Manual del buen estresado
Por Ana Prieto
Me llamo Mario. Bueno, al menos ese es el nombre con el que firmo, y se sabe, al cabo de un tiempo la firma sale automáticamente. Sí, ya sé que dicen que mucho estrés provoca pérdida de memoria. Pero yo no estoy estresado. Un poco excedido de trabajo tal vez, pero estresado no. Y tampoco estoy de mal humor, para nada. ¡¿NO ME
ENTENDISTE?! ¡¡¿TENGO QUE REPETÍRTELO??!! ¡NO-ESTOY-DE-MAL-HUMOR!!, ustedes me ponen de mal humor con sus preguntas.
Sí, hoy he tomado café. ¿Cuánto? No mucho, apenas cinco tazas. Hey!, para ser las diez de la mañana no estoy tan mal. ¿Cuántas horas dormí anoche? Las necesarias, por supuesto: cuatro.
Sí, sí, me quedé hasta las tres de la mañana estudiando. ¿Y en qué momento
se supone que estudie si salgo de trabajar a las dos de la tarde y de la universidad a las ocho de la noche? No, no me senté a almorzar. Comí una hamburguesa en el colectivo y tomé agua en un bebedero de la facultad. Sí, como eso todos los días. ¿Comida caliente? ¿frutas? No se me había ocurrido. ¿Qué tiene de malo mi hamburguesa? Ahora que lo decís, sí, he notado que me duelen un poco las manos. ¿Por la computadora? ¡Qué estupidez! Hace años que uso computadoras y nunca me habían dolido las manos. ¿Qué cómo me va en la universidad? Bueno, no muy bien. Desaprobé el final. Sí, me cuesta concentrarme. Es que tengo demasiadas cosas que hacer. ¡Claro que me angustia haber desaprobado!, ¡No he dejado de pensar en eso desde hace 15 días! Sí, María, enseguida te ayudo. Perdón, ¿por dónde íbamos...? ¡Pst!, dejá, Pablo, yo me encargo. Como te iba diciendo... ¡Ey!, Laura, esperame un ratito que estoy con vos. ¿Cómo decís? ¿Que no puedo decirle que no a nadie? ¿De dónde sacaste eso? Dejame tranquilo, por favor, y convidame un cigarrillo.
Ana Prieto
Recibo tus comentarios:
[email protected]
|