivel público como a nivel privado. De esta persona que, según parece, cree realmente lo que dice, podemos esperar que continúe suscribiendo la posición del grupo, incluso si ya no se ve afectada por una presión que la obligue a hacerlo.

 

Las 1º investigaciones sobre la conformidad. La técnica experimental de Asch y el aparato de Crutchfield.

 

Factores que influyen sobre la conformidad

 

Los principales factores que determinan la influencia de un grupo son las características del individuo expuesto a la presión del grupo; y las características del grupo origen y la relación entre el individuo y el grupo.

 

1-       Características individuales. La nacionalidad y el sexo. Se supone que estas características son importantes porque la experiencia de la socialización es diferente para los hombres y para las mujeres, y también para los individuos que crecen en sociedades diferentes. Las predisposiciones adquiridas antes de que una persona entre en una situación en que se encuentre sometida a la presión de un grupo pueden influir sobre la manera de reaccionar en dicho situación. La 2º característica personal que desearíamos discutir, el sexo del sujeto. Las mujeres se conforman más que los hombres. Las mujeres se conforman más que los hombres únicamente en las investigaciones realizadas por un experimentador de sexo masculino. Si la investigación es dirigida por un experimentador de sexo femenino, los 2 sexos se conforman, resultando característico, de manera casi igual. La gente tiene la tendencia a conformarse mucho si los estímulos son ambiguos, aquellos ante los que se sienten menos competentes. Los hombres se conforman más que las mujeres cuando los estímulos son femeninos.

 

2-       Características del grupo. Nos concentraremos en el tamaño del grupo y su unanimidad. El tamaño se refiere simplemente al número de miembros del grupo que ejerce la presión sobre el sujeto. La unanimidad se refiere al grado de consenso que reina entre los miembros del grupo por lo que respecta al problema en discusión. La conformidad aumenta a medida que lo haga el tamaño del grupo, pero cada adición sucesiva de un miembro a la mayoría produce un aumento de conformidad más pequeño que el producido por el miembro precedente. Los sujetos se conforman más en la condición de 2 grupos que en la condición de un grupo, lo que demuestra que el número de entidades independientes que ejercen una presión constituyen el factor decisivo de la influencia. Si un sujeto se ve confrontado con un grupo único, la conformidad variara directamente con el tamaño del grupo tan solo si se cree que los miembros de éste han llegado independientemente a su posición común. Para la eficacia del apoyo social y la desviación extrema en la reducción de la conformidad, un miembro del grupo se desviaba y daba respuestas con las que el sujeto estaba de acuerdo (apoyo social) o respuestas que eran aún más incorrectas o impopulares que las de la mayoría (desviación extrema). La presencia de un compañero hace disminuir la conformidad en numerosas personas. Además, en ciertas circunstancias la resistencia a la presión del grupo que confiere el apoyo social prosigue incluso después de que el compañero ha abandonado físicamente el lugar de la interacción. En resumen, la presencia de un único aliado puede reducir de forma sustancial la susceptibilidad de una persona a la influencia en una situación de presión de grupo. El efecto del apoyo social es potente: tiene lugar en una amplia gama de estímulos y en todo tipo de personas diferentes. Se ha visto que un cierto número de variables influían sobre la eficacia del apoyo social. En general, estas variables aumentan o disminuyen el temor que siente el individuo ante los castigos del grupo y afectan su manera de percibir el objeto-estímulo. En nuestra discusión de la acción del apoyo social nos hemos concentrado en cómo la presencia de un colaborador afecta la respuesta de la minoría ante la presión de la mayoría.

 

3-       La relación entre el individuo y el grupo. Varios aspectos de la relación entre el individuo y el grupo afectan la conformidad. Por lo que respecta al impacto de la interdependencia por las recompensas, los resultados indican que la conformidad en general es mayor cuando los miembros del grupo trabajan a fin de obtener una recompensa común que cuando lo hacen por recompensas individuales. Parece que también habría que tomar en consideración la conciencia que tiene el sujeto de ser aceptado por los demás miembros del grupo si queremos comprender como la atracción del grupo influye sobre la conformidad. Un individuo no se conformará al grupo a menos que no esté seguro de ser aceptado por él y si cree que conformándose aumentan sus posibilidades de aceptación. Un correlativo importante de la acepción de una persona por los otros miembros del grupo es su status dentro de éste. El status y la aceptación van juntos, es decir, que las personas de status elevado son aceptadas y que las de status inferior no lo son. Las personas de status intermedio se conforman en mayor medida que las personas de status elevado o que las personas de status inferior. La relación entre el individuo y el grupo puede afectar la conformidad de forma importante. El grado de interdependencia del individuo y del grupo, la atracción del individuo por el grupo y su sentimiento de aceptación por él y, finalmente, el status del individuo dentro del grupo no se mantienen constantes.

 

El individuo pasa por 5 fases consecutivas de pertenencia al grupo (investigación, socialización, conservación, re-socialización y rememoración), separadas entre sí por 4 cambios de roles (entrada, aceptación, divergencia y salida). Primero el grupo y el individuo pasan por una fase de investigación, durante la cual el grupo investiga a las personas susceptibles de contribuir a los fines del grupo mientras que el individuo investiga grupos susceptibles de contribuir a la satisfacción de sus necesidades personales. Si el nivel de compromiso del grupo y el del individuo se elevan lo suficiente para alcanzar los criterios de entrada respectivos (CE), el individuo sufre el cambio de rol necesario para la entrada y recibe la etiqueta de nuevo miembro. Durante la fase de socialización, el grupo intenta hacer cambiar al individuo de manera que pueda contribuir aún más a alcanzar de manera que éste pueda satisfacer mejor sus necesidades personales. Si los niveles de compromiso de ambas partes se elevan lo suficiente para alcanzar sus criterios de aceptación respectivos (CA), el individuo sufre el cambio de rol de la aceptación y recibe la etiqueta de miembro efectivo. Durante la fase de conservación, el grupo se esfuerza por encontrar un papel especializado para el individuo a fin de aumentar al máximo su contribución a la realización de las metas del grupo y el individuo intenta definir un papel especializado que aumente al máximo la satisfacción de sus necesidades personales. En la medida en que ambas partes consideren que su relación es remuneradora, sus niveles de compromiso se mantendrán elevados. Sin embargo, si los niveles de compromiso del grupo y del individuo descienden hasta llegar a sus criterios de divergencia respectivos (CD), la persona sufre el cambio de papel, de la divergencia y recibe la etiqueta de miembro marginal. Durante la fase de resocialización, el grupo y el individuo intentan que su relación vuelva a ser satisfactoria. Si los niveles de compromiso de ambas partes se elevan hasta alcanzar sus criterios de aceptación respectivos se produce un cambio especial de papel (convergencia) y el individuo recibe una vez más la etiqueta de miembro efectivo. Por el contrario, si los niveles de compromiso del grupo y del individuo caen hasta sus criterios de salida (CS), el individuo pasa por el cambio de papel de la salida y recibe la etiqueta de ex miembro. Finalmente se produce un período de rememoración, una vez que el individuo ha abandonado el grupo. Mientras mayor es la atracción del individuo por el grupo, más motivos tiene éste para conformarse. Mientras más aceptado se siente el individuo por el grupo, menos motivos tiene para conformarse.

 

Análisis teórico de la conformidad     Porqué se conforman las personas?

 

ü        La influencia informacional. Para determinar la validez de dichas creencias tengo que comparar mis creencias con las de otras personas. Si éstas están de acuerdo conmigo, adquiero confianza; si están en desacuerdo, pierdo mi confianza. Mientras menor es la confianza de una persona en la validez de su posición, mayor la susceptibilidad a dejarse influenciar por lo que respecta a la información. La influencia informacional varía en función de la posibilidad de verificar el estimulo. La conformidad será débil en los casos en que la verificación sea posible de manera inmediata o en aquellos en que sea imposible en principio. Por el contrario, la conformidad será fuerte cuando una verificación es posible, siempre que el sujeto sienta que otros miembros del grupo son más competentes que él.

 

ü        La influencia normativa. Una 2º razón para conformarse es el deseo de adquirir recompensas del grupo y/o el deseo de evitar los castigos de éste. Las personas que se distancian del grupo esperan una evaluación negativa y un rechazo por parte del grupo. La influencia normativa tiene mayores probabilidades de éxito en ciertas circunstancias que en otras.

 

ü        La explicación genética de la conformidad de Moscovici. Una de las condiciones necesarias para que aparezca la conformidad es la existencia de una norma de objetividad que estipule que existe una sola respuesta a la pregunta en cuestión. La conformidad tiene por función reducir el conflicto eliminando la desviación. De esta manera la conformidad refleja la sumisión pública, más que la aceptación privada. La normalización, que implica una influencia recíproca por parte de los miembros del grupo. Los individuos establecen un compromiso aproximando las posiciones de unos y otros, evitando así el conflicto.

 

La obediencia

 

Tiene lugar cuando un individuo modifica su comportamiento a fin de someterse a las órdenes directas de una autoridad legítima. La semejanza entre la obediencia y la conformidad reside en que ambas constituyen formas de influencia social. Sin embargo difieren en cierto número de dimensiones, incluyendo la diferencia de status entre la fuente de influencia y su blanco, el deseo de la fuente de ejercer influencia y de vigilar la sumisión del blanco y el grado de semejanza entre el comportamiento de la fuente y el del blanco.

 

Las investigaciones sobre la obediencia

 

ü        La proximidad física de la víctima. Milgram razonaba que la proximidad física de la víctima (el alumno) y del sujeto podía constituir un factor importante de la obediencia. Para manipular esta variable Milgram elaboró 4 condiciones: distanciamiento, retroacción de la voz, proximidad y proximidad táctil. La obediencia disminuye a medida que la víctima se aproxima al sujeto.

 

ü        Las fuentes del poder de la autoridad. Una autoridad con presencia física producía una obediencia mucho mayor que una autoridad ausente que daba sus órdenes por teléfono, lo que indica que la proximidad de la autoridad tiene su importancia. Milgram intentó saber si la obediencia se ve afectada por el prestigio de la institución que representa la autoridad. Una autoridad no necesita representar a una institución prestigiosa para obtener obediencia. La orden debe proceder de un personaje con autoridad netamente definida si se desea que se produzca la obediencia.

 

ü        Los efectos de grupo. Tras haber demostrado la poderosa influencia de la autoridad sobre un individuo aislado, Milgram intentó determinar cómo actúa la relación de un sujeto con sus iguales sobre la obediencia.

 

ü        Otras investigaciones sobre la obediencia. A medida que un sujeto se siente personalmente responsable de los sufrimientos de una víctima, esto puede influir sobre la obediencia. En general, los sujetos presentan una menor tendencia a obedecer la orden de infligir sufrimiento si se sienten responsables de la suerte de la víctima.

 

Análisis teórico de la obediencia

 

Milgram diferencia 2 estados psicológicos. Cuando una persona se halla en estado de autonomía se considera como individuo, se siente personalmente responsable de sus actos y utiliza su propia conciencia como guía de comportamiento correcto. Por el contrario, cuando una persona se encuentra en estado de agente considera que forma parte de una estructura jerárquica (las autoridades) son responsables de sus actos y utiliza las órdenes de tales autoridades como guía de acción correcta. Varios factores pueden hacerla pasar del estadio autónomo al estadio de agente. Varios factores que le impiden que un sujeto abandone el estado de agente: estos factores apremiantes son la naturaleza secuencial de la tarea dada, el temor a ofender a la autoridad y la inquietud ante la desobediencia a las órdenes de una autoridad legítima.

 

Las consecuencias de la conformidad y de la obediencia

 

Podemos reconocer que la conformidad tiene consecuencias positivas y negativas. Una persona que desea reaccionar con exactitud en un medio complejo y cambiante a menudo hará bien fiándose de los juicios de sus pares, en particular cuando estos tienen mayores conocimientos sobre el problema en cuestión. De manera similar, una persona que desea ser estimada y aceptada encontrará que la conformidad es una estrategia útil para hacerse aceptar. Sin duda, la conformidad también puede tener consecuencias negativas para el individuo. En ciertas circunstancias, el individuo tiene mayores probabilidades de estar en lo cierto si se mantiene en su propia posición que si adopta el paso del grupo.

 

Con respecto al subordinado. A favor de la obediencia está el hecho de que un subordinado tiene mayores probabilidades de dar una respuesta objetivamente correcta si obedece las órdenes de una autoridad provista de experiencia y conocimientos, que si sigue sus propias inclinaciones. Si obedece será recompensado, mientras que si desobedece puede exponerse a graves castigos. Con respecto a la autoridad. La obediencia refuerza su propia imagen en tanto que persona poderosa, de status elevado. Las consecuencias negativas de la obediencia para la autoridad incluyen la posibilidad de que se le considerará responsable de las acciones objetivamente incorrectas por parte de sus subordinados.

 

La respuesta de si la conformidad y la obediencia son malas o buenas, depende del conocimiento de cierto número de factores específicos que varían de una situación a la otra, así como de juicios de valor sobre la importancia relativa de fines contradictorios.