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Resumen  |  Economía Política (2019)  |  UNPAZ

Texto de A. Kicillof

Smith lección 1

-Desarrolle división técnica y división social del trabajo.

El advenimiento del capitalismo trajo consigo un incremento inédito del volumen de la producción, como resultado del crecimiento de la productividad del trabajo. En su obra La riqueza, Smith pone de manifiesto que la división del trabajo es la causa del incremento en la productividad, es así que usa el término para referirse a la profundización de la especialización entre las distintas unidades productivas que comienzan a dedicarse crecientemente a la fabricación de unos pocos o incluso de un solo producto. Por otro lado, Smith llama así también a la fragmentación de un mismo proceso productivo en múltiples operaciones, realizadas separadamente por trabajadores distintos, al interior de un mismo taller. Entonces por un lado tenemos que la división “social” del trabajo es la que se da entre industrias, mientras que la división “técnica” del trabajo dentro de cada una de ellas es la que asigna a cada obrero una determinada actividad.

Lección 2

-¿Qué ocurre con la propiedad del capital (los medios de producción) y de la tierra en la sociedad civilizada y en la sociedad ruda y primitiva a la que se refiere Smith?

Smith, afirma que en una sociedad sin capitalistas ni terratenientes, tal como se da en la sociedad primitiva, el producto íntegro equivale al salario y la única norma que rige el intercambio es la cantidad de trabajo. Esto significa que el hombre produce mercancías con sus propias manos y cuando concurre al mercado sólo estará dispuesto a cambiar sus mercancías si le ofrecen otras que contienen igual cantidad de trabajo que la propia, esto significa que en el “estado primitivo y rudo” el trabajador produce mercancías con sus propias manos y es dueño indiscutible del total de su producto. En cambio, la sociedad civilizada es, en esencia, una “sociedad comercial” y cada hombre, por consiguiente, se convierte en un “mercader”. El mundo actual es, pues, una sociedad de mercaderes, donde todos y cada uno de los hombres que viven bajo el imperio del sistema capitalista deben dedicarse, por fuerza, a una actividad que en otras formas sociales constituía la ocupación exclusiva de un grupo de hombres, los mercaderes. A todos les toca ahora “vivir gracias al cambio”.

-¿En qué consiste el argumento que justifica la ganancia/beneficio para Smith?

Los beneficios son una porción que el capitalista se apropia del producto cuyo valor crea el trabajador. Esto se debe a el trabajo empleado para producir una mercancía es siempre menor que el trabajo que con esa mercancía puede obtenerse en el intercambio, pues tiene que existir una “cantidad adicional” para retribuir al capitalista. De esta manera, con la aparición del capitalista, el valor del producto debe ser siempre mayor al salario, y esta diferencia es justamente la ganancia. O, visto a la inversa, puede decirse que la ganancia se suma al salario para conformar el precio.

-¿Cuál sería la principal consecuencia del abandono de la teoría del valor trabajo por la teoría de los costos de producción?

El inconveniente es que según sostiene ahora Smith esta ley del valor no opera en la sociedad civilizada, sino en un hipotético “estado primitivo y rudo de la sociedad” donde las mercancías se cambiaban única y exclusivamente según el tiempo que requiere su respectiva producción. Sobre este último punto, se propone una explicación completamente nueva y distinta, conocida como “teoría de los costos de producción” y que sostiene que el valor de cambio está determinado por la suma del salario, la ganancia y la renta, vale decir, las retribuciones que obtienen todos los que participan del proceso productivo: trabajadores, capitalistas, terratenientes. No sólo un cambio de idea, sino específicamente un retroceso con respecto a la idea original que se había desarrollado desde las primeras páginas de La riqueza, porque si hasta ahora el trabajo era considerado como la única fuente de la riqueza y del valor, en este capítulo se dice que “salario, beneficio y renta son las tres fuentes originarias de toda clase de renta y de todo valor de cambio”. La adopción de la teoría de los costos de producción es, en definitiva, una ruptura con la posición anterior que Smith intentó sostener tan laboriosa como infructuosamente. A partir de las definiciones aportadas por La riqueza, cada mercancía parece tener dos valores distintos, en lugar de uno solo. Por un lado, su valor viene dado por el trabajo incorporado en la producción y, por el otro, según afirma Smith, su valor es igual al trabajo que con ella puede adquirirse a través del cambio.

-La teoría de los costos de producción implica que el valor de la mercancía tiene incorporada, los salarios pagados, el beneficio y la renta.

El precio (valor) de toda mercancía se forma computando sus costos de producción, que a su vez están compuestos, en última instancia, por salarios, ganancias y rentas. A simple vista, desde una perspectiva estrictamente contable, esta afirmación parece más que una explicación teórica, una tautología tan huera como indiscutible. Porque, a todas luces, el precio íntegro de cualquier mercancía va a dar a las manos del capitalista, quien a su vez paga con ese monto los salarios y la renta. Al final del día, si llamamos ganancias a aquella parte que conserva el capitalista, inevitablemente el precio será igual a la suma de las porciones en las que se repartió dicho monto, ni un peso más ni un peso menos. Sin embargo, esta explicación superficial –pues atañe sólo a fenómenos observables (precios y costos)– requiere una aclaración adicional. Las circunstancias coyunturales del mercado pueden hacer variar súbitamente los precios y también los costos. Al cambiar los precios, alguno de los componentes deberá también modificarse (generalmente, la ganancia, pues el capitalista será quién en primera instancia reciba esos ingresos adicionales mientras el obrero y el terrateniente suelen pautar sus retribuciones de antemano). Una teoría del valor que simplemente afirme que los precios observables son iguales a los costos erogados, considerando también al beneficio del capitalista como un costo, describe una verdad incontrovertible, pero no explica absolutamente nada y no constituye, por tanto, una teoría del valor. Por este motivo, en el capítulo séptimo Smith establece una separación analítica entre el precio registrado en cada momento en el mercado y otro “valor” al que denomina “precio natural” de la mercancía. El precio natural no está relacionado con los requisitos de trabajo sino que, en línea con la teoría de los costos de producción, es sencillamente aquel que alcanza para pagar “la tasa promedio o corriente” de salarios, beneficios y rentas.

-Desarrolle los conceptos de "precio natural" y "precio de mercado"

El precio natural es el que alcanza para pagar los salarios, los beneficios y las rentas, en cambio el precio al que efectivamente se venden las mercancías en cada situación particular se denomina “precio de mercado”, y puede encontrarse por encima o por debajo del precio natural. La oferta y la demanda regulan el precio de mercado: si la cantidad de una mercancía que en determinado momento se lleva al mercado no alcanza para cubrir las necesidades de la demanda que de ella habría al precio natural, dado por los costos promediales, iniciará una competencia entre los compradores para obtener las unidades disponibles del artículo que se resuelve a través del incremento del precio de mercado por encima del nivel natural. Cuando, a la inversa, la cantidad ofrecida en el mercado excede a la demanda efectiva (es decir, la cantidad deseada al precio natural), el precio de mercado tenderá a reducirse por debajo del costo promedio (precio natural). Únicamente cuando la cantidad llevada al mercado coincide con cantidad la demandada, el precio de mercado es igual al precio natural y ninguna fuerza empuja el precio hacia arriba o hacia abajo. Sin embargo, el precio de mercado no puede alejarse demasiado del precio natural, esto se debe a que “la cantidad de cualquier mercancía que se lleva al mercado se ajusta por sí misma a la demanda efectiva y tiende siempre a igualarse al precio natural.

-Desarrolle, "en una sociedad civilizada cada hombre necesita a cada instante la cooperación y asistencia de la multitud"

En una sociedad de este tipo, donde cada productor se especializa en la fabricación de un solo artículo, pareciera que cada quien se ha “liberado” de todo los lazo previos de dominación personal y que cada individuo es, por tanto, absolutamente “independiente” de los demás, ya que está en condiciones de dedicar su trabajo a la actividad que más le convenga, según se lo dicte su propia voluntad. Se trata pues de una sociedad en la que ninguna autoridad puede forzar a nadie a encaminar su esfuerzo hacia una tarea determinada, pues esto lo convertiría en esclavo o siervo. Pero lo que percibe Smith es que en tales circunstancias lejos de instaurarse la total independencia entre los productores, se establece una relación de dependencia mutua, de nuevo tipo, entre todos los hombres: “en una sociedad civilizada (dice Smith) “cada hombre necesita a cada instante la cooperación y asistencia de la multitud” . Ésta es, precisamente, la paradoja que Smith pretende resolver: en una sociedad de productores aparentemente libres e independientes, el vínculo de dependencia mutua y general entre ellos parece haberse profundizado. Este yugo de la dependencia recíproca se aplica aun con más rigor al obrero, quien se ve siempre obligado a vender su fuerza de trabajo y recurrir al mercado para obtener todo aquello que necesita para reproducir su vida.

-Desarrolle los conceptos de utilidad y escasez y la "paradoja del agua y el diamante".

Cuando el dueño se pregunta “cuánto vale” una mercancía, la primera respuesta que le viene a la mente remite precisamente a su apreciación subjetiva acerca de la utilidad de la misma. El paso analítico que permite evitar esta conclusión consiste en separar conceptualmente dos “factores” distintos de la mercancía que, cuando se asimilan y confunden, empujan a asociar el valor de cambio con la utilidad de los bienes. Smith afirma que “debemos advertir que la palabra VALOR tiene dos significados diferentes, pues a veces expresa la utilidad de un valor objeto particular, y, otras, la capacidad de comprar otros bienes, capacidad que se deriva de la posesión de dinero. Al primero lo podemos llamar ‘valor de uso’, y al segundo ‘valor de cambio’. Una vez que establecida esta distinción, el planteo anterior puede expresarse así: ¿está el valor de cambio de una mercancía “determinado” por su valor de uso (es decir, por la utilidad). Si el intercambio estuviera regido por la valoración que realizan los propietarios de las mercancías acerca de su utilidad, entonces a un valor de uso mayor correspondería un valor de cambio también mayor. Smith sostiene, sin embargo, que tal relación “proporcional” entre el valor y la utilidad no se verifica en la práctica. Para “demostrarlo” recurre a un ejemplo que luego será conocido como “la paradoja del agua y el diamante” y concluye que “las cosas que tienen un gran valor de uso tienen comúnmente escaso o ningún valor de cambio, y por el contrario, las cosas que tienen un gran valor de cambio no tienen, muchas veces, sino un pequeño valor de uso, o ninguno”. Al ser esencial para la vida del hombre, el agua es claramente “más útil” que los diamantes; no obstante, sus respectivos valores de cambio guardan una relación inversa. La otra dificultad que puede señalarse en el ejemplo elegido está vinculada a las mercancías que fueron seleccionadas para la comparación. Tanto el agua como el diamante parecen ser (aunque estrictamente no lo son) productos casi puramente naturales. Su abundancia o escasez parece, por tanto, depender únicamente de los caprichos de la naturaleza. En el desierto el agua escasea, cerca del cauce de un río es abundante. Las minas de diamante, por su parte, existen en contadas regiones del planeta. Este hecho, como veremos, ocasionará algunas graves confusiones que no se hubieran presentado si Smith hubiera elegido otros dos bienes cualesquiera que claramente pudieran reproducirse mediante procesos industriales sin limitaciones como, por ejemplo, una prenda de vestir y un adorno manufacturado. La validez y la solución de esta “paradoja” planteada por Smith se convertirían en el nudo de una de las más notables y significativas controversias entre las diversas escuelas del pensamiento económico hasta el presente.

-Concepción de dinero:

El dinero sirve como medida de cambio, el material que mejor se adecua a esa función es el metal, en lugar de la sal, el ganado o el tabaco, tiene un valor intrínseco.

Ricardo lección 3

a) Desarrollar la explicación de Ricardo para demostrar que la existencia de salario, capital físico, y renta no invalidan la Teoría del Valor por tiempo de trabajo. ¿Por qué se diferencia con A. Smith?

Según la profe, tiene que ver con el precio de las tierras. En Los principios se postula que el valor se determina por el tiempo de trabajo y después se muestra que nada contradice esta ley. Los “experimentos” a los que somete su principio no son nuevos contraejemplos propuestos por Ricardo, sino que se trata precisamente de todas aquellas dificultades que atribularon a Smith y que eventualmente lo condujeron a abandonar esta explicación. La pretensión de Ricardo es, pues, mostrar que ninguno de los obstáculos planteados por su antecesor contradice la ley; de aquí que se entable un diálogo permanente entre ambas obras.

b) Explicar el concepto de Renta.

Es considerada como “aquella parte del producto que se paga al terrateniente por el uso de las energías originarias e indestructibles del suelo”. Conforme a este aserto, la renta debe su existencia a la presencia de ciertas energías naturales, propias de la tierra. Si uno se deja llevar por esta definición, y sólo por ella, puede ya esperar que la magnitud de la renta arrojada por cada porción particular del suelo sea proporcional a su potencia productiva natural, que se encuentra desigualmente distribuida. Así, a una mayor productividad correspondería una renta más elevada de la que se adueñaría el propietario de esa porción del suelo, el terrateniente respectivo.

Antes de tratar la cuestión de la determinación cuantitativa de la renta, Ricardo realiza algunas aclaraciones que atañen a su naturaleza y a sus aspectos cualitativos. La renta que el propietario cobra por el usufructo de esta capacidad no debe confundirse nunca con el mayor poder productivo que le confieren al suelo las mejoras que en él han sido introducidas como los edificios, el abono, las cercas y muros, etc. Por el contrario, estas mejoras deben considerarse como otras tantas inversiones de capital y, en carácter de tales, dan derecho a una ganancia, no al cobro de una renta. A menudo, observa Ricardo, se denomina renta al monto íntegro que el agricultor (el arrendatario o capitalista agrario) entrega al terrateniente por cultivar en las tierras de su propiedad, confundiendo de esta manera dos ingresos de distinta naturaleza y que provienen de fuentes separadas. Nuevamente se le reprochan a Smith sus imprecisiones, ya que en La riqueza se oscila livianamente entre el uso correcto y el erróneo de esta categoría.

De manera que hasta aquí, el propietario de la tierra posee un derecho sobre el producto que proviene no de su inversión de capital ni de su propio trabajo sino de la posesión que ostenta sobre una porción de suelo y, por tanto, sobre sus cualidades. No hay que olvidar, sin embargo, como agrega Ricardo, que la naturaleza participa universalmente, de un modo u otro, en todos los procesos productivos.

El terrateniente se encarga de asegurar que los capitalistas que aplican sus capitales en tierras de distinta calidad obtengan igual beneficio, convirtiendo a las ganancias “extraordinarias” provenientes de la mayor fertilidad de determinadas parcelas de tierra en una renta que va dar a manos del propietario. A esta altura del razonamiento, la renta aparece como la sustracción de una porción de la ganancia. Para avanzar, es menester considerar el mismo problema pero ahora en el marco de la teoría del valor, es decir, en términos de cantidades de trabajo. Un mismo producto agrícola (una tonelada de trigo, por ejemplo) tiene mayores requisitos de trabajo (y mayor valor “individual”) cuando se produce en tierras de menor fertilidad.

Si el valor del conjunto de todas las mercancías del mismo tipo producidas en distintas condiciones estuviera dado por aquella que requiere menos trabajo –correspondiente a las mejores condiciones de fertilidad– no habría forma de explicar el origen de la renta. Lo mismo ocurre si se impusiera el promedio entre condiciones mejores y peores. De modo que la única posibilidad compatible con el hecho de que las tierras de mejor calidad arrojan una renta asegurando la igualdad de las tasas de ganancia es que el valor quede establecido por el producto fabricado en las peores condiciones. De este modo, el dilema de la renta queda resuelto, sin sacrificar la igualación de las tasas de ganancia ni poner en jaque a la teoría del valor fundada en el trabajo. Por tanto, el valor de todas las mercancías agrarias del mismo tipo coincide con el “valor individual” de aquellas producidas en condiciones inferiores.

d) Ricardo realiza un análisis sobre la distribución y los conflictos de clase. Explique.

Si se cumple la determinación del valor por el tiempo de trabajo, un cambio en los salarios es incapaz de modificar los precios, en tanto no hayan variado los requisitos de trabajo de cada producto. Sin embargo, la variación debe ser absorbida de algún modo, y en efecto lo es porque las ganancias guardan, según afirma Ricardo, una relación inversa con los salarios. El valor está determinado por la cantidad de trabajo, pero luego dicho valor debe “resolverse” en salarios y ganancias. Al variar el salario, la magnitud total de valor no se modifica, dice Ricardo, pero sí lo hace su distribución entre las clases.

Las consecuencias de esta sencilla conclusión son mayúsculas: sobre esta base debe aceptarse que la sociedad capitalista está inexorablemente atravesada por un conflicto distributivo entre capitalistas y trabajadores. Los intereses contrapuestos de unos y otros los enfrentan fatalmente: todo incremento en los salarios implica necesariamente una reducción de las ganancias. Cuando Smith se topó con la mutua relación entre el salario y la ganancia abandonó la teoría del valor para abrazar la de los costos de producción, que no hace más que anular el conflicto ya que, según este enfoque, los incrementos en los salarios provocan aumentos proporcionales en los precios de las mercancías, en lugar de determinar una caída general de las ganancias. Reina entonces la armonía –con las notas que señalamos– entre patronos y obreros.

Una vez que se establece esta relación de oposición entre salarios y ganancias, hay que aclarar que no es cierto, no obstante, que Ricardo observe o prediga un enfrentamiento directo entre los capitalistas y los trabajadores. Aunque los aumentos salariales redundan en caídas de la ganancia, en Los principios, como luego se verá, se adopta una teoría del salario de subsistencia que supone que los trabajadores son incapaces de elevar –a través de sus luchas– el salario real por encima del mínimo requerido para mantenerse con vida. El salario, empero, desempeña un papel clave para la comprensión de una confrontación entre las clases que Ricardo sí desea resaltar: la que existe entre los capitalistas y los propietarios de la tierra, los terratenientes.

e) ¿Qué explicación encuentra Ricardo para la formación de precios? ¿Qué diferencias encuentra con la explicación de A. Smith?

La economía política clásica, de Smith en adelante, acostumbraba utilizar un procedimiento similar al que está implícito cuando se “supone” que las cantidades de todas las mercancías vienen dadas de antemano y que no pueden modificarse. La distinción entre precio natural y precio de mercado sirve para estudiar analíticamente las variaciones del precio debidas a cambios en la demanda, cuando se supone una oferta fija y cuando se supone, en cambio, que la producción de determinado artículo puede elevarse o reducirse. El propio Ricardo reconoce los efectos de los cambios en la demanda ocurridos en el “mercado” y que provocan “desviaciones accidentales y temporarias” de los precios. Pero las deja de lado “para tratar únicamente las leyes que regulan los precios naturales”. Puede decirse, empleando estas categorías, que los bienes “escasos” (en el sentido de Ricardo, es decir, no reproducibles) tienen únicamente un precio de mercado y no un precio natural.

f) ¿Qué análisis desarrolla respecto al concepto de escasez?

Ricardo había sostenido al comienzo mismo del capítulo que la magnitud de valor depende solamente del trabajo empleado para la producción de la mercancía. Agrega ahora que la utilidad del objeto es una condición para que posea valor de cambio. Es decir, no habrá valor de cambio sin que exista valor de uso. Ahora bien, ¿todas las cosas útiles derivan su valor exclusivamente del trabajo que las produjo? Ricardo separa una clase especial de mercancías: aquellas que originalmente fueron producidas mediante el trabajo pero que, sin embargo, no pueden “multiplicarse”, es decir, que su número se encuentra limitado.

Por poseer utilidad, los bienes obtienen su valor en cambio de dos fuentes: de su escasez, y de la cantidad de trabajo requerida para obtenerlos.

Estas dos fuentes señaladas por Ricardo, escasez y trabajo, como se verá, no operan simultáneamente para todos los bienes. No es el trabajo en conjunto con la escasez los que fijan el valor de todas las mercancías, pues el mundo de las mercancías se divide en dos clases distintas. La escasez “manda” en aquellos bienes en que “ningún trabajo puede aumentar su cantidad”. Se trata de los bienes que no son reproducibles por medio del trabajo como, por ejemplo, las obras de arte. El valor de cambio de estas mercancías depende exclusivamente de los gustos y de la riqueza de quienes las desean, en conjunto con la cantidad disponible ya que su número no puede incrementarse.

g) Desarrolle los límites a la teoría de la acumulación expresada por D. Ricardo

No existirían límites para los incrementos de la producción originados por la falta de demanda. La demanda es ilimitada porque todo aumento de la producción implica igual aumento de la demanda. En el fondo, esta igualdad entre el incremento de la oferta y el aumento de la demanda, reposa en la concepción clásica del dinero. La economía monetaria es asimilable a una economía de trueque, es decir, a una economía en la que los bienes se cambian directamente entre sí. Si no hay dinero, el empresario paga a los trabajadores con parte de la producción obtenida y conserva el resto de la producción para satisfacer sus propios deseos, con lo que los productos, en realidad, ya han sido colocados por el solo hecho de haber sido fabricados. Luego estos productos pueden intercambiarse por otros, pero ya han sido “vendidos”. No hay forma de que la producción quede sin venderse pues la nueva oferta “produce” nueva demanda.

h) ¿Qué posición tenía Ricardo respecto a la Ley de Granos y la Ley de Salarios de Hierro? Explique.

La expansión de la economía se traduce en un constante incremento de la población trabajadora, lo que obliga a emplear cada vez más tierras para producir el alimento destinado a sostener a un mayor número de obreros. Sus salarios, no obstante, al estar sometidos a la ley de hierro, nunca conseguirán crecer en términos reales, en términos de los bienes que el obrero puede adquirir. Sin embargo, las tierras que entran progresivamente en producción serán cada vez de menor calidad, elevando la renta al tiempo que el salario se eleva en términos de valor –pues se requiere más trabajo para producir el alimento- con el consiguiente efecto depresivo sobre las ganancias.

-La teoría del dinero:

Cuenta con dos características:

1º Es una mercadería cualquiera cuyo valor está sujeto a las mismas leyes que regulan a los restantes productos, tiene un valor intrínseco.

2º Es utilizada como una medida invariable de valor, cuando la circulación se realiza con billetes que no poseen un valor intrínseco, el valor de cambio de cada billete está determinado exclusivamente por la cantidad de dinero que emite el estado y ya no es una mercancía.

K. Marx- Salario, Precio y Ganancia:

-¿Cómo se determina el valor de una mercancía para Marx?

Los valores relativos de las mercaderías se determinan por las correspondientes cantidades o sumas de trabajo invertidas, realizadas, plasmadas en ellas. Tienen un valor por ser la cristalización de un trabajo social, ya que la sustancia común a todas las mercancías es el trabajo. Al crecer la cantidad de trabajo requerido para producir una mercancía, aumenta ferozmente su valor y viceversa. Por otro lado sostiene que una subida general de los tipos de salarios, acarrearía una cuota general de ganancia per no afectaría los precios de las mercancías. Si bien es cierto que los obreros tienen que invertir en artículos de primera en necesidad, pero como existen artículos que no son de primera necesidad, la demanda global permanecerá invariable.

-Según Marx ¿Cuál es la diferencia entre Trabajo y trabajo social?

El que produce un objeto para su uso personal y directo, para consumirlo él mismo, crea un producto, pero no una mercancía. Como productor que se mantiene a sí mismo no tiene nada que ver con la sociedad. Pero, para producir una mercancía, no sólo tiene que crear un artículo que satisfaga alguna necesidad social, sino que su mismo trabajo ha de representar una parte integrante de la suma global de trabajo invertido por la sociedad. Ha de hallarse supeditado a la división del trabajo dentro de la sociedad.

-¿Qué es el valor de la fuerza de trabajo?

El valor de la fuerza de trabajo se determina por el valor de los artículos de primera necesidad exigidos para producir, desarrollar, mantener y perpetuar la fuerza de trabajo.

Podría pensarse que, si el valor de una mercancía se determina por la cantidad de trabajo que se invierte en su producción, cuanto más perezoso o más torpe sea un operario más valor encerrará la mercancía producida por él, puesto que el tiempo de trabajo necesario para producirla será mayor. Pero el que tal piensa incurre en un lamentable error. Cuando decimos que el valor de una mercancía se determina por la cantidad de trabajo encerrado o cristalizado en ella, tenemos presente la cantidad de trabajo necesario para producir esa mercancía en un estado social dado y bajo determinadas condiciones sociales medias de producción, con una intensidad media social dada y con una destreza media en el trabajo que se invierte. Prescindiendo de las diferencias que se dan en las energías naturales y en la destreza adquirida para el trabajo entre los distintos pueblos, las fuerzas productivas del trabajo dependerán, principalmente:

1. De las condiciones naturales del trabajo: fertilidad del suelo, riqueza de los yacimientos mineros, etc.

2. Del perfeccionamiento progresivo de las fuerzas sociales del trabajo por efecto de la producción en gran escala, de la concentración del capital, de la combinación del trabajo, de la división del trabajo, la maquinaria, los métodos perfeccionados de trabajo, la aplicación de la fuerza química y de otras fuerzas naturales, la reducción del tiempo y del espacio gracias a los medios de comunicación y de transporte, y todos los demás inventos mediante los cuales la ciencia obliga a las fuerzas naturales a ponerse al servicio del trabajo y se desarrolla el carácter social o cooperativo de éste. Cuanto mayores son las fuerzas productivas del trabajo, menos trabajo se invierte en una cantidad dada de productos y, por tanto, menor es el valor de estos productos. Y cuanto menores son las fuerzas productivas del trabajo, más trabajo se emplea en la misma cantidad de productos, y, por tanto, mayor es el valor de cada uno de ellos. Podemos, pues, establecer como ley general lo siguiente: Los valores de las mercancías están en razón directa al tiempo de trabajo invertido en su producción y en razón inversa a las fuerzas productivas del trabajo empleado.

-¿Qué relación guardan el valor (o precio natural) y el precio de mercado?

De por sí, el precio no es otra cosa que la expresión en dinero del valor. Los valores de todas las mercancías de este país, por ejemplo, se expresan en precios oro, mientras que en el continente se expresan principalmente en precios plata. El valor del oro o de la plata se determina, como el de cualquier mercancía, por la cantidad de trabajo necesario para su extracción. Hasta aquí, el precio de una mercancía en el mercado coincide con su valor. De otra parte, las oscilaciones de los precios del mercado, que unas veces exceden del valor o precio natural y otras veces quedan por debajo de él, dependen de las fluctuaciones de la oferta y la demanda. Los precios del mercado se desvían constantemente de los valores, pero, como dice Adam Smith: El precio natural . . . es el precio central, hacia el que gravitan constantemente los precios de todas las mercancías. Diversas circunstancias accidentales pueden hacer que estos precios excedan a veces considerablemente de aquél, y otras veces desciendan un poco por debajo de él. Pero, cualesquiera que sean los obstáculos que les impiden detenerse en este centro de reposo y estabilidad, tienden continuamente hacia él.

Qué relación guardan, pues, el valor y los precios del mercado, o los precios naturales y los precios del mercado? Todos sabéis que el precio del mercado es el mismo para todas las mercancías de la misma clase, por mucho que varíen las condiciones de producción de los productores individuales. Los precios del mercado no hacen más que expresar la cantidad media de trabajo social que, bajo condiciones medias de producción, es necesaria para abastecer el mercado con una determinada cantidad de cierto artículo. Se calculan con arreglo a la cantidad global de una mercancía de determinada clase.

-¿De que dependen las fuerzas productivas?

El valor de la fuerza de trabajo se determina por la cantidad de trabajo necesario para su conservación o reproducción, pero el uso de esta fuerza de trabajo no encuentra más límite que la energía activa y la fuerza física del obrero. El valor diario o semanal de la fuerza de trabajo y el ejercicio diario o semanal de esta misma fuerza de trabajo son dos cosas completamente distintas, tan distintas como el pienso que consume un caballo y el tiempo que puede llevar sobre sus lomos al jinete. La cantidad de trabajo que sirve de límite al valor de la fuerza de trabajo del obrero no limita, ni mucho menos, la cantidad de trabajo que su fuerza de trabajo puede ejecutar.

-Explique que es la plusvalía y las diferentes partes en que se divide para Marx.

La plusvalía, o sea aquella parte del valor total de la mercancía en que se materializa el plus trabajo o trabajo no retribuido del obrero, es lo que se llama ganancia. Esta ganancia no se la embolsa en su totalidad el empresario capitalista. El monopolio del suelo permite al terrateniente embolsarse una parte de esta plusvalía bajo el nombre de renta del suelo, lo mismo si el suelo se utiliza para fines agrícolas que si se destina a construir edificios, ferrocarriles o a otro fin productivo cualquiera. Por otra parte, el hecho de que la posesión de los medios de trabajo permita al empresario capitalista producir una plusvalía o, lo que viene a ser lo mismo, apropiarse una determinada cantidad de trabajo no retribuido, permite al propietario de los medios de trabajo, que los presta total o parcialmente al empresario capitalista, en una palabra, permite al capitalista que presta el dinero, reivindicar para sí mismo otra parte de esta plusvalía, bajo el nombre de interés, con lo que al empresario capitalista, como tal, sólo le queda la llamada ganancia industrial o comercial.

-Cuál es la relación entre salario, precio y ganancia para Marx.

Del valor de una mercancía descontamos la parte destinada a reponer el de las materias primas y otros medios de producción empleados, es decir, si descontamos el valor que representa el trabajo pretérito encerrado en ella, el valor restante se reducirá a la cantidad de trabajo añadida por el obrero últimamente empleado. Como el capitalista y el obrero sólo pueden repartirse este valor, que es limitado, es decir, el valor medido por el trabajo total del obrero, cuanto más perciba el uno menos obtendrá el otro, y viceversa. Partiendo de una cantidad dada, una de sus partes aumentará siempre en la misma proporción en que la otra disminuye. Si los salarios cambian, cambiarán, en sentido opuesto, las ganancias. Si los salarios bajan, subirán las ganancias; Y si aquéllos suben, bajarán éstas. Sin embargo, aunque los valores de las mercancías, que han de regular en última instancia sus precios en el mercado, se hallan determinados exclusivamente por la cantidad total de trabajo plasmado en ellos y no por la división de esta cantidad en trabajo pagado y trabajo no retribuido, de aquí no se deduce, ni mucho menos, que los valores de las mercancías sueltas o lotes de mercancías fabricadas, por ejemplo, en doce horas, sean siempre los mismos. Este hecho no es más que la expresión de la ley general de que el valor de una mercancía se determina por la cantidad de trabajo invertido en ella y de que la cantidad de trabajo invertido depende enteramente de la fuerza productiva del trabajo empleado, variando por tanto al variar la productividad del trabajo.

Revolución Marginalista y Marshall (Lección 5 A. Kicillof):

-¿Qué determina el valor para Marshall?

Sabemos que el nudo principal de la disputa entre los marginalistas y los clásicos se sitúa en la teoría del valor, donde se había enfrentado la teoría de la utilidad marginal con el enfoque de los costos de producción. La marginalista y la clásica son dos versiones parciales e incompletas de una misma teoría del valor. Marshall considera que una expresión adecuada y rigurosa puede y debe integrar ambos puntos de vista, encontrando así un balance entre los elementos destacados por los clásicos −en esencia correctos− con los que resaltaron los marginalistas −también correctos aunque menos cardinales. Esta es la empresa que Marshall carga sobre sus hombros; es una tarea que implica, al mismo tiempo, revalorizar el entonces devaluado aporte de Ricardo. La diferencia, según Marshall, se encuentra en el elemento “tiempo”, que tiene un poderoso influjo sobre el precio, circunstancia igualmente pasada por alto por los clásicos y los marginalistas. Recordemos que el marginalismo había criticado y descartado la teoría de los costos de producción para reemplazarla por su nueva teoría de la utilidad marginal. Marshall creía, en cambio, que el elemento de mayor peso en la teoría del valor proviene del lado de los costos de producción.

Para Marshall, así y todo, fue principalmente Ricardo, y no el terceto marginalista, quien estableció los fundamentos más sólidos y valederos de la teoría del valor. En segundo lugar, la explicación basada en la utilidad marginal se complementa y no se opone a la del costo de producción. En tercer lugar, Marshall encuentra necesario aclarar que Ricardo nunca adhirió a la determinación del valor por el tiempo de trabajo (y, por tanto, a la lectura de Marx) sino a una teoría de los costos de producción, donde el capital y el trabajo actúan de manera mancomunada en la producción de valor. La diferencia, según Marshall, se encuentra en el elemento “tiempo”, que tiene un poderoso influjo sobre el precio, circunstancia igualmente pasada por alto por los clásicos y los marginalistas.

Concepción General del valor y los Precios:

Los elementos que gobiernan el valor se deben buscar, de una parte, en la utilidad aportada por los bienes consumidos, y, de otra, en los esfuerzos y sacrificios implicados en la producción. Estas satisfacciones y costes subjetivos son susceptibles de una evaluación por parte del mercado: el dinero da una medida de las mismas. De este modo, en el mercado, la utilidad gobierna la demanda y los costes gobiernan la oferta. Estas dos hojas de la tijera, como dice Marshall, determinan los precios. Nosotros las analizaremos en su orden.

-¿Qué es el precio de mercado y el precio "normal" para Marshall? ¿Cómo incorpora la categoría "tiempo"?

En Marshall, la impronta clásica se hace notoriamente visible fundamentalmente a través del procedimiento que emplea para formular su teoría del valor, en la que se sirve de un conjunto de categorías para referirse a los distintos “momentos” analíticos asociados a la determinación del precio. La primera y principal de estas distinciones analíticas es la que separa el precio natural del precio de mercado, una definición tomada directamente de Smith, Ricardo y Mill. La única diferencia con sus antecesores es que Marshall realiza un reemplazo de términos, prefiriendo el más moderno “precio normal” antes que el más arcaico “precio natural”, que además remite a la idea decimonónica de las “leyes naturales”.

Para Marshall, el precio de mercado, calcando la definición de los clásicos, es aquel que prevalecería en el hipotético caso de que la cantidad ofrecida se encontrar dada, fija y ya establecida de manera inmutable. Vale la pena destacar el carácter puramente analítico de esta definición. Está equivocado quien espera observar o percibir de manera directa alguna de las categorías analíticas definidas por los clásicos. De hecho, el precio de mercado, paradójicamente, no es equiparable al precio realmente observable de cualquier artículo en el mercado. Tal definición es en realidad un procedimiento encaminado a comprender la complejidad del fenómeno separando conceptualmente sus múltiples facetas y determinaciones: los diferentes elementos que confluyen en el fenómeno real se distinguen haciendo “como si” la cantidad disponible de la mercancía estuviera dada y fuera invariable, mediante un ejercicio mental, cuando en la práctica tal cosa está lejos de ocurrir. Exceptuando casos extremos, ilustrada por Smith con la imagen de una ciudad sitiada o de una repentina e inesperada sequía, las cantidades disponibles de los bienes son susceptibles de crecer o reducirse por medio de la producción; es más, estos movimientos están permanentemente en curso. Para el estudio del precio de mercado se supone hipotéticamente que la cantidad ofrecida es incapaz de variar y que tal cantidad se destinará íntegramente al comercio (no se especula con los inventarios). En ese caso imaginario, el precio dependería íntegramente de las condiciones de la demanda. Se logra establecer así, analíticamente, un “equilibrio” de mercado entre la oferta fija y la demanda variable. Marshall denomina precio de equilibrio de mercado al que iguala la cantidad ofrecida con la cantidad demandada. Este primer resultado es de suma importancia, porque el ejercicio analítico basado en el supuesto extremo de que las cantidades de las mercancías no pueden ampliarse hace depender al precio íntegramente de la demanda. Es por eso que Marshall procede a construir analíticamente la curva de demanda para explicar la determinación del precio de mercado. Es, además, precisamente en este punto donde Marshall reconoce las innovaciones de los marginalistas. El precio de mercado se obtiene definiendo primero el precio de la demanda (demand price) y se construye una “curva de demanda” (demand schedule). Para cada cantidad hipotética disponible habrá un precio unitario al que todo ese volumen encontrará compradores, de manera que precio de la demanda es el precio que los compradores están dispuestos a pagar para absorber una determinada cantidad de ese bien. Realizando este ejercicio con todas las cantidades posibles, se construye una tabla o curva de demanda que relaciona esas cantidades con los precios a los que pueden efectivamente venderse.

-¿Cómo define la curva de demanda y de oferta?

En el análisis del precio de equilibrio de mercado, la cantidad viene fijada de antemano de manera que la demanda es la que lleva la batuta. Es por eso que, según Marshall, la contribución de los marginalistas se limita únicamente al estudio del fundamento de la curva de demanda con pendiente negativa. El mensaje de la curva de demanda es que para que crezca la cantidad demandada, el precio debe disminuir). El principio de la utilidad marginal decreciente “descubierto” por los marginalistas sirve precisamente para justificar que las cantidades mayores son menos apetecibles que las cantidades menores y, por tanto, que se pagará por ellas un precio menor.

Si Marshall le reconoce al “descubrimiento” de los marginalistas una modesta relevancia es porque la curva de demanda con pendiente negativa derivada del principio de la utilidad marginal decreciente interviene exclusivamente en la determinación del precio de mercado, es decir, en la hipotética situación en la que un determinado bien está disponible en una cantidad fija. Los marginalistas, en lugar de comprender que se trataba únicamente de una instancia inicial para el análisis completo del fenómeno del precio, generalizaron este caso hasta abarcar a todas las mercancías, por medio de su modelo de intercambio puro. Para Marshall, en cambio, se trata exclusivamente del primer “momento” del estudio del precio ya que su resultado, el precio de equilibrio de mercado, además, debe tomarse como un equilibrio puramente transitorio.

-¿Cómo se determinan los costos para Marshall?

Marshall afirma que para tomar la decisión respecto a la cantidad a producir y llevar al mercado, los productores no hacen otra cosa que estimar sus beneficios calculados como la diferencia entre el precio de la demanda (cuánto les pagarían) y el precio de costo, incluyendo en este último a las “ganancias normales”.

El criterio es simple: si se deja de lado el supuesto de que las cantidades de los bienes están fijas y éstos se han obtenido gratuitamente, se verá entonces que los empresarios, que son quienes en realidad proveen al mercado, utilizan como regla para hacerlo la comparación del precio corriente con los costos de producción del artículo. El equilibrio normal se alcanza, siguiendo la explicación de Marshall –y de Smith y Ricardo–, cuando el precio pagado por la mercancía es precisamente el que permite agotar la cantidad total ofrecida cubriendo sus costos de producción, incluida la ganancia normal. Puede decirse, pues, que el precio normal de cada mercancía es, en definitiva, el precio de costo de la mercancía. La teoría del valor de Marshall, si bien se reserva un lugar para el precio de mercado (determinado principalmente por la demanda), es, en rigor, una teoría de los costos de producción de inspiración ricardiana (o, más estrictamente, mill-ricardiana), aunque, como veremos, con un grado mayor de sofisticación que la de sus antecesores clásicos.

El costo de producción −el precio normal− es el punto hacia el cual tiende el precio de mercado de toda mercancía, el “nivel central” de las fluctuaciones del mercado

Pueden distinguirse así (siempre desde un punto de vista analítico) dos formas de calcular los costos de producción: la primera, en base a las instalaciones −máquinas, plantas y organización industrial− existentes; la segunda, tomando en consideración las inversiones necesarias encaminadas a adecuar las instalaciones y satisfacer los nuevos niveles de demanda. En otras palabras, el precio normal debe diferenciarse para contemplar estas dos formas alternativas de imputación del costo de producción unitario. Marshall denomina “corto plazo” a la primera situación, en donde se calculan los costos suponiendo que los equipos de producción están dados y que la capacidad productiva no es modificada; y llama “largo plazo” al otro caso.

Tenemos ahora, además del precio de mercado, una distinción adicional entre el precio normal de equilibrio de corto plazo y el precio normal de equilibrio de largo plazo. Recordemos nuevamente que los términos corto y largo plazo no deben interpretarse equivocadamente como los intervalos de tiempo reales. En otras palabras, Marshall no está diciendo que una mercancía alcanzará esos precios normales con el correr de los días.7 Son, por el contrario, categorías analíticas: todas estas determinaciones tienen lugar, por así decir, simultáneamente, pues cuando se estudia el precio de una mercancía deben diferenciarse estos tres precios “distintos” correspondientes a hipótesis distintas.

Según Marshall, este procedimiento de preguntarse por los “costos de los costos”, y así sucesivamente, conduce finalmente a los que denomina costos reales de producción, definidos como “[l]os esfuerzos de todas las diferentes clases de trabajo que tienen directa o indirectamente una participación en la producción, junto con las abstinencias o, mejor dicho, las esperas requeridas para ahorrar el capital utilizado en ella” (

Marshall explora hasta sus últimas consecuencias la idea de que los precios dependen de los costos de producción. Cuando éstos son despojados de su forma monetaria se convierten en lo que denomina costos reales, que no son otra cosa que el trabajo y la espera. E

La solución de Marshall se funda en su idea general de que todo precio es resultado de la acción recíproca de la oferta y la demanda.

- Desarrolle los conceptos de rendimientos marginales.

Tomando como ejemplo la producción de automóviles, en primer lugar, el equilibrio entre la oferta y la demanda que da lugar al precio de mercado del automóvil surge de un ejercicio que consiste en suponer que las cantidades de automóviles disponibles actualmente en los locales de venta se encuentran dadas. En ese caso, si de pronto una mayor estima de esta mercancía por parte de los consumidores produjera un aumento de la demanda, el precio de mercado tendería a crecer. Como la curva de demanda de automóviles se obtiene a través de la utilidad marginal que se le atribuye a cada cantidad, de modo que un aumento autónomo de la “utilidad” atribuida por los consumidores a los vehículos es capaz de producir el referido cambio en la curva de demanda ocasionando el crecimiento del precio. De ahí que pueda afirmarse que el precio de mercado está gobernado principalmente por la utilidad marginal. Sin embargo, este precio se funda en una hipótesis especial cuyo objetivo es precisamente aislar las repercusiones de la demanda, pero se agotan aquí los factores que determinan el precio. Según la terminología de Marshall, el precio de mercado se habrá así desviado transitoriamente de su precio normal que, en cambio, refleja un equilibrio estable. Hay que proseguir con el estudio. Ni bien se abandona el supuesto que deja fija la cantidad disponible, hay que tener en cuenta que las empresas productoras de automóviles seguramente reaccionarán ante este incremento circunstancial del precio elevando la cantidad que envían al mercado, lo que modificará el precio hasta que se encuentre un nuevo equilibrio en un nuevo precio normal correspondiente a ese nuevo nivel de producción (según la curva de oferta). Cabe preguntarse entonces cuál es el efecto de este incremento de la producción sobre los costos. En primer lugar, siempre siguiendo a Marshall, hay que analizar por separado el corto plazo del largo plazo. El nuevo precio normal de corto plazo es igual a los costos de producción del automóvil cuando el incremento de la producción se realiza utilizando las instalaciones existentes. El precio normal de largo plazo, por su parte, obliga a tomar en consideración la posibilidad de que el aumento de los precios conduzca a una ampliación de la planta: deberán sumarse” ahora estas nuevas inversiones de capital –así como las amortizaciones del viejo capital– para obtener los costos de producción de largo plazo. Este examen podría dar la falsa impresión de que todo incremento de la demanda produce una variación en el precio pero, contrariamente, cuando considera el precio de equilibrio normal se observa que la demanda no afecta necesariamente el precio sino las cantidades llevadas al mercado, pues el precio de equilibrio normal tendería a mantenerse siempre fijo en aquel nivel que cubre los costos de producción (de largo o corto plazo). Según esta apreciación la demanda modifica la cantidad mientras la oferta fija los precios. Sin embargo, esta interpretación de la teoría de Marshall, bastante corriente por otra parte, es errada.11 De hecho, en Los principios de economía se analiza en detalle la evolución de los costos cuando se modifica la escala de producción. ¿Qué ocurre con los costos de corto y largo plazo cuando se modifica la cantidad producida? Un caso extremo es aquel en que el costo unitario de producción permanezca constante ante aumentos o reducciones en la escala de fabricación. En este caso (pero sólo en este caso), si aumentara la demanda la producción de automóviles se elevaría sin que este cambio de escala se tradujera en aumentos ni en caídas de los costos unitarios; por consiguiente, el precio normal permanecería fijo. Sin embargo, Marshall observa deben considerarse tres situaciones posibles relacionados con la evolución de los costos y los rendimientos: rendimientos constantes (y costos constantes), rendimientos decrecientes (costos unitarios crecientes) y rendimientos crecientes (costos unitarios decrecientes). Cuando los rendimientos son constantes o decrecientes, los incrementos en la demanda provocan aumentos en la cantidad normal producida, pero mientras en el primer caso el precio normal no cambia, en el segundo caso tiende a elevarse ya que el costo de producir una unidad adicional se eleva (el costo marginal es creciente). La tercera posibilidad, los rendimientos crecientes, por su parte, ponen en un grave aprieto a la teoría de los costos de producción, pues significa que a medida que crece la escala los costos unitarios se reducen y puede que no se encuentre ningún nuevo equilibrio entre la oferta y la demanda. Debido a esta dificultad, en general, Marshall supone que los rendimientos son decrecientes y dedica al caso de los rendimientos crecientes un apéndice completo, ya que admite que “[l]a teoría estática del equilibrio no es, por tanto, aplicable completamente a los artículos que obedecen a la ley del rendimiento creciente” (Marshall [1890] 1948a: 415). Aunque Marshall no está en condiciones de sostener que en la realidad de la industria predominen los rendimientos decrecientes, debido a la conveniencia analítica, la toma como estándar lo que implica que los costos marginales son crecientes (si los rendimientos son decrecientes, el costo de producir una unidad adicional tiende a crecer). Esta situación puede ilustrarse mediante un gráfico ideado por Marshall y que se convertirá en otra de sus marcas registradas: la “cruz” de la oferta y la demanda, que representan el precio de oferta (creciente) y el precio de demanda (decreciente) correspondientes a cada cantidad.

De manera que tanto la teoría del valor marginalista de la utilidad marginal como la teoría del valor de Marshall de los costos reales de producción se apoyan en apreciaciones psicológicas, aunque la primera pone énfasis en los placeres del consumo y la segunda en los sacrificios de la producción.

-¿Cómo considera la renta?

A diferencia del salario del trabajo y del interés del capital, Marshall no considera que la renta de la tierra sea un “costo real” de las mercancías. Su teoría de la renta se inscribe así, una vez más, en la tradición Mill-Ricardo, fuertemente criticada por los marginalistas en su intento revolucionario. De hecho, para el marginalismo fundacional la tierra –o, más en general, la naturaleza– debe tomarse como otro “factor de la producción” a lado del trabajo y del capital. Si así fuera, existirían tres costos de producción originales: el salario, el interés y la renta. Sin embargo, para Marshall, trabajo y espera deben tomarse como costos reales porque involucran un “sacrificio”, cosa que no puede decirse del uso de la tierra. Es por eso que la renta –en línea con la teoría clásica– no configura un verdadero “costo de producción”. Nos detendremos un instante en la teoría de la renta, para establecer luego la relación entre la renta de la tierra y las ganancias que obtiene el capitalista en el corto plazo, siguiendo siempre el desarrollo de Marshall.

La renta es el ingreso que percibe el propietario de las tierras de mayor fertilidad, no porque sus tierras “produzcan” valor sino por una única razón: el terrateniente dispone de un medio de producción cuyas cualidades naturales (ubicación, fertilidad de los suelos, clima de la región) no pueden reproducirse y, por tanto, a diferencia de los instrumentos y maquinarias que conforman el “capital”, la cantidad existente de tierra que goza de determinadas condiciones favorables no es susceptible de ser modificada para que se acomode al crecimiento en la demanda de alimentos. En consecuencia, cuando la demanda aumenta deben entrar en producción nuevas parcelas –en general de menor fertilidad– y así se elevan los costos de producción de los alimentos.

-Qué concepción tiene Marshall sobre el dinero y establezca que relación tiene con la Ley de Say.

El tratamiento conceptual que se le proporciona al dinero en Los principios de economía es, en efecto, extremadamente pobre y, en lo esencial, resulta ser similar al que realizara Ricardo, quien comienza Los principios equiparando al dinero con una mercancía cualquiera para sostener de inmediato −recurriendo a la simplicidad expositiva como pretexto− que el “precio” del dinero, o su poder adquisitivo, se mantendrá constante a lo largo de la exposición de la teoría del valor y la distribución. Para Ricardo tal supuesto resulta sumamente provechoso, porque sirve para convertir al dinero en una “medida invariable del valor”, de manera que siempre que cambia el precio en dinero de un artículo debe suponerse que lo que varió es el valor de dicho bien y no el valor del dinero con el que se lo compara y mide. Marshall sigue el ejemplo de Ricardo a pie juntilla

En el caso de Marshall, esto significa que el oro cuenta con un precio de mercado dado fundamentalmente por la utilidad marginal, así como también con un precio normal de corto plazo y un precio normal de largo plazo determinados por el costo marginal de producción. Por consiguiente, el precio normal del oro debería fluctuar tanto como cualquier otro precio, al compás de las variaciones en sus condiciones de producción. Como el dinero es oro, al expresar los cambios en el valor de cualquier bien a través de su relación de cambio con el oro, habría que tomar necesariamente en consideración tanto las fluctuaciones en el valor del bien en cuestión como las variaciones en el valor del dinero. En otras palabras, el poder adquisitivo del dinero dependerá del precio de todos los restantes precios pero también de su propio valor, con lo cual no puede nunca decirse que esté fijo. No obstante, en segundo lugar, tal como se lee en el fragmento citado, Marshall abandona de inmediato esta idea a través de un supuesto especial: en lugar de considerar al oro como una mercancía cualquiera cuyo valor está sujeto a oscilaciones, se decreta axiomáticamente que su valor es constante. El dinero se convierte, como ya había ocurrido en la teoría ricardiana, en una “no-mercancía” y, como tal, en una adecuada medida invariable del valor para las demás: “[e]n toda esta obra estamos suponiendo, salvo indicación especial en contrario, que todos los valores se expresan en términos de dinero de un poder adquisitivo fijo, del mismo modo que los astrónomos nos han enseñado a determinar el principio o el final del día con referencia no al verdadero sol, sino a un sol medio que se supone se mueve uniformemente a través del firmamento” (Marshall [1890] 1948a:

En síntesis el dinero para Marshall, todo a lo largo de Los principios de economía, es única y exclusivamente una mercancía sin ninguna particularidad digna de mención que funciona como medida invariable del valor, gracias al supuesto de que su precio, su costo marginal y su utilidad marginal y, por ende, su poder adquisitivo, permanecen constantes.

Es por eso que Marshall reproduce en Los principios de economía el célebre pasaje en el que Mill, coincidiendo con Ricardo y con Say, sostiene que "lo que constituye los medios para pagar las mercancías son sencillamente las mercancías mismas. Los medios de que dispone cada persona para pagar los productos de otras consisten en los productos que él mismo posee. Todo vendedor es al propio tiempo comprador. Si pudiéramos de pronto doblar la potencia productiva del país, doblaríamos la oferta de artículos en cada mercado; pero duplicaríamos, al mismo tiempo, el poder adquisitivo. Cada uno llevaría al mercado una demanda doble, pero también una doble oferta; cada uno podría comprar dos veces más cosas, porque cada uno podría ofrecer dos veces más cosas en cambio” Para Marshall, existe una ley general, la ley de Say, que asegura que la demanda debe siempre crecer al mismo ritmo de la producción, de manera que la falta de demanda no puede convertirse en un factor limitante de la permanente ampliación de la oferta. Esta concepción admite sólo dos clases de discrepancias entre la oferta y la demanda

En otras palabras, la ley de Say –apoyada en la concepción marshalliana y ricardiana del dinero– asegura que la crisis y la desocupación son simples episodios de desequilibrio y, como tales, meros fenómenos pasajeros que se curan por la acción de los anticuerpos generados por el mismo sistema económico que tarde o temprano deberá volver al equilibrio.

-¿Cuáles son los mercados Con los que Marshall explica el funcionamiento de la economía?

El estudio del sistema de Marshall abracó los tres mercados que, en conjunto, integran su teoría del valor y su teoría de la distribución: el mercado de bienes, el mercado de trabajo y el mercado de capital. ¿Cómo pueden emplearse esos tres mercados para descubrir las causas y los remedios de la desocupación? El punto de partida se ubica, obligadamente, en el mercado de trabajo, donde aloja la teoría marginalista de la desocupación.

Siguiendo la teoría de Marshall, la desocupación es en esencia un fenómeno que pertenece al mercado de trabajo, porque, el desempleo es por definición un exceso de oferta de trabajo. Según se vio, el mercado de trabajo reúne la curva de oferta de trabajo, que representa de los planes de los obreros dispuestos a trabajar hasta el punto en el que el salario real compense la desutilidad marginal del trabajo.

La renta es el ingreso que percibe el propietario de las tierras de mayor fertilidad, no porque sus tierras “produzcan” valor sino por una única razón: el terrateniente dispone de un medio de producción cuyas cualidades naturales (ubicación, fertilidad de los suelos, clima de la región) no pueden reproducirse y, por tanto, a diferencia de los instrumentos y maquinarias que conforman el “capital”, la cantidad existente de tierra que goza de determinadas condiciones favorables no es susceptible de ser modificada para que se acomode al crecimiento en la demanda de alimentos. En consecuencia, cuando la demanda aumenta deben entrar en producción nuevas parcelas –en general de

menor fertilidad– y así se elevan los costos de producción de los alimentos. Quienes producen en las tierras donde se obtiene un mayor rendimiento, observan que los precios de venta también se elevan, pues hay un único precio para toda la producción, mientras que los costos permanecen en su nivel anterior, generando una “ganancia extraordinaria” apropiada por el terrateniente mediante el alquiler de la tierra. En realidad, en esta teoría de la renta no hay nada nuevo, tal como reconoce el mismo Marshall cuando atribuye esta explicación directamente a Ricardo. Al no tratarse de un costo de producción, la renta no determina el precio normal sino que, como sostiene Marshall en el fragmento que reprodujimos, “[l]a renta está determinada por el precio: pero la renta no determina el precio”. Sin embargo, sí puede encontrarse en Marshall un planteo novedoso derivado de esta teoría de la renta que hace su aparición cuando se establece una distinción en las ganancias del capitalista en el corto y en el largo plazo.

Introducción a la Teoría Neoclásica (cap 2 -Costa, Langer, Rodriguez):

-¿Cuál es el nuevo objeto de estudio?

La tarea básica será ir desentrañando progresivamente el modelo que construye dicha escuela al explicar cómo opera el sistema económico basado en el mercado para reproducirse a sí mismo y a los individuos que en él interactúan. Sin embargo, la explicitación de axiomas y supuestos es sólo la parte del objetivo del presente capítulo.

-¿Cuáles son los axiomas, premisas y supuestos sobre los que construyen su metodología de estudio?

Precios dados; ley de Say; Dinero objeto de intercambio; Utilidad marginal decreciente; No hay conflicto distributivo y Los precios ya están dados.

-Desarrolle el concepto de utilidad marginal para los neoclásicos.

De la misma manera en que el sistema económico es natural, el capital produce naturalmente intereses y beneficios para sus poseedores, la tierra produce de forma natural la renta de la misma, y el trabajo genera retribuciones. Al eliminarse todos los factores de origen social, se recurre a factores psicológicos para explicar el comportamiento de los individuos. De esta forma se elimina el problema de las clases sociales ya que los individuos son simples perceptores de ingresos y las diferencias sociales dependen únicamente del nivel de esos ingresos. A diferencia de la teoría del valor trabajo, la nueva teoría del valor de la utilidad marginal es una teoría subjetiva, se basa íntegramente en el concepto de que la importancia relativa de los bienes es de valoración subjetiva para los individuos. Los precios de los bienes vienen determinados por la utilidad. Bastará reducir el análisis a un modelo basado en ecuaciones matemáticas que determinará la “mejor forma de actuar” para obtener la máxima utilidad. Se trata de establecer un sistema de ecuaciones que representen los diversos equilibrios que pueden existir entre los precios cuando en el mercado varían las relaciones entre oferta y demanda de las distintas mercancías, incluyendo entre las mismas al capital y a la fuerza de trabajo.

A partir de este descubrimiento científico la teoría económica se divide en dos grandes y reconocidos grupos. Quienes siguieron con la teoría del valor trabajo –la tradición marxista- y quienes se apartaron de ella y optaron por la teoría de los costos de producción –marginalistas y luego neoclásicos-. Marx desarrolló en forma crítica la teoría del valor de Ricardo, y en lo que a la distribución respecta derivó de ella su teoría de la plusvalía y de la lucha de clases en la sociedad capitalista. En este sentido, aún sin quererlo, la teoría ricardiana fue funcional a uno de los dos grandes grupos de poder crecientes de su época: la clase obrera. Por el contrario, el marginalismo generalizará a todas las esferas la teoría ricardiana de la renta, donde se definen los rendimientos marginales decrecientes. La misma implica que, a medida que se van agotando las tierras más fértiles se debe producir en otras tierras cuyo rendimiento es menor. Esto se traduce directamente en un aumento del valor de los productos agropecuarios ya que se debe invertir mayor trabajo para obtener la misma cantidad de producto.

-¿Que implica individualismo metodológico?

Los individualistas suponen que cada cual va aa elegir maximizando su beneficio.


 

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