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Resumen de Novick  |  Trabajo y Sociedad (2017)  |  UBA XXI

Nuevas reglas de juego en la argentina y actores sindicales

Novick, Marta (2003)

 

El sistema de relaciones laborales argentino y la identidad Sindical

El modelo argentino de relaciones laborales de baso en una fuerte normativa social impulsada por el estado, externa a la empresa. Esta normativa tendía a crear condiciones favorables a una negociación de carácter centralizado, favorecía prácticas de negociación e/ trabajadores y empresarios. El sindicalismo “tradicional” paradigma casi del modelo “corporativo” nacido del estado de bienestar, cumplía un rol que se sustentaba con una fuerte relación con el estado y presión en materia de políticas económicas. De este modo, colaboraba en conmmmmmstituir al sindicalismo como una fuerza importante y con poder. A nivel de la empresa era un actor casi ausente en materia de organización y en el proceso de trabajo, y su acción principal se instalaba como organismo fiscalizador del convenio de actividad a las características peculiares de la firma donde se desarrollaban.

La década del ‘70 fue  escenario de importantes conflictos capital-trabajo De este modo -contradictoria y disruptivamente-, el sindicalismo contribuyó a la construcción de la identidad, de la solidaridad y de la integración social de los asalariados industriales en la sociedad argentina.

Su accionar no estaba basado principalmente en una confrontación capital-trabajo sino que, en el marco del modelo sustitutivo de importaciones, actuaba de manera asociada al capital para presionar sobre el estado obteniendo beneficios para ambos, sobre los cuales se establecía cierta puja distributiva.

 

Los rasgos centrales de este modelo de organización sindical pueden caracterizarse como:

  1. a) Se trata de un actor que se constituyó como actor colectivo y figura central de la distribución del modelo de bienestar. La prestación de salud, a través de obras sociales controladas por los sindicatos, actividades como turismo, útiles escolares, etc., se conformaba en los vínculos centrales con sus afiliados.

El vínculo con él se instrumentaliza y se autonomiza. La representación sindical corre el riesgo de dejar de ser una institución social para ser una institución más de prestación de servicios. Los sindicatos se constituyeron entonces, más que en representaciones colectivas de los intereses de los trabajadores, en verdaderas “agencias prestadoras de servicios y asesoramientos” sobre derechos y deberes laborales.

 

  1. b) El convenio colectivo centralizado constituía la expresión más clara de este sistema de regulación. El convenio de actividad con un sindicato nacional único por actividad era el mecanismo regulador central de esta estrategia de acción que, sorprendentemente, se mantenía como “eje” del modelo, independientemente de las suspensiones que los sucesivos gobiernos aplicaron sobre la negociación colectiva. En ese sentido, puede afirmarse que el convenio colectivo era parte de un sistema de relaciones laborales.

 

  1. c) El modelo económico sustitutivo de importaciones y la organización del trabajo vigente y un “prototaylorismo”, caracterizado por estar más centrado en el disciplinamiento que en la productividad, en la medida en que la rentabilidad provenía de mecanismos reguladores estatales, favorecía el mantenimiento y crecimiento del empleo. El sindicalismo no intervenía sobre el proceso de trabajo ni era éste tema de negociación; en cambio podía debatir acerca de los montos salariales a otorgar por aumento de producción.

 

  1. d) La estructura organizativa por niveles, la figura del sindicato único por rama de actividad y de la confederación con actuación sobre los escenarios políticos y macroeconómicos, constituían el cuarto pilar que garantizaba el sistema de relaciones y el poder cupular del sindicalismo.

En esta nueva etapa que, aunque tiene sus inicios a mitades de los ‘70, comienza a consolidarse desde principios de los ‘90 -por medio de la reestructuración productiva, la innovación tecnológica y la globalización-, también el estado se retira del centro de la escena. Desarticula los institutos laborales típicos de la regulación anterior, favorece la flexibilización de la contratación y de disciplinamiento laboral. La negociación centralizada pierde validez ante la heterogeneidad de las situaciones laborales que el proceso de reconversión productiva y/o privatización genera en las empresas. Los gremios líderes de la época anterior ya no son referencia nacional en materia de niveles salariales o de condiciones de trabajo, debilitando la ID sindical.

 

El contexto social

La apertura económica, reforma del estado, privatizaciones de empresas públicas y tanto el crecimiento como  el estancamiento económico transformaron el escenario social y económico. A partir del 75´ hubo aumento de pobreza, desigualdad, incremento de desempleo y trabajo precario y trabajo informal.

La situación del mercado de trabajo en argentina en los 90´ puede sintetizarse señalando: el empleo asalariado del modelo keynesiano se encuentra en retroceso en el mercado laboral, el empleo protegido se contrajo aún más, hubo una disminución del ingreso medio y aumento de inequidad.

El sindicalismo nacido del pleno empleo es golpeado por esta realidad económica y social que lo afecta desde dos vertientes:

1) Desde el cambio de la inserción de los asalariados, que dejan de ser trabajadores plenos para pasar a ser precarios, contratados, con salarios inferiores y no siempre tributarios de la seguridad social.

2) Se encuentran en un escenario con nuevos actores, entre ellos los desempleados y los excluidos. Frente a ellos, no tiene una experiencia acumulada que le permita dialogar, no hay puentes ni canales de comunicación, lo que va construyendo nuevas segmentaciones.

 

El debilitamiento de la identidad

El análisis de este problema debe ser visto desde dos dimensiones diferentes:

Por un lado desde las transformaciones económicas mundiales, y en especial en materia tecnológica y organizacional. Son los cambios que de una manera u otra afectaron al sindicalismo a nivel internacional, con disminución en las tasas de afiliación, pérdida de poder y de influencia en la vida social. Además debe agregarse las medidas de desregulación realizadas por el estado q atentaron contra los núcleos centrales del movimiento obrero.

Ese conjunto de medidas va a afectar las dimensiones caracterizadas como dadoras de identidad sindical. Por un lado por la cada vez mayor fuerza de la descentralización de la negociación colectiva y, por otro, por los intentos explícitos o implícitos de cambiar el modelo de estructura sindical que, entro en crisis ante la emergencia de nuevos actores, por los cambios tecnológicos y organizativos que se introducen en un marco de fuerte heterogeneidad entre las empresas y los trabajadores, por la aparición de nuevos temas y áreas de negociación.

 

La negociación colectiva

En junio de 1991, un decreto establece que el aumento salarial fundamentado en una mayor productividad implica que los empresarios no pueden argumentar mayores costos, y evita que el aumento sea trasladado a los precios. Estas normas, junto con los distintos proyectos de Reforma

Laboral, que impulsan a la descentralización de las instancias de constitución de las relaciones laborales, constituyen un elemento clave para el análisis de la construcción social del nuevo modelo de acumulación y la pérdida de uno de los pilares de la identidad sindical.

 

Algunos datos que muestran las nuevas formas de negociación:

1) La tendencia a realizar negociaciones en el ámbito de la empresa fue una de las dinámicas más claras del período (1991-1999), y este comportamiento fue bastante homogéneo para casi todos los sectores.

 

2) La dinámica negocial -ya no dependiente de “rondas” de negociación donde todos los actores negociaban de manera simultánea- no es homogénea para todos los sectores de actividad. Fundamentalmente, se trata de empresas con una fuerte afluencia de inversión extranjera directa y de empresas privatizadas que se multiplican tanto a nivel nacional como provincial

 

3) Cambio en los contenidos y temas de la negociación, dimensiones centrales para entender que se está en presencia de un nuevo tipo de negociación). Es el ítem donde se introdujeron más cambios. El principal tema negociado fue la flexibilidad, en la que se incluyen modalidades de contratación, cláusulas que posibilitan formas no “típicas” de contratación, cambios en el tiempo de trabajo,  flexibilidad en la organización del trabajo y en las remuneraciones.

 

A pesar de estos cambios que facilitaron la emergencia de un nuevo tipo de negociación, creación de nuevos ámbitos, temas y nuevos actores, El sector empresario brega por una descentralización total de la negociación y la posibilidad de negociar a nivel de empresa en forma directa con los trabajadores  y los sindicatos mantienen una defensa de la negociación colectiva centralizada o articulada y en la práctica aceptan nuevas condiciones y negocian de modos muy diferentes de los típicos del modelo anterior.

El dinamismo e innovación de la negociación colectiva del período quedan opacados por su alcance, que abarcó sólo a un conjunto de los trabajadores asalariados, centrado fundamentalmente en actividades dinámicas y “de punta” que constituyeron relaciones de carácter asimétrico, donde predominaron los contenidos sobre la flexibilidad con una débil performance en materia de capacidad gremial para negociar aspectos relevantes del proceso de trabajo. Sin embargo, en contraposición, se negocian nuevos temas vinculados con el proceso de trabajo ausentes en la tradición de negociación en la Argentina, los acuerdos se renuevan periódicamente, emergen nuevos actores, etc.

 

Las obras sociales y su desregulación

La participación sindical en las obras sociales creó nexos importantes entre el trabajador y el sindicato respectivo. Fue una herramienta que facilitaba la incorporación del trabajador al sindicato, y favorecía de algún modo el desarrollo de una solidaridad,  fortalece la densidad sindical (relación existente entre trabajadores activos, registrados, y la cantidad de trabajadores afiliados). Una disminución discreta de la tasa de afiliación en el sindicalismo argentino es adjudicada a la reducción de las prestaciones sociales y salud por parte de los gremios.

 

El sistema de salud de la Argentina se basó durante un largo período en una importante red de hospitales públicos y en las obras sociales como programas de seguridad social basados en organizaciones como los sindicatos.  La situación del mercado de trabajo y de las  políticas de ajuste fiscal resintió los servicios sociales y la redistribución social ejercida por el estado, financiados por el aporte del afiliado y patronal. Los sistemas de seguridad social -salud y jubilaciones- fueron afectados estructuralmente en su capacidad operativa por las fuertes evasiones de los empresarios sobre las contribuciones de salario, la disminución en el número de aportantes y caída de los ingresos en el trabajo. Para las obras sociales sindicales esta situación se vio agravada por el aumento de los costos en salud.

 

En 1997 se reglamenta la posibilidad de elección de obra social por parte del afiliado, lo que pone en competencia a las obras sociales entre sí, siendo el sistema solidario atravesado por la competencia por el afiliado. Esta situación pone en cuestión -más allá del poder económico- una importante fuente de identidad sindical. El debilitamiento de las obras sociales o achicamiento de algunas, el cierre de los establecimientos propios, va corroyendo el tipo de identidad construida sobre la base de agencias de servicios. Estas situaciones de debilidad en la prestación de esos servicios comienzan a resquebrajar las mismas fuentes de identidad que habían logrado construir.

 

La Confederación General del Trabajo (CGT)

Los representantes sindicales de esta central han reaccionado en forma corporativa intentando reasumir formas de negociación centralizada -o al menos articulada- en materia de actualización de los salarios básicos de convenio y de confrontación a nivel macro con las políticas de ajuste y de flexibilización laboral. Constituye el grupo que intenta seguir manteniendo el poder y la identidad a través de los viejos mecanismos y el que posee mayor dialogo con el gobierno. En 1994 contribuyeron a constituir una “flexibilidad negociada”, firmando con el estado y organizaciones empresariales para elaborar conjuntamente leyes que tiendan a disminuir el “costo argentino” y a flexibilizar la normativa laboral. También tratan de preservar las obras sociales.

 

La Central de los Trabajadores Argentinos (CTA)

Fundada formalmente en 1997 como central de trabajadores alternativa a la CGT sus dirigentes se plantean desarrollar la nueva central en términos de un sindicalismo “autónomo, independiente del estado, partidos políticos y empresas”.  La nueva organización se planteó otros temas en la búsqueda de su identidad: el carácter político o sindical de la organización; grado de autonomía y el tipo de afiliación.

El punto de diferenciación más claro que se propone la CTA está vinculado al modelo de afiliación, del que  las centrales obreras habían esgrimido en la Argentina. El nucleamiento puede estar integrado por entidades de primer grado y segundo grado o por adherentes individuales.

Aceptar adherentes individuales constituye un cambio con el modelo de representación. La adhesión se define como una opción política ideológica más que como un instrumento de la negociación colectiva.

También se  realizaron acuerdos y convenios ad-hoc, con universidades e instituciones del mundo académico, destinadas a la capacitación e información útil para el mundo sindical.

Desarrolla actividades para promover medidas económicas destinadas a desempleados, en este sentido es la central que mejor se identifica con la figura del trabajador como “ciudadano” independiente de s acción laboral.

 

El Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA), actual CGT disidente

Este sector conformado en febrero de 1994 se amplió en el marco del enfrentamiento sobre la última reforma laboral, cuyo objetivo era imponer mayor descentralización en la negociación colectiva, primacía del convenio del ámbito menor y cuestionar la figura del sindicato único como firmante de la negociación, extender el período de prueba, etc., e incorporó algunos de los gremios tradicionales, como los de metalúrgicos, metalmecánicos y el de la construcción.


 

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