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Sociedad y Estado | Actividades de la Unidad 3 del Libro de Romero | 2º Cuat. de 2009 | Altillo.com |
Unidad 3 - Actividades
El Empate
Eduardo Lonardi encabezó el nuevo gobierno provisional, cuyo objetivo era restaurar el orden constitucional. Simpatizaban católicos, militares de tendencia nacionalista, antiperonistas, la marina, entre otros. Procuró establecer acuerdos con las principales fuerzas que habían sostenido a perón, siendo los sindicalistas, entre otros.
Reordenamiento posterior de la Segunda Guerra Mundial, en el que la Guerra Fría polarizaba al globo, Capitalismo y Socialismo. Dentro del occidente, y el despliegue del Estado de Bienestar, estuvo presente una liberalización de las relaciones económicas. Ya venía inculcado el patrón dólar, estableciendo a los EEUU como eje capitalista. Se abre la economía hacia el mercado internacional, perjudicando a las economías cerradas. Por si fuera poco, el FMI (Fondo Monetario Internacional) establece una serie de medidas “ortodoxas”: estabilizar la moneda abandonando la emisión fiscal (las reservas en dólares – oro – del país están representadas por la emisión de monedas del Banco Central, si el Banco Central emite una mayor cantidad de dinero que el representado, la moneda es devaluada); abandonar la subvención de sectores “artificiales”; apertura de la economía; aumentar la exportación. Paralelamente, CEPAL (Comisión Económica de los Países de América Latina) establecía una política alternativa, en la que los países desarrollados ayudarían a los subdesarrollados, con intervenciones en los sectores clave (En Argentina, por ejemplo, el sector agropecuario). Particularmente, en la Argentina, se establecieron los valores de modernización, para integrar al país a la economía mundial.
Particularmente, el gobierno militar establece la proscripción del peronismo, al igual que al partido justicialista y peronista. El sector empresarial extranjero alentaba la modernización de la industria nacional (o sea, el reducir la mano de obra y aumentar la maquinaria, elevando la productividad pero a su vez, perjudicando a los obreros y sindicatos). El gobierno de Lonardi, y posteriormente, el de Aramburu, miraba con descontento a la agitación obrera y a su papel protagónico en la sociedad.
El plan de desperonizar a la sociedad, o sea, el quitar la imagen de Perón dentro de los votantes y de todos los Argentinos, consistía en: Prohibir la pronunciación de la palabra Perón, Evita, o cualquier alusión a ellos; El prohibir al partido justicialista o peronista, la intervención de sindicatos y la CGT, la inserción de oficiales de las FF.AA. en distintos aparatos administrativos, control de medios de comunicación, administración pública y universidades, represión a toda forma de expresión de descontento hacia los anti-peronistas.
Raul Prebisch, quien era el mentor de la CEPAL elaboro un plan que combinaba algunos principios de la nueva doctrina con un programa más ortodoxo de estabilización y liberación. Fue destacable la desmontación o el desarme del IAPI como cualquier instrumento del Estado para intervenir la economía. También se devaluó el peso.
Los resultados terminaron en un sector agrario estimulado y el ingreso de la argentina al FMI y al Banco Mundial. De todas formas no hubo una clara decisión en cuanto al capital extranjero. La política social fue teñida de represión.
El peronismo, proscripto, estaba representado por la figura de Perón, quien estaba en el exilio. Todos los adherentes en su mayoría sindicalistas, adoptaron una postura nostálgica, llena de expectativa junto con un gran sector terrorista que chocaba con el Estado.
Se podría decir que la nueva imagen del peronismo, posterior a la caída del general, se volvió en gran discrepancia (que no concuerda) con el gobierno militar y su máxima expresión era el terrorismo. Paralelamente las medidas del gobierno militar no eran simpatizantes con la clase obrera.
Perón desde el exilio conservaba su poder simbólico. Se dedicaba a reunir a todos alentándolos y empujándolos para reservarse así la ultima palabra en cualquier negociación. Las organizaciones sindicales y a su vez, la CGT, eran la columna vertebral del movimiento peronista, el cual representaba la mayoría de los votantes.
El pacto de proscripción planteó a la exclusión del peronismo. Esto generaba una división entre quienes toleraban al peronismo y lo querían integrar, y quienes aceptaban la exclusión confiando en la “educación democrática”
La proscripción del peronismo, lograba la división entre dos bandos, los cuales tenían su opinión particular en cuanto al partido peronista y a su vez a la figura de Perón.
Un grupo, aspiraba a comprender y redimir a los peronistas, recibiendo su apoyo electoral (grupo conformado por Frondizi) y logrando una conciliación con los sectores populares.
El otro grupo, confiaba en la exclusión sine die (“sin plazo ni fecha”) la cual educaría a la sociedad con los reales valores democráticos
A: Sintetice los problemas del radicalismo, de cara a las elecciones presidenciales del 58
B: A que se denomino el Pacto Perón-Frondizi
La UCR se dividió en dos bandos, disparada por el ascenso de la figura de Frondizi quien aceptaba a Perón. Una de las ramas de la UCR fue la intransigente encabezada por Frondizi, que se acercaba al peronismo junto con valores nacionalistas y populares del radicalismo oponiéndose a las figuras militares.
Por otra parte la UCR del pueblo, encabezada por Ricardo Balbín, rescataba los valores tradicionales del radicalismo manteniéndose en la política liberal actualmente representada por los militares, pero con una tendencia democrática real.
La división resultó en dos partidos distintos, mencionados anteriormente, de los cuales resultó victoriosa la UCR intransigente
El desarrollismo considera que la clave del desarrollo económico es la industrialización. Se decía que los Estados subdesarrollados deberían adoptar políticas económicas para alentar la industrialización y así, lograr una situación de desarrollo autónomo.
El desarrollismo fue inicialmente elaborado por los economistas de la CEPAL, la cual nucleaba los enfoques económicos de la América Latina. Justamente, el conjunto de los países latinoamericanos, como Argentina, Brasil, Uruguay, México, los cuales contaban con ciertas características en cuanto a su enfoque económico, adoptaron modelos que permitieron impulsar la sustitución de importaciones.
Se denominó la Batalla del Petróleo a la negociación con compañías extranjeras de la exploración y puesta en explotación de las reservas. A su vez, el lema “laica” o “libre” se aplicó a la autorización aplicada al funcionamiento de universidades no estatales, lo cual ganó una gran oposición en el sector católico.
La repatriación del capital, aplicado con beneficios y privilegios en los sectores de siderurgia, petroquímica, celulosa, automotriz, energía y petróleo, lograban una expectativa de inmensos ingresos (ayudando en la concepción desarrollista). De ésta forma aumentaron las inversiones extranjeras, siendo de 348 millones de dólares en 1959. Paralelamente, la autorización a las universidades no nacionales lograron una oposición bastante fuerte, que logró neutralizar los avances del presidente Frondizi en materia económica.
Finalmente, hacia 1958, se sufrió una fuerte inflación por la excesiva dinamización de la economía.
Posterior al Plan de Estabilización, lanzado por el FMI en diciembre de 1958, Alsogaray, liberal y ortodoxo, profundizó las medidas económicas seguidas por la organización internacional. Planteaba la devaluación, congelación de salarios y suspensión de controles y regulaciones estatales, provocando una fuerte pérdida en los ingresos de los trabajadores y un aumento de la desocupación.
Obviamente, éstas medidas lograron el fin de la ilusión integracionista, logrando evidenciar el enfrentamiento con el sector sindical, plenamente peronista. Los sindicatos iniciaron una ola de huelgas, y el gobierno respondió interviniéndolos, usando al ejército como arma represiva. Por otra parte, los grupos empresariales, aprovechando el apoyo del gobierno y el ejército, despedían a los sectores mas peligrosos, combativos, y matonistas.
Los militares constantemente desconfiaban del triunfo de Frondizi, y se ocuparon de vigilar y controlar sus relaciones con el sector peronista. De acuerdo a sus opiniones, los militares se dividieron, siendo la Marina la más homogénea en cuanto al rechazo presidencial, y el Ejército como actor faccionalista creciente.
A su vez, las tendencias pretorianas de las FF.AA. terminaron de cristalizar con la Revolución Cubana. Significaban, éstas tendencias, la vigilia del sector militar sobre el gobierno, de alguna forma, estableciendo normativas sobre su comportamiento y “planteando” que rumbo debía tomar el gobierno. De alguna forma, condicionaban las decisiones del presidente Frondizi.
Argentina, al igual que toda América Latina, entraba en el mundo de la guerra fría, polarizada en los dos bandos (capitalismo – comunismo). Obviamente, EE.UU. adoptó una política estrictamente anticomunista, la cual chocaba con la postura cubana. Los militares, encontrando simpatía con el gobierno norteamericano, presionaron a Frondizi frente a los reclamos para el alineamiento contra Cuba. Los frentes antiperonistas y anticomunistas se mostraron horrorizados frente a la negativa del presidente Frondizi de perder su libertad de maniobra, y colocarse en contra de la Revolución Cubana.
José María Guido, quien asumió la presidencia (siendo previamente presidente del Senado) el 28 de marzo de 1962, se ganó la completa tutela del sector militar. Éstos buscaban una tendencia definidamente antiperonista. Entre las FF.AA. surgió un sector alternativo de los jefes y oficiales del arma de Caballería, primordialmente de Campo de Mayo. Éstos veían una apreciación distinta sobre las ventajas y costos de una participación directa del Ejército en la conducción política, buscando una salida más constitucional. A su vez, creían que el peronismo podría aportar algo al frente anticomunista. Éste nuevo grupo, denominado Azul, encabezado por Onganía, se acercó cada vez más al gobierno, con ideas que reunieran a militares, empresarios y sindicalistas, con la democracia cristiana y nacionalista.
Luego del enfrentamiento entre Azules y Colorados, del cual los Azules resultaron victoriosos, adoptaron una postura antiperonista. Por otro lado, sindicalistas lograron la normalización de la CGT, terminando con el doble juego militar-democrático.
El gobierno de Illia comenzó en octubre de 1963, con el 25% de los votos (siendo ésta una minoría en cuanto a apoyo a la legitimidad del gobierno). Apunto al Congreso y a la escena política democrática, aunque teniendo una minoría en él (en el Congreso), toda iniciativa tenía una respuesta negativa de los sectores peronistas y disidentes en la conducción del presidente.
Por otro lado, las políticas económicas siguieron con la fuerte influencia de la CEPAL, heredando medidas de la intransigencia radical. Éstas políticas adoptaban el énfasis en el mercado interno, políticas de distribución, protección del capital nacional, mezclado con elementos keynesianos.
Los sectores opositores, como el grupo empresarial, preocupados por el avance sindical, criticaban la herencia peronista de Illia, junto con el radicalismo, tildándolo de demagogo y estatista.
Illia intentó romper el monopolio sindical con la Ley de Asociaciones, dispuesta para controlar a los dirigentes. Vandor, representante de la línea sindical, respondió con un Plan de Lucha, ocupando 11 mil fábricas a lo largo del país, la cual protagonizaron 4 millones de trabajadores.
El vandorismo aprovechaba el dominio de los sindicatos, y al ser éstos la representación del peronismo en el país, nucleaba a una gran cantidad de la opinión popular. Comenzaron con una reorganización del partido justicialista (nuevo nombre del partido peronista, mostrando un claro alejamiento de la figura de Perón, reemplazada por la de Vandor), y luego con el Operativo Retorno. Si bien Vandor era negativo para Perón, ninguno de los dos (el líder carismático y el sector sindical) podía prescindir del otro, haciéndolos dependientes. El operativo planeaba traer devuelta al líder al país, pero fue frustrado en Brasil, devolviéndolo al exilio.
La reunión de jefes del Ejército americano, en 1965 en West Point, manifestó la adhesión a la llamada “doctrina de la seguridad nacional” (política americana, relacionada con los ejércitos latinoamericanos. Ésta imponía que las FF.AA. latinoamericanas garanticen el “orden interno” de cada país, limitando, de alguna u otra manera, a los avances de ideologías contrarias al capitalismo). Dentro de las FF.AA. adherentes a la Doctrina de la Seguridad Nacional, figuraban las argentinas, las cuales lograron en Onganía una primacía nacional. Ésta tendencia garantizaba el apoyo de una potencia mundial, EE.UU., a las FF.AA., dándoles cierto poder y apoyo. Bajo ésta concepción, toda ideología comunista, o relacionada, sería repudiada por los sectores de derecha simpatizantes con los americanos.
Los capitales extranjeros, vitales en la modernización del país, fueron de gran flujo entre 1959 y 1961, luego retraidos hasta que en 1964 se reactivaron. El papel de inversores fue el aprovechar los mecanismos internos de capitalización, por créditos o ahorro. Otra forma fue la compra o asociación de empresas nacionales.
Por contrapartida, se agrandaron las brechas entre la industria moderna y la antigua.
A su vez, el empleo industrial tendió a estancarse, ya que el surgimiento de nuevas empresas absorbía una gran cantidad de trabajadores, y la otro porción, sindical, experimentaba una competencia importante. Cayó la cantidad de asalariados.
Las crisis económicas argentinas estallaron con regularidad cada tres años – 1952, 1956, 1959, 1962, 1966 – todas seguidas por políticas de estabilización, generalmente de corte liberal. Todas las crisis estaban separadas por procesos de expansión y contracción, ya sea en la presidencia de Perón, Frondizi, Illia, etc.
Generalmente, las políticas económicas adoptadas, relacionadas con la estabilización, eran provenientes de normativas del FMI. De corte liberal, planteaban una fuerte devaluación, la suspensión de créditos, paralizar obras públicas (esto reducía el empleo industrial y los salarios, así con ello las importaciones, y lograr un equilibrio en la balanza de pagos), para luego llegar a un nuevo crecimiento.
Las crisis empujaron la traslación de ingresos del sector urbano al rural, a las empresas chicas a ser parte de empresas grandes. La puja por el ingreso entre sectores, de capacidades corporativas para negociar, para lograr adueñarse de la parte del otro.
Obviamente, quienes representaban a las nuevas empresas, modernas, era el grupo de empresarios, muy por encima de la masa trabajadora y sindical.
El sector industrial, que había crecido en la decada peronista, se estancó, y fue reemplazado por la construcción, en donde protagonizaron las obras públicas, a manos de grandes empresas, y más tarde, obras particulares, protagonizadas por pequeños empresarios.
Las actividades de servicio, como los pequeños negocios, atrajeron a trabajadores de paises limítrofes, como bolivianos, chilenos, paraguayos, lo cual aumentó la masa inmigratoria, y con ello, el cinturón de “villas miserias”.
La cantidad de egresados universitarios aumento rápidamente, mucho más que los empleos. Las universidades se propusieron en desperonizarse, a manos de los estudiantes progresistas, para luego modernizar las actividades institucionales. A su vez, el instituto Di Tella propiciaba la ola de arte vanguardista, las corrientes contestatarias y provocativas, como el hippismo.
Psicología y sociología, que fueron dos carreras que se vieron muy solicitadas en esa época, nutrieron a la masa de cultura y nuevas maneras de pensar.
A su vez, la ebullición cultural que tuvo lugar en las Universidades, dio a lugar a un espacio de confrontación, a un lugar donde las tendencias políticas y sociales chocaban con las instaladas. Si bien el país tenía una democracia artificial, constantemente vigilada por las FF.AA., la Universidad se transformó en una isla democrática, y luego, como un punto de preocupación por los sectores relacionados con el poder (obviamente, en las Universidades, la ideología primordial era de tendencia de izquierda, mientras que en las FF.AA. reinaba la simpatía con los EE.UU. y la Doctrina de la Seguridad Nacional).
Primera Plana, uno de los medios gráficos de esa época, servía de vocero a los grupos simpatizantes con el general Onganía. Evidenciaban, mediante la oferta de cultura y lectura a la sociedad, que tan cerca estaba la Argentina de integrarse al mundo mediante la modernización. Obviamente, todas estas declaraciones estaban teñidas de un desprestigio constante al gobierno del presidente Illia.
La idea de condenar al gobierno institucional mediante la publicidad y propaganda podía lograr la adhesión de sectores que accedían a la misma. Sujetándose del desorden económico y el reclamo de un Estado fuerte, criticaron al gobierno de Illia y exaltaron la figura de Onganía, llamándolo como la “última alternativa de orden y autoridad”.
El uso de un medio gráfico, con la tendencia de simpatizar al sector militar y de ultraderecha, significaba un arma para apoderarse de la opinión de los sectores indecisos o de tendencia sospechosa.
El tono antiimperialista, el antiperonismo (descalificando sus cualidades demagogas), y la modernidad dieron lugar a la “nueva izquierda”. Fue mediante una revisión del peronismo, presenciar la Revolución Cubana y la expansión del marxismo.
La corriente de ideología izquierdista se expandió en los países del Tercer Mundo, ya sea en África o América. Si bien no tenía una política bien clara, intentaban volcar el peronismo a la izquierda, y alegaban que la democracia era totalmente ficticia, ya que maquillaba la opresión de los sectores dominantes.
Dependencia o liberación (1966 – 1976)
El nuevo gobierno asumía con tendencias autoritarias, nacionalistas, corporativistas, y con un dejo de liberalismo. Todos los sectores que apoyaron el golpe buscaban el anticomunismo, y más aún, una reorganización con las tradicionales herramientas keynesianas para romper los bloqueos del crecimiento.
“Éste examen pone de manifiesto que la pésima conducción dejos negocios públicos por el actual gobierno (…), de fallas estructurales y de la aplicación de sistemas y técnicas inadecuados a las realidades contemporáneas, han provocado la ruptura de la unidad espiritual del pueblo argentino, el desaliento y escepticismo generalizado, la apatía y la pérdida del sentir nacional, al irónico deterioro de la vida económico- financiera, la quiebra del principio de autoridad y la ausencia del orden y de disciplina que se traducen en hondas perturbaciones sociales y en un notorio desconocimiento del derecho y de la justicia. Todo ello ha creado condiciones propicias para una sutil y agresiva penetración marxista en todos los campos de la vida nacional, y suscitado un clima que es favorable a los desbordes extremistas y que pone a la Nación en peligro de caer ante el avance del totalitarismo colectivista”.
Sintetizar los argumentos que justifican el golpe de Estado. Señale las medidas que se aplicaron en los ámbitos político, social y educacional para revertir dicho diagnóstico.
Los argumentos que justifican el golpe de estado de 1966, encabezado por el general Onganía, aludían a la incapacidad de conducción del Dr. Arturo Illia, junto con los anteriores gobiernos; una muestra de incompatibilidad entre un gobierno radical y la economía modernizadora, y con ello el aspecto financiero e inversionista; junto con los desvíos de los valores nacionales a las concepciones marxistas.
El gobierno, para solucionar estas falencias, aplicó un “shock autoritario”, adosando a la constitución el Estatuto de la Revolución Argentina; se disolvió el Parlamento (concentrando en la presidencia, el poder ejecutivo y legislativo); se redujeron los ministerios; y la economía se consideraba como materia de seguridad nacional. A su vez, se aplicó la censura en manifestaciones, consideradas las antesalas del comunismo. Se redujo el personal en la administración pública.
Evidentemente, todas las medidas buscaban reducir el área de conflictos, y concentrar todo lo posible en el Estado, para administrar un mejor control.
“Desde la óptica de Krieger, los problemas económicos argentinos se debían a los elevados índices de ineficiencia existentes tanto en el sector público como el privado. Para acabar con tales problemas era necesario realizar una redistribución de recursos, pero no entre los diferentes sectores económicos sino entre las actividades de cada sector. El propio ministro señaladaza en un discurso que “lo que buscan las autoridades del país es evitar la transferencia de ingresos en gran escala de unos sectores a otros. Dentro de cada sector se desea premiar a los más eficientes y que éste premio sea el resultado de su propio esfuerzo”. El plan implementado a partir de enero de 1967 contenía un conjunto de medidas entre las que se destacaba una “sobre devaluación compensada” del peso, del orden del 40%, la divisa norteamericana pasó de 225 a 350 pesos. Asimismo, esta devaluación tenía también por objeto la atracción del capital extranjero en tanto generaba un efecto riqueza para los tenedores de divisas que tuvieran intención de invertir en el país. Sin embardo, la devaluación provocaba una profunda alteración de los precios relativos que producía importantes transferencias de ingresos. Por eso, se trató de compensar sus efectos a través de medidas complementarias que evitaban que diversos sectores se beneficiaran de manera desproporcionada con el aumento del precio de la divisa. En ese sentido se destacó la implementación de un impuesto a las exportaciones que oscilaba entre el 16 y 25%, en particular a las exportaciones tradicionales. Al descontar el tributo, los exportadores no recibían gran parte del incremento del ingreso provocado por la devaluación, y el Estado se apropiaba de ese excedente que habrían obtenido sobre todo los terratenientes, mientras impedía una brusca redistribución de ingresos a favor del campo.
La devaluación encarecía los productos importados y colocaba en una mejor posición competitiva a la industria. Para evitar que eso disminuyera la eficiencia, se redujeron los aranceles aduaneros. De este modo se trataba de incentivar la eficiencia del sector, tanto en función de la competencia externa que debería afrontar, como de la posibilidad de importar bienes de capital. Los tenedores de divisas también incrementaban sus riquezas en términos de moneda local. En este caso, la ley 17.199 gravó con un impuesto extraordinario de 8 80 por cada dólar o su equivalente en moneda extranjera, la recaudación se afectaría a un programa de construcción de viviendas económicas.
El programa también contemplaba la institución de incentivos para promover la inversión en la industria y alentar la expansión de las exportaciones no tradicionales. Entre ellas, cabe destacar la desgravación impositiva para la compra de maquinaria agrícola e industrial y del 50% para el caso de las inversiones en viviendas. Con este conjunto de medidas, los beneficiarios de la devaluación eran el Estado y los capitales extranjeros, cuyo poder de compra interno se incrementaban apreciablemente.
Enuncie los objetivos del plan económico de Krieger Vasena, consultado su bibliografía obligatoria. Elabore una síntesis del plan en torno a sus tres medidas básicas: devaluación, retenciones, importación. Exponga el impacto de las medidas en la economía y en los distintos sectores de intereses socio económico, según Romero.
El plan económico de Krieger Vasena, lanzado en marzo de 1967, apuntaba a superar la crisis cíclica, y a lograr la estabilización prolongada de la economía, eliminando la puja sectorial. El Estado, y su autoridad, regularon las grandes variables; congelaron los salarios por dos años (luego de un módico aumento); se suspendieron las negociaciones colectivas; se congelaron las tarifas de servicios públicos y combustibles; y se estableció un acuerdo de precios con las empresas líderes. Junto con ello, se devaluó la moneda un 40%, junto con una retención sobre las exportaciones agropecuarias. La fuerte devaluación buscaba atraer el capital extranjero, beneficiado por el intercambio de la moneda (ya que, devaluando el peso, el dólar vale más y hay mayor caudal de capital para invertir).
Esto logro reducir la inflación drásticamente en 1969, y a su vez, equilibrar la balanza de pagos y las cuentas del Estado. Ésta nueva política económica rompía con el empate (característico en el período pasado, entre Aramburu e Illia), beneficiando a los grandes empresarios, y a su vez, transfiriendo los ingresos del agro al sector urbano. Quiere decir que todo el sector sindical, preocupado por la puja de bienes, fue el gran perjudicado (o controlado) de ésta medida.
La caricatura habla de ciertos dirigentes sindicales, que se quedaron sin el apoyo de sus bases. Esto alude a que, las políticas económicas y sociales del gobierno militar, encabezado por Onganía, estableció un autoritarismo importante, junto con un control del sector tan desconfiado, el sindical. Congelar los salarios, suspender las negociaciones, reducir el empleo estatal, reprimir toda manifestación opositora – en virtud de marxista -, buscaba controlar a los sectores más efervescentes, los cuales podían afectar gravemente a la producción del país. El poder sindical, que contaba con varios millones de afiliados, encontraba en sus armas las manifestaciones, las negociaciones (paritarias) y las huelgas, y al ser estas suspendidas y reprimidas, perdían su peso, bases y poder.
Lea el siguiente fragmento:
¿qué exigía ese pueblo en lucha? Exigía respeto a su soberana voluntad, exigía la normalización institucional, para que el Gobierno fuera elegido por decisión de la mayoría de la población, sin persecución para con las ideas y doctrinas de ningún argentino.
Exigía que se aumentaran los salarios en un 40% que era lo que había crecido el costo de vida, el respeto al derecho de asociación, reunión y libre expresión; la defensa del patrimonio nacional, absorbido cada vez más, por los monopolios extranjeros; la reincorporación de los cesantes y el levantamiento de las sanciones por haber hecho uso del derecho constitucional de huelga; una universidad abierta a las posibilidades de los hijos de los trabajadores y consustanciada con los intereses del país; la reinstitución del sábado inglés, que disminuyó los salarios en más de un 9% y aumentó la jornada laboral.
Relacionar el texto anterior con las diversas causas que, según el texto de Romero, provocaron el Cordobazo. Sintetice el contexto mundial y el latinoamericano que Romero ha titulado la primavera de los pueblos.
El estallido ocurrido en Córdoba en mayo de 1969, llamado Cordobazo, fue precedido por varias protestas estudiantiles, de carácter universitario, junto con una gran efervescencia sindical, particularmente industrial. El carácter del Cordobazo puede ser similar al de la Semana Trágica, allí en 1919. Estalló, en mayo de 1969, una movilización social que se prolongó hasta el 75, cuando surgieron las desapariciones e influencias de las FF.AA.
El Cordobazo fue alentado por los sectores que más sufrían la Revolución Argentina (universitarios, sindicalistas, la clase baja), expresando, y reclamando, mejoras, ya sea un aumento del 40% en los salarios, o la reapertura de las universidades para los sectores mas carentes.
…cuando poblaciones enteras, faltas de lo necesario viven en tal dependencia que les impide toda iniciativa y responsabilidad, lo mismo que toda posibilidad de promoción cultural y de participación en la vida social y política, es grande la tentación a rechazar con la violencia tan graves injurias contra la dignidad humana. Sin embargo, ya se sabe: la insurrección revolucionaria – salvo en el caso de tiranía evidente y prolongada que atentase gravemente contra los derechos fundamentales de la persona y damnificase peligrosamente el bien de la comunidad – engendra nuevas injusticias introduce nuevos desequilibrios y provoca nuevas ruinas. No se puede combatir un mal real al precio de un mal mayor.
Caracterice las preocupaciones manifiestas en el texto de la encíclica Populorum Professio del Papa Paulo VI. Señale la particular lectura que algunos religiosos latinoamericanos hicieron de las propuestas del concilio Vaticano I y sus consecuencias, según Romero.
El sector eclesiástico, englobando a obispos del Tercer Mundo, daban a conocer sus grandes preocupaciones por la inserción social de los sectores más carentes y desplazados, los pobres. Buscaban comprometerse con la reforma social, y a su vez, justificar la violencia en sus actos (como el Cordobazo, el Rosariazo, etc), cuando dicha violencia era consecuencia de la violencia de los sectores más altos (en el caso de la Argentina, las FF.AA.) Éstos reclamos evangélicos se fueron tornando políticos, y de alguna forma, el sector cristiano se alió con el sector marxista, que reclamaba lo mismo que en el Cordobazo.
En determinadas circunstancias especiales en la vida del país, las FF.AA. han debido asumir transitoriamente el poder del Estado, pero nunca con el objeto de perpetuarse con él indefinidamente. Fieles a sus convicciones y tradición democrática, siempre han promovido y facilitado la participación activa e imprescindible de la ciudadanía que integran para, en común, realizar la tarea de resolver el futuro de la patria. En la hora presente, una vez más, anhelan y reclaman esa participación. Para hacerla efectiva es indispensable superar los prejuicios y antinomias que pertenecen al pasado y solo han servido para perturbar la cohesión nacional.
Todos los argentinos, con la única excepción de los muy jóvenes debemos sentirnos responsables de lo sucedido en el país en las últimas décadas. La historia prenunciará al respecto el juicio definitivo. El Gran Acuerdo Nacional es el imperativo de la hora presente. Sólo así se llevará a feliz término la gran empresa de encauzar al país en la senda de la libertad, el progreso y la justicia, como condición básica para el pleno restablecimiento de una democracia representativa, eficiente y estable. Será necesario modernizar la actual estructura política, para adecuarla al objetivo perseguido: garantizar el ejercicio de los derechos y libertades individuales y mantener el pluralismo político, respaldado por una activa participación de la población y su representación legítima y auténtica en el Congreso, a través de los partidos políticos. (General Lanusse)
Analizar la descripción que realiza el texto sobre: la naturaleza de las FF.AA., la interpretación de los acontecimientos pasados, la propuesta de Lanusse. Reseñe los móviles reales y resultados del Gran Acuerdo Nacional (GAN) que señalaba la bibliografía.
Las FF.AA., según el texto presentado, pretendían ser el actor social que interviniera en la política, particularmente en la conducción del país, cuando viera que los ideales originales, puramente patrióticos, se vieran desviados por alguna fuerza política al mando (tal como fue, el peronismo). El sector armado interpretaba que todo hecho que desviaba los intereses originales, era para preocupación y recaía en todos los sectores, desde los más pudientes, hasta los populares.
El Gran Acuerdo Nacional, lanzado por Lanusse en las épocas en que la Revolución Argentina parecía agotarse, buscaba el acuerdo entre las principales fuerzas políticas para reestablecer las reglas del juego electoral, volver a la democracia, y de alguna forma, una salida honorable de las FF.AA. Todos los sectores políticos opositores, particularmente el peronismo, rechazaron el Acuerdo. En respuesta, Juan Domingo Perón creó el FREJULI (Frente Justicialista de Liberación Nacional).
El afiche, que expresa “Cámpora al gobierno, Perón al poder”, busca despertar en los sectores populares, y toda oposición a la Revolución Argentina, la esperanza y la alternativa de un poder político masivo, el peronismo. No solo expresa el rechazo a las FF.AA., sino que debajo se lee “por la construcción del socialismo nacional”, que de alguna forma buscaba captar la atención y el voto de los sectores efervescentes, de tendencia marxista, para lograr una mayor masa de adherentes.
“Si se analiza la lógica de la política de concertada se advierte que, una vez debatidos y firmados los acuerdos, los sindicatos hablan comprometido todo su poder institucional, mientras que los empresarios sólo habían condicionado parcialmente su gestión económica. Al acordar la suspensión de las negociaciones colectivas por dos años, la CGT había obligado a los sindicatos a congelar, por igual lapso, el uso del único poder de control económico que institucionalmente les era reconocido, el de afectar el comportamiento de los salarios.
Los empresarios, por su parte, no habían resignado, sin embardo, el control sobre una serie de variables económicas cruciales para el desenvolvimiento del plan económico. Ellos contaban todavía con la posibilidad de decidir si habrían de intervenir o no, si habrían de interrumpir o incrementar la producción, esto es, contaban con la capacidad de maniobra frente a las disposiciones de la política de ingresos muy superior a la que tenían los sindicatos. Esta asimetría de las limitaciones impuestas por la política concertada a empresarios y sindicatos, respectivamente, tuvo consecuencias decisivas ya en los primeros tramos de la vigencia del pacto social”.
Sintetice la explicación de Romero acerca de : la propuesta básica de Perón para el plan económico, los lineamientos del Programa de Reconstrucción y Liberación nacional (mayo 1973), sus efectos sobre la estabilidad económica. Compare las limitaciones a la política económica del periodo que plantea el texto de Torre con el panorama de reacciones de los distintos sectores de intereses frente al plan económico expuesto en la bibliografía obligatoria. Señale semejanzas y diferencias entre el plan económico del ministro Gelbard y los lineamientos económicos de las primeras presidencias peronistas.
“el gobierno está empeñado en la liberación del país no solamente del colonialismo sino también de estos infiltrados que trabajan adentro y que traidoramente son más peligrosos que los que trabajan afuera.
Hoy resulta que algunos imberbes pretenden tener más méritos que los que lucharon durante 20 años. No me equivoqué en la calidad de la organización sindical que se mantuvo a través de 20 años pese a esos estúpidos que gritan. Éstas organizaciones y estos dirigentes sabios y prudentes han mantenido su fuerza orgánica y han visto caer a sus dirigentes asesinados sin que todavía haya sonado la hora del escarmiento.”
Analice los términos con que Perón se refiere a los diversos sectores ideológicos del movimiento peronista. Caracterice las etapas de la relación de Perón y la Tendencia revolucionaria antes y después de 1973, señaladas por Romero.
Juan Domingo Perón, en su discurso, habla sobre el conflicto del desvío de ideales del peronismo. Luego de su exilio, los sectores que continuaron su “legado” fueron los sindicalistas y el sector de izquierda más próximo a sus ideales justicialistas.
Luego de los gobiernos de Frondizi, Illia, y la Revolución Argentina, los ideales originales del peronismo se fueron desviando. Por un lado, la juventud adoptó, o le dio más importancia, a cuestiones de izquierda, muy próximas al comunismo, lo cual chocaba con ciertos ideales de derecha del mismo Perón. Por otro lado, el sector sindical, verdaderamente verticalista y muy distinto a lo una vez llevado a cabo por Perón (o por lo menos, lo que él veía), impactaba negativamente en su perspectiva.
El regreso de Perón a la Argentina, en 1973, y su accionar a partir de esos días hasta su fallecimiento, mostraba un acercamiento al sector de la derecha, aunque si bien mantenía algunos ideales justicialistas que simpatizaban con la juventud, todo fue más similar al segundo mandato que al primero.
“Ayer éramos “muchachos” y éramos saludados por el Jefe del Movimiento con emoción por nuestra lucha, se honraban nuestros muertos y ahora, por ser como Perón dijo que tenían que ser los peronistas, por advertir que aún la lucha no ha terminado, que no tenemos todo el poder, que hay que trabajar para conseguirlo, que hay que organizarse y no ceder, por eso ahora nos señalan que hay otros partidos “socialistas”. ¿Por qué no nos lo dijeron antes, cuando peleábamos, que nos pasáramos a otro partido? ¿Dónde estaban éstos que nos tirotean y que preparan los atentados para eliminarnos cuando había que pelear contra Lanusse?
Describa el accionar de la izquierda peronista y la contrapartida del oficialismo en el período 1974 – 1976.
“Con el propósito de devolver al país su capacidad exportadora y disminuir los incentivos a la exportación, el gobierno devalúa el peso, suben las tarifas. La devaluación alcanza a un 160%. El “ingeniero Celestino Rodrigo imprimió un viraje drástico que tendrá su contrapartida en el sector privado con el abrupto incremento de precios.”
Señale las previsibles consecuencias de la devaluación que señala el texto periodístico. Enuncie las consecuencias globales que desató el Rodrigazo, según Romero.
Las medidas del plan económico de quien fue Ministro de Economía durante un breve período, en el mandato de María Estela Isabel Martínez de Perón, Celestino Rodrigo, planteaban la devaluación del peso en un %160, una suba del %100 de los servicios públicos y tarifas, un aumento del %180 de los combustibles, y una compensación en los salarios del %45. Obviamente, la balanza no fue a favor de los asalariados, y esto pulverizó el ingreso de los mismos. La idea de los economistas era “sincerar” la economía, muy frágil ya para esas épocas, y no se podía contemplar más el déficit estatal, junto a la inflación.
De todas formas, las consecuencias fueron negativas. Se marcó un antes y un después en la economía, anticipando el camino para las FF.AA. y las medidas económicas de Martínez de Hoz. No solo se lanzó la primera Huelga General, sino que la inflación anual subió a los tres dígitos, hubo un gran desabastecimiento de los productos de primera necesidad.
Finalmente, el descontento social alentó al sector de las FF.AA. a tomar el poder del Estado, pateando a un gobierno ineficaz, sin su líder característico y desastroso en la conducción económica.
El Proceso 1976 – 1983
Romero habla del proceso de la acción terrorista, llevada a cabo desde el Estado. En dicho proceso, quienes se consideraban como personajes conflictivos, eran secuestrados por una “patota”, torturados y detenidos en “chupaderos”, hasta que se decidía su liberación o su “traslado”, terminando en desaparición. Todo esto se manejo con un carácter clandestino, en una cadena de mandos, buscando eliminar de raíz el problema subversivo. Las FF.AA. justificaron su accionar, ya que culpaban a éstos sectores conflictivos por el caos económico de 1975, la crisis de autoridad, y la muerte presente cotidianamente, a veces llevada a cabo por la Triple A (alianza anticomunista argentina, órgano ligado al gobierno de Isabel Perón, y más aún, a López Rega). La sociedad fue gravemente golpeada, desapareciendo cerca de 30.000 ciudadanos, junto con ellos, organizaciones políticas. La respuesta fue el eclipse de la actividad política, la pasividad (mostrando ni entusiasmo ni adhisión), de tal manera, que hasta la organización Montoneros pasó a la clandestinidad y terrorismo.
Los primeros cinco años del gobierno militar, dentro del plano económico, fueron conducidos por José Alfredo Martínez de Hoz. Él planteaba un plan que cambiaría las concepciones del Estado intervencionista y benefactor, para acercarse a la concepción neoliberal. Se concentró todo en grupos empresariales, para eliminar la puja corporativa. Hubo un apoyo masivo de los órganos internacionales y bancos extranjeros, junto con sectores del establishment nacional. Como primeras medidas, planteó intervenir la CGT, intervenir fábricas, prohibir huelgas, congelación de salarios, liberar la tasa de interés, y la apertura de la economía, para garantizar precios bajos (debido a la competencia). Éstas concepciones son parte del Estado Neoliberal, impulsado por Margaret Tatcher en Inglaterra.
La afirmación anterior se refiere a las transformaciones que se hicieron durante el Proceso, a manos de las FF.AA. Se cuestionó el valor del mercado interno, abriendo la economía al plano mundial. Se dejó de proteger la industria nacional. Está referida al cambio a la perspectiva neoliberal del Estado. Desde 1930 se puso en práctica una aproximación al Estado de Bienestar, hasta el comienzo del Proceso. Ya dentro del nuevo período, se desvió la concepción a la del Estado Neoliberal, priorizando la apertura económica (para garantizar bajos precios), lo cual terminó destruyendo la industria nacional, algo por lo que lucharon varios gobiernos, principalmente el de Perón.
Explique cómo y por qué modificaron su conducta frente al Proceso los distintos actores sociales: empresarios, sindicalistas, iglesia, organizaciones defensoras de los derechos humanos, partidos políticos. Mencione los temas sobre los que focalizó sus críticas la comunidad internacional. Identifique los grupos enfrentados dentro del gobierno militar, señalando sus discrepancias, según Romero.
Al ver que el Proceso de Reorganización Nacional se encontraba débil, particularmente por el fracaso económico (posterior a la crisis económica de 1979), por los choques internos en las FF.AA., distintos sectores comenzaron a reclamar la vuelta a la democracia.
El sector empresarial comenzó a mirar con desconfianza al gobierno que fracasaba frente a una crisis económica mundial, a su vez siendo ellos un sector heterogéneo. La UIA y SRA criticaban las orientaciones de políticas que claramente no los beneficiaban. La iglesia estrechó relaciones con sindicalistas, luego de cambiar de posición a una más progresista, luego de haber apoyado al Proceso para lograr una sociedad más sacra y menos laica. Dentro del sector de los derechos humanos, surgieron las Madres de Plaza de Mayo, reclamando la aparición de sus “hijos”, lo cual llamó la atención de organismos en apoyo de los Derechos Humanos. A su vez, el gobierno levantó la prohibición política en 1981, dando lugar a la aparición de los partidos tradicionales, y algunos nuevos. Los sindicalistas, por último, reaccionando a la inflación y a su constante hostigamiento, respondieron con un sector combativo, el cual no aceptaba fácilmente las políticas de los militares, respondiendo con cierto terrorismo.
Mencione los objetivos políticos que se intentaron alcanzar con la ocupación de las Malvinas. Señale los errores básicos en la guerra de Malvinas. Considere los aspectos diplomático – militares.
El ocupar las Malvinas significaba, para Galtieri, la solución al problema del gobierno. El reclamo que hacía toda la sociedad argentina a Inglaterra lograba formar una unidad, y ésta unidad podría apoyar al gobierno militar de una vez por todas. Era un objetivo común de todo el país, y lograr las Malvinas, era lograr legitimidad, según ellos.
El error recayó que Gran Bretaña era una potencia demasiado importante para Europa, y contaba ya con el apoyo de toda la Unión Europea, junto con el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (éste último despreciaba al gobierno militar argentino, por la denuncia a violación de los Derechos Humanos). Una intermediación estadounidense podría haber solucionado el problema (sugerían la administración tripartita – Argentina, Inglaterra, EE.UU.), pero el gobierno militar no aceptaría nada que no fuera la victoria sobre las islas, persiguiendo lo imposible. La gran desventaja fue claramente la forma de gobierno, tan poco sensible a los Derechos Humanos, de la Argentina, que repercutió en la opinión de todo organismo y país, junto con la concepción de querer alcanzar lo imposible, triunfar frente a una de las potencias mundiales.
Mencione las cuestiones sobre las que intentaron acordar los militares cuando procuraban una salida negociada del poder. Compare la reacción de los partidos políticos y de la opinión pública en general. Compare el final del PRN con la misma etapa de la Revolución Argentina.
Los militares propusieron una salida del gobierno, fijando una fecha a elecciones, para fines de 1983. A su vez, buscaron su objetivo fundamental, para lograr una salida “honorable”: que en el futuro, no se cuestione el desempeño de los militares, como la cuestión de los desaparecidos. Impusieron una ley de auto amnistía, eximiendo a todo responsable de acusaciones. Toda la sociedad en conjunto rechazó ésta proposición, expresándose en movilizaciones sociales.
El intento de vuelta a la democracia que encabezaron ambos gobiernos militares fue el mismo. El lograr una salida honorable que fue altamente rechazada por los valores éticos de la sociedad. La gran diferencia recayó en que el Proceso, finalizado en 1983, buscaba encubrir y callar toda voz que intente desenterrar los males que ocurrieron durante ese gobierno, lo cual podría hundir gravemente al sector militar.
Los dos partidos de tradición masiva en la Argentina, el radicalismo y el justicialismo, fueron los grandes candidatos para las elecciones de 1983. Sin embargo, el radicalismo, con la figura de Raúl Alfonsín, logro un número mayor de votos, y una popularidad inmensa. Hizo de la democracia su bandera, esgrimiendo la vuelta a la civilidad, diplomacia y democracia. Fue de destacar su labor durante la dictadura, junto a las madres de Plaza de Mayo. Sin duda era una figura muy representativa del sector que rechazaba a la dictadura, y que se pensaba como el adecuado para la vuelta a la democracia. Por otro lado, el justicialismo, encabezado por Lorenzo Miguel (conductor de las 62 organizaciones gremiales, siendo él metalúrgico), representaba una figura de desconfianza, debido a las viejas tendencias peronistas y sindicales, y ese factor repercutió en una ausencia de sufragios, la cual se volcó en una figura más confiable y popular.
El impulso y su freno 1983 – 1989
Durante el gobierno de Alfonsín, distintos actores participaron dentro del plano político, social y económico. Sin duda el protagonista fue el presidente, encabezando el poder y los ideales radicales, junto con los ideales democráticos y éticos. Antagónicamente, aparecía el peronismo que no lograba enfocarse para la derecha o la izquierda, y que finalmente, logró volver al poder con Menem en 1989. Las FF.AA. buscaban evitar todo enfrentamiento con el gobierno, quien logró el enjuiciamiento a oficiales. De todas formas, ya a fines del gobierno de Alfonsín, se produjeron distintos levantamientos, que si bien no tuvieron el apoyo popular, significaron un grave descontento y enemistad al gobierno democrático, tan atento a sus juegos. Por último, el FMI, quien se prestó a brindar caudales al país, siempre buscaba propiciar las medidas ortodoxas a cambio del apoyo al país. Sin duda éste último fue una fuerte presión al gobierno, que ya en sus fines y debacle, nutrió a otros partidos políticos.
Durante un primer período de su mandato, Alfonsín propuso la redemocratización del Estado, puso en marcha mecanismos para lograr una mejor educación, cultura, etc., para lograr una masa más inteligente. No obstante, su política fue concentrada en la democratización de la sociedad, y en el plano económico los resultados no fueron tan buenos. El Producto Bruto Interno fue decayendo a lo largo que se adentraba su mandato, los gastos del sector público eran más grandes que los ingresos (luego en 1987 se redujeron los gastos sociales); la inflación fue desmedida y errática, y aunque se largaron planes, como el Plan Austral (que logró frenarla unos meses), se llegó a fines de su mandato a la hiperinflación; el endeudamiento externo fue multiplicado y su vencimiento era casi inmediato, el nivel de empleo se mantuvo constante pero débil, y luego del comienzo de las privatizaciones, fue disminuyendo increíblemente. Claramente el descontento del desempleo y el sufrimiento de la inflación fue expresado por la CGT y aprovechado por el PJ.
Durante el mandato de Alfonsín, más concentrado en sus fines, se logro asimilar al modelo liberal de Estado, siendo un intermedio para el gobierno de Carlos Menem. Ya relacionado con el intervencionismo, el Estado se encargó de manejar ciertamente la economía (siendo totalmente ajeno a modelos liberales). Éstas dos características demuestran que el gobierno de Alfonsín fue un híbrido entre éstos dos modelos de Estado (bienestar y liberal), y fue un paso para el modelo neoliberal.
Las relaciones exteriores del país durante el gobierno radical fueron una gran mejoría desde lo que se venía viviendo con el Proceso. Comenzó un proyecto de integración con los países latinoamericanos, buscando la paz y democracia en todo el bloque latino. Las relaciones con Chile mejoraron, luego del conflicto del Canal Beagle, resultado de la proposición de repartir el territorio entre ambos países. Se abandono el hermetismo de los militares para una postura más abierta y conciliadora.
Durante el primer lapso de su mandato, el gobierno del presidente Alfonsín tenía mayoría en diputados, pero en la cámara de senadores, la mayoría era propiedad del peronismo (esto hacía que ambos partidos puedan vetarse recíprocamente). Dentro del plano del partido radical, el presidente Alfonsín venía de ganar la interna contra Ricardo Balbín. Sin dudas, Alfonsín representaba la vuelta a la democracia, y junto con los valores éticos y constitucionales, tan presentes en los ideales radicales, logró una gran adhisión dentro de su partido (destacada la participación de gran cantidad de jóvenes en la junta Coordinadora). La oposición, particularmente el peronismo, intentaba nuclear su poder en los sindicatos, a manos de Saul Ubaldini. La gran cantidad de huelgas, junto con la antipatía contra el partido rival, hizo que el radicalismo tenga que lidiar con un sector populoso, reacio a aceptar sus políticas. Particularmente, el poder Judicial tuvo grandes tareas durante el mandato de Alfonsín. Protagónicamente, el juicio a las Juntas Militares tuvo gran repercusión, en la que se dieron a conocer los crímenes de lesa humanidad, y se nombró culpables a los grandes responsables.
Explique la doble ruptura con el pasado que realizó Alfonsín, el candidato presidencial por la corriente del partido radical Renovación y Cambio. ¿Qué elementos del discurso del presidente Alfonsín le permitieron ganar las elecciones de 1983? ¿Qué cambios esperaba la sociedad argentina con el advenimiento de la democracia?
La publicación del Nunca Más, el informe realizado por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, dio a conocer todo tipo de situaciones llevadas a cabo por el aparato represivo y terrorista del Proceso. La respuesta civil fueron las ansias de justicia, y esto concluyo en el juicio a las Juntas. Se inició el proceso judicial, condenando finalmente en 1985, a los ex comandantes. Se decidió continuar con las demás acusaciones a todo torturador y partícipe militar durante esa época. El gobierno, al ver un gran número de oficiales de menor graduación que no eran responsables, sino ejecutores de lo imputado, se “salvaron” por las leyes de Obediencia Debida y Punto Final (se entendía que todo subordinado cumplía órdenes y no era responsable de la tortura, y ponía un límite temporal a las citaciones judiciales, hasta darle fin a los procesamientos en un plazo de 2 meses). Nadie apoyó éstas dos leyes, ya que todos rezaban justicia.
Las FF.AA.,en semana santa de 1987, se amotinó en Campo de Mayo, particularmente un grupo conocido como los carapintadas, encabezado por Aldo Rico, exigiendo la reconsideración de los integrantes del Ejército. Para sorpresa de todos, nadie apoyó éste levantamiento, ningún sector, dando a entender que la democracia parecía levantarse sobre el autoritarismo.
Finalmente, el acuerdo llegó. El gobierno mantuvo la redacción de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, y los amotinados aceptaron la responsabilidad. De todas formas, la negativa respuesta a la ley, y el levantamiento de los militares, dio a entender que no había una manera digna correcta para terminar el enfrentamiento entre el Ejército y la sociedad, provocando un largo desgaste.
Se dice que el uso de la bandera democrática en el gobierno radical de 1983 – 1989 no fue suficiente porque había sectores de la sociedad que se mantenían reacios a aceptar las medidas impuestas, dichos sectores siendo de la oposición peronista. Hasta la democratización de los sindicatos fracasó. Mientras que el poder sindical, nucleado en la CGT, se movilizaba mediante huelgas generales, presionando al gobierno, toda medida económica fracasaba y terminaba en inflación.
Para combatir la inflación y recesión, se lanzó el Plan Austral. Estabilizar la economía en el corto plazo, para acabar con la especulación, era su principal objetivo. Se congelaron los salarios y precios, incluyendo tarifas de servicios públicos; se regularon tazas de interés y políticas cambiarias, junto con la emisión monetaria. Para simbolizar la nueva etapa, se cambiaba la moneda a lo denominado Austral. Frente a éste plan, que sin duda combatió a la inflación hasta 1985, se logró un consenso. De todas formas, el sector sindical, frente al congelamiento de precios, comenzó una nueva puja corporativa, alentando a la inflación.
Claramente el Plan Austral, al igual que toda medida económica radical, recibía una respuesta negativa del sector cercano al justicialismo, y mediante los sindicatos y la CGT, lograban desequilibrar la balanza. El éxito inicial fue claro, pero no se pudo perpetuar ya que el congelamiento de precios era dispar al aumento de tarifas que sufrieron empresas privadas (debido a la suba de productos relacionados al agro).
Sin duda, luego de éste plan, el plano económico pasa a afectar directamente al político. Los ciudadanos, sean de la simpatía política que sean, se ven afectados en demasía al ver sus bolsillos vacíos, y el fracaso inflacionario, es desde ya, el peor de sus miedos, y que termina repercutiendo en los votos próximos.
Las reformas profundas del Estado, durante la época alfonsinista no podían llevarse a cabo por varios factores. El gobierno venía del Proceso, de un gobierno militar excesivamente represivo y antidemocrático, y el paso a un sistema enteramente democrático ya era difícil; el poco consenso que tenía el gobierno, dada la oposición peronista y sindical, hacía que cada medida tuviera como respuesta una huelga o el agitamiento de los sectores populares; el tener minoría en la cámara alta (Senado) hacía que muchos proyectos de ley y medidas queden varados.
Analice el proceso por el cual Cafiero pierde las internas frente a Carlos Menem, en ese momento gobernador de la provincia de La Rioja, electo por segunda vez.
La figura de Antonio Cafiero se perfilaba como la cabeza del grupo renovador del peronismo, y como sucesor de Alfonsín. El candidato rival, Carlos Menem, mostró la capacidad de reunir a todos los sectores peronistas, desde la izquierda a la derecha. Su triunfo se debió a que logró tejer alianzas con todos los sectores: grandes corporaciones, iglesia, oficiales de las FF.AA., sindicatos, etc. A su vez, apelaba a mensajes de tinte mesiánico, alegando una “revolución productiva” y un “salariazo”, volviendo a la prosperidad. Cafiero representaba al peronismo renovador, pero la figura de Menem era más tentadora. Sin duda había incertidumbre, pero sus propuestas eran más visibles y tentadoras para los votantes del PJ, aunque no estaba en claro que haría claramente.
En semana santa se vio como el poder de la democracia no era ilimitado. No solo Alfonsín perdió la exclusividad del liderazgo, sino que la mayoría estaba conformada por el peronismo renovador. Los fracasos económicos, inflación y deterioro, expresaron que la bandera de la democracia no era suficiente para sacar al país adelante. Tal vez se debió a que varios sectores no simpatizaban con las decisiones del gobierno (como los carapintadas, la oposición, particularmente el peronismo, los sindicatos), y adoptaron posturas para imposibilitar el triunfo de sus medidas o planes.
Allí en 1983, se veía que la democracia parecía ser la salvación a todo problema presente en la Argentina, pero ya a fines del gobierno radical, entendieron los argentinos que no bastaba, que se necesitaba algo más, y que tal vez el peronismo renovador, con la figura de Carlos Menem, podría brindar soluciones.
En ésta etapa de transición a la democracia, refiriéndose entre los años 1983 y 1989 (durante el gobierno de Raúl Ricardo Alfonsín), se vivieron grandes cambios. Se venía de una situación de represión, y luego de efervescencia social. El partido radical supo contener a la población que ansiaba un Estado democrático, y el grueso de la gente que no vió en el justicialismo una respuesta concisa y contundente, sumada a las tradiciones sospechosas del partido, optó por el radicalismo.
Muy cierto era que el justicialismo nucleaba a sectores importantes del país, principalmente a los sindicatos. Paralelamente, las medidas económicas tomadas por el gobierno radical no fueron aceptadas por ellos, y respondiendo con grandes huelgas, complicaron la gobernabilidad del Estado.
Paralelamente, los sectores de las FF.AA. y sus aledaños no simpatizaron con la vuelta a la democracia, como el juicio a las juntas militares, y hasta reclamaron la ley de Obediencia Debida y Punto Final. Los grandes enfrentamientos, particularmente con los llamados “carapintadas”, mantenían una situación inestable en el gobierno que intentaba arraigar a la democracia en el país.
Seguramente, mirando hacia atrás, al Proceso de Reorganización Nacional, se vivió una situación de desmantelamiento, una siembra de miedo y terror en la sociedad, y la modificación a un Estado, en donde no solo se disolvió el poder Legislativo, sino que se volvió verticalista y represor.
La Gran Transformación 1989 – 1999
“el triunfo de la fórmula Menem – Duhalde en las elecciones de 1989 no resultó inesperado, dado el desgaste del gobierno de Raúl Alfonsín, producto de la crisis económica, la hiperinflación, el inusitado crecimiento de la pobreza, el clima social reactivo frente a esta situación y la presión social, especialmente de aquellos sectores que controlan los mercados, expresados por las grandes corporaciones patronales.”
El triunfo de la fórmula del partido justicialista se debió a diversos factores que volcaron una gran cantidad de votos en él. La necesidad de orden público y estabilidad era el principal factor determinante. El gobierno de Alfonsín había logrado en la sociedad un gran descontento al ver que el partido soñado como la vuelta a la democracia significo un fracaso en lo económico, provocando inflación, recesión, crecimiento de la pobreza, e inestabilidad social. El partido justicialista planteaba una era de estabilidad, una revolución productiva y un salariazo, buscando captar una gran cantidad de votos, particularmente del sector sindical. A su vez, los integrantes de la fórmula habían logrado vínculos con distintos sectores, desde la izquierda a la derecha, para lograr mayor cantidad de sufragios. Sin duda era la vuelta del poder justicialista, alguna vez llevado a cabo por Perón, que prometía ser la vuelta a la prosperidad y estabilidad. Claramente, las medidas llevadas a cabo no fueron las mismas que los que pretendían “quedarse en el ‘45” (una crítica a los sectores fieles al Estado de Bienestar).
La expresión “más mercado y menos Estado” está relacionada con la aplicación de una de las características del Estado Neoliberal, la decisión política de trasladar el peso de las decisiones económicas hacia el mercado, dejando al Estado en una posición de controlador y no de interventor en la economía. Dentro de los planos sociales, el Estado se alejó de todo subsidio y práctica típica del peronismo del ’45; dentro de los planos políticos, el Estado trazó fuertes vínculos con el FMI y el Banco Mundial, adoptando todas sus exigencias.
Las crisis económicas de la década del ’80 golpearon fuertemente al país argentino. Luego de la experiencia vivida, se planteaba, para cambiar la situación, una reforma profunda dentro del Estado, y ésta venía sugerida desde el consenso de Washington (allí se listaron políticas económicas, consideradas las más apropiadas para el desarrollo de los países latinoamericanos). Allí se sugería la disciplina fiscal, el reordenamiento del gasto público, la reforma impositiva, liberar las tasas de interés, modificar la tasa de cambio, apertura de la economía, privatizar empresas, desregulación de la actividad fiscal, priorizar la propiedad privada.
Todos éstos ideales eran típicos de un Estado Neoliberal, y dichas ideas fueron llevadas a cabo por el gobierno menemista, particularmente, luego de que asuma Domingo Cavallo.
Las reformas hechas al Estado durante el primer gobierno de Menem tuvieron un carácter tosco, destructivo y apresurado. Se suspendieron subsidios y privilegios, se permitió el despido de empleados estatales. Luego se amplió la Corte Suprema a 9 jueces (dándole la mayoría asegurada a Menem). Para recaudar grandes sumas de dinero en instantes, se privatizaron los servicios públicos, como la telefonía y las aerolíneas. Todas estas privatizaciones, para garantizar la compra de éstas, trajeron consigo un aumento de tarifas.
A su vez se planteo la apertura de la economía, y la reducción de prohibiciones. Esto buscaba generar competencia, y a su vez, precios más bajos.
Junto con esto, es de destacar la creciente cantidad de corrupción en los funcionarios estatales, los cuales se llevaban grandes cantidades de dinero, provenientes de privatizaciones.
Tal vez la idea de privatizar hubiera sido positiva, pero solo de haberla llevada a cabo de manera más pausada, sin corrupción, protegiendo a los capitales nacionales.
La ley de Convertibilidad fue impulsada por el nuevo Ministro de Economía, Domingo Cavallo. La misma planteaba una paridad cambiaria fija (un peso equivalía a un dólar), la restricción de emitir moneda por encima de las reservas (para garantizar la paridad peso – dólar), junto con la reducción general de aranceles.
Los resultados de dicha ley fueron exitosos, concluyendo la huida hacia el dólar, volvieron capitales externos, bajaron las tasas de interés, cayó la inflación y se reactivó la economía. No solo eso, sino que la recaudación fiscal creció.
Luego de la victoria electoral en 1991, Menem comenzó a hablar de la reforma constitucional, la que lo habilitaría para la reeleccion en el ’95. Anteriormente, dicha reforma fue rechazada por el peronismo, en el mandato alfonsinista. Luego de las elecciones del ’93, en la que le dieron un mayor apoyo justicialista en la cámara del Senado, Menem impulso la reforma constitucional. Se reunió con Alfonsín para pactar ciertos puntos, como la cláusula de reelección. Para lograr el apoyo de la UCR, Alfonsín alegaba que el no apoyar la reforma podía generar nuevas divisiones que terminarían en un partido menos poderoso, y a su vez, ver el lado positivo de un acuerdo.
Los objetivos de dicha reforma se consiguieron mediante el acuerdo de Menem y Alfonsín, logrando una simpatía entre ambos sobre ciertas concepciones de la reforma misma.
La propaganda ampliamente difundida, la modernización constitucional, y a su vez, los triunfos de la Ley de Convertibilidad le dieron a Menem, junto como a todo su gobierno, el papel de vencedores de la inflación y reformistas exitosos. Estos rasgos, que detrás traían una desocupación cada vez más grande, eran visibles para muchos y le concedieron sus sufragios.
Dentro del contexto de la Crisis del Tequila (México devaluó su moneda y se retiraron los fondos internacionales de todos los países que continuaban con las políticas de convertibilidad anteriores). Frente a una situación que podía dar vuelta al país, se vio en Menem la figura de orden y estabilidad, y así se lograron más votos aún.
La vulnerabilidad económica argentina se debía a la apertura de la misma, al estar tan en contacto con los mercados internacionales, y a su vez, la dependencia de los factores externos, como inversiones y bancos, con tasas de interés totalmente dependientes.
La corrupción durante la presidencia de Menem, ya sea cualquiera de ambos mandatos, fue algo típico y constante. Fueron varios los casos, desde la venta de armas clandestinas a Croacia y Ecuador, la aduana paralela, la mafia del oro, las coimas de IBM al Banco Nación, la explosión de la fábrica de Río Tercero, el caso Cabezas, el atentado a la AMIA, entre otros. Todos estos casos fueron usados por la prensa para desprestigiar al gobierno, y dar a conocer al público, los desmanes que se vivían.
Fue aprovechado por la oposición, que absorbió los votos de la población indignada por los casos de corrupción. A su vez, el surgimiento de partidos como la Alianza planteaban una nueva forma de gobierno, con poca tolerancia a la corrupción.
La frase “la carpa chica” hacía referencia al circulo de influencias de Menem, con todos sus allegados, misteriosamente relacionados con el gobierno. “yo robo para la corona”, dicho por Jose Luís Manzano, mostraba un mecanismo corrupto, libre de culpas, que lograba mediante privatizaciones, lo que quería. “nadie hizo la plata trabajando” fue dicho por Luis Barrionuevo, seguida por “dejar de robar durante dos años”, ambas declaraciones alegando la sinceridad del sindicalista, quien saco a la luz actos de corrupción como la transferencia de recursos públicos a patrimonios privados.
Todas esas expresiones mostraban la inmensidad del aparato corrupto que se manejó durante el gobierno menemista. Un círculo de influencias, poblado por parientes, allegados y relacionados con el presidente, que iban desde cuñados, amigos con ciertas posiciones interesantes, aliados en el oriente, e integrantes de fuerzas orientales, musulmanes, que se insertaron en el país y lograron atentados a la comunidad judía.
El surgimiento de la Alianza, producto de la unión de la UCR y FREPASO, se vió dado para vencer al justicialismo, corrupto. La idea de ésta creación era la concepción de una derrota de los partidos separados, pero lograr una unidad para captar todos los votos y dar con la mayoría. Sin duda fue la estrategia de unirse contra el enemigo.
Dentro de las políticas pactadas, no se cuestionaría la convertibilidad, pero se acentuaría la recuperación de la equidad social y las instituciones republicanas y la lucha contra la corrupción.
Se establece una diferencia entre ambos mandatos, aunque hubo características en común entre ambos.
El primer gobierno, de 1989 a 1995, estuvo caracterizado por un progreso en campos económicos, volviendo a la estabilidad, la eliminación de la inflación y otros factores que eran de desagrado para la sociedad. La ola de privatizaciones generó un gran caudal de dinero para el Estado, que si bien fue traspasado a patrimonios privados, sirvió para eliminar el déficit fiscal. De ésta forma, muchas políticas económicas de la mano del ministro Domingo Cavallo, sacaron a flote al país.
El segundo gobierno, de 1995 a 1999, estuvo plagado de complicaciones. Desde el efecto Tequila, las corrupciones a la luz, manifestaciones violentas por empleados públicos, protestas de todos los sectores trabajadores, el impacto de la devaluación de la moneda de países del Tercer Mundo. Todo esto vulnerabilizó al gobierno, que comenzaba a dividirse.
Si bien la desigualdad social se fue incrementando a lo largo de los 10 años, hubo características del gobierno menemista que fueron positivas. De todas formas, los impactos que sufrió la sociedad siguen sufriéndose hoy en día, producto de la corrupción y una forma de Estado inapropiada para la Argentina.