Los hombres nunca
aprenderán.
Por
Patricia Morales
Advertencia: en esta
nota se generaliza groseramente a los fines de poder escribirla.
Me cansa esa creencia masculina de que las mujeres lo único que
tenemos en la cabeza al empezar una relación es casarnos. ¿No se
han fijado? Los hombres nos temen. Esperen un minuto. Es preciso
aclarar esto. Creo que nos temen porque somos diferentes a ellos
(tenemos cintura, nos crecen las tetas, etc.), y no tienen mejor
idea que proyectar ese temor considerándonos de antemano como seres
posesivos y déspotas que lo único que quieren hacer es privarlos
para siempre de otras cinturas y otras tetas.
Sucede que los hombres
confunden las cosas. He comprobado que al empezar a salir con una lo
primero que piensan es en que no van a poder salir con otra. No es
que no estén contentos por salir con la una, pero sienten un
cosquilleo constante por la imposibilidad de salir con la otra.
Algunos ni siquiera sienten ese cosquilleo y salen con miles a la
vez, pero esa es otra historia. A lo que quiero llegar es que están
tan locos que a esa una siempre le van a reprochar secretamente no
haber podido salir con la otra. Y son tan soberbios que naturalmente
asumen que no los cambiaríamos por nada en el planeta, que no se
nos cruza por la cabeza otro hombre, ni siquiera nuestro padre, y
que lo único que queremos es formalizar de una vez la relación,
casarnos, etc.
En "Eyes wide shut"
de Stanley Kubrik, la esposa le cuenta al esposo una fantasía que
ha tenido con un hombre al que vio una sola vez en su vida. El hecho
de saber que ella había pensado, aunque sea una noche, en otro
hombre, trastorna al esposo por completo. Toda esa parte ilustra tan
bien lo que estoy tratando de decir, que más vale ir a verla y
dejar de leer esto.
Pero permítanme una última
acotación: no sé si el ser humano está naturalmente capacitado
para compartir su vida entera con la misma persona, no sé si existe
el amor eterno, no sé si existe el amor sin barreras. Pero sí sé
esto: que cuando estás con alguien has elegido a esa persona entre
muchas otras, y que una de las peores cosas, es
dar por sentado lo que piensa y lo que siente. Esto siempre arruina
todo. Y es un viejo error masculino.
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