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ARTÍCULOS

Violencia en las Aulas
Por Sara Hdez

En algunos pueblos de Escocia, los profesores no pueden defenderse de ninguna manera de los insultos y agresiones (que pueden llegar a ser físicas) de sus alumnos, ya que la expulsión sería la gloria de todos ellos.

Ahora voy a contaros dos historias, dos historias reales en las que ocultaré los nombres de los protagonistas, por su propio bien. No pretendo dar una moraleja ni nada por el estilo, simplemente mostrar las dos caras de la moneda de la violencia en las clases.

Un hombre español, al que llamaremos Profesor1, que trabajaba en Escocia dando clases de castellano en escuelas de pueblos, me contó que un día mandó callar a un chico, que no tendría más de 14 años, y éste le contestó gritando: ¡Vete a tu país, puto norteafricano de mierda! ¿Y qué pudo hacer Profesor1? Nada. El director de la escuela le había dicho con antelación que no se sorprendiera ante ese tipo de insultos y que no reaccionara de ninguna manera, que en toda esa zona del país era algo normal, ya que al expulsar al alumno le das lo que quiere, y él no recibe más educación por el resto de su vida. O sea que tuvo que soportar agresiones de ese tipo todo un año entero.

No sólo son violentos los alumnos. He aquí una historia que demuestra que no se salva ninguno de los bandos. Me la contó una niña allí presente. Ocurrió en una clase de Tecnología de un colegio PRIVADO de Madrid.
Eran niños y niñas de 12 años más o menos. El profesor, al que llamaremos Profesor2, preguntó a un alumno (Alumno2) si había traído los deberes hechos. Alumno2 dijo que no. Profesor2 le preguntó por qué razón, y él dijo que su madre había estado enferma. Profesor2 echó a reír diciendo que se buscara otra excusa. Alumno2 insistió enfadado que era verdad, pero el profesor siguió burlándose de él, hasta que Alumno2 explotó y gritó: ¡¡Eres un subnormal!! Entonces Profesor2 dejó de reírse y se dirigió a él muy furioso, le agarró del cuello y le pegó contra la pared. Al día siguiente Alumno2 tenía el cuello lleno de arañazos, pero, a pesar de los esfuerzos de sus compañeros de explicárselo al director, me consta que Profesor2 sigue dando clases en ese mismo colegio.
Los padres de Alumno2, indignados, cambiaron a su hijo de colegio, y el niño pasó de ser un chaval alegre a traumatizado.

Nadie tiene derecho a pegar a nadie. Por ser profesor no tienes el derecho de hacer lo que quieras a tus alumnos, por muy rebeldes que se pongan.

Sara Hdez

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